Laurie

Laurie


Capítulo 5

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CAPÍTULO V  LA OSCURIDAD CRECE

Pasé las páginas ya sentada en la cama, bajo una bonita privacidad. Sham tenía razón en algo, el libro se tomaba la molestia de advertir en numerosas ocasiones el peligro que suponía realizar esos hechizos si no tenías un buen control en la magia oscura. Cavilé acerca de qué bruja podía tener tanta capacidad para soportar ese hechizo, tenía que ser una realmente importante.

También había otros peligrosos, como generar enfermedades y hacer posesiones. Cada página que pasaba me generaba más escalofríos. ¿Cuán peligrosa podía ser una bruja oscura? ¿Solo las de Nyx podían serlo? ¿O había alguna así de Lux?

Pensé en Morgana, seguro que ella sabría cómo ayudarme. Al recordarla, me llegó a la mente el momento en el que abrí la configuración. Junto a ella había otra bruja de aspecto sombrío, daba bastante miedo. Y si ella era tan antigua como Morgana… ¿estaría capacitada para ayudarme?

Me mordí el labio inferior mientras cerraba el libro y lo escondía bajo la cama. Me alegraba haber recuperado parte de mi poder, pues ya me sentía preparada para salir de la academia. Necesitaba regresar a Miskolc y buscarla, quizás ella resolvería mi problema. Pero no me podía olvidar de Adán, aún teníamos una conversación pendiente, pues tenía que explicarme qué misión pretendía que cumpliera.

No me dio tiempo a pensar en ello mucho tiempo, puesto que los golpes en la puerta me hicieron levantar la cabeza. El rostro de Angie asomándose hizo que mis hombros se relajaran.

—Adán te está buscando en la sala del consejo. Están Sham y Senoi reunidos con él.

—¿Me he perdido algo?

—Ni idea, pero la que no se lo piensa perder soy yo. Voy a tener la oreja pegada a la puerta, si hace falta con un vaso para amplificar el sonido. —Suspiró—. En ese sentido sí que me gustaría tener las habilidades de los dhampir. Un oído más fino no venía mal.

—Sabes que te lo contaré, no hace falta que hagas eso. —Sonreí.

—Bah, pero así tiene menos emoción —respondió entornando sus ojos—. Siempre puedes olvidarte de detalles o el tono en el que se dice. Así me siento un ninja.

Negué con la cabeza y me levanté de la cama. Tenía que admitir que me generaba curiosidad averiguar cuáles eran las intenciones de Adán. Caminé por los pasillos junto a Angie hasta llegar a la puerta que tanto conocía. Cuando la abrí me di de bruces con las figuras del líder de los dhampir, Sham, Senoi y Ryuk.

—No sabía que había reunión —murmuré mientras este último se encargaba de cerrar la puerta, para disgusto de mi amiga.

—Consideramos que estás lo suficientemente preparada como para poder cumplir con la misión.

—¿Qué misión? —Me crucé de brazos mientras miraba a todos de reojo.

—Ya conoces a dos de nosotros —dijo Senoi, aproximándose hasta Sham—, pero falta el tercero.

—¿Y dónde está?

—Eso es… lo complicado —murmuró ella tensando su cuerpo—. Semangelof es el más ambicioso de todos. Quería adherirse a alguien lo suficientemente fuerte y peligroso como para acabar con él al despertar, pero…

—¿Pero? —la animé. El silencio me estaba poniendo de los nervios.

—Es demasiado peligroso. El despertar es lento y requiere de un tiempo de acomodación. Una lucha entre el alma inicial y la huésped para ver cuál puede más, por eso escogemos seres débiles, o al menos no muy mayores.

Me quedé callada mientras la observaba. Sus ojos se habían quedado perdidos en la sala, como si se hubiera quedado atrapada entre sus recuerdos. ¿En qué maldito ser estaba el puñetero ángel? ¿Acaso me quedaba algo más que solucionar?

—Al grano, Senoi. ¿En dónde está?

—Está adherido al alma de Atary. Atary Morningstar.

Giré la cabeza al escuchar el apellido. ¿Estábamos hablando del mismo Atary? ¿Qué narices era eso de Morningstar? Sabía que Nikola no se apellidaba realmente Herczeg, que era una tapadera, pero ¿de verdad que ese era el apellido real de Atary? ¿Por qué en él? Hasta donde sabía era más joven que sus hermanos.

—Yo… no entiendo nada —admití.

—¿No te suena de nada ese apellido? —intervino Sham frunciendo el ceño—. ¿Acaso no pusiste atención en las clases?

Le miré de reojo entornando los ojos. Claro que había atendido, pero no recordaba todo. Había introducido demasiada información en mi cabeza, parecía un volcán a punto de entrar en erupción.

—¿Te parece poco tener que asimilar la información que vosotros recibís en un año, en tres meses? Me duele la cabeza solo con recordarlo.

—Morningstar es el apellido de Lucifer. Al concebir a Atary con Lilitú lo adquirió.

Sus palabras resonaron en el espacio como un eco. ¿Me estaba diciendo que Atary era el hijo de Lucifer y Lilith? ¿Eso era posible?

—Pero él… no puede ser… En el libro que leí decía que Lilith había tenido que sacrificar a los hijos que creó con Lucifer. Así que no…

—Es así, Laurie —añadió Senoi—. Fue un error por nuestra parte fiarnos de Lilith, pues escondió a su primogénito. Por culpa de ello en la tierra habita el hijo del único ser inmortal. Por suerte, la sangre de Lilith le otorga parte mortal, pero eso no quita que sea altamente peligroso.

—¿Qué hace ese ángel dentro? ¿Y qué tengo yo que ver en todo esto?

Miré a todos sin entender nada. Era tanta información que sentía la cabeza cerca de explotar. Ahora comprendía las palabras de Nikola, por qué tenía esas sospechas acerca de Atary, por qué siempre era igual, aunque cambiara de cuerpo. Ahora también comprendía yo el motivo que le unía tanto a Lilith y por qué nunca iba a ser sacrificado. Atary era su primogénito. Su mano derecha.

—Atary debe morir, Laurie.

Abrí la boca para responder, pero no pude evitar cerrarla. ¿Morir? Pensé en todas las almas perdidas a costa de su avaricia, cómo había jugado conmigo por culpa de su lealtad hacia la madre de demonios. ¿Por qué me costaba tanto aceptar su muerte?

—¿Por qué?

—Semangelof no es tan fuerte como para enfrentarse al hijo del mal. Solo podrá despertar si Atary en esos instantes muere. Necesita esos segundos para instalarse en su cuerpo. Si no lo consigue… lo habremos perdido todo. El destino de todo el mundo está a manos de esa acción.

Tragué saliva. No podía creerme lo que estaba escuchando, ¿qué tenía que ver yo en todo eso?

—Y… ¿por qué yo? ¿Acaso estáis diciendo que tengo que asesinarle? ¿No puede ser otro?

—Tendría que ser otro —gruñó Sham—. Sabe cómo manipularla. Tardará menos de un minuto en cagarla y que el mundo se vaya a la mierda. Lux perderá si deja el destino en juego por Laurie.

—No soy estúpida —objeté.

—Pero sí manipulable. No podemos permitirnos más fallos, no cuando ellos van dos pasos por delante.

Miré a todos sin poder creérmelo. ¿Por qué tenía que ayudar yo a un ángel suicida? ¿Cómo iba a terminar con Atary si era mucho más analítico y calculador que yo? Seguro que averiguaría mi intención a los pocos segundos con solo mirarme a los ojos.

Adán me observaba fijamente sin mediar palabra, como debatiéndose lo que decía su lacayo. Senoi mostraba seriedad, sin un ápice de preocupación. Había entrenado mucho, sí, pero de ahí a desafiar al hijo del ángel caído más poderoso… era demasiado peligroso.

—¿Cómo voy a terminar con él? Seguramente no se despega de Lilith y siendo hijo de los dos es… imposible, ¿no?

—No será fácil —coincidió Adán, que había apoyado su mano contra la barbilla para mirarme con mayor detenimiento—, tendrás que ir al Edén. Allí encontrarás al árbol de la vida.

—¡¿A dónde?!

Cada vez estaba alucinando más. ¿Cómo iba a ir al Edén? ¿Desde cuándo seguía existiendo eso? ¿Y qué se me perdía allí? Traté de frenar mis pensamientos, habían empezado a dispersarse tanto que era incapaz de centrarme en lo primordial. No podía creerme que hubiera cosas tan antiguas en la tierra sin que supiéramos nada.

—Laurie… —dijo Senoi—, entiendo que sea complicado, pero tienes que poner especial atención en todo esto. Si algo sale mal estaremos perdidos, tienes que ser cauta y mantenerlo en secreto.

—¿Por qué?

—Si todo esto llega a manos de Lilith… será nuestro final. Mis hermanos y yo hemos permanecido ocultos para poder actuar a tiempo. No podemos dejar que lleguen hasta Lux y estalle la Segunda Guerra Celestial. Hemos tenido suficiente con la primera.

—La Segunda Guerra Celestial… —murmuré mientras seguía con los oídos puestos en la explicación de Senoi. Sufrí escalofríos solo de pensar en la gravedad de la primera guerra. Para terminar Lucifer expulsado… no me hubiera gustado estar presente.

—Sí —asintió Adán—. Por ese motivo todavía permanecen los dos árboles más importantes creados por Lux y Nyx: el árbol de la vida y el árbol del bien y del mal. Lux no nos permitía a Eva y a mí comer del segundo, pero Lilith nos tentó. Supongo que ya sabes la historia. —Se revolvió en el asiento y carraspeó—: El árbol de la vida genera un fruto cada mes; si lo comes te volverás más fuerte y llamarás a uno de los vigilantes.

—¿Otro ángel? ¿Qué es?

—Un querubín, se encarga de proteger el Edén ante los ojos humanos y del mal. Haziel se encargará de darte la espada ardiente.

—¿Y esa espada para qué sirve? ¿Por qué no fuisteis vosotros a por ella?

Adán me observó con sus ojos grises. Las arrugas que acompañaban su mirada denotaban cansancio.

—Antes no era necesario y solo tú puedes acercarte hasta Atary sin llamar la atención. Tiene interés en ti, por lo que no te resultará complicado. Cambia las tornas, Laurie. Haz que sea él quien caiga ante ti y, cuando lo haga…, usa la espada.

—Pero ¿y si lo desintegro? ¿Y si su cuerpo desaparece? Semangelof no podrá despertar y será un fracaso —expresé con preocupación.

—Tendrás que dejar la espada en su cuerpo. En ese tiempo Semangelof despertará y deberás curarle lo antes posible o estallará.

Miré a Adán y a Ryuk con el corazón latiendo a toda velocidad. Sentía que se me iba a salir del pecho.

—¿Cómo lo voy a curar? —pregunté en un chillido agudo—. ¡No soy druida!

Mi voz resonó por el espacio y Ryuk revolvió su dorado cabello con una mano. Parecía que estaba pensando lo mismo que yo.

—No es una misión sencilla, pero debemos apresurarnos. Lilith ya ha liberado los primeros sellos, y si libera todos…

—¿Qué? —le apremié.

—Abrirán el infierno. Los demonios invadirán nuestro planeta y nos atacarán. Dudo que podamos con todo y no pueden bajar muchos ángeles de Cielo. Si lo hacen pueden quedarse sin refuerzos allí para cuando Lucifer regrese a terminar lo que empezó.

Revolví mi pelo mientras daba vueltas de un lado hacia otro, intentando mantener la calma. Estaba en juego algo que se me escapa de las manos y de mi entendimiento, ¡era una simple mortal! Vale, sí, era un híbrido, pero no dejaba de tener una vida limitada y había sido durante años una chica común, sin grandes expectativas u objetivos. Si alguien me hubiera dicho por ese entonces que ahora estaría preparándome para enfrentarme a vampiros y demonios lo hubiera mirado como si estuviera loco. Era surrealista.

—¿Y los jinetes? ¿Existen?

—Son tan reales como tú y como yo. Son convocados desde el infierno al liberar el cuarto sello. Por nuestras investigaciones, será el siguiente en abrir. Llevan tres.

—¿Son… peligrosos?

—Unos más que otros. Peste va en un caballo blanco y propaga la enfermedad —relató—, si te toca deberás curarte pronto o te llevará a la locura. Guerra va en un caballo rojo y desatará su furia contra las personas que se interpongan en su camino, propagando odio y haciéndoles enfrentarse unos con otros.

—¿Y los otros dos? —Tragué saliva.

—Hambre va en un caballo negro, si te muerde te transformará en una criatura con ansias de carne, como él; así que deberás apresurarte en curarte a tiempo. Y Muerte va en un caballo gris, casi translúcido; es el más peligroso. Si lo encuentras deberás correr como nunca lo has hecho y no mirar atrás.

—¿No hay forma de acabar con ellos? ¿Son inmortales?

—Se puede luchar pero son altamente poderosos. Tienen demasiada resistencia —me advirtió—. Con Muerte ni se te ocurra intentarlo, lleva una guadaña y sus golpes son precisos. Un paso en falso y tu vida terminará.

—Genial… —murmuré. Donde ya teníamos suficientes problemas, había que sumar unos jinetes de colores con ganas de molestar.

—Sé que es demasiada información —intervino Senoi—, y que no es muy alentadora. Por eso te pido que te centres en lo que te pedimos, Laurie. Deberás poner rumbo a Iraq y buscar el Edén. Cuánto más tiempo perdamos, más oportunidades le daremos al mal de vencer.

—Pero…

Cerré la boca. No sabía cómo decirles que primero quería ir a Miskolc. Tenía que buscar a la bruja que usó Lilith para abrir la configuración e intentar hablar con ella. Quizás así podría recuperar a Nikola, él sabría ayudarme.

Me sentía dividida. No quería fallar en una misión así, pero tampoco abandonarle. Con todo lo que había hecho por mí lo menos que podía hacer era devolvérselo. ¿Cómo iba a cumplir una misión así sin él? Me sentía perdida.

—Puedes hacerlo, Laurie —me alentó ella—. Yo sé que puedes.

Asentí con la cabeza, más confundida que antes. Todavía tenía muchos interrogantes, pero no quería agobiar con mi desconocimiento. Miré a todos sin saber muy bien qué responder.

—Te dejaremos el día de hoy para descansar y despedirte de Angie, pero mañana deberás partir. No podemos atrasarlo más —dijo Adán antes de levantarse para indicarme la salida.

—Bien.

Miré a Ryuk y a Senoi, tenían una expresión más amable que el líder de los dhampir. ¿Cómo iba a hacer todo eso sola?

Adán pareció leer mi mente, puesto que no tardó en responder mi pregunta:

—Ryuk y Shamsiel te acompañarán. Si todo sale bien Senoi os irá siguiendo el rastro para hacer la unión llegado el momento. Detendremos esta locura a tiempo.

Suspiré antes de desaparecer por la puerta. Al darme de bruces con Angie y ver su mirada capté un brillo no visto antes. Intuí que mi amiga no se quedaría con los brazos cruzados. Me preocupaba lo que su curiosa e intrépida mente estuviera maquinando después de escucharlo todo.

—¿Te vas a ir a buscar el jardín del Edén? —preguntó sentada sobre mi cama mientras balanceaba las piernas.

—Sí.

—¿Y sabes dónde está?

—No —respondí distraída, estaba rebuscando por los cajones.

—¿Y existen los jinetes esos?

—Eso parece.

—Y…

Me giré para observarla. Desde que habíamos llegado a la habitación no había callado, tenía demasiado entusiasmo por la situación.

—Angie… ¿qué planeas?

—¿Yo? —preguntó de forma exagerada, llevando la mano hasta su pecho—. Nada.

—Estás preguntando demasiado.

—Es que la conversación ahí dentro estaba buena. No me puedo creer que haya tantos líos ahí fuera.

—Y los que nos quedan… —murmuré con cansancio. Aún no me había dado tiempo a asimilar la situación.

—¿Y solo te van a acompañar Sham y Ryuk?

—Eso parece.

—Hm…

Me giré para observarla de nuevo con detenimiento. Había fruncido el ceño y tenía la mirada perdida en la ventana. Estaba segura de que tramaba algo de verdad.

—Angie…

—¿Sí?

—No sé qué planeas, pero no te metas en problemas. Ya tenemos suficientes.

—Sí, sí, descuida —respondió haciendo un ademán—. Me mantendré quieta, como todos quieren.

—Bien.

No quería ser dura con ella, pero no me dejaba otra opción. Angie ahí fuera corría mucho peligro y no quería que saliera lastimada también. Ya me culpaba lo suficiente con las pérdidas del resto. Si Angie moría yo iría detrás.

—¿Cuándo tienes que marchar?

—Pensé que lo habías escuchado todo espiándonos. —Sonreí.

—Había partes que no entendía bien —dijo haciendo un mohín.

—Mañana.

—¡¿Mañana?! Es muy pronto —protestó.

—Sí, pero el tiempo apremia y ya están demasiado alterados.

—¿Y qué vas a llevar contigo? ¿Te van a dar armas para luchar?

—Mañana me lo explicará Adán, pero seguramente. Mi poder ha crecido pero no es suficiente. Aún tengo algunas cosas por hacer hoy.

—¿Cómo qué? —preguntó con interés.

—Quiero aclarar mi pelo y cortarlo, así pasaré algo más desapercibida.

—Halaaaaaaa —exclamó mostrando una amplia sonrisa—, déjame hacerlo a mí, por favor.

—Angie, si te dejo a ti terminaré con el pelo verde como una lechuga.

—Que no, que no. Te prometo que te quedará genial. Sé dónde guarda Ferguson los tintes que usa para su flequillo.

—Te matará si se entera —le advertí entornando los ojos.

—No lo hará, recuerda que soy un ninja. —Sonrió de forma perversa.

Unas horas más tarde había cumplido mi objetivo. Mi pelo había adquirido un bonito tono rubio y me llegaba por encima de los hombros, apenas los rozaba. Admiré mi figura frente al espejo: llevaba un jersey negro que resaltaba el azul de mis ojos y unos pantalones ajustados del mismo color. Me había acostumbrado a llevar ese tipo de ropa porque era lo que más abundaba en la academia, acostumbrados a pasar desapercibidos. Angie era la única que usaba tonos alegres que resaltaban la expresión dulce de su rostro.

Repasé por tercera vez que tuviera todo lo importante. Todavía conservaba el dije, que descansaba sobre mi clavícula. Era un alivio ser humana de nuevo, bajo la condición de híbrido, pues ya no me quemaba. Acaricié la textura con cariño, no podía creerme que era la guardiana del arma que había sido forjada al inicio de los tiempos y tenía la firma del trío de ángeles que ahora me rondaba.

Resoplé para intentar disipar los nervios mientras miraba la cama. Había anochecido hacía poco y los dhampir seguían un horario estricto. Aquellos que no hacían guardia en el exterior debían descansar para rendir al máximo durante el día siguiente. Yo no podía saltarme las normas tampoco, pero no tenía sueño. Eran tantas preocupaciones las que rondaban por mi mente y me torturaban que habían eliminado el escaso cansancio que tenía. El peso del mundo estaba sobre mis hombros y me hundía, solo esperaba poder darlo todo y no defraudar a nadie. Me aterraba que Sham tuviera razón y volviera a caer frente a Atary. Una vez pasaba porque no sabía nada, dos también porque todos cometemos errores alguna vez, pero tres… tres veces eran ya demasiadas. La oscuridad ya me había alcanzado lo suficiente, no podía fallar más.

Con ese pensamiento me cambié de ropa y me refugié bajo las sábanas, esperando que todo fuera bien. Con una oración en mente me dormí y el rostro de Nikola apareció en mis sueños, recordándome que tenía más de un objetivo por cumplir. Uno del que no me iba a olvidar costara lo que costase.

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