Laurie

Laurie


Capítulo 6

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CAPÍTULO VI  DECISIONES IMPORTANTES

Me levanté al escuchar unos molestos golpes en la puerta. Últimamente era el ruido que más me acompañaba. Al ver que esta se abría me tensé, pero en seguida me relajé al ver que era Ryuk quien trataba de apurarme.

—En quince minutos tienes que estar en la sala del consejo. Allí están esperando Adán y Shamsiel.

—Ya voy, ya voy —gruñí.

Ryuk asintió con una sonrisa antes de desaparecer. Cerré la puerta con demasiada fuerza, haciéndola resonar, y me di prisa para cambiarme de ropa. Me miré en un espejo que tenía cerca para comprobar que todo estuviera en orden. Cuando me aseguré decidí salir.

Pasé los pasillos esquivando a unos y otros dhampir mientras cavilaba lo raro que era no haber visto ya a Angie, siempre era la primera en despertarme para curiosear la academia antes de desayunar. Decidí no preocuparme y centrarme en todo lo que se avecinaba, ya tenía demasiados problemas en mente.

Al llegar y ver a todos de pie me tensé. Los miré esperando algún tipo de explicación, hasta que Adán avanzó unos pasos hacia mí e hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera.

Al fondo de la sala había unos armarios de madera. Adán los abrió con prisa, mostrándome distintos tipos de armas que quitaban el hipo. Miré todas de soslayo mientras él se debatía cuál sacar.

—Son muchas… armas —murmuré.

—Tenemos que estar preparados y no puedes ir con las manos vacías.

—Sería recomendable algún arma que fuera ligera, para que la pueda manejar y cargar con facilidad —sugirió Ryuk.

Adán asintió mientras seguía paseándose cerca de los armarios, observando cada arma que estos escondían: Dagas, cuchillos, arcos, pistolas, estacas… incluso unas bolas que parecían granadas. Era tal la variedad que me generaba escalofríos.

—¿Son todas contra vampiros? —me atreví a preguntar.

—No, también estamos preparados ante otros seres. Cualquier precaución es poca si hay que luchar contra algún hijo de Nyx.

Asentí mientras me fijaba en una pistola pequeña y plateada. Miré a Adán mientras la señalaba para preguntar por ella.

—Esa es para hombres lobo. No quedan muchos, pero siempre es bueno tener balas de plata que los paralice.

Tragué saliva mientras recordaba nuestro enfrentamiento con la manada de Ira, había quedado saciada de lobos para una buena temporada. Hubiera sido bonito tener esa arma para defenderme en aquel momento, quizá no hubiéramos acabado tan hechos polvo.

—¿Y esas bolas extrañas?

—Son para combatir contra brujas y nigromantes. Suelta un humo que los aturde y les impide completar los hechizos. Son muy recomendables para poder escapar —respondió Sham un poco más atrás.

Suspiré. No podía llevarme un arma para cada ser, tendría que elegir una que fuera general, si es que existían.

—¿Y qué llevo?

—Llevarás una riñonera con algunas armas pequeñas. En el pantalón tendrás un cinturón atado para guardar un cuchillo y una daga —respondió Adán.

—Es demasiado, voy a ir muy cargada —objeté.

—Ya me lo agradecerás cuando te ataque por la espalda alguna criatura de Nyx y tengas con lo que defenderte.

Lo miré entornando los ojos. Sabía que tenía razón, pero no quería parecer una tortuga cargando su caparazón a cuestas. Eso me ralentizaría y no podría esquivar los golpes de mi contrincante.

—Está bien —respondí a regañadientes mientras observaba al líder de los dhampir meter distintas armas en la riñonera.

Minutos más tarde me miró con satisfacción y me la ofreció extendiendo su brazo. La acomodé en mi cintura y miré a todos esperando algo más. Decidí seguirle al ver que se acercaba a la larga mesa, donde tenía unos papeles preparados.

Me coloqué detrás mientras plegaba uno de ellos, revelando un mapa del mundo en el que señalaba un punto clave: El jardín del Edén.

—Ha pasado mucho tiempo, pero con ayuda de los mapas actuales y la tecnología he podido precisar el sitio donde está el Edén. Deberás tener cuidado con los enfrentamientos que hay allí entre Irán y Estados Unidos. Iraq se encuentra en medio —relató—. Donde ya tenemos bastante con los conflictos sobrenaturales… los humanos siempre ayudando. —Suspiró mientras se masajeaba la sien.

—Primero quiero ir a Miskolc —respondí mirándole fijamente.

—¿Qué?

Adán se giró con brusquedad para mirarme con odio. Dio un puñetazo sobre la mesa, pero no me alteré. Me crucé de brazos ante su reacción.

—Quiero ir a Miskolc.

—Es una pérdida de tiempo. Tienes que centrarte en el objetivo —respondió con dureza.

—Voy a ir y jugarme la vida para intentar ayudaros a todos, ¿verdad? Aun sabiendo que es una maldita locura tratar de manipular y engañar a Atary. Pues necesito estar unos días en Miskolc, tengo unos asuntos que resolver.

—¿Qué asuntos?

Suspiré mientras calibraba hasta dónde responder, la mirada intimidante de Adán se clavaba en mi rostro. No quería explicarle el secreto que llevaba varios meses ocultando, no cuando sabía que no me dejarían llevarlo a cabo y podría estropearlo todo, así que intercambié mi peso al balancear los pies.

—Son privados.

—Aquí no hay espacio para la privacidad. Si quieres que te dé unos días de margen para ir allí tendrás que convencerme. Sino ya puedes protestar lo que quieras que vas a ir a Iraq te guste o no —respondió Adán—. Está demasiado en juego como para conceder caprichos innecesarios.

Hice una mueca al escucharle. Tenía que pensar algo rápido o mi oportunidad se iría a la mierda. ¿Qué podía decir que fuera de utilidad? Tenía que ser algo lo suficientemente inteligente como para que le beneficiara.

—Quiero hacer un pacto con Lenci, el pecado capital de gula.

Los ojos grises de Adán me miraron con una mezcla de curiosidad y recelo, pero no dijo nada. Suspiré para ganar tiempo mientras pensaba la explicación que iba a darle.

—Ella tiene que estar odiando a Lilith, pues acabó con la vida de su hermana; Morgana —continué mientras lo miraba de soslayo, analizando su reacción—. Además, mantenía un vínculo con Nikola, así que estoy segura de que le interesará vengarse de ella. A todos nos ha quedado claro que lo único que quería Lilith era abrir la configuración y los Hijos Oscuros eran sus peones. Lenci es gula, se puede alimentar de vampiros. La necesitamos.

—Estás arriesgándote demasiado por una suposición —contratacó.

—Es más que una suposición. Son hechos, dos muertes importantes para ella.

—Pero es una vampiresa con demasiados siglos a su espalda. ¿Qué te hace pensar que está conmovida por esas muertes? Es una bestia, un animal salvaje. Carece de sentimientos.

—Te equivocas —rebatí con firmeza alzando el mentón—. Se encargaba de proteger a su hermana y su vínculo con Nikola le generaba sentimientos, reacciones humanas. Estoy segura de que le interesará saciar su sed de venganza. No hay nada más primitivo que esa necesidad. Lo sé. Y ella puede hacer masacres, será conveniente que esté de nuestro lado.

Sham abrió la boca para protestar pero su líder hizo un gesto para que se mantuviera en silencio. Nos miramos a los ojos, como si nos enfrentáramos de forma interna, mientras que nuestras bocas estaban selladas.

—Está bien, te concedo una semana. No te molestes en pedir más días porque no te los daré —respondió—. Encuentra a esa Hija Oscura y convéncela. Después deberás partir hacia Iraq.

—¿Tenemos que ir con ella? —protestó Sham—. Es absurdo, una pérdida de tiempo.

—Así lo he decidido y así se hará. Ahora marchaos —ordenó mientras nos daba la espalda—. Id al aeropuerto, yo no tardaré en hacer las llamadas pertinentes para cambiar el vuelo.

Todos asintieron con la cabeza, incluso Shamsiel hizo un gesto de respeto, como si fuera una reverencia. Rodé los ojos al verlo, quedaba sumamente ridículo, Adán no era ningún rey. Aun así, me mantuve callada y salí de la academia deseosa de encontrar a esa bruja milenaria. Con suerte encontraría a ambas y tendría la tapadera hecha, solo tenía que pensar cómo me iba a librar de los niñeros que estaban a mi cargo. Eso era lo que más me iba a costar.

Salir de la academia fue diferente. Extraño. Lo primero que hice fue mirar hacia el cielo, pues estaba más oscuro de lo normal. Fruncí el ceño y toqué en el hombro a Ryuk, que caminaba a mi lado como si nada.

—¿No estamos en marzo?

—Sí —respondió, deteniéndose junto a mí—. ¿Por qué?

—El… cielo. Está como si hubiera empezado a anochecer y no es tan tarde.

No podía dejar de mirarlo. Tenía un tono grisáceo a pesar de estar despejado y aunque el sol estuviera iluminando todo, era como si se hubiera quedado sin energía. Era surrealista.

—Es un efecto al liberar tres sellos, Laurie. Por eso debemos apresurarnos.

Tragué saliva mientras avanzábamos de nuevo. Eso no podía estar pasando desapercibido para la humanidad, pues era bastante preocupante. ¿Cómo harían para ocultar algo así? Ryuk pareció darse cuenta de mi pensamiento, puesto que se apresuró en contestar.

—Por ahora los gobiernos se excusan en un aumento de la contaminación y el calentamiento global.

—Demasiadas cosas en tan poco tiempo: virus, contaminación, calentamiento global…

—Todo lo necesario para protegerles. —Suspiró—. La realidad les inquietaría más. Seguramente cundiría el pánico. No es lo mejor.

—Vamos —gruñó Sham algo más adelante.

Miré a ambos. Aún no sabía cómo iba a hacer para encontrar a la bruja sin que ellos me siguieran detrás como si fueran mi sombra. No podía arriesgarme a que descubrieran la verdad, aunque tampoco era buena idea presentarme ante una bruja de Nyx que sabría hechizos horribles. Me mantuve en silencio mientras caminábamos, hasta que un ruido extraño hizo que los tres nos parasemos en seco.

—¿Habéis…?

Sham me chistó con cara de desagrado mientras sus ojos rodaban a nuestro alrededor con el cuerpo alerta. Fue entonces cuando los míos atisbaron una sombra que pasaba a gran velocidad cerca de unos arbustos cercanos.

—Ryuk controla que no haya nadie cerca —ordenó antes de sacar su arma.

No le dio tiempo a decir mucho más, puesto que la sombra se convirtió en un vampiro con los ojos inyectados en sangre y su boca amplia revelando unos afilados colmillos. Me apresuré en sacar mi arma del pantalón, un cuchillo alargado que podía aprovechar para clavárselo en el corazón y ganar tiempo.

El vampiro se lanzó a por Sham, consiguiendo tirarlo al suelo. Decidí ir por detrás para sostenerlo por la ropa y lanzarlo contra un árbol cercano. Al hacerlo corrí tras él y lo bloqueé con el arma. Al introducirlo en el tórax un reguero de sangre empezó a manchar su hoja, activando mis sentidos.

Fue algo tan rápido que no pude evitar salivar y mis pupilas se clavaron en el líquido escarlata. No podía parpadear, mi mente estaba demasiado centrada en saciar mi sed, esa que pensaba que había podido controlar. Pero era imposible. Era un acto impulsivo e irracional, primitivo. Mis colmillos crecieron en respuesta y mis manos se clavaron en su piel, hasta que decidí hundirlos.

Cerré los ojos al sentir la sangre pasar por mi garganta. El vampiro luchaba para liberarse con el miedo vibrando por su cuerpo. Podía sentirlo, sus ojos me miraban atónitos y ensombrecidos, pero no servía de nada. Estaba atrapado por la muerte.

Unos minutos más tarde sus movimientos cesaron. Entonces lo solté y cayó a plomo contra el suelo. Miré a Sham sin creérmelo, tampoco se había molestado en frenarme. Al observar mi brazo tragué saliva, saboreando el resquicio de sangre que me quedaba. El tatuaje se había expandido y brillaba con fuerza, haciendo que mi fuerza se potenciara.

—Parece que vas a sernos de más utilidad de la que pensaba.

—Vampirita… —dijo Ryuk apareciendo por detrás—, por desgracia este será el primero de muchos más, los vampiros se están descontrolando con el cambio de luz.

—Debemos apresurarnos. Cada minuto cuenta —asintió Shamsiel.

Miré el cuerpo por última vez. Por sus impulsos y fuerza debía de ser un neófito. No podía creerme que la sed de sangre hubiera actuado por mí y lo hubiera matado. Cerré la boca al ver a Sham sosteniendo su cabeza para retorcerla a un lado por última vez, antes de encender un mechero y acercar la llama a su cuerpo.

Pensaba que lo había matado, pero me equivoqué. Solo le había invitado a conocer su final.

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