Laurie

Laurie


Capítulo 9

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CAPÍTULO IX  NO ENFADES A UNA BRUJA SOLITARIA

Caminamos hasta un establecimiento de alquiler de coches. La miré extrañada, pero no dije nada. Cuando nos subimos dejé que fuera ella quien condujera, pues no tenía ni idea de hacia dónde íbamos.

—¿Cuánto tiempo aguantas saciada?

Me preocupaba que no fuera demasiado. No quería convertirme en su zumo personal.

—Lo justo para tener que hacer una parada a medio camino y divertirme un poco.

—¿Siempre ha sido así? —pregunté arrugando el ceño.

—Ahora se ha vuelto más… complicado —respondió, revolviéndose en el asiento y sujetando con fuerza el volante.

—¿Por qué?

—A ti te lo voy a contar —gruñó.

Resoplé. Sabía que no éramos amigas, pero me preocupaba su falta de control.

—Tú verás. No me parece que tengas a nadie más para desahogarte.

—No necesito a una psicóloga.

Rodé los ojos y decidí mirar por la ventanilla para evitar una discusión, ambas podíamos tener la mecha muy corta. Al darme cuenta de que seguía llevando el aparato de los dhampir me lo quité y lo lancé a la carretera. Así estaríamos a salvo.

Pasamos un rato en silencio, ni siquiera teníamos música para distraernos y hacer el ambiente más distendido. Pensé en Ryuk y Angie, seguramente estarían preocupados por mí, pero no podía llevarlos conmigo, no cuando podrían impedírmelo e intentar convencerme de que lo quería hacer una locura. Seguramente de las más peligrosas. Las palabras de Sham resonaron en mi mente.

«Hace falta más que disparar a un Hijo Oscuro para acabar con él. Eso solo lo debilitó».

Pensar que había podido mentirme para salvarme a mí me hería como nunca lo habían hecho. Nikola me había tenido que dejar elegir, no anteponer su vida a costa de la mía. No entendía qué quería, si había sido de forma altruista o no. Con él nunca sabía nada a ciencia cierta. Me confundía.

—Siento un enorme vacío en el pecho, uno que no me deja estar tranquila. Eso me hace tener ganas de saciarme para dejar de pensar. Cuando dejo de tener esa sensación de embriaguez por el exceso de sangre vuelvo a la realidad y… vuelve a doler. Es un ciclo sin fin.

Me tensé al escuchar su explicación, no me la esperaba. La miré sin saber muy bien qué decir, quizás lo mejor sería mantenerme callada. Pensé en su hermana, en Nikola… él me había dicho que cuanta más sangre bebías, más te acercabas a convertirte en un monstruo, permitiendo a tu Bestia tener el control. Eso reducía el raciocinio, te impedía pensar y actuar con claridad.

—Pero… ¿no te da miedo que tu Bestia de domine?

—Me da más miedo volver a la realidad. Al menos cuando la Bestia me controla no pienso, no me siento sola. Así soy feliz.

—¿Y cuándo estuviste atrapada? ¿Cómo lidiabas con ello?

—Fue lo más horrible de todo. Estar sedienta durante un largo periodo de tiempo te lleva a la locura. Te hace tener alucinaciones. Yo… podía ver a Nikola, hablar con él. Incluso vi a mi hermana. Lo peor era saber que no era real. Era producto de mi mente por la desesperación.

Sus palabras rebotaron en mi pecho, mi corazón lo martilleaba como si quisiera salir de él. No podía creerme lo que me estaba diciendo, si ella lo había visto ¿significaba que era producto de mi mente por haber estado al borde de la muerte? No. No podía ser eso, tenía que ser algo distinto. Nikola y yo manteníamos una conexión especial. Ambos siempre lo habíamos sabido.

—¿Estás segura de que era tu imaginación? Quizás…

—Ya no están, Laurie, pero me niego a pronunciar la palabra fin. No puedo asumir la realidad, prefiero ser feliz creando una paralela. Tampoco espero que lo entiendas.

Decidí quedarme callada. Entendía su forma de pensar, pero no dejaba de ser una tapadera. Quizás, en el fondo, las dos éramos iguales. Ambas sentíamos un vacío en nuestro pecho e intentábamos hallar la mejor solución. Ella se daba a la bebida sanguínea y yo intentaba recuperar aquello que perdí. A fin de cuentas, es más fácil ignorar la realidad que enfrentarse a ella; buscar alternativas antes de pensar que no se puede hacer nada, solo aceptar lo sucedido.

Continuamos en silencio otro largo rato. El tiempo pasaba más lento sin los comentarios ingeniosos de Ryuk y las locuras de Angie, con Lenci era más bien complicado.

—¿A dónde vamos?

—A Brasov.

—¿Eso dónde está? —pregunté arrugando el ceño.

Me sentía una inculta por no saber más acerca de las ciudades y países que albergaban seres sobrenaturales, pero en mi defensa tenía que señalar que había aprendido mucho en tan poco tiempo. Había personas que me sacaban siglos de ventaja, frente a eso no tenía mucho qué hacer.

—En Rumanía, es tierra de brujas. Allí hay una gran genealogía, así que te aconsejo tener cuidado.

—¿Son todas malas?

—Bueno. —Se encogió de hombros—, las hay de todos los gustos y colores.

Suspiré pensando en lo que se me avecinaba. Solo quería encontrar a la bruja de Nyx y preguntarle si había algo qué hacer. Después volvería por donde había venido.

—No has pensado alguna vez en…

Dejé las palabras en el aire al darme cuenta de la pregunta que estaba a punto de formular. Lenci era inteligente, si me iba de la lengua no tardaría en atar cabos.

—¿En?

—Nada. En nada.

El coche siguió su camino, en dirección a ese país que no había visitado nunca. Me hacía pensar en todo lo que aún desconocía y las pocas oportunidades que había tenido de conocer mundo. Las cuatro paredes que formaron mi habitación se convirtieron, sin querer, en una jaula. Ahora sabía lo que significaba tener alas y poder volar.

Llegamos en la madrugada. El viaje había resultado largo y agotador. Aparcamos en una pequeña plaza que había rodeada de edificios y nos dirigimos en dirección a un bosque cercano.

Todo estaba en silencio, la luna iluminaba desde lo alto de la noche estrellada, convirtiéndose en nuestra única compañía. Me resultaba muy extraño tener a Lenci como compañera, pero decidí no pensar en ello.

—¿La bruja vive aquí?

—La que buscas, sí —respondió con sorna.

La seguí por el bosque, los búhos amenizaban nuestros pasos con su bonito ulular. Era fascinante ver cómo la inmensidad nos rodeaba, pero la calma nunca duraba eternamente, pues escuché un ruido a nuestra espalda y me giré lo más rápido que pude, consiguiendo ver como una sombra se ocultaba entre los troncos de los árboles.

Tiré de Lenci para avisarla, pero no hizo falta. Su cuerpo se tensó, adquiriendo una posición de alerta. No me dio tiempo a decir nada, pues empezó a adquirir el aspecto sombrío que la definía y sus ojos rojizos brillaron en la oscuridad.

—Espero que estés preparada, puede habernos seguido cualquier cosa.

Me mantuve expectante, mirando a ambos lados. El silencio había regresado, pero sabía que fuera quien fuese no podía haberse ido muy lejos. Supuse que era una bruja. Haber llegado a una ciudad poblada por ellas no era muy buena idea, habría venido alguien a vigilar. Preparé el cuchillo y guardé una bola por si era necesario usarla.

Escuché otro arbusto moverse, pero no me dio tiempo a reaccionar. Una silueta corpulenta se abalanzó hacia mí, revelándome unos colmillos afilados. La bola cayó al suelo, junto al cuchillo. Me removí para intentar cogerlo, pero era bastante fuerte.

Iba a dejarme llevar y luchar con todas mis fuerzas, pero Lenci se me adelantó. En pocos segundos lo sujetó por el abrigo que llevaba y lo lanzó contra un tronco cercano. Pensé que solo me iba a liberar, pero le arrancó un pedazo de piel de cuajo, dejando que la sangre brotara descontrolada. Lenci degustó ese líquido sin derramar una sola gota, saboreando como si fuera un auténtico manjar.

Estaba tan fascinada que fui incapaz de moverme. Era extraño ver como un vampiro podía atacar de esa forma tan salvaje y saborear la sangre que era de un compañero. No dejaba de ser una persona, con una vida entorno a él. Al terminar, tiró de su cabeza para separarla del cuerpo y lo lanzó al suelo. El vampiro murió, completamente vaciado.

—¿Cómo puedes hacer eso? —pregunté señalando el cuerpo. No dejaba de pensar en el vampiro que había matado yo.

—Nos estaba atacando —respondió como si fuera algo lógico—, ¿qué querías que hiciera?

—Pero no sabemos por qué lo hizo. Quizás…

—Esto funciona así, Laurie. Somos bestias, animales salvajes. Todo se reduce a una lucha de poder. Vives o mueres.

—Pero tendría una familia, un pasado, sentimientos… —intenté argumentar.

—¿Familia? ¿Sentimientos? —soltó con una risa amarga—. Todos acabamos solos con el paso del tiempo y solo nos preocupa sobrevivir. No intentes buscar la bondad de los demás porque prima el egoísmo. Los animales no piensan en los otros cuando tienen que alimentarse. ¿O acaso has visto algún león preocupándose por una gacela? No. Cazan. Luchan. Matan.

—Sé que tienes razón, pero me cuesta pensar así.

—El ambiente está revuelto desde que Lucifer ha sido liberado. Los vampiros se están descontrolando, atacando a cualquiera que se ponga en su camino. Incluso yo me he vuelto más inestable, aparte de por lo sucedido —continuó—. Piensa primero en ti y después en los demás. Es el único consejo que pienso darte.

Me quedé callada unos minutos, procesando todo lo que me había dicho. Si quería mantenerme a salvo lo mejor sería pensar y actuar con frialdad, como hacía ella. Era la única persona que conocía, aparte de mí, que podía alimentarse de vampiros. Quizás Lenci podría ayudarme más de lo que pensaba.

—¿Puedes enseñarme a atacar así? Y… ¿es raro alimentarse tanto de un vampiro? ¿No es mejor la sangre humana?

—Te doy permiso para imitarme si te hace feliz. —Sonrió con satisfacción—. La sangre humana me da más poder, pero me siento bien desquitándome contra seres que han sido creados por Lilith. Ella acabó con la vida de mi hermana, no tenía ningún derecho.

—¿Lo haces por venganza?

—Podría decirse que sí. Me genera un enorme placer ver cómo se retuercen de dolor y sus ojos reflejan el miedo que están sintiendo. Así sufrirán lo mismo que sufrió ella.

—¿Así que no defiendes a Lilith?

—Nunca defenderé a la persona que terminó con la vida de las personas que apreciaba. Mucho menos cuando por su culpa llevábamos milenios huyendo, yendo de un lugar a otro para sobrevivir. No me gusta que nadie me controle ni me use a su antojo. No soy un juguete.

Asentí con la cabeza. En el fondo Lenci tenía razón, la comprendía. Me sentía un peón en medio de una cruenta y eterna guerra.

—Será mejor que sigamos. Me preocupa que nos encontremos a alguien más, y no sé si seré capaz de luchar contra una bruja.

Lenci adquirió su forma de siempre, como si nada hubiera pasado. Cada paso que dábamos me ponía más nerviosa, como si supiera que la tranquilidad se había esfumado para siempre.

Por suerte, llegamos a una casa de piedra que estaba oculta por los árboles que la rodeaban. Parecía que las brujas tenían predilección por las casas solitarias y oscuras, como si reflejaran su gusto por el ocultismo. Sujeté la bola que llevaba por si necesitaba usarla. No sabía cómo iba a recibir tener visitas.

Golpeamos la puerta con educación para no sobresaltarla. Lo que menos queríamos era generar una discusión que acabara en algo más, Lenci ya me había advertido que era hostil. Por eso me tensé al escuchar unos pasos acercándose al otro lado.

—No abro a desconocidos —anunció con voz tirante—, largaos.

—Es importante —respondí, esperando poder convencerla.

—Me da igual.

Escuché como se alejaba por la manera en la que sus pies hacían crujir la madera. Resoplé al sentir la desesperación recorrer mis venas, me negaba a resignarme ante una bruja borde y egoísta.

—¡Vuelve! —exclamé mientras aporreaba la puerta.

—Déjalo —me advirtió Lenci intentando tirar de mí.

—¡No! No hemos hecho un viaje de ocho horas para nada. Esto es importante.

—Vas a enfadarla y no es buena idea irritar a bruja de Nyx.

Seguí aporreando la puerta como si tuviera a una horda de vampiros detrás que nos fueran a atacar. Me daba igual cabrearla, solo quería conseguir una solución a mi problema. Necesitaba que me dijera que podía hacer algo por mí. Nik tenía que vivir.

Estaba tan ensimismada tratando de captar su atención que no escuché su regreso hasta que la abrió, y una señora de pelo canoso con un ojo de cristal me traspasó con la mirada. Sus arrugas eran notorias, pero ahora aún más al esbozar una mueca de desagrado.

—Te dije que no abro a desconocidos. Lárgate de una vez.

Se apresuró en cerrar la puerta, pero se lo impedí bloqueándola con la pierna. La bruja puso su mano sobre ella, mostrando sus uñas alargadas.

—No me hagas usar un conjuro. No soporto a las muchachas pesadas.

—¡Es importante! Tuviste que vernos el día del despertar de Lucifer. ¡Viste como Lilith acabó con Morgana!

—No fue Lilith, fui yo —respondió con voz cansada.

Las palabras de la bruja hicieron que Lenci se dejara atrapar por el odio, volviendo a adquirir esa capa negruzca que la rodeaba. Quise hacer algo para impedirlo, pero fue demasiado tarde. Lenci se abalanzó a por ella y la bruja se cayó al suelo. La vampiresa no tardó en hacer aflorar sus colmillos, deseosos de clavarse en el marchito cuello de la persona que había acabado con la vida de su hermana. Pero, a pesar de su edad, tenía buenos reflejos. De sus manos emergió un poder violeta que atravesó el cuerpo de Lenci, haciéndola elevarse en un grito de dolor.

No quería que muriera, así que me apresuré en lanzarme a por ella para frenar las palabras que murmuraba sin cesar. Fue efectivo, pues la vampiresa cayó al suelo desplomada. Miré la pequeña sala al tiempo que buscaba la bola para brujas. Tenía los segundos justos antes de que la bruja se incorporase y volviera a hacer otro conjuro. Al lanzar la bola contra la madera, esta se liberó, soltando una humareda grisácea que nos hizo toser.

Tapé la nariz con mi brazo, haciendo un esfuerzo para no perder el conocimiento, no sabía que el olor era tan cargante y la capa de humo tan densa. Al entrar me había fijado que tenía unas cuerdas cerca de la chimenea que presidía el salón, así que me dirigí como pude. Al conseguirlas, me apresuré en regresar hasta la anciana, que también había perdido el conocimiento, como Lenci.

La até como la profesora de la academia me había enseñado, poniendo especial atención en hacer un fuerte nudo en sus muñecas para impedir que las usara para hacer algún conjuro. No sabía el motivo exacto pero atar ambas manos juntas impedía que lo llevaran a cabo, lo que me facilitaba las cosas.

Al terminar abrí la ventana más cercana para que el humo se disipara y poder pensar con más claridad. Era una experta en liarla y ya no tenía a Nikola para socorrerme, así que tenía que valérmelas por mí misma. ¿Cómo iba a salir ilesa de esta? Ahora no solo tenía a una bruja enfurecida, también a una Hija Oscura con muchas ganas de hincarle el diente.

—¿Qué haces? —bramó al despertar.

Miré con preocupación a Lenci, que todavía seguía tirada en el suelo.

—¿Qué conjuro hiciste? ¿Se despertará?

—Solo la he herido un poco, pero como no me desates pienso mataros a las dos.

La miré. La verdad es que su aspecto daba miedo. Vestía una ropa oscura y vieja, tenía joroba y su ojo de cristal brillaba demasiado por la luz de la casa. No era una bruja muy agradable.

—Lo haré, no quiero problemas —dije mostrando las manos en son de paz—. Ya te dije que solo quería ayuda.

—¿Ayuda para qué?

—Quiero… —Me mordí el labio inferior antes de continuar—, quiero revivir a alguien.

—¿Qué?

Su carcajada resonó por toda la casa, haciéndome estremecer. Si lo único que iba a conseguir por su parte era burlarse de mí, podía permanecer atada para toda la eternidad.

—Lo que pides es imposible. Solo la madre de la noche puede hacerlo.

—Pero… el libro… —murmuré sin poder asimilarlo. Si solo Lilith era capaz estaría perdida. Ella no haría eso por mí, no concedía ningún favor.

—Me da igual lo que hayas leído. El hechizo de resurrección es el más peligroso que existe y solo ella es capaz de manejarlo, las demás brujas y nigromantes moriríamos en el intento.

—No hay ninguna… —Tragué saliva—. ¿Ninguna posibilidad? ¿No se puede hacer nada?

—Los muertos están muertos por algo. No es una buena idea hacerlos regresar.

—Pero…

Negué con la cabeza. No podía asumir eso. No quería hacerlo. Tenía que haber otra manera de conseguirlo.

—Te daré un consejo, a ver si así me dejas en paz: Se avecinan tiempos oscuros, así que vete lejos, donde no te puedan encontrar —dijo mirándome fijamente—. No es momento para pensar en el pasado.

Me quedé callada, reflexionando sobre sus palabras. Estaba siendo una egoísta por venir hasta aquí y no decir nada a Ryuk y a Angie, pero mi cabeza no podía dejar de pensar en otra cosa. ¿Cómo iba a seguir sin él? ¿Cómo iba a avanzar si me aterraba dar un solo paso en falso? Nikola se encargaba de pisar siempre primero, de enfrentarse a cada posible trampa.

—¿Por qué la mataste? —susurré—. Pensaba que las brujas erais un grupo.

—Sí, somos aquelarres y nos respetamos estableciendo una distancia si somos de bandos diferentes, pero no podía permitir que le impidiera a Lilith escapar.

—¿Por qué? No lo entiendo.

—Ella es nuestro origen. Es como una araña que va tejiendo sus hilos y, cuando tira de ellos, hace que todos los que hemos quedado atrapados hagamos lo que ella dice. Es nuestra reina. Le debemos obediencia, aunque no queramos.

Sentí un escalofrío al escucharlo. Seguramente eso era lo mismo que sentía Atary, por eso Nikola intentó mantenerse alejado y Lenci también. No podía permitir que su control llegara más lejos, tenía que impedírselo.

—¿Me vais a dejar tranquila ya? No soporto tener visitas, solo traen problemas.

Asentí con la cabeza antes de mirar a Lenci de soslayo. No sabía cuánto tiempo duraría ese hechizo, pero esperaba que no mucho, puesto que no quería cargar con ella a cuestas.

Me acerqué hasta la bruja para desatarla, pues había cumplido con su parte. Al aflojar el nudo, ella se apresuró en empujarme y el murmullo de unas palabras que brotaron de sus labios me hicieron perder el conocimiento, terminando sumida en una familiar oscuridad.

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