Laura

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CUARTA PARTE » IV · En Londres

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I

V

EN LONDRES

Natalia prometió que estaría en el colegio muy seria, muy bien, y que no tendría rabietas y que luego, cuando su papá y Laura se hubieran casado, la vendrían a buscar para llevarla a su casa, y que después la traerían a ella un hermanito como el hijo de Mercedes.

Laura, turbada, no sabía qué contestar.

Golowin, al oírlo, dijo: «Creo que el consejo de la niña es el mejor. ¿Dónde nos casamos? ¿Usted quiere un matrimonio decorativo, con alguna fiesta, o prefiere casarse en la alcaldía de un pueblo suizo?».

Ella dijo que prefería casarse en la alcaldía de un pueblo suizo. Al fin y al cabo él era un hombre divorciado. Hicieron el viaje por Calais. Laura comenzó a marearse cuando iban llegando a Dover. Golowin tenía un pasaporte especial, iba a dar una conferencia en Oxford y esto le daba importancia y no le molestaron nada, y no tuvieron que esperar en el puerto ni dar explicaciones. Llegaron a Londres y fueron al Hotel Nacional de Russell Square.

Golowin se marchó a dar su conferencia. No quiso que fuera Laura a oírle porque al parecer se trataba, en su disertación, de cuestiones abstrusas.

Laura fue a visitar a su prima. Silvia vivía en una pensión muy elegante. Estaba sola; a la hija la tenía en un colegio de Pau. Al saber lo que deseaba Laura, la llevó a casa de una amiga chilena de buena posición, que tenía tres hijas en un colegio inglés. Esta chilena indicó a Laura dónde estaba el colegio, en una ciudad del sudoeste de Inglaterra. Laura, Golowin y Natalia, días después, tomaron el tren para la ciudad.

Era un pueblo hermoso, con catedral y, al parecer, con un clima relativamente claro.

Fueron a un hotel que parecía un museo, lleno de cuadros, de estampas y de antigüedades. Les dieron a cada uno su habitación muy bien alhajada y muy cómoda. Cada cuarto tenía su nombre: Cuarto del Bachiller, cuarto de lord Byron, cuarto de Shelley, etc…

El colegio les gustó. A Natalia le pareció también bien y decidieron que quedara allí.

Prepararían mientras tanto la boda en Basilea. Golowin encargó el asunto a un amigo. Cuando estuvieran los papeles arreglados, irían a Basilea a casarse, volverían a Inglaterra a pasar un mes y después él marcharía a Polonia y ella quedaría al cuidado de Natalia.

Así lo hicieron. El viaje fue rápido. Marcharon a París, de Parts a Basilea y en Basilea se casaron y volvieron camino de Londres. Pasaron cerca de un mes en Inglaterra. Fueron todas las semanas a visitar a Natalia, que se encontraba muy bien y se acostumbraba al colegio. Como el pueblo era aburrido, decidieron Golowin y Laura ir a vivir a Londres. El domingo tomaban el tren para ver a la niña por la mañana y volvían por la noche.

Pasado un mes, Golowin se marchó a resolver sus asuntos de Polonia.

Laura pensó que lo mejor sería dejar el hotel e ir a vivir a la misma pensión de Silvia, donde tendría compañía. Estaba esta pensión en uno de los

squares próximos a Oxford Street.

Había vacante un cuarto muy bueno y lo tomó. Todos los domingos iba a pasar el día con Natalia y charlaban las dos largamente. Ella se mostraba muy cariñosa con Laura. La niña, aunque se encontraba bien en el colegio, estaba deseando volverse a casa con su padre y con Laura.

Laura se hizo muy amiga y confidente de Silvia, en parte por necesidad, y tuvo que darle la razón en todo, aunque a veces sin ganas, para no verse sola.

Silvia había hecho amistades en Londres; tenía cierto arte para esto. No le importaba gran cosa el adular si le convenía para sus fines.

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