Lara

Lara


XIX

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XIX

Perdiste

Yan se había levantado temprano como todos los días, estaba conviviendo desde hacía 6 meses con Marianne, se llevaba bien con ella, no podía negarlo, eran muy parecidos… tal vez… ¿demasiado?

No lo entendía, al principio todo era idílico, funcionaba a la perfección. Sentía que había tomado la decisión correcta al iniciar una relación con ella, a pesar de tener el mundo en contra, él tenía plena convicción de su amor por ella, lo llenaba de nuevas emociones, lo había renovado. Había decepcionado a todos, aun así, se había sentido completo y pleno con aquella decisión. Pero ese sentimiento ahora parecía distante, las cosas ya no se veían tan claras, y, esa decisión, que había parecido tan “correcta” en aquel momento, ahora se veía como un craso error. No quería pensar en ello, después de todo, era lo que había elegido, y de ningún modo, les mostraría a todos que ellos habían tenido razón. Debía mantener el último peldaño de orgullo que le quedaba frente a todo un mundo que le había dicho más de una vez que era estúpido.

Vivían en Perth, Marianne había decidido mudarse, fue una decisión unilateral, la cual el moreno sólo acató. La cuestión era bastante simple, no quería que los fantasmas persiguieran a su flamante pareja, era increíble cómo, a pesar de la distancia, sentía que ella estaba cerca, acechaba a la distancia en cada cosa que Yan hacía y que a Marianne le molestaba. Ni siquiera quería nombrarla, pero el sólo pensarla era una especie de invocación, como si de una entidad sobrenatural se tratara.

La rubia no podía creer que hubiera sacado a Lara tan fácil de su camino. Nunca la quiso realmente —fue lo que pensó internamente —mientras se vestía con un sexy traje color turquesa que acentuaba su imponente figura de 1,80 metros y esos hermosos ojos que podían deshacer la voluntad de cualquier hombre. Sabía que era más bella físicamente, pero jamás creyó que la chica daría un paso al costado tan fácil y le dejara a Yan solo para ella.

—Amor —dijo acercándose a Yan y abrazándose a su cuello le dio un profundo beso —hoy quiero ir de compras y necesito que me acompañes

—¿Otra vez?, cariño, fuimos hace 2 días —Yannick odiaba ir de tienda en tienda, haciendo llorar a los pobres vendedores los cuales nunca terminaban de satisfacer los gustos de su novia. Le pasaba lo mismo con Clarissa, las discusiones por esto eran constantes, nada de eso sucedía con… Lara Ramos —murmuró su nombre sin querer

—¿Qué dijiste? —preguntó Marianne mirándolo fijamente y apretando aún más su cuello, mientras su mandíbula se tensaba —Yannick evadió la pregunta magistralmente

—Hoy no puedo ir, tengo reunión con Eric y Janet, debemos ver algunos temas de la planta de EE. UU. —respondió sin mirarla, soltándose de su agarre. Marianne había escuchado perfectamente lo que había dicho, pero temía preguntar.

—¿Otra vez, con ese par de imbéciles?

—Esos imbéciles son mis mejores amigos y estuvieron conmigo en los momentos más duros de mi vida, así que, te agradecería que te refieras a ellos con el respeto que se merecen —reprendió a la mujer con voz firme

—Ok. ok... lo siento, tampoco es para que te pongas así…, perdóname, es que simplemente no los soporto ni a ellos, ni a tu madre, siempre conspirando para que regreses con…

—Estoy contigo ¿sí?, no te preocupes —interrumpió Yan, visiblemente molesto

—Es inútil, no te la has podido sacar de la cabeza ¿verdad?

—Debo irme. Nos vemos más tarde —le dio un pequeño beso en la frente y se retiró de ahí antes de iniciar una discusión, que llevaría a un tema, el cual Yann sentía que no estaba para nada resuelto, aunque se negara a aceptarlo.

Había comenzado a sudar… era un sudor frío, hacía mucho que no tenía esa sensación. Fue una necesidad... de abrazarla, sentirla, tenerla cerca, Lara, su pequeña Lari... ¿qué había sido de ella?, su mente era un tornado de ideas y recuerdos que causarían un desastre inminente. Apretó el acelerador de su vehículo, como si aquello trajera calma a su revolucionado corazón, el cual quería salir de su pecho, con la sola idea de saber dónde se encontraba su antiguo amor, aquella mujer que le había devuelto la vida, y que, en agradecimiento, él había devastado, desgarrando cada parte de su alma. No tenía derecho ni siquiera a traerla al pensamiento, no después de lo cruel que había sido con ella, sin embargo, no podía evitarlo. Aquel deseo dormido estaba despertando, después de una larga hibernación, no podría calmarlo, aquella morena de mirada azabache lo generaba.

Llegó a la compañía y ahí estaban sus amigos esperándolo.

—Oye, no me digas que te habías olvidado de nuestra reunión

—Lo siento chicos, problemas de pareja…

—¿Por qué no me sorprende? —agregó Janet venenosamente

—Ok, dejémoslo así —señaló Eric previendo una discusión como varias que habían transcurrido en esos últimos meses desde que Yan se hubo mudado junto a Marianne.

—Está bien, pero antes debo preguntarles algo —espetó, visiblemente nervioso

—Bien —contestó Eric —pregunta, mientras no sea acerca de Lara Ramos, adelante

Yannick abrió los ojos con sorpresa, ¿cómo carajo sabía lo que iba preguntar?

—No no no… no es acerca de…

—Por Dios Yan, mientes como la mierda —respondió Janet con cara de fastidio —¿qué ha hecho que vuelvas pensar en ella después de un año

—De hecho...Marianne, con sus actitudes, con su forma de ser, a veces es tan berrinchuda como una niña, no acepta un no por respuesta, gasta descontroladamente, y no he tenido una conversación con ella de otra cosa que no sea ir de compras o negocios... No lo sé ¿entienden?, no sé qué me pasa… ella es como…

—Ella es igual a ti, ese es el problema, ahora entiendes lo que tuvo que pasar Lara para cuidarte, incluso con tu enfermedad y siempre estuvo allí para ti —le dijo Eric con cara de reproche —acostúmbrate Yan, es la mujer que elegiste

—Oigan, son mis amigos, se supone que deberían apoyarme

—Somos tus amigos, de hecho, los únicos verdaderos y no solo podemos estar para apoyarte, sino también debemos resaltarte tus equivocaciones. Y en este caso, hablando de la imbécil de Marianne, lo único que puedo decir es que la cagaste —el rostro de Janet se había endurecido

—Ok Yan, dime al menos que el sexo es grandioso y te deja hacerle todas tus fantasías —agregó Eric burlonamente

—¡Eric! —gritó Janet sonrojada

—De hecho, el sexo es bastante bueno, pero… con Lara era…, no sé cómo explicarlo… ella… se entregaba completamente, siempre estaba dispuesta, a veces decía no, pero nunca lo decía en serio, me dejaba ser, era tan pervertida como yo...

Janet y Eric estaban sonrojados, era demasiada información para procesar. De pronto la chica sonrió

—Lo lamento Yan, perdiste, ahora cambiemos de tema…

—Espera, no me han dicho nada de ella, ustedes siguen hablando con Lari...

—No te diremos nada, en verdad lo siento, Janet tiene razón… perdiste

—¿Por qué mierda van a hacer eso? La he llamado, le he escrito, no tengo respuesta, ni siquiera sé dónde puede estar.

—Eso es justamente lo que Lara quería —agregó el hombre riendo

—¿Cómo?

—Lo que escuchaste, nos pidió que jamás diéramos información de ella para ti, necesitaba olvidarte, ella jamás volvió a preguntar por ti de todos modos así que, después de un año, lo más probable es que ya esté saliendo con alguien —había un dejo de amargura y confusión en la mirada de Yannick, ni siquiera quería pensar que otro hombre pudiera poner sus manos en ella.

—No digas eso...

—¿Qué? ¿crees que se mantendrá inmaculada sólo para ti por la eternidad?, es joven, inteligente, hermosa, Yann, en verdad lo siento, pero, debe tener una fila de hombres para salir en este momento.

—Muchachos, ¡vamos!, no me pueden hacer esto… yo soy su amigo.

—Lo siento, Lari también es nuestra amiga, vuelvo a repetírtelo porque al parecer no te ha quedado claro o, no entra en tu cabezota. Per —dis —te. Destruiste a una mujer que te consideraba un Dios y te quedaste con otra que te cree el más estúpido de los mortales.

—Janet, no entiendes, yo sentí que había dejado de amar a Lara, no lo sé, y Marianne era tan dulce e inteligente.  Estaba seguro de ello. Escuchen, yo sé que ustedes son fieles a sus promesas, yo también lo soy, pero en verdad, por lo que más quieran, díganme dónde está

—En verdad no puedo amigo, Tanya me castraría si se entera de mi bocota.

—A mí no me mires… —agregó Janet, abriendo una de las carpetas que llevaba y encendiendo la computadora —vamos, saca tus cosas, necesito que analicemos algunos informes

Yannick pasó sus manos por las sienes, no había vuelta atrás, sólo le quedaba hablar con una persona y le rogaría… le suplicaría que lo ayude, aunque tuviera que ponerse de rodillas y exponer su cuello para que lo desangrara…

Era tarde, salieron pasadas las 20 horas de la oficina, Yan miró su celular, 20 llamadas perdidas, todas de la misma mujer, que, a estas alturas, al hombre le parecía psicópata, un mensaje le indicaba que estaba en problemas:

“Debemos hablar, te quiero en casa en quince minutos” —ahí estaba de nuevo ese tono autoritario de General de ejército que Yannick había empezado a aborrecer.

Tal y como le ordenó la mujer, estuvo en casa en quince precisos minutos, la mujer lo esperaba sentada en el sillón de terciopelo negro de la sala, estaba cruzada de brazos y su mirada era aterradora.

—Vaya, veo que no has tenido el mejor de los días, pues yo tampoco —añadió Yan pesadamente

—Debemos aclarar algunas cosas, esto no puede seguir así, y menos si queremos que esto funcione

—Ok, te escucho —respondió el hombre dejando su laptop sobre la mesa de vidrio de la sala, luego tomó una silla y se sentó enfrente de su pareja

—Hoy mientras te abrazaba dijiste su nombre, ¿qué pasa? ¿esos idiotas te están llenando la cabeza para que vuelvas con ella? —Yannick sonrió y negó con la cabeza

—No, ellos no me han dicho nada acerca de Lara y, de hecho, nunca lo harán...

—¿Cómo es eso? —preguntó Marianne frunciendo el ceño

—Lo que escuchaste, ellos le juraron a Lara que nunca me dirían su paradero, así que, no te preocupes, no hay forma en que pueda hallarla tan fácilmente

En un arranque de furia la mujer se levantó y estrelló contra el piso la lámpara que se encontraba al lado del sofá, Yan se quedó estoico, ella se acomodó el cabello y volvió su vista a él, nuevamente

—Estoy harta Yan, me voy, no puedo competir con ella, no importa si la ves o no, sigues siendo de ella, la maldita lo sabía, por eso se fue como si nada, te dejo, no voy a permitir que tú me abandones a mí, como le hiciste a ella. Los negocios seguirán su curso, pero fuera de ello, no quiero saber nada contigo. Hoy dormiré en un hotel, mañana pasaré a buscar mis cosas mientras no estás.

Yannick tragó saliva y solo pudo asentir a todo aquello, la mujer se retiró dando un portazo. Otra vez estaba solo, la incertidumbre recorrió cada fibra de su cuerpo, temía volver a caer en sus fobias, de ser rehén de sus miedos nuevamente. Pero sabía que esta vez no podía darse ese lujo, tenía que hacer algo, su felicidad dependía de ello.

Le quedaba una sola cosa que hacer en ese contexto, hablar con Tanya Ramos y sabía que esa no era una tarea fácil…

Miró su reloj, eran casi las 11 de la noche, seguro ella dormía, Eric le había contado que se había sentido mal estas últimas semanas, aun así, se aventuró a ir a su casa.

Eric abrió la puerta y miró sorprendido a su amigo, quien estaba absolutamente demacrado

—Yan, hermano, ¿qué haces aquí? Es muy tarde…

—Por favor Eric, necesito hablar con tu mujer, es muy importante

—Ok, pasa, siéntate, no te ves muy bien…

—No, de hecho, no lo estoy —añadió mientras se sentaba y juntaba sus temblorosas manos, para luego rápidamente frotarlas por su pantalón secando el sudor

—Hermano, lo lamento, no creo que ella quiera…

—Cariño no te preocupes, aquí estoy —interrumpió la mujer acercándose a ambos hombres —déjame sola con el

—Está bien, pero si vas a asesinarlo, trata de no derramar mucha sangre en la alfombra ¿sí? —dijo Eric con burla, a lo que Tanya respondió con una sonrisita

—Bien Tolman, estamos solos, ¿qué quieres? —preguntó la mujer sin rodeos

—Tu prima Lara, debo encontrarla

—Yannick pierdes tu tiempo, ella no quiere verte

—Tanya por Dios, necesito saber de ella...

—No puedo darte información de ella, lo lamento, en verdad

—Una pista, por lo que más quieras —suplicó Yan poniéndose de cuclillas a su lado y mirándola con lágrimas en los ojos

—Yannick yo…

—La amo, Tanya, sé que me equivoqué, sé que mancillé todo lo bello que había entre nosotros, dejé ir a un ángel, que me dio refugio, que se preocupó por mí, que me dio luz mientras toda mi vida era sólo tinieblas, y me porté como la peor mierda de este mundo. Se que abandoné a la única mujer que valió la pena en mi vida junto con mi hija, a ambas las perdí por cobarde, sé que a una no puedo recuperarla, pero la otra aún está en este mundo y lucharé, lucharé por ella. Por lo que más quieras, dime dónde está

Yannick lloraba amargamente y Tanya, se sentía incapaz de cumplir la promesa que le había hecho a su prima.

—Solo una pista, es lo único que puedo darte —dijo resignada Tanya —sigue trabajando en energías renovables, ha fundado su propia empresa hace un año. Busca información acerca de ella en la web.

—La empresa… ¿cómo se llama?

—Lo siento amigo, el resto depende de ti…, pero si tu amor es sincero como dices, y tu arrepentimiento genuino, la encontrarás, no te preocupes, no le diré a Lara casi nada de tu visita. Buena suerte… la necesitarás…

Yannick salió de aquel lugar con el alma en la mano, ¿cómo haría para encontrar a la mujer de su vida?

 

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