Lara

Lara


III

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III

Aquella Mujer

Llevaba casi un mes y medio de ingresar en ese trabajo cuando tuve la oportunidad de conocer a uno de los huéspedes que se alojaba en la suite más cara del hotel. Su nombre era Marcia Tolman y era accionista de una de las empresas de comunicaciones más grandes de Europa. Resultó ser que estaban redecorando su departamento, por lo que iba a quedarse en el hotel durante una semana. Por algún motivo, nadie quería acercarse a ella, no me explicaron las razones, lo único que me advirtieron fue un “no te acerques “, como si se tratara de un rottweiler rabioso, sin embargo, cuando Paul me pidió que me hiciera cargo de todos los requerimientos de la mujer, no dudé un instante, no sé si lo hice por responsabilidad o simple curiosidad, pero quise conocerla.

La mujer, desde el principio, notó algo en mí que le llamó la atención, no comprendía el porqué. Le encantaba como arreglaba la habitación, la mini —oficina que había trasladado allí con todas sus pertenencias laborales, los arreglos florales que le preparaba… en fin, la mujer pedía mi presencia para cada cosa que hacía. Sí, prácticamente, era su asistente personal.

—Hablas bien inglés —afirmó sorprendida una tarde mientras preparaba la mesa para su cena

—Gracias —asentí tímidamente—mis padres me enviaron desde pequeña a estudiarlo, fue uno de los tantos sacrificios que hicieron por mí

—Tienes buena dicción, no como las demás, ¿eres de Colombia?, te pareces a alguien que conocí hace tiempo, su nombre era Lorena, cuidaba… cuidaba a mi nieta Hanna —la mujer se quedó pensativa, colocando una mano en su frente, tratando de suavizar el ceño

—¿Está bien?

—Por favor Lara, tráeme una aspirina voy a necesitarla…

—Enseguida Sra. —le acerqué una aspirina y una copa con agua —yo soy de Ecuador—le dije tratando de continuar la comunicación.

—Bueno, de un lugar u otro es lo mismo, ¿verdad?

Y supongo que para usted es lo mismo que le digan sueca, francesa o alemana —pensé para mí —era el primer comentario xenófobo que escuchaba desde que había llegado, decidí ignorarlo y reprimí con todas mis fuerzas el insulto que quería propinarle

—Sí … —agregué con una leve sonrisa —llegué hace poco…

—Y terminaste aquí —su tono casi de lástima me estaba irritando profundamente, —¿puedo decirte algo sin que te ofendas?

Era bastante cínico de su parte. La perra había estado desdeñándome desde que habíamos comenzado a hablar… ¿qué más podría decir? Antes que pudiera pronunciar palabra ella continuó

—Mereces algo mejor que esto… creo que puedo ayudarte —tomó el medicamento y la copa con agua

—Bueno, me gradué en Economía hace unos meses, pero no he podido desarrollarme en mi profesión…aún —arreglé el mechón de cabello que caía en mi cara en ese momento

—Mmmm, entiendo… tal vez eres la persona que he estado buscando… terminaron de acondicionar mi departamento hoy, pero, quiero volver a verte Lara… —estaba a punto de echarme a reír, en verdad ¿quería verme de nuevo? —¿Te pasa algo?— me observó, dejando el cubierto en la mesa

—No no, estoy bien

—Quiero que vayas a la compañía el martes, creo que tengo un puesto para ti... sí… estoy segura… eres la persona ideal…ahí está la dirección, te espero a las 8… ¿puedo confiar en ti? —apenas podía esbozar palabra

—Por s.… por supues… digo…, claro… estaré ahí a esa hora, no se preocupe…

—No respondiste mi pregunta —añadió cruzando sus brazos.

—¿Cuál? —le respondí extrañada, luego, me di cuenta— Sí, puede confiar en mí, nos vemos el martes —una leve sonrisa se dibujó en su rostro por primera vez desde que nos conocíamos

—Bien entonces, te llamaré cuando termine… puedes retirarte —bebió de la copa de vino que recién le acababa de servir.

Salí de la suite casi sin respiración, el dolor en el pecho era tan fuerte, mierda —pensé— ¿estaré por infartarme? no Dios mío, no ahora… —tenía que contarle a Tanya lo que había sucedido.

Corrí 5 pisos abajo y en el último casi ruedo por las escaleras… llegué a la lavandería, prácticamente necesitaba un tercer pulmón… si … definitivamente lo necesitaba…

—¿Marcia Tolman? ¿Es chiste no? —Tanya negaba con su cabeza

—No, ¡claro que no! ¿porque me dices eso? —Le contesté rascando mi cabeza

—Lara… estamos hablando de la perra más grande de todo Londres… todo el mundo la odia, estaba sorprendida que solo te llamara a ti cada vez que necesitaba algo, es irascible, insoportable… una BRUJA con todas las letras… ha hecho llorar a más de uno aquí, sin mencionar que cada vez que viene pide la cabeza de algún empleado, Lara, esa mujer es el Diablo. Yo hubiera envenenado su café sin dudarlo, claro… luego pensé que pasaría el resto de la vida en la cárcel, y eso hizo que desechara la idea…

—Deja de divagar —dejé escapar una risita— no seas tonta ¿quieres?, la mujer se ve algo imbécil, pero nada que no pueda soportar…

—¿Eso crees Lari?

—Bueno basta, iré a esa entrevista, no perderé la oportunidad ¿ok?

—Bien, no hablemos más del tema entonces —añadió doblando las sábanas recién planchadas.

—Mira —la tomé de las manos— sé que quieres cuidarme y crees que soy débil pero no lo soy ¿está bien?, te agradezco la advertencia, ahora sé a qué atenerme, aun así, debo ir, le di mi palabra de que iría.

—Está bien...sólo no quiero que salgas decepcionada ¿sí? En verdad me alegro, pero temo por ti, tú no sabes cómo es esa gente, la veo todo el tiempo… prepotentes, altaneros, dan asco…

—Lo se… no te preocupes voy a estar bien, ahora, terminemos nuestro turno y vamos a casa ¿quieres? —ella asintió con algo de resignación y continuamos con nuestro trabajo

 

****

El resto de la semana prácticamente no dormí pensando en la condenada entrevista. Llegó el martes y, siendo las 5 de la mañana yo ya estaba lista, caminaba sin parar por la habitación haciendo tanto ruido que desperté a mi prima.

—Solo espero que valga la pena, maldita —balbuceó sin abrir los ojos mientras se daba vuelta en la cama

—Ohhh créeme, lo valdrá, estoy segura —agregué con toda la confianza del mundo

A las siete y media estuve en la dirección que Marcia me había indicado, cuando llegué a TNAT Comunications quedé con la boca abierta. La compañía era una de las más grandes de Europa y sus oficinas lo demostraban. El edificio era… bueno, creo que me había dejado sin palabras.

Apenas ingresé supe que ni mi vestimenta ni mi peinado eran adecuados para el lugar. Llevaba una trenza de lado con un pantalón negro ancho, zapatos bajos y una camisola color crema. Las mujeres que trabajaban allí eran parecidas a Marcia: altas, delgadas, imponentes y su ropa … digamos que necesitaría varias vidas para gastar lo que ellas en ropa y zapatos. Parecía un chico, uno muy desarreglado, por cierto. Entonces, comencé a indagar en qué lugar podría encajar allí… ¿necesitaría a alguien que limpie su baño?, era en el único espacio de esa compañía en el que podría estar, mi moral había descendido al inframundo…

Me dirigía a una de las personas de seguridad para anunciar que había llegado. El hombre me escaneó de pies a cabeza y casi lanzó una carcajada, yo trataba de cubrirme con la carpeta de color rojo donde llevaba mi currículo. ¡Jodida carpeta!, odiaba que fuera tan pequeña.

—Piso 20 Srta. Ramos… buena suerte

—Muchas gracias —contesté con una sonrisa nerviosa.

Mis piernas parecían gelatina, apenas podía caminar, subí al ascensor con 10 personas más, mis mejillas ardían, no pude evitar observarme en el espejo del ascensor…

Vamos —pensé— sólo es un pantalón y una camisa qué puede ser tan malo…, además cuando ella lea mi currículo verá que soy una persona capacitada para cualquier trabajo en esta empresa —trataba de auto convencerme para no darme por vencida antes de tiempo.

Llegué al piso 20 y una de las secretarias me indicó el camino… entré a su oficina y allí estaba Marcia, quien lucía más impecable que nunca. Llevaba un traje de color gris que resaltaba sus ojos, con unos stilettos blancos los cuales hacían que mis pies dolieran de solo mirarlos.

—Buenos días, llegas temprano… por favor toma asiento…

La saludé tímidamente y me senté en el sillón de terciopelo negro. Miré la oficina, tenían un color crema muy delicado, en el escritorio había una foto de ella, muy joven con un hombre apuesto y 3 niños pequeños.

—Cuéntame un poco de ti —solicitó sin mirarme

Comencé relatando donde me había graduado, mis especializaciones, en los lugares que me había desempeñado. La mujer no ocultaba su cara de aburrimiento, conteniendo un bostezo que estaba a punto de salir

—Lara… —me preguntó, mientras pasaba un dedo por su escritorio como si buscara un rastro de polvo —¿sabes que es la agorafobia?

Quedé atónita, no entendía el punto de la pregunta.

—Sí… es una enfermedad que le impide a la gente relacionarse con otras personas e incluso algunos viven recluidos en determinados lugares sin poder salir de allí, al menos, eso creo…

—Mi hijo la tiene… —añadió interrumpiéndome —convive con ella hace 5 años.

Intenté decir algo, pero había quedado sin palabras…

—Es un buen hombre sabes... —la mujer se quedó en la foto del escritorio— te gustará trabajar con él, aprenderás mucho sobre negocios, es un hombre brillante.

Di un salto de la silla al escuchar esto último.

—Perdón, pero pensé que trabajaría con usted… no sabía…

—Yannick necesita una asistente personal y creo que tú eres la indicada, eres paciente, amable, todo lo contrario a él, se complementarán, él trabaja desde la oficina que tiene en su departamento, gracias a la tecnología ha podido llevar su trabajo sin problemas, pero, aun así, necesita alguien que sea su sostén laboral, eres la quinta secretaria que entrevisto en el mes

—Sra., yo...

—Lara… estoy cansada de las muñequitas que solo buscan seducirlo y son inútiles… ha sido presidente de la compañía por los últimos 3 años y la empresa ha crecido como nunca antes, no te hubiera elegido si no supiera que eres capaz de hacerlo, serás su contacto físico con el mundo. ¿Podrás hacerlo?

No sabía que esbozar y lo único que hacía era tocar mi cabello… por Dios, Tanya tenía razón, esta había sido una mala idea… Lo más impactante de todo era que la mujer seguía dándome indicaciones sin importarle mi cara de estupor… ¿cómo podría decirle que no?

—Hay 3 cosas que mi hijo detesta: la impuntualidad, la verborragia, y la desobediencia, ten en cuenta esto y no fracasarás… ¿entiendes Lara?

—Lo entiendo Sra.… pero en verdad no creo que pueda…

—Te pagaré 10 veces lo que ganas en el hotel, ahora dime… ¿puedo confiar en ti? Vamos, sólo es un hombre que le da miedo salir de su departamento, no es nada contagioso —había un dejo de diversión en su voz al ver mi cara de terror— entonces, ¿sí o no?

—No va a aceptar un “no” ¿verdad? —mi cara de resignación lo decía todo

La perra me había puesto entre la espada y la pared…, ella sólo sonreía con cara de “sabía que no ibas a decir que no después de escuchar el precio” y, honestamente, tenía toda la razón, era la mejor oferta que recibiría en esa ciudad

—Si Sra.…. puede confiar en mí, acepto el trabajo

—Bien entonces, está hecho —la mujer golpeó sus manos, levantándose del sillón— también debes saber que mi hijo odia que escuchen música en volumen alto, y las risas constantes, y…

Por Dios mujer, su hijo no es agorafóbico es simplemente insoportable —casi espeté en voz alta. Una vez que la mujer terminó la lista de todas las cosas que a su bebé no le gustaban dio un suspiro, sólo había escuchado el diez por ciento de todas las advertencias.

—Bien, creo que eso es todo… empiezas mañana…

—Muy bien —me dirigí a la puerta y, cuando iba a salir de la oficina di media vuelta y pregunté —¿Por qué yo? a pesar de no ser una modelito de las que no quiere su hijo hay muchas mujeres mejor preparadas para esto, ¿no cree?

—No Lara… tú eres la indicada —agregó con una leve sonrisa— te espero mañana, por favor, sé puntual iremos a la oficina de mi hijo.

Su respuesta me llenó aún más de preguntas, pero, me di cuenta de que no era el momento para indagar más.

—No se preocupe, aquí estaré…

Hubo muchas cosas que no entendí en aquel momento, después de 4 años, veo todo con claridad, la fortuna me había llevado hasta ahí y me encontraba en las puertas de una nueva vida...

 

****

Llegué al departamento y le conté todo lo que había sucedido a Tanya, ella saltaba de alegría sobra la cama, sí, estaba más feliz que yo.

—¿Lara te das cuenta?, ganarás suficiente para pagar tus deudas, es genial, podrás salir de aquí, incluso comprar un departamento...

—Si… es grandioso ¿verdad? —contesté con una sonrisa fingida

—¿Qué pasa? ¿no estas feliz acaso? —preguntó preocupada, quedándose inmóvil

—Si, sí lo estoy es solo que... el hombre con el trabajaré… el hijo de Marcia… es agorafóbico… no lo sé…

—Vamos Lara… el tipo solo le tiene miedo a salir del departamento no es tan malo... digo no es que tenga sífilis o algo así, suponiendo que quieras acostarte con él.

—¡Eres una imbécil! —grité mientras golpeaba su cabeza con la almohada

—Oye, ¡duele!, además, ¿que tendría de malo? Si estamos hablando del que yo creo… Yannick Tolman querrás echarte encima de él apenas lo conozcas.

—¡Lara por Dios!, no seas asquerosa.

—Has buscado alguna foto de el en Google. ¿Quieres conocerlo?, yo me acosté con Paul varias veces en mi mente, antes de que lo hiciéramos en la realidad.

—Demasiada información, en serio, demasiada... —Ella rio como loca, acababa de confirmar mis sospechas, aunque no se había percatado de ello.

—Bueno, bueno, quieres verlo ¿sí o no?

Asentí con mi cabeza. Ella sacó su tablet y buscó imágenes de él, el hombre se veía atractivo, pero nada del otro mundo. De todos modos, observaba que en las fotos era como si siempre se ocultara, no lo sé, las fotos eran raras. Siempre las tomaban desde un lugar alejado o no tenía buen enfoque, sí, definitivamente a este hombre le molestaba la exposición

—Eres una perra maldita, te envidio ¿ sabes?

—¿Porqué? vamos, ni siquiera lo conoces ¿y si resulta un completo imbécil como creo que es? Más allá de lo físico ¿y si le caigo mal?

—Claro que no tonta, tú le caes bien a todo el mundo, le encantarás… digo, le gustaste a su madre y ella no se quiere ni a ella misma, eso es un avance ¿no?

—Si, supongo que no debo preocuparme tanto entonces —había recuperado algo de confianza, las palabras de mi prima tenían ese efecto en mí —vamos a dormir, mañana será un día largo…

Al día siguiente, me dispuse a salir al trabajo, tomé el subte, eran pocas cuadras, pero estaba demasiado ansiosa, llegué hasta la compañía, allí me esperaba Marcia, la cual estaba impaciente, ese sentimiento era palpable en su tono de voz.

Ella ya tenía todo preparado para ir al edificio donde vivía Yannick

—¿Estás lista niña?

—Lo estoy Sra.… lo estoy...

¿Por qué carajo me preguntaba eso?, es más, ¿por qué me decía niña? ¡Tengo 22 años! Además, era bastante absurdo preguntar eso, ¿acaso no veía que temblaba como una hoja?

—Perfecto, vamos entonces…

El chofer nos esperaba en la puerta, nos saludó cortésmente, Marcia ni siquiera respondió

—Yan nos espera, Isaac, apresúrate de una vez.

—Como ordene Sra.

—Lara este es Isaac, uno de los choferes de la compañía, él te llevará donde sea que Yan te envíe ¿está bien? —el hombre me miró por el espejo retrovisor y sonrió

—Mucho gusto Srta.

—Igualmente, Isaac

El camino fue corto, diez calles separaban a la compañía del edificio donde vivía mi flamante jefe y pude observar que también estaba a solo diez calles de mi departamento. Me agradaba la idea de poder ir caminando al trabajo.

Llegamos al edificio, era tan hermoso como las oficinas de la compañía, aunque de un corte más antiguo. El departamento de Yannick era tres veces más grande que mi casa de Ecuador, delicadamente perfumado, con un jardín que guardaba las más bellas plantas interiores, exquisitamente cuidadas. Y la vista… por Dios, era como si todo Londres estuviera a tus pies desde aquel lugar, era una visión que extasiaba

—Ven pasa, vamos a la oficina, ven a conocer a mi hijo, después tendrás tiempo de ver el lugar... —asentí con mi cabeza

Pasamos a una oficina que estaba igual de impecable decorada que el resto del departamento. Un hombre alto estaba hablando por teléfono y nos daba la espalda…

 

 

 

 

 

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