Lara

Lara


XV

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X

V

Equivocaciones

 

Las semanas siguientes no fueron fáciles para nosotros, la vuelta a terapia, rememorar ciertos hechos habían vuelto a Yan aún más irascible, me recordó mucho al que conocí, en ese momento tuve miedo, sentí que, en vez de avanzar, involucionábamos. Estaba aterrada, no quería perderlo.

Como para completar la situación, la Junta se aproximaba, así que el trabajo se había intensificado, eran demasiados los problemas.

—Oye, pensé que te quedarías con Yannick, llevas 2 semanas sin quedarte a dormir con él. ¿Qué pasa, problemas en el paraíso? —preguntó Eric mientras tomaba el control remoto para cambiar de canal

—Vaya que llevas la cuenta —ironicé —la verdad no lo sé, simplemente no me ha pedido que me quede

—¡Ay sí!, y tu tan buena… me puedes decir ¿por qué carajo no tomas la iniciativa?

—Eric basta… sabes que yo no soy así

—No, claro que no, tu eres un ratoncito tierno que espera que el gato le dé un poco de queso

—¿Puedes cerrar tu puta boca? —le dije visiblemente molesta cruzando mis brazos

—Oye, no te enfades con nosotros Lari, solo tratamos de poner algo de humor —agregó Tanya, sacando la mirada de su celular

—Sí, solo es una broma ¿ok?, me voy, se ha hecho tarde, nos vemos mañana en la Junta, duerme un poco, luces cansada.

—Lo estoy, no sabes cuánto...

Me levanté de la silla y me dirigi al baño, me veía terrible. Debía dormir, el día siguiente era importante y debía estar con mis 5 sentidos alerta. Tuve pesadillas todo el tiempo que estuve recostada en mi cama. La noche se me hizo eterna y el sol fue más que nunca una bendición.

Me vestí con una camisa roja muy entallada y una falda que hacía juego con una chaqueta gris oscura, junto con unos stilettos de color rojo. Maquillé un poco mi cara para borrar las ojeras. Estaba lista...

 

****

Llegué temprano a la compañía, sin embargo, todos ya estaban ahí, saludé a todos los accionistas y, esa vez, me tomé el tiempo para conversar con cada uno de ellos y, estudiarlos un poco más.

Llegada la hora, conecté con Yannick a través de Skype. Apenas apareció en pantalla lo saludé, me miró como hacía tiempo no me miraba.

—Lara, estás …

—Sr. Tolman, estamos comenzando —interrumpí antes de que dijera algo fuera de lugar, el solo sonrió, conocía ese rostro, le había encantado

La junta comenzó y David expuso su proyecto, el resultado fue el esperado, el proyecto era un desastre, quería invertir en un país que ni siquiera sabíamos que existía, y aún peor, su nombre era casi impronunciable, con el pequeño detalle que estaba sufriendo una de las peores crisis económicas de su historia.  Yannick estaba atónito, podía verlo en la pantalla, creo que yo estaba de la misma forma. Este par de estúpidos no sólo eran imbéciles sino también ilusos, había algo que no me cerraba de esto, ¿en verdad podían ser tan ignorantes? La situación se ponía peor cuando veíamos la cifra de la inversión: 1700 millones de dólares. No lo entendía, habían puesto el grito en el cielo por el proyecto de Yan que era mil veces más factible que esto, sin embargo, aquí todos estaban atentos y sin objeción. Si la inversión no se recuperaba significaría una gran pérdida para la empresa, sobre todo en puestos de trabajo, ni hablar de la pérdida de la formidable posición estratégica que tenía. Había algo que no cuadraba en todo esto, era como si ellos quisieran hundir la empresa… ¿a propósito?

Había puntos que, gracias a Dios, a algunos accionistas no les parecían, fue el caso de Alejandría Paz, Eric, Janet, o de Paul Hurst, el resto estaban encantados. Se pidió un receso al mediodía.

—Voy a ir a ver a Yan —Eric solo asintió, cuando llegué al departamento la reacción de mi jefe era la esperada, estaba en shock.

—¿Sabes? —aquellas esmeraldas se enfocaron en los ventanales, buscando algún punto en la lejanía —mi padre siempre vivió por esta empresa, lo mismo hizo el padre de Eric, a veces sentíamos que sólo les importaba esto

—Me acerqué a él y me puse de cuclillas a su lado mientras estaba sentado.

—Yan, tenemos que pensar algo.

—Sí, lo sé… la pregunta es ¿qué hacemos Lara? ¿cómo arreglamos esto? —indagó con una mirada entristecida tocando mi cabello —sin mencionar que, innegablemente, se quedará con la presidencia.

Enmudecí y cerré mis ojos agachando mi cabeza, la verdad no sabía que pensar y mucho menos que decir.

—Esto es la ruina Lara y lo sabes tan bien como yo… solo nos queda una cosa votar e intentar salvar lo que se pueda.

—No digas eso… qué hay de la gente Yan, perderán sus empleos, sus familias quedarán arruinadas

—No podemos hacer algo y lo sabes, tú misma me lo dijiste, trataré de exponer los argumentos en contra, pero … creo que esto ya está decidido

La reunión se reanudó, Yannick intentó por todos los medios demostrar los puntos débiles de esta locura, pero al parecer, nadie quería escuchar. Esa tarde me pareció interminable, pero al final, el destino de la empresa quedó sellado. El proyecto de David y Clarissa se aprobó y la presidencia quedó en manos de David. Obtuvieron lo que querían. Eric y Janet se retiraron inmediatamente, yo, por mi parte, no aguanté más ese lugar, me dirigí a buscar mis cosas. Solo quería irme de allí.

David me siguió, obviamente quería restregarme el triunfo en la cara.

—Querida Lara, ¿te vas a ir sin despedirte?, pensábamos invitarte a cenar con nosotros, pero bueno, veo que estás algo apurada…

—¿Te das cuenta de lo que has hecho? —espeté dando media vuelta para enfrentarlo —¡has destruido el trabajo de todos aquí!

—No, querida Lara, el trabajo de todos no, solo el de estos tarados y de tu noviecito

—¿De qué estás hablando?, tú también vas a perder millones, parte de tu patrimonio, ¿acaso eres imbécil?

—¿En verdad crees que no he pensado en eso? —tomó fuertemente mi brazo y arrojándome contra la pared, se apoyó en mi cuerpo quedando a un centímetro de mi rostro, no quería mirarlo, me provocaba asco —les voy a hacer pagar todo el daño que me han hecho. Tu querido amor por fin recibirá el castigo que se merece por destruir mi vida, tengo muchas empresas, perder esta, en verdad, no me quita el sueño con tal de ver a Yannick en un profundo abismo

—¡Ay David por favor!, tú le has hecho la vida imposible y te crees con autoridad moral para cuestionar a Yan…

—El me robó lo más preciado que tenía. Me robó mi alegría, mis ganas de vivir, todo en lo que creía… me quitó a mi hija —Un silencio espantoso descendió sobre nosotros, lo miré con un sentimiento que jamás había tenido en mí, no era resentimiento, era desprecio… era el más absoluto aborrecimiento.

—¿Que acabas de decir?, querrás decir la hija de Yannick ¿verdad?, porque era su hija… tu no eras nada, tu no la cuidaste, no la arropaste, tu solo te follabas a Clarissa mientras dejaban a la pequeña con la niñera

Apreté sus brazos fuertemente. David se soltó y me dio un empujón con el que caí al suelo. Agarraba su cabeza, había cometido un grave error con esa confesión y lo sabía…

—Estás ciego de dolor, de venganza, estás más enfermo que Yan, ella murió por tu culpa, por Clarissa, todos son responsables de su muerte. Si alguien aquí debiese recibir un castigo… ese eres tú. —me reincorporé acercándome y lo tomé de la barbilla, quería que recordara mis ojos en ese momento como yo recordaría los suyos —nunca encontrarás paz y espero con todo mi corazón que así sea.

Tomé mi bolso, mi computadora y salí de aquel lugar, en verdad no podía respirar, el dolor era demasiado, necesitaba aire para procesar todo lo que había vivido ese día y simplemente no podía. ¿Cómo sobrellevaría eso? ¿Cómo le diría a Yan que su pequeñita, no era su hija realmente? ¿Qué haría si volvía a caer? ¿Como se levantaría esta vez?

Los zapatos me molestaban, eran demasiado altos, decidí quitármelos y caminar hasta mi departamento, caminé muy rápido hasta que empecé a correr, como si pudiera huir de la realidad, como si me alejara de lo que estaba viviendo. De repente, el celular sonó, era Yan, no podía hablar con él, no ese día. Le escribí un mensaje, le dije que estaba muy cansada, que no iría a verlo.

—Lari por favor, necesito verte hoy, debemos hablar, necesito estar contigo, vamos…

—Perdóname Yan, esta noche no, lo lamento amor, hoy en verdad no puedo —mi voz era cortante, intenté no llorar, pero era imposible

Esa noche apenas pude dormir, me levanté muy temprano, tomé fuerzas y me dirigí al trabajo. Obviamente Yannick estaba molesto conmigo, ni siquiera me habló cuando llegué. Lo entendía perfectamente, yo estaría de la misma manera, pero honestamente no había tenido fuerzas para enfrentarlo esa noche

Le preparé un café y lo llevé a su escritorio.

—Vaya, hasta que decidiste aparecer…

—Lo lamento Yannick, en serio, no me sentía bien, la Junta... todo… todo estaba muy confuso, perdóname, no volverá a suceder —su rostro se ablandó, se acercó a mí y me abrazó fuertemente

—Me preocupaste ¿sabes?, te llamé varias veces y no respondiste

—Estaba cansada, me quedé dormida

—Ok, ok, vamos a dejarla aquí, además no creas que esta noche te escapas, así tenga que secuestrarte, te quiero para mí, sin excusas, ¿ok?

—No te preocupes, me… me quedaré contigo...

Una gran y seductora sonrisa se formó en su rostro, para luego darme un beso profundo como hacía semanas no sucedía.

—Miranda vendrá mañana, dice que estoy avanzando, estoy algo… nervioso, pero… creo que es momento de recuperarme ¿no crees?

Esa declaración me heló el alma, no podía decirle lo de su hija, no todavía, no cuando por primera vez, daba claras señales de querer salir de ese abismo en el que había estado los últimos 5 años. Era incapaz de destruir su vida, pero, por otro lado, me sentía aún más incapaz de faltar a la verdad, le habían mentido toda su vida, yo no podía ser uno más

Solo atiné a decirle que lo amaba y a mirarlo con ternura, que a pesar de las dificultades había sido lo mejor que me había pasado en la vida, que no lamentaba ni un segundo con él, que la vida no podía ser más maravillosa, que daría lo que fuera por verlo siempre feliz, que todo lo que hacía solo cobraba sentido si estaba a su lado.

El solo me observaba atónito, sabía que lo amaba, pero no era consciente de todo lo que significaba para mí. Me tomó entre sus brazos y nos unimos en un beso único… como él.

Esa noche a su lado fue aún más intensa que las anteriores, había pasado demasiados días sin tocar su piel. Mi lengua recorrió cada parte de su cuerpo, deseaba saborearlo y así grabarlo en mi mente y en mi piel a fuego.

El me levantó entre sus brazos, y me colocó sobre él, hundiéndose en mí profundamente, tomando firmemente mis caderas, mientras me dejaba moverme sobre él a mi antojo, sin reparos , el sonido del choque de su cuerpo contra el mío, mis  gemidos más sonoros que nunca sólo acallados por sus besos , no quería privarme de él, tomé su espalda y dejé su piel marcada con mis uñas, el por su parte, dejaba pequeños mordiscos en todo mi cuerpo. Llegué al éxtasis dos veces antes de que él acabara, extenuado, me quedé sobre él, sobre aquel brillo perlado y embriagador, delineé sus pezones mientras aún lo tenía adentro. Lentamente comencé a salir, lo que hizo que provocara un quejido en él, le había disgustado aquello, eso me hizo reír. Ambos cubrimos con una sábana nuestros cuerpos húmedos. Me quedé observándolo, la luz de la luna iluminaba su rostro, tan perfecto, aquellas pestañas que daban sombra a sus mejillas. Los pensamientos me invadieron, ¿qué haría si lo perdía? ¿podría perdonarme si no le dijera la verdad?

Las mujeres tendemos a imaginarnos una montaña de situaciones a partir de un simple hecho, y a veces, son tan vívidas que las creemos realidad. Mi mente volaba demasiado rápido y no sabía qué hacer para evitar aquello. La mañana llegó y había tomado una decisión, no sé si sería la mejor para mí, pero sin duda, sería la correcta.

Esa mañana fue quizás una de las más tristes de toda mi vida. Ambos estábamos sentados bebiendo una taza de café, el aún con su bata de color negra, se veía espléndido. En verdad, el sexo tenía mejor efecto en el que en mí, yo apenas podía moverme y mis ojeras llegaban a mis pies.

Decidí dar el siguiente paso y contarle la verdad. Hablé con honestidad, le conté todo, Yan solo escuchaba, sin esbozar palabra, se levantó de la mesa y se dirigió a darse una ducha, luego se cambió, poniéndose uno de sus trajes y comenzó la jornada laboral como si fuera un día cualquiera, como si nada hubiera alterado nuestro rumbo, tal como si esas palabras no hubieran salido de mi boca.

—¿Hace cuánto lo sabías? —preguntó mientras encendía su computadora

—David… me lo dijo ayer.

—Por eso no querías venir —agregó visiblemente enojado

—Sí, es por eso.

—No me gusta que me mientan, estoy harto de las mentiras

—Perdóname, en verdad no sabía cómo decírtelo —murmuré tratando de disculparme, me acerqué y tomé su mano, el rápidamente soltó mi agarre

—Como lo dijiste hoy —su tono de voz era seco —llama a Miranda Blake, dile que postergamos la terapia por ahora

—Ok, la llamaré —asentí con visible tristeza

Pasaron 3 semanas después de ello, no había vuelto a dirigirme la palabra, excepto por cuestiones laborales, se había vuelto distante y frío.

Esa tarde de viernes salí antes del trabajo, no había nadie que me pidiera explicaciones y Yannick prácticamente se había olvidado de que estaba a su lado.

Llamé a mi madre y le conté lo que me está sucediendo, se preocupó, por qué no sabía cómo aconsejarme, qué decirme y la verdad es que yo, tampoco sabía qué hacer.

Tenía un terrible dolor de cabeza, aun así, no le comenté nada a Yan, decidí llamar a Isaac, quien gustosamente me acercó a mi departamento.

—Srta. Ramos, ¿puedo decirle algo?

—Dime Isaac —añadí apretando mi cabeza y haciendo una mueca de dolor

—No se ve muy bien hoy.

—No, en verdad no estoy bien.

Llegué al departamento, solo pensaba en tomar una ducha y dormir durante todo el fin de semana.

—Nos vemos Isaac

—Adiós Srta. Ramos, cuídese.

Bajé del auto y de repente, la oscuridad me invadió, di dos pasos más y me desplomé en el suelo…

 

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