Lara

Lara


VII

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V

I

I

Confusión

Durante los días siguientes, la relación con mi jefe fue distante, como si estuviera avergonzado y para colmo de males, Janet y Eric aparecieron en la puerta. Me desconcertaba tanto, no lograba entenderlo, ¿por qué me había dado esperanzas si luego iba a quitármelas?

—Lara, ¿cómo has estado?, venimos a ver a nuestro amigo —dijo Janet sonriendo

—Oh, vámonos Janet, seguro que él debe haber salido

—Eric, tus chistes son patéticos —apareció Yan y abrazó a ambos.

—¿Te parece que almorcemos juntos?, traje comida...

—Ok, Janet, ¿por qué no?

—Yo voy a salir un momento —traté de pasar, pero ellos cubrían toda la entrada

—Oh no Srta., tú te quedas —respondió Eric sujetando mi mano

Tenía ganas de asesinarlo y el maldito lo sabía, es más, se reía, burlándose de mí. No tenía alternativa.

—Claro, seguro, prepararé la mesa —los miré casi con resignación, sí, el almuerzo sería muy largo...

 

****

—Yan ¿puedes decirme porqué despediste a la cocinera? —formuló Janet con fastidio

—No la despedí, ella renunció, no me soportaba —Yannick tomaba de su copa y esbozaba una sonrisa cómplice con Eric

—Pobre mujer, debe haber sido un calvario tratar de complacerte

—Ay Janet por favor! La vieja no sabía cocinar, yo sólo le recalqué algunos errores, es todo

—¿Es todo?

—Sí, fue todo.

—Bien, mejor vamos a cambiar de tema, y no voy a mencionar el hecho de que tampoco he visto al jardinero, frente a lo cual deduzco que tenemos a sólo una persona que hace todo el trabajo, ¿me equivoco?

—Te equivocas, mi madre traerá un jardinero de interiores la semana que viene, no voy a cargar a Lara con eso si es lo que te preocupa

—Me alegro por eso entonces, por cierto, Lara, luces muy bien, no pude decírtelo ese día en la reunión

—Gracias, hago lo puedo, es mi obligación, después de todo, represento a Yan —fue la respuesta más políticamente correcta que mi cerebro pudo coordinar en ese instante

—Mmmm, no lo sé, que piensas tu Yan, ¿se ve mejor o no? —había estado esperando aquella pregunta incisiva de Eric, admiraba la rápida capacidad que tenía para avergonzarme

—No me puedes preguntar eso en frente de ella —respondió Yan entre dientes

—De acuerdo, hagamos una cosa, finge que ella no está aquí, ¿qué dirías? —Yan me observó detenidamente, como si se tratara de una pieza de colección

—Bueno, si ella no estuviera aquí te diría que… tienes razón, se ve hermosa… —Eric se relamió los labios, como si fuera a patear un penal en el minuto noventa de juego

—Espera, espera, espera, ¿acabas de decir que ella es hermosa?

—Idiota, ¿acaso eres sordo? —espetó Yan molesto —por Dios pareces un adolescente. La mujer es linda, lo reconozco ¿contento? —tomó la copa de vino y no dejó una gota

Nuestras miradas se cruzaron en ese momento y, fue el momento más intenso que había tenido con él desde que lo conocí.

La conversación siguió su curso y las bromas continuaron. El almuerzo se extendió por 2 horas, luego Janet y Eric se despidieron

—Nos vemos Lara, en verdad la pasamos bien.

—Hasta luego Janet

Eric se acercó y le dijo algo al oído a Yannick, el solo sonrió y negó con la cabeza. Luego pasó por mi lado y me guiñó el ojo.

—Nos vemos pequeña Lara

—Adiós Eric

La puerta se cerró y nos encontrábamos nuevamente solos. Se detuvo en mí por unos segundos rascándose la nuca, entonces, dio media vuelta y regresó a su oficina. Una palabra, una mísera palabra… era lo que esperaba mientras lo observaba desde mi escritorio.

La tarde pasó como siempre hasta que llegó la hora de marcharme. El solo levantó su mano y puso una pequeña sonrisa de lado despidiéndome. La angustia había embargado su rostro nuevamente, no era el mismo de hacía unas horas.

Ni siquiera recuerdo como llegué a mi departamento ese día. La situación era irreversible, no había marcha atrás.

Me había enamorado de ese hombre irremediablemente. Mas de una vez despertaba en la noche luego de haber soñado con él, era un sueño recurrente, tan vívido que me hacía dudar de mi prudencia, que me hacía rendirme a él y querer vivir y morir allí.

Creo que todos le tememos a algo en nuestro interior, que tiene que ver con la pérdida, con el sacrificio, en ese contexto, lo único que me preocupaba era no tener suficiente para sacrificar.

Yannick ni siquiera percibía lo que pensaba, estaba claro —más allá de algún acercamiento esporádico —que no había ninguna intención implícita en nuestra relación. Yo era su asistente, cadete, repartidora, decoradora, traductora, cocinera incluso pero jamás sería su mujer…

A pesar de esto, no me sentía triste, porque la alegría de estar junto a él era suficiente para llenar mi corazón, era patética, lo sabía, sin embargo, nada de eso tenía importancia cuando se trataba de ese hombre.

—Ay para por Dios, ¿cuándo te volviste tan dominada? —indagaba Tanya burlándose mientras yo cocinaba.

—¿En serio? Lo dice alguien que se acuesta con un hombre casado

—¡Cállate! Paul se está separando...

—Tanya por Dios, ¿ese cuento en verdad te da tranquilidad?

—Bueno, al menos tengo sexo grandioso. ¿Tú que tienes?

—Nada, absolutamente nada —le respondí secamente

Un silencio nos invadió por un momento, yo seguí preparando la comida. ella se acercó, dándome un abrazo

—Oye, no te enojes… fue un mal chiste.

—No estoy enojada, créeme, todo está bien.

—Pero es que no me gusta verte tan preocupada mujer, es como si vivieras para complacer a ese idiota —me dijo inflando sus cachetes como niña pequeña.

—¿Sabes? En verdad me gustaría, si tan solo el me dejara, viviría para hacerlo.

—¿De todas las maneras posibles? —Me preguntó con una sonrisa

—De todas las maneras posibles

—¿Aunque no pudieras sentarte en una semana?

—¡Tanya!

—Oye, yo solo decía

—Eres una estúpida

—Yo también te quiero prima —me dijo estirando su boca para darme un beso

—Eres como una niñita

—Lo sé, lo sé, debo madurar, ya no soy una adolescente con las hormonas a flor de piel

—No, no lo hagas nunca —apreté su cara, dándole un pellizco —te quiero así de feliz y divertida siempre, aunque sí, deberías controlar tus hormonas...

En verdad agradecía la presencia de Tanya cuando llegaba de trabajar. Me daba fuerzas para seguir. Esos dos meses transcurrieron deprisa, perdía la noción del tiempo cuando estaba con Yan, eso me fascinaba y me aterraba al mismo tiempo

Faltaba un día para la Junta, Yannick estaba intratable.

—Lara necesito que estés perfecta mañana, nada puede salir mal, ¿puedo confiar en ti?

—Si señor, haré lo mejor que pueda

—No, Lara, en verdad necesito esto, comprendes ¿verdad? —tomó mi rostro y pegó su frente a la mía, sentí que iba a morirme —perdona Lara, es que he trabajado mucho por esto, es todo lo que tengo…

Tomé sus manos y las aparté de mi rostro.

—Te dije que sí, todo estará bien, nos vemos mañana

Había sorpresa en su rostro, no entendía mi comportamiento, no tenía idea de cuánto me lastimaba y eso me enojaba… me enojaba mucho…

 

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