Lara

Lara


XIII

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—¿Lo ves? No puedes negarlo… es imposible no enamorarse de mi hijo, no esperé que él se enamorara de ti tan rápido…, mi niño siempre fue especial, diferente a sus hermanos, compasivo, siempre preocupado por la empresa, por sus empleados, honesto, igual que lo era su padre. Le puse Yannick por mi abuelo, así se llamaba el, era francés, un hombre cálido y de extraordinaria belleza, significa “gracia de Dios”, ¿puedes creerlo?

Yo solo asentí con la cabeza y sonreí, yo pensaba eso de mi jefe desde el momento en que lo conocí, no necesitaba saber el significado de su nombre para considerarlo la gracia de Dios en mi vida

—La voy a dejar un momento que descanse, estaré sentada ahí afuera, buenas noches…

—¿Lara?

—¿Sí?

—No le falles, no cometas el mismo error que yo, todas las mujeres de su vida lo han abandonado, no seas una de nosotras.

—No se preocupe, no lo seré...

Se acomodó en su cama y volvió a dormir. Le encargué su cuidado a una de las enfermeras, mientras le hacía a Yan una video llamada

—Maldita vieja… casi me mata del susto… —Yannick suspiraba un poco más relajado

—Deberías hablar con ella, eso le haría mucho bien

—Lara, sabes que no puedo hacer eso… simplemente no puedo…

—No lo hagas por ella, hazlo por ti, sal del pasado Yan, no te mereces esa vida atormentado, pero es una decisión que debes tomar tú

—No sabes todo lo que ella destruyó, jamás podré perdonarla, no entiendes…

—El que no entiende eres tú, el odiarla no regresará a tu padre Yan, ¿qué hubiera pasado si ella hubiera muerto hoy? ¿qué habría pasado contigo? —un gran silencio nos invadió —sólo... llámala ¿sí? ¿podrías hacer eso?

Era un hombre difícil, no quería reconocer que la amaba, que la necesitaba, que el dolor le impedía perdonarla, pero no había forma en que dejara de quererla, quería liberarse de esa enorme carga que tenía desde niño, pero no sabía cómo.

—Lara, vamos…no seas ilusa… ¿qué podría decirle?

—Dile lo que sientes, que la amas, que la perdonaste hace mucho tiempo, pero te negabas a verlo, y agradecerle que, a pesar de todo el dolor, ella estuvo ahí para ti cuando la necesitaste, a pesar de que te negaste a verlo…

—Uffff… ¿no puedes solo olvidar el tema y ya? —un dejo de fastidio se dibujó en su voz

—No lo puedo olvidar porque simplemente tú no puedes dejarlo de lado, esto es importante para ti… dime que lo harás…

—Está bien…está bien, Dios, a veces, eres una pesada.

—Ya lo sabía... —reí mientras volvía a la habitación, Marcia volteó a verme:

—Su hijo, quiere hablar con usted —añadí dándole el celular

Me alejé de ellos para que no entorpecer el momento. Era su momento, el que habían esperado tanto tiempo. Desde donde estaba parada podía escuchar la voz temblorosa de Yan, como pocas veces. La charla se extendió por hora y media entre recuerdos, risas y llantos… eran demasiadas emociones, demasiado dolor encerrado. Marcia le prometió que iría a verlo cuando saliera del hospital, quería un almuerzo con ambos. Me senté en una esquina de la habitación y observé a aquella mujer, lo feliz que se veía y, sobre todo, la felicidad que provocaba en Yannick. Había sido una maravillosa noche después de todo, pensé mientras cerraba los ojos para descansar un momento.

Casi amanecía, me desperté y disfruté del silencio del lugar, Marcia se había dormido, tenía paz en su rostro, me acerqué y toqué su frente. Ella entreabrió sus ojos

—Debo irme, regresaré más tarde —ella asintió con la cabeza sin moverse

En verdad lucía terrible, mis ojeras llegaban a las rodillas y , necesitaba darme un baño y relajarme. Llegué a mi departamento y encontré a Eric saliendo de él. Ese maldito no perdía el tiempo. Maldición, eran las 8 de la mañana, ¿en qué momento habría llegado?

—¿Lara? —preguntó sorprendido

—Adiós Eric —respondí cortante

—Oye, vamos solo vine a hacerle un poco de compañía a tu prima.

—¿Recuerdas la primera vez que me trajiste y me preguntaste si vivía en esta pocilga? Bueno, veo que para follar no tienes problemas de venir a la pocilga…

—Hey, no te enfades, lamento haberte ofendido ese día… en verdad… no fue mi intención, y, si quieres saber la verdad, tu prima me gusta mucho.

—Lo sé, son parecidos —le dije casi con fastidio —bromistas con gran problema de control de la libido… aunque también son buenas personas, son leales y eso… compensa los defectos que puedan tener...

—O sea, que no estás en contra de que salga con ella

—No

—Y tampoco estarás en contra de que ella trabaje conmigo

—¿Contigo? Pensé que trabajaría en la compañía…

—Bueno, no es precisamente conmigo, un amigo tiene un restaurant y necesitan personal, Tanya podría trabajar allí, queda a sólo 2 cuadras de mi departamento, siempre desayuno ahí. Supongo que eso tampoco te molestará ¿verdad? El sueldo es mucho mejor del que le pagarán en TNAT.

—No, claro que no

—¿Estás segura? —indagó nuevamente, pellizcando mis mejillas

—¡Sí! Deja de hacer eso, sólo… no la lastimes ¿ok?

—No lo haré, te lo prometo, además no creo que sea del tipo de mujer que se queda llorando un desamor —sonreí y negué con la cabeza, no podía estar más de acuerdo.

—Nos vemos Eric, cuídate, espero que hayan dejado dormir a los vecinos, no quiero visitas de la policía

—Despreocúpate, fuimos muy silenciosos —agregó conteniendo la risa

—Solo vete ¿sí? por cierto, creo que no sabes, Marcia está en el hospital

—¿Hospital? ¿qué le pasó ahora a la vieja esa?

—Intentó suicidarse

—¡Demonios! Voy a ir a verla ahora

—Ve si quieres, pero no van a dejarte pasar

—Bien, entonces llamaré a Yan

—Eso sí sería bueno

—Ok, nos vemos pequeña Lara —se despidió con un beso en la frente

Cerré la puerta despacio, Tanya estaba durmiendo y no quería despertarla, de repente sonó mi celular.

—Por Dios este hombre va a matarme —murmuré cansada —Yannick, estoy aquí, ¿qué sucede?

—¿Vendrás hoy?

—Claro que sí, solo necesito dormir unas horas para reponerme

—¿Y por qué no vienes a dormir aquí?

—Porque tú nunca me dejas descansar

—¡Ja!, lo siento, no puedo contenerme contigo...

—Deja de decir tonterías, ya te dije que iré más tarde, ¡déjame dormir!

—Ok, te espero entonces. Todavía tienes que compensarme…

—¿Compensarte? —le pregunté confundida

—Sí, me obligaste a hablar con mi madre, ahora tendrás que hacer lo que yo quiera —agregó con voz risueña

—¿Y así quieres que vaya a dormir contigo? ¡eres un imbécil!, nos vemos más tarde… y no voy a compensarte nada, estoy muy cansada hoy…

—Ya verás que sí...

 

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