La Habana

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Nostradamus tropical o las cerrazones infusas

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Nostradamus tropical o las cerrazones infusas

Entre las cajas y los cuernos marciales, se consultan señales, horóscopos y piedras con inscripciones. Los dos ejércitos, antes de la batalla, contemplan lunas con franjas sangrientas. Se vuelve a Nostradamus para encontrar comprobaciones y rimas con designios. “Donde Leo se vuelve a Libra / dos puntos ígnitos batidos por cascadas / se lanzan en súmulas cuartanas de quinientos / y le resta cincuenta”. Empezaban las afinaciones, los sutiles tejedores de adivinaciones y acechanzas, comenzaban a cascar escrituras cuneiformes y ladrillos babilónicos. Se precisaba que esa estrofilla de Nostradamus apuntaba al Caribe, al tumulto de sus islas y al furor de sus ejércitos. “Donde Leo se vuelve a Libra”, se traducía como la fuerza que se deshace en su equilibrio, como el león que va a su balanza y prodiga justicia. En rigor de silogismo se hallaba el equivalente, es decir, donde el león se azucara, donde el león reingresa en su inocencia de paraíso, como aquel que se ve en los retratos de San Jerónimo, cariñoso, mientras el Santo descifra los versículos, pasándolos por la tradición oral de los masoretas. Zonas, zonas del Caribe, en esa alusión al león azucarado, dicen los mejores intérpretes de Nostradamus. “Dos puntos ígnitos batidos por cascadas”. Aquí la interpretación se replegaba ante las infinitas posibilidades de la interpretación. Era exceso interpretativo el que demoraba la interpretación. Unos creían, literales descifradores, que aludían a los ojos del tigre a la hora de abrevar; otros que eran piedras errantes de fuego que venían a fertilizar el desierto. Otros rectos entendedores de las cerrazones infusas, se decían en la lectura del verso, por pequeños países de mucho fuego, islas por demás, de ahí la alusión, batidos por cascadas. El tercero y cuarto versos se entregaban mansuetos ante la pureza de los descifradores. “Se lanzan en súmulas cuartanas de quinientos / y le resta cincuenta”. Es obvio que señalaba las temerarias batidas en 1950, fecha de cercanía que ya obligaba al toque de rebato. Ahora bien, como se ha probado que esa profecía enredada en los versos de Nostradamus era apócrifa, debido tal vez a una interpolación hecha durante la Revolución francesa, los dos ejércitos permanecen a corta distancia, esperando la autenticidad de un texto profético para lanzas flechas y derribarse.

16. de dic. de 1949

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