Kris

Kris


Página 2 de 27

Kris

Escucho atentamente el noticiero, sorbiendo el brandy con la mirada fija en la del periodista que sonríe a la cámara, luego comienza el espectáculo con el reportaje que hizo sobre mí.

Pero mírala, parece ansiosa por dar a los espectadores la noticia que cambiará mi vida para siempre.

Aflojo el nudo de mi corbata, de repente siento calor y sigo mirando a Beatrice García, mientras continúa con su tema. Es una mujer hermosa y también inteligente, pero no se imagina lo complicado que va a ser a partir de ahora. A veces me gustaría que las personas fueran menos previsibles, pero si aprendes a observarlas con atención, puedes descubrir sus necesidades y si quieres algo a cambio, es fácil obtenerlo.

—¿Ya estás vestido? —pregunta sorprendida una voz persuasiva detrás de mí. Ignoro su presencia y sigo manteniendo la mirada fija en la pantalla. Los títulos se desplazan hacia abajo y mi nombre ahora está claro para todos, nadie puede fingir no saberlo. —Ya es de mañana y tienes tu vuelo en cuatro horas. —Le recuerdo y con mi dedo índice recorro el borde del vaso que tengo en mi mano.

La escucho suspirar, sus manos acarician mis hombros. Su perfume me invade y el largo cabello se desliza sobre mi brazo. No puedo negar que su compañía fue agradable, pero fue sólo una distracción momentánea, no puedo escapar de la realidad.

—No ves la hora de deshacerte de mí ¿no? —pregunta con voz provocativa, susurrándome al oído.

Sonrío y trago el líquido que queda en el vaso antes de contestarle: —Tienes razón. —Con calma me levanto, listo para mirarla a los ojos y poner fin al drama—. Vístete y vete, Beatrice.

Llevarme a la reportera a la cama para conseguir lo que quería fue muy fácil, aunque tomó tiempo y paciencia, pero eso no fue un problema.

Jadea, la mirada furiosa y los labios fruncidos me hacen entender que pronto va a tener un ataque de histeria, pero no tengo tiempo para estas cosas, aunque humanamente debo darle algunas explicaciones. Es inteligente y sabía que estaba jugando con fuego, comprendo su desconcierto porque no sospechaba nada, pero fue un peón perfecto para mi juego. Jugué bien mi papel, hechizándola con mi encanto y dándole lo que toda mujer quiere, cariño y atención. Pero ya no la necesito y quiero deshacerme de ella.

—¿Quieres vengarte porque no he dicho todo lo que tú querías? —pregunta cautelosa—. Sabes bien que he aceptado muchas de tus solicitudes, pero mi trabajo es importante y la gente merece saber toda la verdad.

Me meto las manos en los bolsillos, inclino la cabeza hacia un lado y me lamo los labios que todavía saben a brandy. —Estuviste muy bien, Beatrice, hiciste exactamente lo que quería, pero ya no te necesito.

Conozco esa mirada de asombro. Veo claramente la amargura que brilla en sus ojos y la ira que aumenta.

Ella retrocede cada vez más desconcertada: —No entiendo ... —Se inclina contra la pared con las manos detrás de la espalda y me mira como si me estuviera viendo por primera vez—. Dijiste que querías ser un mejor hombre y que querías comenzar una nueva vida conmigo.

¡He mentido!

Uso a la gente para obtener lo que quiero, no permito que los sentimientos interfieran.

Puedo notar la decepción en su voz y debería lamentarlo, pero no siento absolutamente nada, es como si mi corazón latiera, pero está hecho de piedra indestructible e impenetrable.

 

¿A dónde han terminado mis sentimientos? ¿Qué fue del hombre que era?

Rozo el perfil de su rostro con mi dedo índice y acerco mis labios a los de ella con movimientos lentos, para que entienda que no tengo intención de hacerle daño. —Mentí. Estabas dispuesta a hacer cualquier cosa para avanzar en tu carrera y te di la noticia más suculenta del año —digo—. Ambos tuvimos beneficios. Diversión ... sexo ... poder ... No lo conviertas en una tragedia.

Beatrice bruscamente mueve mi mano, mirándome. —Me usaste. —Entiende y aunque sus ojos expresan desprecio, sigo indiferente—. Querías que el mundo supiera quién eres porque anhelas el poder de la familia De La Rosa. —Sopla como una gatita para apartar los rebeldes mechones que le caen sobre la cara—. Nunca te preocupaste por mí ...

Está componiendo el rompecabezas, pieza por pieza, pronto se dará cuenta de la gravedad de lo sucedido y sospecho que se pondrá furiosa.

Con un atisbo de sonrisa en mis labios, respondo: —¿Qué esperabas de un hombre al que querías destruir a nivel nacional? Ambos jugamos por algo a cambio. Beatriz, sabías quién era yo. —Agarro su rostro entre mis manos—. Soy el único heredero De La Rosa y tú se lo acabas de decir al mundo. —La obligo a ver las noticias—. Mírate, estás satisfecha, aunque te acostaste con el enemigo para estar ahí.

La verdad puede doler, pero tienes que aceptarla. La usé y ella usó su cuerpo para conseguir lo que quería. Lástima que luego se dejó llevar tanto que se encariñó conmigo.

No es una ingenua, sabía con quién estaba tratando y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para obtener la información que necesitaba; la única pieza faltante que hubiera hecho indiscutible su investigación era yo, sólo yo podía darle la confirmación que buscaba.

Se observa en silencio, durante varios minutos sigue mirando las imágenes y al final comprende, abre mucho los ojos y se vuelve rápidamente hacia mí.

 

—Oh, Dios mío —murmura en estado de shock—. La respuesta estaba frente a mí. Siempre has estado detrás de todo.

Tengo que admitir que lo hice bien, he tenido una relación con ella y haciéndome pasar por un hombre arrepentido que quería redimirse, pasé desapercibido mientras seguía sin ser molestado para llevar a cabo mi plan. La primera vez que la vi, me llamó la atención su belleza. Cabello largo y oscuro, mirada sensual con ojos negros capaces de engatusar a cualquier hombre. Al principio pensé que el destino tenía un extraño sentido del humor. ¿Cómo podría una mujer joven ser una amenaza? Cuanto más la miraba, más entendía. Detrás de ese aspecto profesional había una persona tan decidida y ambiciosa como yo.

Dejo su rostro, eliminando el contacto entre nosotros.

—Al decirle a todo el mundo quién soy me hiciste intocable.

Beatrice me empuja en mi pecho con sus manos cuidadas, luego presiona sus afiladas uñas en mis brazos. No me lastiman, pero puedo sentirlas en la tela. —¡Eres un Desgraciado! —grita llena de rabia, tirando de mí y la dejo hacerlo un rato, porque tiene derecho a desahogarse—. No tienes intención de ser un hombre honesto, eres peor que tu padre. —continúa apretándome, pero exagera al nombrarlo y pierdo algo de ese control que hoy me permite ser quien soy.

La tomo por las caderas y la atraigo hacia mí, nuestros cuerpos chocan violentamente. —No era un Desgraciado cuando te di placer —digo mirándola a los ojos, los suyos expresando toda la ira que siente—. Imploraste que no me detuviera —susurro sobre sus labios—. Sabías quién era yo y te convenía.

—Déjame —dice amenazadora, manteniendo una mirada dura; pero está acorralada, sabe que está atrapada y no puede hacer nada más que aceptar que ha sido utilizada, pero ha obtenido algo y ambos lo sabemos.

—No podrás contárselo a nadie porque serías juzgada por estar conmigo aun sabiendo mi verdadera identidad. Si mantienes la boca cerrada y dejas de hablar de mí, ambos ganaremos. Tendrás la carrera que querías yo tendré el poder que me pertenece. Si en un futuro quieres, sabes dónde encontrarme, no me desagrada tu compañía.

Intenta abofetearme, me las arreglo para bloquearla agarrando su muñeca y sosteniéndola firmemente en mi mano; trata de liberarse, pero no está realmente decidida porque no está usando todas sus fuerzas.

—Acabas de aprender una importante lección de la vida. —La beso apasionadamente, sosteniendo su rostro entre mis manos y entre besos le digo—: No tienes que confiar en nadie y ... —sigo devorando sus labios, porque a pesar de todo, es una mujer atractiva y el entendimiento sexual con ella es excelente—. Nunca debes indagar en la vida de un hombre como yo, o saldrás lastimada.

Beatrice estira sus manos hacia mis brazos, siento sus dedos acariciarme y luego entiendo lo que quiere. Sonrío por su avidez y coraje. Me mira ansiosa, como si al final no le importara mucho que la usaran, porque lo ha disfrutado tanto como yo.

—Eres un desgraciado sin corazón, pero quiero una última vez ... —jadea sobre mi boca, agarra mi muñeca y guía mi mano por el vientre—. Obtuviste lo que querías, al menos podrías complacerme una vez más.

Le dejaré un recuerdo inolvidable, se lo merece ya que sin saberlo me ayudó. Su compañía me hizo no pensar en Kasandra, su maldito matrimonio, embarazo y… el hecho de que el hombre a su lado no soy yo, sino Adrián Herrera.

—Agárrate fuerte, baby.

Con firme presa en sus caderas, la levanto y ella envuelve sus delgadas piernas alrededor de mi cintura; no pierde el tiempo, presiona sus labios contra los míos mientras camino a través de la sala de estar y entro al dormitorio.

—Eres un hombre sin sentimientos —comenta sobre mi boca—. No puedes dar nada más que esto.

¡Tiene razón!

La toco, pero no como lo haría con Kasandra.

La beso, pero no me satisface.

Jódete. Olvídate de Kasandra.

Olvida quien fuiste con ella, hoy estas sólo.

Satisfago a Beatrice, me distraigo, porque una vez que salga de esta habitación ya no tendré el privilegio de permitirme momentos de relax y placer. Es hora de tirar de los hilos, los títeres están listos para jugar y al final de esta historia, cuando todas las piezas encajen, podré convertirme en el único dueño de La Habana, cueste lo que cueste.

 

Ir a la siguiente página

Report Page