Kris

Kris


Capítulo 15

Página 18 de 27

Vuelvo con mis labios a los de ella, los rozo, mientras mi mano acaricia entre sus muslos. —Significa que —deslizo un dedo dentro de ella, que tiembla ante aquel movimiento decidido—, aunque quisiera, no te dejaría ir. —Insisto con movimientos terminantes, me encanta cuando reacciona su cuerpo, es malditamente hermosa.

Se aferra a mis hombros y me mira fijamente a los ojos. —Me gusta la idea.

Sólo levemente, aquella expresión ingenua de alguien quien no tiene la menor idea del problema en el que se está metiendo me enfurece.

Y estoy jodido, me enamoré de ella y ya no puedo salir como lo había planeado.

—¿Puedo hacerte cambiar de opinión de alguna manera? —La provoco, esperando su reacción que no se hace esperar.

—Viniste a buscarme, no me engañes. —Mis labios chocan con los de ella, me muerde entre una sonrisa de satisfacción y un gemido ansioso—. Si me quieres, mantenme contigo —insiste la chica con picardía.

Pasé años creyendo que mi corazón pertenecía sólo a Kasandra, pero luego llegó mi primavera ... llegó Lya. ¿Cómo puede un solo día, robar tu mente y tu corazón? ¿Cómo es posible que exista tal sentimiento?

—Alejandro —susurra en mis labios, enloqueciéndome.

Muevo los dedos y con un movimiento decisivo y sin avisar entro en ella, llenándola por completo.

—Quiero hacer el amor por primera vez —digo envolviéndola en mis brazos, sujetándola como si tuviera miedo de que pudiera escapar.

Esconde su rostro en el hueco de mi cuello, besa mi piel mientras me muevo dentro de ella lentamente, varias veces.

—Mío —gime empujando sus caderas hacia mí y la siento del todo hasta el fondo, como la primera vez.

Sigo besándola, saboreándola con calma , pero consciente de que algo ha cambiado y de que ya no podremos volver atrás.

—Sólo la muerte podrá separarnos, Lya —digo. Con embestidas más decididas y frenéticas sigo perdiéndome en ella, en paz conmigo mismo, amado por alguien y seguro.

Acepta quedarse, llevar un peso considerable, a mí y a mi apellido.

—Alejandro —grita mi nombre con esa voz melodiosa que no puedo resistir.

¡Mía, suyo!

Pertenezco por primera vez a alguien que elijo yo, alguien que puede amarme incondicionalmente. No tengo que cambiar, ni pretender ser diferente, ella me quiere incluso con mis secretos más oscuros.

Déjate ir. Dile lo que sientes.

Tengo el valor de matar, pero no de confesar mis sentimientos, el miedo de exponerme, de darle a alguien un arma para lastimarme, sigue martillando en mi cabeza.

Lya, mi hijita ... nunca me haría daño.

Ella sobre todo me acepta como soy, con mis máscaras y mis defectos.

—Creo que te amo —digo sobre sus labios—. Pero no puedo ofrecerte una vida digna y honesta.

Lya toma mi cara entre sus manos. —Sólo prométeme que no nos lastimarás a ninguno de los dos.

Dejo un besito en la punta de su nariz. —No te lastimaré más.

No a ti, ¡pero aún no he terminado conmigo!

Ella gime retorciéndose, lista para explotar.

—Córrete conmigo Lya, muéstrame cuánto estás gozando.

La excitación aumenta hasta el punto de que ya no puedo controlarme y cuando ya es demasiado tarde para dar marcha atrás, recuerdo no haber usado condón y salgo un momento antes de correrme. Con dificultad para respirar, sigo mirándola a los ojos para asegurarme de que todo es real, que realmente está sucediendo.

Me dejo caer sobre ella, la acaricio, me aseguro de que realmente esté aquí, los pensamientos chocan entre sí recordándome que este es un pequeño paréntesis que debe incluirse en mi estilo de vida. La deseo tanto que estoy dispuesto a cambiar el orden de mis acciones para estar con ella.

No cambiaré, porque no puedo. Si a Lya le importo lo que dice, resistirá y tal vez al final podamos superar todo lo que pase. Depende de cuánta presión pueda soportar.

—A esto se le llama hacer el amor —comenta satisfecha.

—Bien dicho, hijita.

Quedamos tendidos en la cama, la tengo entre mis brazos porque es mi pequeña, la muchachita insolente e ingenua que logró robarme el corazón y que no sé cómo lo hizo. No sabía qué eran los mimos de dos amantes en la cama. Ahora lo sé.

Cómo sé lo que se siente al ser amado.

¡Es jodidamente bueno!

Lya

—¿Que pasará ahora? —pregunto dibujando círculos en sus omóplatos con mis dedos. Estamos acostados en la cama, después de haber hecho el amor, nuestros cuerpos están entrelazados, mi cabeza apoyada en su pecho y los dedos de Alejandro acarician mi cabello; no hay otro lugar donde me gustaría estar.

—No tendré mucho tiempo para nosotros en los próximos días y tienes que alejarte del centro de atención por un tiempo.

Suspiro, porque no me gusta la idea de quedarme sola en algún lugar.

—¿Por qué no puedo quedarme aquí? Parece un lugar seguro y podría pasar un buen rato contigo ... tal vez llegar a conocerte mejor.

Su risa llena la habitación y su pecho vibra. —Eres increíble —comenta divertido—. Primero te arrojas en mis brazos, soportas todo lo que ha pasado y ahora quieres conocerme mejor ... el orden de los acontecimientos es interesante, ¿no crees?

Curvo los labios y me quedo en silencio, su razonamiento es impecable, pero tengo la impresión de que me está alejando de nuevo.

—Es tarde, deberías dormir.— Su voz acaricia mi frente, sus labios rozan mi piel y pronto me aferro aún más a él, inhalando su perfume.

—No quiero alejarme de ti —susurro—. Tengo miedo de despertarme y no encontrarte más.

—No iré a ninguna parte.

—No quiero que sigas discutiendo con tu familia, no sé qué pasó entre vosotros, pero ellos me gustan —cometo antes de cerrar los ojos—. Están unidos y ... Kasandra es una mujer fantástica, entiendo por qué la amas.

Pero desearía que sólo me amaras a mí.

—Ya no la amo. ¡Ahora duerme, Lya!

Por favor, dime de nuevo que estás enamorado de mí.

—¿Qué sientes por mí, Alejandro?

Me sostiene en sus brazos, un gesto posesivo que serviría como respuesta a mi pregunta, pero no me es suficiente. Me besa en el cuello. —Siento rabia, porque no debería dejar que arruines tu futuro estando a mi lado. —Me da otro beso detrás de la oreja—. Siento una sensación de pertenencia, como si yo siempre hubiera sido tuyo y tú mía. —Frota su nariz en mi mejilla—. Lo que siento por ti me hace feliz y me siento en paz conmigo mismo.

Rozo sus labios con los míos y lo miro a los ojos.

—Me gustaría tener un lugar en tu corazón, un lugar todo mío, para quedarme para siempre —digo sin dudarlo, no tengo intención de esconderme.

Sonríe cerca de mis labios. —Oh, Lya, tú tienes ese lugar desde aquella noche en Praga. —Me besa con pasión y cariño, dejándome sin aire, pero no me importa, gracias a estas palabras puedo volar y finalmente sentirme amada.

—Mañana no te diré adiós… —murmura entre besos—. Mañana seguirás siendo mía, te lo prometo.

No necesito nada más, también puedo cerrar los ojos y quedarme dormida en sus brazos, Alejandro cumplirá su promesa, porque es un hombre que no habla al azar.

Ir a la siguiente página

Report Page