King

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Capítulo 10

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Nos quedamos en la cama el resto del día, haciendo planes entre sesiones de sexo. La primera decisión que tomamos fue que me mudaría a su apartamento, pero no hasta que yo me sintiera preparada. Él estaba decidido a que fuéramos despacio con nuestra relación, y que yo fuera la que iniciara los cambios cuando quisiera. Él no quería que me sintiera forzada a hacer nada.

Decidí que mudar mis cosas de modo progresivo era una buena forma de empezar. Entonces discutimos algunas ideas para el bloque de tiendas. Él era el propietario de cuatro y yo poseía la de en medio, así que si trabajábamos juntos había una oportunidad de revivir la calle y hacerla genial.

Pero primero quería hablar con su madre. Ella necesitaba saberlo todo sobre mí. Ella me dedicó una mirada vacía cuando la visitamos en la residencia. Matt me presentó de nuevo como si fuera la primera vez que nos hubiéramos visto, y yo le seguí el rollo.

–Stephanie y yo estamos saliendo –le dijo. –Ella es muy especial para  mí.

–Me complace mucho –dijo ella con una sonrisa. Parecía que habíamos tenido suficiente suerte para hablar con ella durante uno de sus días más lúcidos, días en los que sabía quien era Matt. –Sabía que finalmente encontrarías a alguien, Matthew. Alguien que te quiera a pesar de tu autoritarismo.

Me reí, pero Matt hizo una mueca. –No es tan mandón –le dije.

–Me alegra oírlo. Entonces háblame de ti, Stephanie. ¿Eres nacida y criada en Roxburg?

–Sí. Vivo en Old Town.

Se puso seria. Me agarré a la mano de Matt y él la apretó. Estaba justo ahí conmigo. Habíamos decidido contárselo todo, si ella era consciente. No podía mentirle. Tanto si se acordaba como si no, no importaba. Yo necesitaba hacer esto, y Matt también.

–Mamá, nos conocimos en casa de Stephanie. Yo estaba intentando comprársela y ella se negó a vender. ¿Recuerdas que te hablé de ello?

–Old Town...– Se pasó una mano arrugada por los ojos. –Odio ese lugar.

–Lo sé. Stephanie lo sabe todo también. Se lo he contado todo. Ella es la dueña del sitio donde papá...– Su voz vaciló cuando su madre se dio la vuelta. Ella miró por la ventana, su rostro desencajado ahora.

–Vamos a dejar el edificio donde está –le dijo. –La librería y las demás tiendas se quedarán. No quiero arruinarlas. Tienen mucho carácter y atractivo para la calle–. Él esperó a que ella hablara, pero no lo hizo. –¿Mamá?

Ella se giró despacio y luego entrecerró los ojos. –¡Ed! ¿Qué estás haciendo en casa tan temprano? Tina, ve a vigilar la cena. Necesito hablar con tu padre a solas.

Ella debía pensar que yo era una de sus hijas. Miré a Matt a los ojos. –Esperaré fuera.

Me besó en la frente y luego se sentó con su madre.

Se reunió conmigo fuera cinco minutos más tarde y nos dirigimos hacia el coche después de hablar con la enfermera de guardia.

–Está empeorando –dijo mientras nos alejábamos.

–¿Crees que ha entendido lo que estabas intentando decirle sobre mí y el edificio?

–No lo sé.

–Matt, lo siento muchísimo. Puedo ver lo difícil que es esto para ti.

–La vida es así, Steph. Es duro verla así, pero al menos tengo tu apoyo. Lo significa todo para mí.

Le toqué la rodilla. –Nos tenemos el uno al otro.

Nuestros planes para las cinco tiendas requerían mucho trabajo y una inyección de capital. Afortunadamente ninguno de nosotros rehuía lo primero, y Matt tenía gran abundancia de lo segundo. Él también tenía grandes ideas. Rápidamente aprendí como había pasado de tener una tienda de herramientas a tener cien, y a aparecer entre los “treinta de menos de treinta” del país: treinta emprendedores de menos de treinta años que se habían hecho un nombre, y un imperio, por sí mismos.

Después de tres meses, yo ya había mudado todas mis cosas a su apartamento... permanentemente. Tras cuatro meses yo estaba trabajando a tiempo parcial en la biblioteca y pasaba la mayoría de mi tiempo libre hablando con arquitectos, diseñadores de jardines, y albañiles. Matt dejó a mi cargo manejar las reparaciones, pero me asistía cada vez que se lo pedía. Y le hacía muchas preguntas. Había mucho que aprender.

Siete meses más tarde, la calle comercial Old Town volvió a inaugurarse con gran éxito. Gracias a los amigos ricos y poderosos de Matt, quienes ayudaron a atraer la atención de los medios a nuestro pequeño imperio comercial, tuvimos un increíble fin de semana de inauguración.

–Les encanta el diseño de la calle –me dijo Emma mientras ponía un brazo sobre mis hombros y me dio un apretón. –Inaugurar en primavera fue una gran idea. Todos los árboles nuevos están florecidos.

Los árboles se veían magníficos. Junto con los arriates y los muebles de exterior, la calle se veía mucho más luminosa. Teníamos planes para el invierno, por supuesto, principalmente con la idea de mantener a la gente dentro y concentrar los asientos alrededor de dos grandes chimeneas. Habíamos instalado una de ellas en el ultramarinos al final, donde los clientes podían acurrucarse mientras saboreaban quesos locales, panes artesanos, vinos, y otras delicias, y otra chimenea donde grandes sillones animaban a los lectores a quedarse un rato y leer parte de los libros antes de comprarlos.

Al derribar los muros internos, habíamos creado un espacio gigante, pero habíamos seccionado las tiendas con muebles, estanterías, y cómodos espacios. Entre el ultramarinos y mi tienda, la tetería de la señora Mopp había sido renovada con una temática retro y un nuevo menú, con la mismísima señora Mopp como gerente. Se animaba a los clientes a disfrutar de sus tés, cafés, y pasteles mientras se sentaban y leían uno de mis libros, y luego pasaban a examinar los elegantes electrodomésticos del señor Jones. Más allá de su tienda habíamos abierto una tienda de ropa de diseño y una tienda de accesorios, que era en parte una galería de arte con cuadros proporcionados por Becky y Cassie Kavanagh. Las joyas eran todas hechas a mano, y se admitían peticiones para diseños customizados.

Emma y yo estábamos en lugares opuestos de la calle, admirando los cinco edificios como si fuera uno solo. –Le hemos devuelto la vida a este lugar –dije, incapaz de borrar la sonrisa de mi cara.

–Le has dado a tus vecinos una nueva oportunidad en la vida también –dijo Emma. –Estaban muy preocupados después de vender a matt, pero ha funcionado perfectamente. Las ventas en Roxburg tienen otro punto de referencia.

Le rodeé la cintura con mi brazo. –No va a ser fácil, pero espero que le estemos dando a nuestros clientes una experiencia que no puedan encontrar online o en el centro comercial.

–Lo has conseguido totalmente. Es perfecto.

Matt salió de la librería pero no nos vio. Estaba hablando con Ryan, uno de sus amigos de la hermandad.

–Apuesto a que te pedirá matrimonio pronto–. Emma sonrió y me guiñó el ojo. –Él está absolutamente enamorado de ti.

–Lo dudo. La parte de la proposición, quiero decir–. Yo también estaba segura de que estaba enamorado de mí. Al cien por cien.

–¿Por qué no iba a estarlo? Habéis estado juntos casi un año.

–Porque está esperando a que yo lo haga.

–Eso no suena muy romántico.

–Es el gesto más romántico posible–. Al verla fruncir el ceño, me reí. –Él quiere que llevemos nuestra relación al siguiente nivel cuando yo esté preparada. Él no quiere que me sienta presionada o empujada a hacer algo. Cada paso ha sido marcado por mí hasta ahora.

–Esto tiene algo que ver con Kyle, ¿verdad?

Asentí y miré a Matt en el otro lado de la carretera, todavía charlando con Ryan. Todavía no me había visto. –Va sobre mi tendencia a precipitarme a tener relaciones antes de estar preparada. Pero esta vez me he asegurado de ir despacio. Eso significa que ahora sé exactamente lo que quiero, y lo que quiero es él.

–En ese caso voy a dejaros a vosotros dos–. Me dio un beso en la mejilla y cruzó la carretera.

Matt despidió a Ryan y luego le habló a Emma. Ella me señaló. Él corrió hacia mí y me dio un gran abrazo. –¿Admirando tu imperio? –preguntó con una sonrisa.

–Nuestro imperio. En realidad, la mayoría es tuyo.

–No, es tuyo. Voy a ponerlo todo a tu nombre.

Le miré fijamente y luego finalmente solté una protesta. Puso un dedo sobre mis labios.

–Tú hiciste todo el trabajo duro –dijo. –Te lo mereces.

Estaba a punto de decirle que no podía aceptarlo, pero entonces recordé algo. Cogí ambas manos entre las mías y estaba a punto de hablar, pero él lo hizo primero.

–Ryan tenía buenas noticias. Sobre Kyle.

–No hay buenas noticias en lo que se refiere a Kyle–. Él había cumplido una condena de suspensión, pero eso era todo. No se le consideraba una amenaza, lo cual había enfurecido a Matt y me había preocupado. Como condición para la liberación de Kyle, no podía acercarse a mí, aunque yo todavía seguía mirando por encima del hombro cada vez que caminaba sola hasta mi coche.

–Esta vez lo es. No quería decírtelo porque no quería darte esperanzas hasta que se hubiera firmado el acuerdo, pero Ryan acaba de decirme que ha prosperado.

–¿De qué estás hablando?

Él sonrió. Parecía ridículamente feliz y guapo. –Ryan acaba de comprar la emisora de radio donde trabaja Kyle.

–¿En serio? ¿Y ha despedido a Kyle?

–Mejor. Despedir a Kyle solo le dará más tiempo para crear problemas. Está a punto de llamar a Kyle y contarle que va a ser transferido a otra de las emisoras interestatales de Ryan. Está en medio de ninguna parte. Kyle no puede negarse. Con una condena criminal, él encontraría imposible conseguir otro trabajo, especialmente sin referencias. Kyle tiene que aceptar o quedarse sin trabajo.

Le lancé los brazos al cuello. –Eso son buenas noticias. Especialmente por lo de estar en medio de ninguna parte. Kyle odiará eso.

–¿Entonces estás complacida?

–Definitivamente. Llamaré a Ryan más tarde y le daré las gracias. O quizás le invitemos a cenar. Es un amigo fabuloso. Todos lo son.

Me besó profundamente, cogiéndome entre sus brazos y sosteniéndome contra su cuerpo. –¿Eres feliz, Steph? –murmuró cuando se retiró para mirarme.

–Mucho.

Él sonrió. –Bien. Cuando eres feliz, soy feliz.

–Pero hay una cosa–. Fruncí el ceño y me alejé de él.

–¿Qué? –preguntó con un suspiro. –¿Qué pasa? Dímelo y lo arreglaremos.

–Puedes decir que sí.

–Sí–. Tras un momento dijo: –¿Cuál es la pregunta?

Hinqué una rodilla en el suelo, incapaz de borrar la sonrisa de mi rostro. Echó la cabeza hacia atrás y se rio.

–¡Sí! –dijo. –¡Mil veces sí!

–Deja que te lo pregunte primero.

–Lo siento. Continúa.

–Matthew King, ¿me harías el gran honor de ser mi marido?

Él extendió su mano izquierda. Una sonrisa traviesa jugueteaba en sus labios. –Depende del tamaño del anillo.

Fui a darle un manotazo, pero él cogió mi mano y me puso de pie. Con sus brazos alrededor de mi cintura, me levantó suavemente hasta que estuvimos cara a cara.

–Sí –dijo con voz profunda y grave. –Me casaré contigo y te adoraré y te querré hasta el fin de mis días.

Le pasé los dedos por el pelo y tiré de él hacia mí para darle otro beso. Tras un largo momento durante el cual todo el mundo pareció detenerse para nosotros, me bajó.

–Es una suerte que haya estado llevando esto encima–. Metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó la caja de un anillo.

La abrí y solté una exclamación. El gran anillo de compromiso de diamantes brillaba bajo el sol. –¿Cuándo compraste esto?

–Hace meses–. Lo sacó de su nido de terciopelo y lo deslizó en mi dedo. –Lo he tenido conmigo todos los días, esperando que lo preguntaras.

–¿Y si no lo hubiera preguntado?

–Sabía que lo harías algún día. Cuando estuvieras preparada–. Me atrajo para darme otro abrazo, pero me descubrí admirando el anillo por encima de su cabeza.

–Oh, estaba preparada –le dije. –De hecho, estoy tan preparada que creo que deberíamos casarnos lo antes posible.

Él acarició mi cabello y lo metió detrás de mi oreja. –Cuando quieras. Estoy completamente a tu disposición.

–En ese caso, ¿cómo de rápido podemos marcharnos y volver a casa? Quiero hacer el amor contigo toda la noche.

Él sonrió. –Olvídate de ir a casa. No creo que pueda esperar tanto. Hay un árbol grande por ahí.

Me reí y me cogió de la mano. Juntos volvimos a nuestras cinco tiendas en una, y a nuestros amigos. El sexo detrás del árbol tendría que esperar hasta que oscureciera más.

FIN

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Él es el propietario de un vasto imperio inmobiliario. Es vanidoso, disoluto, y siguiendo un rápido camino de autodestrucción. Entonces la conoce. Emma siempre ha sido una buena chica que gusta a todo el mundo. Ella tiene éxito, tiene un gran corazón, y una familia genial. Su vida es perfecta. Hasta que aparece Adam Lyon y destroza su perfecta vida.

A pesar de que es erróneo de muchas maneras, Emma no puede evitar enamorarse del sexi Adam. Él hace aflorar su lado más travieso durante su rollo de una noche: un lado que resulta capturado por un fotógrafo anónimo. Con un ascenso en juego y las fotos circulando, la vida perfecta de Emma empieza a desmoronarse.

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