Kennedy

Kennedy


Repercusiones

Página 7 de 9

REPERCUSIONES

LA INVESTIDURA DE LYNDON B. JOHNSON

La primera repercusión del asesinato de Kennedy es la llegada a la función suprema de su vicepresidente, Lyndon B. Johnson.

Lyndon B. Johnson presta juramento a bordo del Air Force One, acompañado por Jacqueline Kennedy.

El carácter de este último contrasta bruscamente con la personalidad de playboy de Kennedy. De hecho, el tejano es un trabajador incansable y un político endurecido, además de un gran conocedor de las normas del Congreso y de las bajezas propias de la política. Su personalidad ambivalente hace que algunos lo consideren autoritario e irritante, mientras que otros dicen que es encantador, genuino, inteligente y talentoso. De hecho, su carácter y su carrera política no le impiden ampliar o incluso superar la obra de Kennedy. Dotado de una verdadera visión para su país, Lyndon B. Johnson pone en marcha su proyecto, Great Society («Gran Sociedad»), es decir, la frenética lucha contra la pobreza, el establecimiento de un seguro de salud para los ancianos y la mejora de las condiciones de vida de los afroamericanos, además de una ley de inmigración más justa y que favorece la reunificación familiar. Así pues, la presidencia de Lyndon B. Johnson permite concretar los proyectos que Kennedy no pudo llevar a cabo.

Por desgracia para el texano, la historia le recuerda sobre todo por su mala gestión de la guerra de Vietnam, en parte heredada de su predecesor. Porque si existe un punto ideológico en el que se desmarca de Kennedy, ese es el de la política exterior. Lyndon B. Johnson no sabe mucho de ella y, cuando se enfrenta a la situación en Vietnam, su liderazgo se critica abiertamente. Como Kennedy había autorizado a la CIA a realizar misiones de espionaje en Vietnam sin informar al Congreso, el texano decide continuar esta lógica. No obstante, ante el empeoramiento de la situación, se ve obligado a entrar oficialmente el país en lo que supone uno de los mayores traumas para los Estados Unidos en el siglo XX.

EL CIVIL RIGHTS ACT

Lyndon B. Johnson actúa rápidamente en el tema de los derechos civiles mediante la promulgación de la Civil Rights Act, que prohíbe la discriminación basada en la raza, el color de piel, la religión o el origen étnico. En caso de incumplimiento por parte de un estado, el texto prevé la suspensión de los subsidios federales. De hecho, se trata del importante y ambicioso proyecto de ley deseado por John F. Kennedy y por su hermano, pero cuya implementación se vio retrasada por su asesinato. El texto se completa al año siguiente con el Voting Rights Act (Ley de derecho al voto), que garantiza el derecho al voto de todos y elimina la discriminación en lugares públicos, en los servicios y en el empleo. Cuando reflexionaba sobre esta ley, Kennedy se esperaba una férrea oposición por parte de los representantes electos del Sur segregacionista, y esto es precisamente lo que le sucede a su sucesor, que ejerce una presión asfixiante sobre sus legisladores. Sin embargo, acorralado por la guerra de Vietnam, el presidente abandona gradualmente su programa de Great Society y no puede evitar el estallido de disturbios raciales en 1965, que se multiplicarán hasta el final de la década.

UNA PRESIDENCIA EN EL PUNTO DE MIRA

La presidencia también sufre un profundo cambio tras el mandato de Kennedy, que la hace entrar en una era más mediática. Desde los años sesenta, la televisión está presente en casi todos los hogares estadounidenses y para muchos ciudadanos es la única fuente de información. John F. Kennedy comprende enseguida la función vital de esta nueva herramienta, y sabe tanto controlar a la prensa como halagarla. Esta cualidad se convierte más tarde en primordial para los candidatos a la presidencia. Además, desde el legendario cara a cara entre John F. Kennedy y Richard Nixon, los debates televisados ganan importancia en la vida política estadounidense. Con todo, habrá que esperar al año 1976 para que dos políticos participen de nuevo en uno, pero desde esta fecha, los debates se convierten en sistemáticos. El entusiasmo del público es tal que la televisión retransmite poco a poco los enfrentamientos entre los compañeros de candidatura, y desde la primera campaña de Barack Obama (nacido en 1961) asistimos a debates televisados entre candidatos de un mismo partido, tanto del bando republicano como del demócrata, que aspiran a la investidura.

Esta tendencia a informar a la gente también se refleja en el creciente número de conferencias de prensa. Kennedy respondía en directo a las preguntas de los periodistas y llevó a cabo una media de 23 conferencias televisadas de este tipo al año, al igual que Bill Clinton (nacido en 1946), George W. Bush (nacido en 1946) y Barack Obama. De alguna manera, Kennedy inspiró más la comunicación de los presidentes estadounidenses de los años 1990-2000 que la de sus sucesores más próximos. Los republicanos Richard Nixon, Ronald Reagan (1911-2004) y George H. W. Bush (nacido en 1924), por el contrario, desconfiaban de la prensa y a menudo se mostraban reacios a dar información y a abrir las puertas de la Casa Blanca a los periodistas.

Ir a la siguiente página

Report Page