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Primera hora: Biología » 6. Viaje fantástico

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6. Viaje fantástico

A los cinco minutos de iniciada la película yo no pensaba ya en células, misterios ni moléculas: simplemente jugaba. Descubrí que si miraba fijo la pantalla y desenfocaba la vista, las imágenes se volvían tridimensionales; psicodelia para principiantes. Al rato de contemplar los círculos y bananitas movedizos de los tejidos celulares se me borraron los contornos de la pantalla y fue como si cayese dentro del magma.

Al principio me divertí. Era como estar dentro de Viaje fantástico, esa película en que una nave es reducida a tamaño microscópico para recorrer el torrente sanguíneo de un conejillo de Indias. Pero al poco tiempo me mareé. Si no salía de ese caldo iba a terminar vomitando el desayuno.

Me di vuelta en el asiento, buscando otros paisajes para mis ojos tensos. En la penumbra del aula Mazzocone se comía el sándwich que debía comerse al mediodía y Guidi se había dormido y Broitman jugaba al Hombre Nuclear con un soldadito (lo hacía correr en cámara lenta y saltar como una langosta). Bertuccio me daba la espalda. Fiel a su estampa, se había puesto de pie y le decía a la señorita Barbeito que no se tragaba eso de que alguna vez habíamos sido una sola célula en el mar y que pasó el tiempo y paf, la célula se convirtió en nosotros.

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