Kamchatka

Kamchatka


Primera hora: Biología » 11. Nos vamos

Página 14 de 94

11. Nos vamos

Mamá asomó la cabeza en el aula y preguntó si podía pasar. Vestía un traje sastre azul oscuro que a mí me gustaba porque le hacía cintura de avispa. Tenía, como siempre, un cigarrillo encendido entre los dedos. Puede que ese fuese el único rasgo de científico loco que asociaba a mamá, más allá de su tendencia a querer explicarlo todo en términos físicos y no poder ver en un partido de fútbol sino un complejo sistema de masas, resistencias, vectores y energías. Mamá utilizaba el rojo envoltorio de sus Jockey Club para anotar cualquier cosa, desde teléfonos hasta fórmulas, y después se olvidaba de que había escrito algo importante y tiraba el papel a la basura. Este rasgo era una ley, tan inamovible como la de la gravedad.

La señorita Barbeito detuvo el proyector y fue a cuchichear con mamá. Yo aproveché su prodigiosa intervención para no cantarle más letras a Bertuccio hasta que estuviese seguro (un error más y me ahorcaba), con la excusa de la intriga. ¿Qué hacía mamá ahí? ¿No tenía que estar en el laboratorio, a esas horas? ¿Habría ido a pagar la cooperadora y saludaba de paso?

Prepará tus cosas que te vas, me dijo la señorita.

Hice un gesto de moderado triunfo y empecé a guardar todo dentro de la valija. Bertuccio parecía mosqueado. Mamá lo había despojado de su victoria.

Completó los huecos con las letras que faltaban mientras me preguntaba qué haríamos esa tarde. Lo de siempre, repliqué: voy a tu casa después de inglés. Mi mamá va a hacer milanesas, dijo, para terminar de seducirme. Y vaya si lo logró. Si pudiese perfeccionar la frase del abuelo, diría que Dios está en los detalles y en las milanesas de la mamá de Bertuccio.

Entonces me dio el papelito del Ahorcado.

Ya no decía más A _ _ A _ A _ A _ _ A.

La solución era simple y elegante. O mejor: mágica.

La palabra de Bertuccio era abracadabra.

Ir a la siguiente página

Report Page