Joy

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1975 » Capítulo 33. Junio 17, martes

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Junio 17, martes

Bueno, que Dick dijera cuál era el problema. El problema, Mr. White, era que Myriam ya no quería aceptar sus galanterías, y sobre todo desde que «el reno» había vuelto a dedicarse… ¿Desde qué quién? Perdón, desde que el doctor Van Vermeer había anunciado su retiro de Homestead, parecía que Myriam y él estaban otra vez de luna de miel, y ahora, con el proyecto del viaje a Europa, sencillamente, Mr. White, ella lo rechazaba de plano; no quería salir con Dick. Dick lo sentía mucho, Mr. White, pero le parecía haber perdido el control de la situación… En fin, no creía ser la persona indicada para seguirlos a Europa. Pero, ¿era posible que Dick no se diera cuenta de que aquello de las buenas relaciones entre Tony y Myriam era algo efímero y falso? Parecía mentira, Dick, que conociendo como conocía a Myriam, pensara aquellas tonterías que acababa de decir. Dick podía tener por cierto de que en cuanto Myriam se asegurara la casa que Tony le había prometido en Ámsterdam y aceptara vender sus propiedades de Johannesburg para comprarle su maisonnette en Chamonix, el sueño de toda su vida, Myriam volvería a ser Myriam. ¡La gente no cambiaba, Dick! ¡El mundo no cambiaba, Dick! Las cosas siempre habían sido así, y así seguirían siendo. Y las mujeres ardientes, como Myriam, seguirían siendo ardientes. Si Myriam no volvía a las andadas apenas pusiera un pie en Europa, Mr. White, dejaría de llamarse White. Era seguro que caería en brazos de cualquier francotirador, dispuesto a darle el rigor que no tenía el esmirriado científico Anton Van Vermeer, su esposo. Lo único que tendría que hacer Dick, era encontrarse por casualidad con ella en París o en Ámsterdam, o donde the hell fuera… Si ella no quería reeditar su romance con Dick, cosa que Mr. White dudaba mucho, Dick tendría que asegurarse por lo menos el contacto con ella, como para poder introducirle su reemplazo. ¡Aquello era una carrera de postas, Dick! En cuanto la Agencia tuviera control sobre la vida de los Vermeer en Europa, ya fuera mediante agentes que se le colaran a ella o a él, o en la servidumbre, Dick podría regresar a los Estados Unidos. Mr. White no creía que aquello lo demorase más de un par de meses en Europa. ¿Dick entendía? Bueno…, si Dick había entendido bien, él debía recuperar su posición en la alcoba de los Vermeer o propiciar el acceso a ella de un suplente. Exactamente, Dick: lo importante era que alguien consiguiese acceso a los papeles y notas de Van Vermeer, y pudiera instalar en la casa un buen sistema de escuchas. Eso era todo. Bueno, Mr. White, si la cosa era así, si a Mr. White le parecía… ¡Claro que sí, Dick! Mr. White consideraba que Dick debía comenzar a preparar el terreno de inmediato. De momento, Mr. White aconsejaba que Dick se retirara como un gentleman. Que le hiciera un buen regalo a Myriam; que se comportara como un amante discreto y agradecido, que reconocía haber sido muy feliz con ella; que se comportara con altura, con nobleza; que Myriam se quedara con un buen recuerdo de él. ¿Eh, Dick? Did Dick understand? Oh, yes, he did. Todas las mujeres, por arpías que fuesen, tenían un corazoncito romántico, y los grandes gestos caballerescos las conmovían sin excepción, por supuesto siempre que no fuesen muy repetidos, cosa que Mr. White estaba seguro no había ocurrido en el caso de Dick, je, je. Aquella pulsera, por ejemplo, oro macizo, dieciocho quilates, le encantaría a Myriam Van Vermeer. Que Dick se la regalara cuanto antes y no la volviera a ver más hasta que se encontraran por casualidad en Europa, ¿entendido? Entendido, Mr. White. ¿Un trago, Dick? ¿Cognac, scotch, bourbon? Scotch, please. Mr. White alargó la mano y cogió una botella de Johnny Walker Black Label, que en realidad contenía Red Label, y disfrutó mucho viendo al poor devil de Dick, comer gato por liebre. Él no lo hacía por ahorrar dinero: nunca había sido tacaño, pero engañar gente le parecía un pasatiempo primoroso, y lo hacía sentirse bien. ¿Y para qué fecha debía estar Dick en Europa? Alrededor del 1ro. de julio, Dick. Según Tony Vermeer le había dicho a Mr. White, ellos viajarían el 6 de julio a París, y convendría que Dick llegara unos días antes para preparar el reencuentro. Bien, Mr. White, ¿algo más? No, nada más, Dick. ¿Otro trago? No, Mr. White. Entonces que antes de irse firmara el recibito de la pulsera, por favor, je, je.

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