Joy

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1975 » Capítulo 78. Julio 13, domingo

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Julio 13, domingo

—Yo espero, mayor —afirmó Paco—, que no tardemos en localizarlo. La reconstrucción es perfecta, según todos los indicios.

—¿Cuáles indicios? —preguntó el mayor extrañado.

—A mí me bastó con ver cómo se echó a reír Elpidio cuando le mostramos el retrato: «¡Ese mismo es! ¡Así mismitico!», se puso a gritar. «¡Ese es el cabrón que me embarcó: cójanlo ya, tráiganmelo aquí pa’ cagarme en su madre!».

—¡No me diga! —exclamó Alba sonriente—. ¿Y cómo va a proceder ahora?

—Con la rutina de siempre, mayor: hemos preparado todas las variaciones posibles de corte de pelo, peinado, bigotes, pelucas, espejuelos, etcétera, y ya están en manos de las patrullas de la PNR.

—Yo pienso, Paco —comentó el mayor, con una expresión escéptica—, que el tal Guillermo ese, ya debe estar enterado del arresto de Elpidio y no va a andar regalándose mucho.

—Pero si llegara a dejarse ver nada más que un tantico así —replicó Paco, y se tocó con la uña del pulgar la falangeta del índice—, yo le aseguro que lo cogemos.

El mayor sonrió complacido por el optimismo de Paco, pero su incredulidad procedía de un hecho irrefutable: Las dos personas vinculadas al sabotaje, detectadas por Seguridad, ignoraban la esencia de lo que estaban perpetrando en Cuba. Elpidio, tras regar «piojos» y yemas enfermas, ignoraba la dimensión y complejidad de aquel sabotaje a nivel nacional. El pobre Huidobro, ni siquiera supo de su trabajo para el enemigo. Si cogían al tal Guillermo, como esperaba Paco, lo más probable es que tampoco supiese mucho. Se veía a las claras que el enemigo tomó grandes precauciones, y, sin duda, toda la operación debía estar muy compartimentada. Además, era probable que Guillermo no hubiese trabajado más que en la maniobra de desinformación con la Tristeza, y con toda probabilidad también sería persona de bajo nivel.

Desde luego, Alba no excluía la posibilidad de que fuese algún profesional experimentado, del rango de los que acababan de fugarse con tanta maestría por la calle 22; pero así y todo, sospechaba que por boca de esa gente le sería difícil obtener información directa sobre el conjunto de la operación. El mismo calibre científico del sabotaje casi excluía la posibilidad de que los participantes estuvieran al tanto de su significación real. Pero alguien debía coordinarlo en Cuba, y ese sí necesitaba el nivel técnico y científico a la altura de una misión tan compleja. De todas maneras, era urgente hallar a Guillermo. Quizá él pudiese aportar datos valiosos para descubrir al resto de la red. Además, el ambiente de mal disimulada depresión provocado por el desastre de la calle 22, quizá se tonificara con la captura de otro de los saboteadores. Lo que más afectó al mayor, fue no haber podido coger ni un solo indicio de los restos de la camioneta. Se sabía que aquellos dos hombres habían lanzado la Toxoptera aurantii, pero, ¿y si también hubieran lanzado virus?

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Alba.

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