Joy

Joy


1975 » Capítulo 24. Junio 3, martes

Página 28 de 100

24

Junio 3, martes

¿Y a qué hora fue eso, Lucho? Hoy a las cuatro cuando cogí el turno, y entonces, el militar me decía: pero fíjese bien compañero, tiene que estar bien seguro. Y yo: ¡claro que estoy seguro! Eso parece película, tú. Coño, como te lo estoy contando. Si tú hubieras estado, a ti también te interrogan. Primero, mandaron a buscar a la gente del bar y, al rato, salieron todos de la gerencia con una cara de misterio del carajo, y Pepe iba diciendo imagínate, yo qué voy a acordarme, y yo: Pepe, ¿cuál es la volá?, y no me decía nada. Después llamaron a los de la cafetería, a los de la carpeta, y Pedro me daba cranque, dale, pregúntale al Curro, ahí viene; y yo: pregúntaselo tú, coño…

Sí, compañero, nosotros le subimos las maletas. ¡Por favor, la llave del 303! Y después pasaron los del ascensor y al final nosotros. Sí, la cosa era en la gerencia. En cuanto me mostraron la foto lo reconocí. Bueno, foto no era, era de esos dibujos que hace la policía, ¿sabes cómo es? Sí, él robó ese. Y yo me acordé enseguida, tú. Era el viejo aquel de la portañuela abierta, ¿te acuerdas que yo te conté? ¡Coñóoo! Lo reconocí enseguida, estaba igualito. ¿Y se lo dijiste? ¿Cómo no se lo voy a decir? ¿Qué pasa? Apaga el cigarro que ahí viene el Rubio. Hola, dígame. No, aquí es el despacho de bellboys. Para el room service tiene que llamar al 702. Para servirle, compañero. Bueno, como te iba diciendo… ¿Hola? ¿Al 416? Sí, va enseguida. Dale, Pedro, al 416. Y, entonces, el hombre con la portañuela abierta de par en par. ¿Cómo fue eso, Lucho? ¿A ti no te lo conté? Nada, era un viejo que andaba por el lobby con la portañuela abierta, y se le asomaba un pedazo de camisa así de largo. ¡Por mi madre! Pregúntaselo a Pedro, cuando vuelva, que él lo alcanzó a ver. ¿Y tú estabas solo? No, estaba Tomás conmigo, meándose de risa. Y yo: déjate de bonche, Tomás, que el pobre está haciendo tremendo papelón. Y entonces el de la policía, pero, ¿usted está bien seguro? ¿Hola? Sí, enseguida. Al 514, tú. Termina el cuento, Lucho. No, no: primero la pincha. Dale, dale, después te lo cuento. Y entonces, como iba diciendo, me dio lástima del pobre… ¡Apaga el cigarro o métete en el baño, coño! Y entonces me acerqué y le dije que se abrochara. ¡Alabao! Cuando aquel viejo hizo así y miró p’abajo y se vio el tremendo pedazo de camisa rosada que llevaba colgando por delante, se puso colorao colorao, y yo tenía más pena que él, tú. ¡Pobre viejo! Y entonces, el policía: ¿y usted no lo volvió a ver más, compañero? Sí, dígole, lo vi el día que se fue. Resulta que él había cerrado y se le quedó la llave adentro, y la camarera del piso no estaba, y yo tuve que subir con una llave maestra a abrirle. Oye, y el viejo aquel al verme, tú, se volvió a poner colorao. ¡Claro, Lucho! El viejo estaría pensando: coño, el sapo este me coge en todos los fallos. Y entonces el guardia: ¿Usted se acuerda, compañero, del número de la habitación? No, teniente, pero estoy seguro de que era en el tercer piso, por el ala izquierda, al frente, entre el 311 y el 305. Y el teniente: ¿Seguro? Y yo: ¡Como que estoy aquí sentado, conversando con usted! Bueno, díceme, siga. Y entonces yo bajé con la llave y la entregué en la carpeta. Y me dice el teniente: ¿Usted podría reconocer al militar ese? No, eso sí que no. Fue solo un momentico que lo vi. ¿Y tú le cargaste las maletas, Lucho? ¡Qué va! Si el viejo no había traído equipaje: un par de periódicos en la mano, y más na. Bueno, ¿y qué será lo que el viejo hizo p’a que lo busquen tanto? ¿Hola? Va enseguida. Dale pa’la carpeta.

Paco había preguntado:

—¿Este es el último?

—Sí, teniente.

—Les voy a rogar, entonces —y se dirigió al secretario del núcleo y al gerente del hotel—, que ustedes dos, personalmente, me saquen, si es posible ahora mismo, la nómina completa de todos los que permanecieron aquí los días 23 y 24 de octubre de 1974 y que abandonaron el hotel el día 25. ¿Sería posible?

—¿Solo los nombres?

—No, no: dirección, teléfono, centro de trabajo, documentos; en fin, todos los datos que aparezcan.

—¿De los extranjeros también? —preguntó el gerente.

—Sí, también; pero antes que nada, quisiera ver yo mismo los archivos del 74, si es posible.

Ir a la siguiente página

Report Page