Joy

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1975 » Capítulo 50. Junio 28, sábado

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Junio 28, sábado

Los que se treparon a coger mangos de la mata fueron tres; y un buen observador, cerca del lugar, habría visto apearse solo a dos.

El que se quedó arriba sacó de su mochila unos binoculares y enfocó, a unos cuatrocientos metros, un grupo de hombres trabajando en el campo. Los binoculares, tras un barrido amplio, se posaron primero en un rostro y unos labios que aprisionaban un tabaco. De ahí bajaron a unas manos gordas y diestras que cortaban esquejes con yemas y los acopiaban en un saco terciado al hombro de un trabajador. Sobre ese mismo saco, manos y mocho, se paseaban otros binoculares desde lo alto de una nave.

Aquel hombre llevaba apenas media hora de trabajo cuando se detuvo para coger un cinco. Encendió el mocho apagado, escupió, miró con disimulo a ambos lados, y de abajo de la camisa sacó un paquete que introdujo en el saco de las yemas.

Siguió trabajando otra media hora hasta llenar el saco cuyo contenido vació en el suelo. Tras un breve descanso en cuclillas, comenzó a formar atados de esquejes. Cogía varios y antes de amarrarlos les agregaba otro, de la pilita dispuesta a un lado. Mientras, su compañero más próximo se hallaba a unos veinte metros.

Amarró unos diez paquetes con girones de saco y los dejó apilados junto a un árbol. Luego prosiguió su trabajo.

A las ocho y cuarenta y cinco de la mañana, Seguridad del Estado sabía que Elpidio Zamora estaba jugando sucio. Mezclaba las yemas que trajera escondidas entre sus ropas, con las cortadas en el naranjal.

A las once, la brigada terminó de cortar y todos los obreros comenzaron a acarrear sus bultos hacia una carreta que pasó por la orilla del campo. Los bultos que entregaba Elpidio fueron todos marcados con unas pequeñas manchas de grasa negra, de la usada para lubricar las ruedas de las carretas.

A la una de la tarde, los veintisiete paquetes de Elpidio eran observados con minucia, y en todos se detectó un esqueje de una coloración algo más pálida que la del resto. Con esas yemas se realizó una preparación ultrarrápida, para poder detectar la presencia de virus en un microscopio electrónico, dentro del término de cuarenta y ocho horas.

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