Joy

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1975 » Capítulo 60. Julio 1ro., martes

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Julio 1ro., martes

Con Orlando, por favor. Sí, de Renato. «En cinco o seis días, a lo sumo en diez…». ¿Orlando? Lo llamé por la mañana pero usted no estaba. Así es. ¿Usted podría reunirse con nosotros hoy por la noche? Si le parece bien, a las diez. Correcto, a las diez y media, entonces. ¿Ya hizo los cálculos? Anjá, anjá… Déjeme anotar: doscientos veinte kilómetros; entonces hay que hacer más de cuatrocientos. ¿Esto no es para las dos regiones, verdad? ¿Qué le iba a decir…? Ah, sí: ¿Ya planteó la cosa a la gente de Riego y Drenaje? Anjá, ¿y qué dicen? ¿A qué horas? Perfecto: yo estaré puntualmente. ¿Es en Capdevila, verdad? Anjá, anjá… No, no, no: de los perros nos vamos a ocupar nosotros. Sí, sea como sea: lo del «infanticidio» tiene que ser pasado mañana mismo. En eso no se puede esperar ni un día más. Asegúrese de que no haya problemas con el transporte ni con la comida. Eso mismo: pluviómetros… Sí, pero pueden servir para estudiar la relación entre las precipitaciones y la saturación de los suelos, ¿me entiende? A menos, por supuesto, que a la gente de Riego y Drenaje se le ocurra algo diferente, algo mejor, vaya. Sí: puede llamarme a cualquier hora del día o de la noche, aquí mismo. Sí, permanente. Y si no estoy, mi gente sabe cómo localizarme enseguida. Bien, hasta las diez y media. Ah, otra cosa: lo de la medida de los pluviómetros, decídalo usted mismo. No se puede perder tiempo, porque hay que mandar a hacer las tapas mañana. Sí, sí, sí, de eso nos encargamos nosotros, con la Industria Ligera. No, no: no hay problema. ¿Pensó algo para las comunicaciones de los pluviómetros? Bien: más tarde me lo explica. Falta coordinar la cosa con la gente de Educación. Correcto, pero venga preparado, porque todo eso tiene que quedar decidido esta noche.

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