Joy

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1975 » Capítulo 69. Julio 8, martes

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Julio 8, martes

—¡Estupendo, mayor, estupendo! En verdad que es más de lo que podía esperarse.

El comandante López estaba muy excitado con la noticia. Comenzó a pasearse por el despacho, a rascarse la nuca con movimientos nerviosos y a veces parecía no tomar en cuenta la presencia de Alba. Hablaba sin tregua, y más bien daba la impresión de monologar en voz alta.

—Lo que debe hacerse, mayor, es llamar enseguida a esa gente; porque sin alterar el plan original, se podría intentar algo de mucho más alcance, para trascender el propósito meramente demostrativo, didáctico. Con estos elementos que surgen ahora, se debe aspirar a hacer un trabajo… ¿cómo le diría? Algo… enorme, épico, sí, esa es la palabra: épico; algo que aparte de incontrovertible desde el punto de vista demostrativo, esté lleno de contenido ideológico, como un alegato histórico.

Alba hubiera querido decir algo pero se sentía impotente ante aquella cascada de ideas que generaba el ánimo eufórico del comandante.

—… y hay que tratar de hacer la cosa con el máximo sentido del humor; y con amenidad siempre que se pueda. Así duplicaremos su eficacia, ¿me comprende? Esta es una oportunidad única y debemos sacarle el máximo partido. Tiene que ser un palo internacional. Hay que ponerse a trabajar en eso de inmediato. Lo primero sería documentar toda la primera parte; y no importa presentarla a posteriori.

En un momento en que López se calló para encender un cigarro, Alba sugirió una par de ideas. El comandante siguió entusiasmado, y comenzaron a proyectar el trabajo. Él se encargaría de coordinar lo que fuera necesario con la gente del ICAIC; pero se les debía presentar una propuesta estructurada.

—Con estos elementos ya se puede tener confianza en el éxito del plan. Además —añadió el comandante—, el operativo delo por aprobado ya. Tiene carta blanca. Usted siga en lo suyo, que del resto me ocuparé yo; y cuando se vaya a discutir el asunto, lo mandaré a llamar para que aporte sus ideas. Sin desatender su trabajo, vaya pensando algo. Quizá mañana mismo nos podamos reunir con alguien del ICAIC. Gracias.

Alba vuelve a cuadrarse, recibe el saludo del comandante y se dispone a salir. Ya de espaldas, oye otra vez su voz:

—¡Felicitaciones, mayor!

¡Cosa insólita! Era toda una hazaña, obtener un cumplido del comandante López.

Ante la euforia de su superior por la nueva situación, Alba ya se daba por más que felicitado; pero así, verbalmente, en forma expresa, jamás supuso recibir un elogio de aquel hombre. Sin embargo, no ignoraba que tan inesperada benevolencia sería un nuevo fardo sobre sus hombros y duplicaba su responsabilidad.

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