John

John


Capítulo 6

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—Joder John, mamá me tiene loca, en estos últimos años jamás me había llamado tantas veces como en estas últimas semanas, y ¿sabes qué es lo gracioso?

—Ahhh —intentó centrar todo su poder de concentración en la conversación que mantenía con su hermana.

—Lo gracioso es, John, que ni una sola vez me ha preguntado cómo estoy yo, o cómo está Sarah… o «mi amiga» como creo que la llama ella… Solo llama para hablar de ti y de lo que te ocurre.

—Lo siento.

—¿Qué sientes? ¿Estar volviendo locos a papá y mamá? No me mal interpretes, me gusta verles sufrir y que por una vez no sea por mi culpa, pero John… me tienes preocupada a mi también. ¿Se puede saber qué diablos estás haciendo? —le reprendió su hermana.

—No lo sé, y de verdad que lo lamento —susurró, no sabía cuántas veces se había disculpado ya—. Es solo una mala racha, pasará. Todo termina pasando ¿no?

—Eso espero enano, porque sino me veré obligada a torturarte —rio ella al otro lado de la línea.

—Leah, necesito dinero —soltó de pronto.

—¿Peeeeeeeerdona? —la voz de su hermana había sonado tan aflautada, que John tuvo que apartarse un poco del auricular para no quedarse sordo.

—Necesito que me prestes algo para pagar el alquiler de este mes y…

—Estás de coña… —bufó ella sin poder dar crédito a lo que escuchaba—. No, no lo estás…Oye John… habla con nuestros padres y puede que…

—No quiero hablar con ellos ahora… es que… Leah, solo necesito un poco de tiempo para aclararme las ideas y retomarlo todo de nuevo… Es solo eso, de verdad.

—Joder John, ¿toda esta movida es por los gilipollas de Heit y Max? Por que si es por eso voy a cogerles y…

—No, bueno... sí, en parte —reconoció, a su hermana no podía engañarla, o no del todo—. Pero joder Leah, no te metas, vale… —al otro lado se hizo el silencio, conocía a su hermana, debía estar intentando que no se la llevaran los demonios—. Sabes mi número de cuenta.

—Y una mierda John —soltó rápida, sin darle tiempo a poder añadir nada más—, si quieres pedirme dinero al menos ten la jodida decencia de venir a hacerlo a la cara.

—Está bien —bufó—. Leah, de verdad que lo siento —volvió a disculparse.

—Deja de sentirlo, lamentarse no arregla nada, vuelve a coger las riendas de tu vida hermanito, te veo más perdido que nunca, y eso no me gusta —decretó Leah.

—Ni a mi…

—Esta tarde estaré en casa, ¿nos veremos después? —Leah aguardó una respuesta que tardó demasiado en llegar, pues John había vuelto a fijar la mirada en Lena que entraba y salía del local y él quería poder hacerlo, ser capaz de acercarse a ella, pero era como si algo se lo impidiera—. ¿John? —insistió Leah desde el otro lado de la línea—. Eooo ¡John!

—Está bien, nos veremos después —dijo antes de colgar.

Volvió a centrarse por última vez en el bar de esa plazoleta y en esa menuda camarera que se movía como un torbellino por entre las mesas. Guardó el teléfono en el bolsillo y se levantó para irse mucho más confundido de lo que había llegado, realmente no entendía el por qué había ido hasta allí. Sobre la mesa de esa terraza quedó olvidado el café.

Caminó hasta el coche maldiciendo una y mil veces ese día, renegando haberla dejado quedarse y sobre todo haber dejado que se marchara. Sabía que ya no podía seguir así, sin embargo por más que lo intentaba, no podía cambiar el estado en el que se encontraba, necesitaba una vía de escape, que alguien le echara una mano o le ofreciera una salida, pero se había quedado solo, y cada mañana le costaba más el poder afrontar un nuevo día.

Se sentó en el coche y no supo por qué, el caso es que no pudo contener las irrefrenables ganas de llorar que le asaltaron.

—Seré idiota —se dijo a sí mismo intentando esbozar una sonrisa— Joder, si me vierais ahora…

 

 

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