Janet

Janet


Capítulo 7

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Familia

Mark revolvía con la cuchara la sopa que su madre había preparado, la odiaba, tenía un sabor horrible pero jamás había tenido las pelotas de decírselo, de hecho, jamás había sido capaz de contradecirla.

—¿Cómo esta Lidia?

—¿Qué?

—Cariño, ¿qué te sucede hoy? ¿tienes algún problema?

—No, es sólo que he tenido algunos problemas en el trabajo.

—Debes concentrarte, es un trabajo impresionante el que tienes.

—Lo sé mamá.

—¿Por qué te molestas?, no es mi culpa que tu día no esté yendo bien.

—Estoy trabajando junto a Janet Atkinson

La mujer palideció, seguramente había escuchado una tontería.

—¿Janet Atkinson?

—Sí mamá, Janet, la rubia tetona, la que no soportabas, es dueña de la empresa con la que estamos llevando adelante el proyecto.

—Esto no puede ser cierto, ¿cómo llegó a.…?

—¿A ser millonaria?, la verdad es que no lo sé, pero ahora tiene poder suficiente para pedir mi cabeza si es necesario..

—¿Lidia lo sabe?

—No, pero seguramente se enterará pronto.

—Hijo, aléjate de esa mujer – el moreno rio fuertemente mientras el rostro de su madre se endurecía, sus labios fruncidos, estaba irritándose.

—¿Qué te preocupa?, voy a casarme con Lidia ¿no?, jamás te desobedecí, a pesar de que prácticamente su pérdida me partió en dos..

—Mark... –la mujer intentó tomar la mano del hombre, pero este la alejó.

—Será mejor que me vaya... –estaba enojado, quería decir tantas cosas, pero simplemente, las palabras se negaban a abandonar su garganta.

—No probaste la sopa.

—Odio tu sopa mamá, me deja al borde de las arcadas cada vez que la pruebo.

—¿Por qué nunca lo dijiste?

—Por la misma razón que abandoné a Janet hace diez años, obediencia familiar y genuina estupidez.

—Hijo, ella no te conviene, nunca lo hizo..

—¿Qué puedes saber tú?, has vivido toda la vida en un matrimonio infeliz junto a papá, guardando pobres apariencias mientras la gente se burla de ustedes a sus espaldas..

—¡Mocoso! – la mujer se acercó y dejó caer una bofetada sobre el moreno, Mark se quedó inmóvil, la merecía, se merecía cada golpe que le pudieran dar..

—Adiós mamá, nos vemos..

—Janet, ya hablamos de esto... – Yannick trataba de hacer recapacitar a la mujer que tenía frente a la pantalla.

—Amigo, se terminó, busca a otro, no puedo seguir aquí, ya no lo aguanto, a la mierda el profesionalismo.

—¿Tan mal están las cosas?

—Me lo follé en el baño y en la sala de juntas de la empresa, ¿te parece que esto puede continuar?

—¿Y cuál es el problema?, tuviste sexo con él, ¡gran cosa!, ¿te imaginas si Eric se hubiera comportado como tú y desechara cada trabajo en donde ha tenido una aventura?

—Yan, no soy Eric, y ni siquiera entiendo por que me estás comparando con ese libidinoso.

—Bueno, noticia de último minuto, tú te has comportado del mismo modo en que él lo hace en estas semanas. Como sea, no puedes dejar que esto te acobarde, no ahora..

—¿Podrías tenerme un poco de piedad al menos? – el muchacho sonrió, negando con la cabeza..

—Lo lamento amiga, confía un poco más en ti, esto está saliendo a tu favor.

—¿A mi favor? ¿es una broma?

—No, simplemente es que tengo certeza de que lo que tienes con ese imbécil va más allá de lo físico.

Janet frotó las manos por su pantalón tratando de atrapar el sudor que sus manos desprendían, lo hacía, estaba al borde un ataque de un pánico..

—Voy a desmoronarme, y junto conmigo todo esto, Yannick, necesito tu ayuda – el moreno apoyó sus codos sobre el escritorio y dio un largo suspiro antes de dirigirse a la pantalla nuevamente..

—Bien, hablaré con Eric y Lara, siento que las cosas no hayan terminado bien para ti

La chica contuvo las lágrimas que atiborraban sus ojos, asintió tímidamente, y la comunicación cesó.

Se puso de pie y se paró en el umbral del gran ventanal, las luces de la ciudad se veían tan hermosas de allí, Janet se abrazó a sí misma, tratando de brindarse consuelo. Odiaba sentirse vulnerable, detestaba la forma en que Mark lograba aquello sin ni siquiera esforzarse.

La mañana llegó y encontró a Janet trabajando, lo había hecho durante toda la noche, era un rasgo que tenía en común con Yannick a quien consideraba como un hermano que la vida le había dado.

—Buenos días – Bryan ingresó con un dejo de angustia en su rostro.

—Hola – respondió sin prestarle demasiada atención.

—Janet ¿en serio? ¿renunciamos por este tonto?

—No voy a discutir esto contigo, eres mi subalterno.

—¡Subalterno una mierda! Estabas feliz cuando todo empezó, de hecho, eras la que más entusiasmada estabas con esto, de repente huyes como una cobarde.

—Me tiene sin cuidado lo que pienses, esto se acabó.

—Janet, si tan sólo lo pensaras... –el celular sonó interrumpiendo a su amigo, la rubia observó el identificador y cortó.

Si algo caracterizaba a Mark era su perseverancia, no dejaría las cosas a medias, no de nuevo. Janet no tuvo opción ante la insistencia y la férrea mirada de su amigo.

—Hola.

—Debemos vernos.

—No estoy de humor Mark.

—En una hora en mi antigua casa.

—¿Estás demente?

—Mis padres ya no viven allí, está deshabitada, te espero

La rubia cortó la comunicación envuelta en un océano de confusión.

—¿Quién era?

—¿Quién crees?

—Debes ir Janet, arregla las cosas con él.

—Brian ¿acaso eres tonto? ¿qué sentido tendría reunirme con él?

—Nunca sabrás si no lo intentas, voy a estar en la compañía por si necesitas algo, buena suerte..

Su amigo apoyó la mano sobre su hombro tratando de infundirle valor.

Janet recorría las calles en su vehículo, Dios, había extrañado tanto esa ciudad, el estar con su madre, la calidez que ella le brindaba. Cuando ella murió, la mujer entendió que nada la unía a aquel lugar. Mark también se había marchado, entonces, se encontró en un laberinto al cual no le hallaba salida.

Mark había sido todo para ella, su amigo, su confidente, su amante, perderlo había significado querer borrar parte de su existencia. Se encontraba frente a aquella casa, el jardín y los rosales lucían exactamente igual que hacía diez años. No pudo evitar sonreír. Descendió del vehículo y se acercó a la puerta la cual se abrió antes de que pudiera tocar.

—Ven, estaba esperándote

Janet atravesó el umbral en silencio, observó como el lugar estaba limpio pero cubierto de sábanas blancas que cubrían los muebles que aún quedaban.

—Mis padres se mudaron de aquí hace cinco años.

—Siempre me gustó esta casa, me parecía enorme en comparación a la caja de zapatos que tenía como departamento – Mark sonrió y colocó las manos en su bolsillo.

—Ven, vamos al jardín

Se dirigieron al fondo de la casa en donde estaba la pequeña piscina, el verde del húmedo césped hizo que Janet se quitara sus tacones y se sentará en él, acomodando su vestido rosa.

—¿Qué sucedió con la piscina?

—El filtró se descompuso hace unas semanas, y no han venido a repararla – Janet asintió levemente

Mark se quitó la chaqueta y tomó asiento a su lado..

—Bien, estoy aquí, ¿de qué quieres hablar? – el hombre acarició el brazo desnudo de la mujer suavemente erizándole la piel.

—No hagas eso – la chica quitó rápidamente su mano – he venido a hablar contigo así que, hablemos...

—Quédate.

—¿Qué?

—No voy a poder sin ti Janet, te amo tanto... – la chica se quebró, dejando caer lágrimas las cuales trataba de secar, pero era imposible.

—Esto está mal, tú lo sabes, no es bueno para ninguno de los dos..

—Sí lo es, hacía años que no me sentía tan vivo, volviste a descubrirme...

—Tú estás comprometido – interrumpió con un dejo de angustia.

—Sí, lo estoy.

—¿Entonces?

—Dame tiempo, déjame que arregle las cosas con mi familia.

—Y mientras tanto ¿qué?

—Seguimos así – la rubia se rascó su cabeza.

—¿Cuánto?

—Unos meses, déjame que...

—Mark, no puedo esperar hasta que tú tengas las pelotas para enfrentar a Lydia y a tus padres, eres un hombre de 30 años, ¿no puedes decidir?

—Lo estoy haciendo, te elijo a ti, te amo Janet, jamás amaré una persona como lo hago contigo.

Los labios de Mark se movieron sobre la delicada piel de su rostro, empapándola de besos, sorbiendo cada lágrima que caía. Janet debía ser fuerte, pero, frente a él, todo se trastornaba. Suavemente la recostó sobre la hierba..

—Nadie se compara contigo, con tu hermosura... –los dedos la recorrían hábilmente, creando una sensación de placer indescriptible – jamás podré tener esto con otra, tú me marcaste Janet Atkinson, lo sabes..

La rubia movió sus manos, acariciando el rostro del chico, y uniendo sus labios a los de él, encontrando infinidad de sabores que le encantaban, Mark tenía un gusto especial, siempre lo había tenido, incluso su sudor sabía a gloria, era casi inexplicable.

Tomó la camiseta blanca que adornaba su formado cuerpo y la llevó hacia arriba, el cuerpo de Mark era tan delicioso, su espalda ancha a la que se aferraba con todas sus fuerzas, uniéndose hasta que eran uno.

El moreno abrió lentamente el cierre del vestido haciendo que sus experimentados dedos entraran en contacto con aquel cuerpo perfumado, para luego deslizarse hacia la ropa interior, arrastrándola hacia abajo y retirándola como si fuera lo más molesto del mundo. Sus ojos la recorrieron como si se tratara de un territorio que debía explorar de punta a punta, y nunca se cansaría de ello. Recostada en aquel verde profundo, con sus ojos cerrados, rozándose lentamente con la punta de sus dedos, apretando su labio inferior con sus dientes, era tan erótica, lo hacía perder el control. Rápidamente se desabrochó el cinturón y llevó sus jeans y su bóxer hacia abajo liberando su imponente erección. Se acomodó entre las piernas de la chica, asaltando su cuello sin piedad..

—Te quiero sobre mí, quiero que me cabalgues – Janet cruzó una de sus piernas sobre la de Mark e intercambió posiciones, para luego ubicarse tomando el pene de su compañero, llevándolo hacia su entrada, poco a poco, hasta el fondo..

—No te muevas.

—No lo haré, guíame cuando estés lista

Y así lo hizo, comenzando suavemente, haciendo que su lubricante natural le permitiera a Mark entrar profundamente liberando olas de placer sobre sus cuerpos.

—No puedo creer que sigas estrecha después de tenerme decenas de veces en tu interior – Janet rio apoyando sus manos en el pecho del chico, balanceándose sin parar mientras el sudor recorría su cuerpo.

Se movió una y otra vez a su ritmo, mientras que Mark observaba maravillado el espectáculo, la forma en que su cuerpo se movía y el pene desaparecía en su interior, el modo en que sus senos rebotaban y prácticamente golpeaban sobre su rostro, los cabellos rubios los cuales se adherían al cuerpo sudoroso. Mark quería que ese momento fuera eterno, pero la necesidad de alcanzar el orgasmo lo consumía. De un momento a otro giró a la rubia sobre su espalda volvió a posicionarse, pero esta vez, tomando sus caderas con fuerza e ingresando hasta que sus testículos rozaron el trasero de la chica, la cual dio un fuerte gemido. Llevó las piernas a sus hombros y prácticamente la dobló en dos, penetrándola con firmeza, haciéndola gritar y que su espalda se arqueara. Sí, escucharla era música para los oídos de Mark.

Janet se replanteó mil veces en que momento había cedido de nuevo a sus deseos, mientras las estocadas de Mark se volvían difíciles de soportar. Se vino dos veces mientras el moreno empujaba buscando el propio éxtasis.

Sí, aceptaría cualquier propuesta que viniera de ese hombre, la tenía a su merced...

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