Janet

Janet


Capítulo 5

Página 6 de 17

5

Consecuencias

—¿En serio follaste con él?

El rostro de Bryan entre el asombro, la preocupación y la risa, mientras Janet trataba de armar su informe, aunque no llevara ni una frase escrita en la computadora.

—¿Cuántas veces vas a preguntarme lo mismo? ¿estás sordo?

—Bueno, tampoco es para que te pongas así, dicen que el sexo pone feliz a la gente, ¿por qué a ti no?

—El no quiere nada conmigo, esto es... un error.

—¿Mark te lo dijo?

—Ese es el problema, hablamos casi nada, sólo... tuvimos sexo dos veces y luego se fue, me desperté sola en mi cama.

—Amiga, eso es horrible.

—Lo sé, pero, no me hizo ninguna promesa, tampoco se la pedí, no tengo crisis de conciencia ni mucho menos, Lidia Main no es una santa, pero, no me gustó despertar con mi cama oliendo a él y.… vacía...

—Lo amas demasiado.

—Supongo que sí, y lo peor es que sólo recuerdo todo lo que pasó y.…Dios me perdone, deseo que pase de nuevo, una y otra vez...

—Janet, sólo cálmate, vamos, debemos reunirnos con ellos en una hora, te recomiendo que te guardes el enamoramiento.

Janet cerró los ojos, conteniendo el dolor de la pérdida en su garganta y se dirigió a tomar una ducha.

—Mark, ¿cuándo estimas que los paneles estarán instalados?

—Necesitamos un poco más de un mes, hemos tenido problemas con uno de los proveedores, pero nada que no pueda solucionarse.

Jamás había sido irresponsable con su trabajo, pero ahora, simplemente no podía pensar. Sus ojos enfocados en la bella figura frente a él, Henry fruncía el ceño, algo estaba sucediendo entre él y Janet que no tenía nada que ver con energías renovables.

—Bien, les propongo un descanso para almorzar ¿les parece? – Todos aceptaron la propuesta de Henry. Janet y Brian se retiraron para comer en la cafetería de la empresa.

—Mark, tú quédate...

El hombre sabía que algo estaba mal, Henry no sólo era su jefe, era también su amigo, y lo conocía demasiado..

—¿De que querías hablarme?

—¿Se puede saber que te sucede con la Ingeniera Atkinson?

—Nada, ¿por qué?

—¿Nada?, la has mirado toda la reunión.

—Deja de decir estupideces.

—Amigo, pensé que saltarías sobre ella y te la follarías sobre la mesa – Mark no pudo evitar reír, era increíble que sus pensamientos estuvieran grabados en su rostro.

—Estás imaginando cosas.

—¿Desde cuándo relacionas trabajo con placer? – espetó, con rostro endurecido.

Mark tragó saliva, no quería un sermón, pero tampoco podía ocultar lo evidente, su cuerpo se movía en contra de su voluntad, todo su lenguaje gestual le mostraba a todos cuánto le gustaba Janet y eso Henry no lo toleraría, siempre estuvo en contra de los enamoramientos entre compañeros de trabajo, Mark estaba de acuerdo con esa regla, hasta la noche anterior, claro estaba.

—La conozco de hace tiempo, es todo.

—¿Es todo? ¿Y porque estuvo sonrojada toda la reunión?

—Tal vez deberías preguntárselo a ella y no estar interrogándome.

—Bueno, tal vez, ambos deberían lavar sus caras y quitar el cartel de fóllame que tienen escrito en la frente..

—No seas idiota ¿sí?, fuimos a preparatoria juntos, nada de otro mundo, de un momento a otro desapareció y, me sorprendió mucho encontrarme con ella de nuevo

Henry negó firmemente, si su amigo no deseaba hablar, no lo obligaría, había tirado demasiado de la cuerda y no había tenido el resultado esperado, era hora de aclarar las cosas.

—Mark, tú sabes que te aprecio, pero, de ningún modo voy a aceptar que por un enamoramiento jodas el trabajo de todos aquí, ¿entendido?

—¿Alguna vez te he fallado?

—No.

—Entonces no entiendo cuál es tu preocupación ahora, soy un profesional, y, si estamos en esto, es por que todos queremos que nos vayan bien..

—Ante todo, estás aquí porque te considero el mejor en esto, no eres un novato y tienes la visión suficiente como para hacer que todos terminemos contentos con este negocio, confío en ti, no lo arruines... ni siquiera por esa mujer

La temperatura había aumentado en su cuerpo, pese al aire acondicionado, Mark necesitaba salir de allí.

—Bien, si eso es todo, voy a retirarme – rápidamente se levantó, y cuando iba a tomar el picaporte su jefe volvió a dirigirle la palabra.

—Debo reconocer que es hermosa Mark, cualquier hombre con sangre en las venas actuaría como tú, sólo, enfócate ¿sí?, no me importa lo que hagas en la noche, y, si quieres hablar en algún momento estoy aquí, no sólo soy tu jefe, sino también tu amigo.

El moreno guardó silencio, y, sin esbozar palabra se retiró del lugar..

—Oye, prueba estos sándwiches, están deliciosos.

—Bryan, deja de comer así, límpiate la boca – La rubia ofuscada le alcanzó una servilleta.

—Oye ¿qué te pasa? ¿no tienes hambre?

En ese momento Mark ingresó a la cafetería, sus ojos chocaron nuevamente haciendo que el cuerpo de la chica hormigueara de necesidad.

—Ya veo, creo que necesitas comer otra cosa – bromeó el rubio a lo que Janet solo atinó a mostrarle el dedo del medio.

—Vuelve a decir eso y quedas despedido.

—¿Sí? ¿y quién va a soportar tus berrinches?

—Basta, ya me cabreaste, voy al baño – Janet salió rápidamente de la cafetería rumbo al tocador.

El lugar estaba vacío, la chica se afirmó en el lavamanos con su cabeza gacha, tratando de respirar, que toda aquella confusión y tristeza cediera. Anhelaba tener tranquilidad, o, al menos, no tener las imperiosas ganas de unirse nuevamente a un hombre que estaba prohibido, y que, sea por las razones que fuera, no le daría más que algunos encuentros sexuales.

—¿Estás bien? – la voz grave la hizo tambalear, miró hacia el espejo y pudo ver la enorme figura masculina a centímetros de ella. Trató de moverse y escapar, pero la detuvo por la cintura, inmovilizándola.

—¿No sabes leer?, es el baño de mujeres, idiota.

—Lo sé, sólo quise seguirte y ver hacia donde ibas, estos baños son geniales, están tan alejados del resto de los pisos que nadie viene aquí.

La mano derecha pasó de la cintura al suave cuello de Janet, mientras su dedo pulgar acariciaba su barbilla y se empujaba sobre su boca. El olor a rosas y menta de su cabello hacía que Mark prácticamente perdiera la noción de lo que estaba haciendo, hundió su rostro en la montaña de bucles dorados de la chica.

—¿Qué pasa? ¿no estás de humor ahora? – la mano izquierda del muchacho se movió acariciando el cuerpo tibio de la mujer uniéndolo más a él, Janet sintió cómo la erección golpeaba en su trasero.

—Mark, suéltame, no vamos a tener sexo aquí..

—No, por supuesto que no – la mano se movió presurosa por debajo del vestido negro, bordeando la ropa interior del mismo color.

Dedos juguetones separaron la fina tela y comenzaron a masajear el pequeño clítoris haciendo que las piernas de la rubia se volvieran gelatina y que sólo atinara a aferrarse a la superficie de porcelana frente a ella.

—¿Ya estás mojada?, esto debe ser un nuevo récord- la voz burlona que debía irritar a la chica tuvo un efecto totalmente contrario, lo que la llevó a empujar su trasero sobre el pene de su amante.

—Suéltame o voy a golpearte – el moreno rio en su oído, confiado que nada de eso sucedería..

—Hazlo, en el momento en que quieras – los dedos índice y medio comenzaron un suave vaivén en la zona, Dios, dolía, aun estaba demasiado sensible de la noche anterior pero no podía negarse. Intentó dar la vuelta y quedar frente al muchacho, pero fue imposible..

—Alguien vendrá y, ah, sí, ahí, justo ahí…- mientras una de las manos torturaba su vagina, la otra se movía con rapidez, jalando el vestido hacia la cintura, dejando a la vista un sostén de encaje, el cual Mark llevó hacia abajo descubriendo esos grandes senos que lo volvían loco y que hacían que su pene saltara de felicidad. No pudo evitar pellizcar uno de los pezones y comenzar a hacer círculos sobre él mientras que las caderas de Janet tomaban vida propia, tratando de empalarse con la poderosa erección que aún permanecía cubierta.

Janet se encontraba en un limbo, cómo si estuviera en una dimensión paralela, dio media vuelta y, mientras Mark hundía sus dedos en aquella entrada húmeda, ella llevó los pantalones del chico hacia abajo, introduciendo su mano en el bóxer y poco a poco comenzó a acariciarlo.

—Sí, cariño, a esto me refería, vamos... mueve tu mano más rápido..

Y la rubia, como buena alumna que era, continuó ese vaivén con un movimiento urgido, nerviosa por la situación en la que se encontraban. Mark hizo lo mismo, profundizando en su interior haciéndola que por momentos no pudiera moverse debido a los espasmos de placer que invadían su cuerpo.

Se vinieron casi al unísono, la respiración de Mark sobre el cuello de la chica, esto era tan fantástico y tan desconcertante al mismo tiempo.

—Lo siento, en verdad, perdóname, está mal que me comporte así en el trabajo – Mark se movió arreglando su ropa y tratando de recomponerse.

Janet aun no podía creer que esto estuviera sucediendo, reaccionó cubriendo su cuerpo mientras el color carmesí asomaba en sus mejillas, abrió el grifo y mojó su rostro observando como el chico desaparecía del lugar

—Oye, ¿algo te cayó mal o qué?, estuviste media hora en el baño, ya me estaba preocupando.

—No hay de que preocuparse- la chica tomó asiento a su lado arreglando su cabello el cual se había electrizado.

—¿En serio estás bien?

La boca de Janet no se movió, jamás había sentido tanta vergüenza de su comportamiento, pero simplemente, no lo podía evitar. Mark ingresó en ese momento y tomó asiento en la mesa en donde había estado antes. Bryan ató cabos en ese instante.

—Me estás jodiendo...

—¿Qué? – indagó Janet frunciendo el ceño, tomando uno de los sándwiches..

—Escucha, esto tiene que parar, no pueden hacerlo en donde se les ocurra – su amigo era tan certero, la conocía como la palma de su mano.

—Te equivocas, nosotros no lo hicimos...

—Bueno, la cara de ambos me dice otra cosa – Janet se encontró a sí misma tratando de explicar lo inexplicable- amiga, ¿qué te dijo esta vez?

—Nada, simplemente apareció, nos masturbamos una al otro y en cuanto terminó salió del baño. No sé qué hacer, me estoy perdiendo en este sentimiento, en su cuerpo. Soy patética, lo sé, no te atrevas a recordármelo

El rubio dio un largo suspiro, él no era quien, para juzgar, aunque era bastante extraño, Janet siempre había sido tan seria y responsable mientras que el se comportaba como un desastre ambulante, que los papeles se invirtieran era incluso cómico.

—Es gracioso verte así.

—¿Cómo? ¿humillada?

—Claro que no tonta, enamorada... caliente..., siempre pensé que te faltaba sangre en el cuerpo, pero ahora, me doy cuenta de que eres una simple mortal.

—Mi cabeza da vueltas, como si estuviera totalmente perdida por este imbécil.

—Lo estás, pero eso no debería ser un problema.

—Amigo, he huido toda la vida de las relaciones que no conducen a nada, y ahora, estoy en una...

—Bueno, al menos, todavía no está casado.

—¿Cuál sería la diferencia?, lleva diez años con ella...

—No importa si lleva cien, estoy seguro de que ella no lo enciende ni la mitad de lo que tú lo haces.

—¿Y eso es importante?, cuando llega la noche la que duerme con él es ella, la persona con la que desayuna y mira una película, con quien comenta las noticias y se siente afortunada de tenerlo pese a todo, lo nuestro es sólo sexo, con ella hay un lazo mucho más profundo, aunque me niegue a aceptarlo.

—No creo que sea como tú dices...

—Bueno, si no es así, lo disimula bastante bien.

Rieron por un instante, Janet intentó enfocarse en la conversación, olvidando los ojos pardos que la acechaban con detenimiento.

—¿Alguna vez te conté como supe que era gay? – la chica parpadeó varias veces, su asistente siempre se mostraba tan gracioso, su rostro lleno de nostalgia le demostró justamente que no todo lo que reluce es oro.

—No, no lo hiciste.

—Su nombre era Jeremy, si lo hubieras visto, sus brazos tan musculosos, soñé tantas veces en enredarme en ellos, a pesar de que cada día todo me mostraba que era equivocado.

—¿Qué fue lo que ocurrió?

—Bueno, sucedió que...no era tan gay después de todo y terminó dejándome por su vecina que, casualmente, era mi mejor amiga- Janet sostuvo la mano del chico, la cual estaba apoyada sobre la mesa, el labio inferior tiritaba, aquella no había sido una linda historia- Siempre creí que no lo merecía ¿sabes?

—Eres una gran persona, encontraras al ideal, confía en mí.

—¿Crees que exista esa persona?

—Estoy segura de ello.

—¿A pesar de tu mala experiencia?

—Nunca fui una persona pesimista, no me importa cuánto me destruyan el corazón, voy a seguir manteniendo la esperanza..

 

Ir a la siguiente página

Report Page