Janet

Janet


Capítulo 3

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Es tu culpa

La alarma sonó demasiado temprano esa mañana, Janet no podía mantener sus párpados arriba, había dormido unas horas, tan escasas para su gusto. Su cabeza daba vueltas, sí, tal vez había tomado de más pero bueno, debía asegurarse que esa noche llegaría y sus ojos se cerrarían apenas tocara la almohada.

Se vistió con ropa informal y salió a recorrer la ciudad, el sol brillaba con tal intensidad en los altos edificios, proyectando más luz a través de los vidrios de las ventanas. Fue un rememorar y evocar viejas épocas, volver a sus 18 años, cada calle, cada restaurant, cada lugar la hacía sentir viva, que estaba en el lugar correcto pese a que había tratado por todos los medios de no regresar allí. Era su hogar, dónde había vivido con sus padres antes de que estos fallecieran.  Su infancia había sido maravillosa, y se encontró pensando en todo lo que había ganado y perdido al momento en que se alejó.

Caminó hasta la Avenida Texas y se detuvo en su restaurant favorito, comería su deayuno allí, como lo había hecho hacía tiempo con..., su sonrisa se desdibujó, se detuvo rápidamente, ¿qué estaba haciendo?, el tiempo no podía volver atrás, estaba sola, Mark no la acompañaba, no se reiría de sus chistes, ni harían bromas acerca de los chicos de la escuela. Ingresó al lugar y se sentó cerca de la puerta, el lugar se veía diferente, con tonos rojizos en las paredes y su decoración minimalista. Siempre le encantó, ahora incluso había mejorado.

Estaba allí esperando su desayuno, cuando una figura se paró a su lado..

—Ni en un millón de años, hubiera esperado que regresaras aquí... –esto era una broma, Dios se estaba ensañando con ella.

—Lidia Main, ¿cómo has estado? – su rostro se endureció mientras la mujer tomaba asiento frente a ella.

—¿Te molesta si tomo asiento? – Janet se cruzó de brazos, no estaba segura de poder contener sus manos con la pequeña perra cerca.

—Para nada- le agradó la seguridad que su voz proyectó.

—¿En serio?, no recuerdo que te hayas tomado demasiado bien la última vez que nos vimos.

—Cariño, la última vez que nos vimos ni siquiera podías diferenciar una frase de un gemido mientras mi novio te daba placer.

—Sí, lo lamento, Jason era tan talentoso, lástima que no lo hayas podido comprobar tú misma...

—No lo dudo, ahora dime, ¿qué es lo que quieres? – Lidia se arregló cuidadosamente el cabello, una sonrisa hipócrita se formó en sus labios.

—¿No puedo simplemente saludarte? ¿saber qué te trae de vuelta aquí?

—Trabajo.

—Bien, nunca esperé verte de nuevo y menos luciendo un bolso Chanel.

—Los tiempos cambian ¿no te parece?

—Sí, en eso debo darte la razón, aunque hay cosas que no, como el hecho de tener a Mark conmigo – la rubia le dio una sonrisa ladeada, no le diría que estaba trabajando con él, no todavía.

—¿En serio? ¿cómo esta él?

—Bastante bien, tú sabes, con los preparativos para la boda y eso, afortunadamente Mark me está ayudando bastante con ello, está tan entusiasmado

La rubia quería burlarse, ¿en verdad la creía tan idiota para que se tragara la mentira del matrimonio feliz?

—Sí bueno, espero que la puerta de la Iglesia sea lo bastante amplia...

—¿Por qué lo dices?

—Para que el pobre Mark no quede atascado con sus cuernos en ella, me alegró verte Lidia, por cierto, las arruguitas alrededor de tus ojos se están haciendo demasiado visibles, un poco de ácido hialurónico te ayudaría..

Salió de allí, pagando un desayuno que ni siquiera había probado, sin embargo, la sola expresión de furia en el rostro de su enemiga hizo que cada centavo valiera la pena...

El área que debía ocuparse para el emplazamiento era enorme, no obstante, estaba segura de que Texas me brindaría todo lo que necesitaba y más, sólo restaba ultimar un detalle, uno con el que me negaba a lidiar. Pero había llegado el momento y la etapa de la ira, el despecho y la negación habían quedado atrás, o, al menos eso creía. Era muy consciente del hombre que iba a mi lado en la Ford Ranger de color rojo. Íbamos en silencio, verdaderamente no encontraba palabras que esbozar cuando estaba frente a él, como si me robara cada una de ellas, del mismo modo que había secuestrado mi corazón.

El calor era infernal, las altas temperaturas hacían que mi cuerpo tomara vida propia y se desprendiera de la mayor cantidad de ropa posible.

El viento soplaba con fuerza cuando descendimos del vehículo.

—Este es el lugar, como verás, no quedan dudas, es perfecto – agregó, con sus anteojos de sol de color celeste, mientras una gota de sudor resbalaba desde su frente a su cuello y continuaba su viaje hasta perderse entre su camisa.

¿Qué estaba haciendo?, no podía hacerlo, me negaba a quitar los ojos de encima de él, había llegado al punto en que nada me interesaba, sobre todo después de la patética charla con su novia.

—Todos están más que felices de trabajar contigo, los tienes locos – su voz hizo que frenara el torbellino de pensamientos que estaba abrumando mi cabeza.

—Yo... estoy contenta de regresar a mi país, después de tanto tiempo

Mark abrió y cerró la boca varias veces, tratando de que las palabras abandonaran su garganta, pero nada salió de él. Me acerqué al personal de la empresa que estaba en el lugar y solicité los planos, analizamos cada uno de ellos. Me había olvidado lo genial que era interactuar con él, como lo difícil se volvía fácil, su capacidad para desenmarañar el nudo más intrincado. Mark...” Mi Marky” ...

Estuvimos cerca de dos horas allí, el sudor había manchado mi sudadera blanca, Dios, era como si el calor me abrazara y se negara a soltarme, busqué una botella de agua y torpemente algo del líquido se derramó sobre mí, haciendo que el sostén se marcara, era una tontería, pero cuando miré de soslayo a mi compañero, supe que no lo había sido. Chupó su carnoso labio inferior, sin retirar su vista de mí, el abanico de pestañas subiendo y bajando, concentrándose en la camiseta húmeda.

—Creo que será mejor que volvamos – sólo asentí sin detenerme, había cometido demasiados errores, y, pese a lo que pudiera pensar, no estaba tratando de seducirlo.

Regresamos del mismo modo en que habíamos ido, rodeados del silencio más incómodo de nuestras vidas, obligándonos a olvidar quienes éramos, lo que habíamos sido. Diez años era mucho tiempo, incluso para un gran amor...

—Quiero dejar de verlo.

—¿Qué dices? – Bryan se encontraba jugando al FIFA[1], por lo que sólo escuchaba la mitad de lo que su amiga decía.

—¿Podrías dejar esa mierda y escucharme un segundo? – el chico pausó el juego e hizo una seña para que se sentara a su lado en el suelo. Janet obedeció, esperando tener a alguien que la escuchara.

—Diosa ¿qué está ocurriendo verdaderamente aquí?

—Quiero que deje de aparecer en cada lugar que piso, quiero tomarme un jodido café sin imaginarme que aparecerá con su rostro sonriente y su vestimenta impecable. Necesito.... volver a ser yo misma...

—¿Y cuándo dejaste de serlo, cariño? – entonces Janet se quebró, como si se tratara de una niña pequeña, se aferró a sus brazos con el llanto desbordándose.

—Cuando me subí a ese avión rumbo a Inglaterra...hace diez años.

—Janet, en verdad lo siento, jamás pensé que te afectaría tanto volver a verlo..

—No tienes idea como me siento, como todo se tambalea si estoy a su alrededor, apenas respiro, y me quedan meses de tortura por delante... –Bryan meditó un segundo con el rostro de la chica apoyado en su hombro.

—Tal vez... deberías acostarte con el.

—¿Qué? – Janet parpadeó varias veces, escuchando la locura que su amigo acababa de decir.

—Sí... ya sabes, sacar esa necesidad...

—Bryan, yo...no funciono de esa forma. Me confundiría aún más de lo que ya estoy...

—O tal vez te darías cuenta de que es un cretino que no vale dos centavos y por el cual ya perdiste suficiente tiempo y energía..

—No puedo hacerlo, además, no creo que el lo desee tampoco, no es una decisión que solo tenga que ver conmigo.

—Créeme, el estará interesado en la propuesta, confía en mí... –Janet negó con la cabeza, los consejos de su amigo eran pésimos, pero, al menos, le había servido para desahogarse...

Volvió a su cuarto decidida a tomar una ducha y descansar, fue lo que hizo, envolviendo su cuerpo húmedo con una bata de color rosa. Se recostó en la cama, su respiración agitada, entonces, lo imaginó. Percibió a Mark a su lado, cobijándola, llenándola de besos, haciéndola sentirse plena nuevamente, sus dedos viajaron a su vagina, desplazando su índice hacia el clítoris, frunció sus labios conteniendo un gemido, sus caderas ascendiendo, hambrientas de contacto. Bryan estaba equivocado, esto no sólo se trataba de sexo, Janet podía tener a cualquiera, simplemente no estaba interesada en otro hombre que no fuera él.

Un fuerte golpe en la puerta la trajo de nuevo al mundo, tratando de normalizar su respiración. Maldijo a Bryan, siempre apareciendo en el momento menos indicado, se levantó molesta, ¿no podía dejarla un minuto tranquila?

—Se puede saber qué... –y los fonemas se atascaron en su lengua, esto no estaba pasando...

—¿Llego en mal momento? – los ojos de Mark vagaron por cada parte de su cuerpo, tratando de hurgar entre aquella suave tela que la cubría..

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Necesito que aclaremos algunas cosas.

—¿Con respecto al proyecto? – Mark rio fuertemente, ingresando a la habitación sin permiso, se detuvo en cada detalle del lugar y tomó asiento en la orilla de la cama, su lengua se desplazó alrededor de su boca, se sentía completamente insaciable, observando su comida preferida semidesnuda frente a sus ojos..

—Janet, siempre me pareciste algo inocente, pero jamás alguien tonta, tú sabes a lo que he venido... –el raso siempre lució tan bien en la rubia, las piernas firmes y contorneadas, las caderas anchas llegando hacia la cintura de avispa, la luz tenue de la habitación hacía que la claridad y las sombras jugaran con su figura, una manga había caído dejando a la vista la piel blanquecina, tan perfecta, tan apetecible..

—Yo... no sé de qué hablas..., escucha, no quiero que el trabajo se complique entre nosotros, tengo una gran responsabilidad en mis manos- Mark cruzó sus brazos y negó con la cabeza.

—Esto es tu culpa.

—¿Mi culpa?

—Si, yo estaba bien con mi novia, tú me llevaste esa tarde y me mostraste quien era Lidia en realidad.

—¿Y se supone que eso debería hacerme sentir mal? ¿qué descubrieras quién era ella?, ¿que su máscara cayera?

—Eso no fue todo... fue ... lo que provocaste en mí después de ello, lo que despertaste. –A Janet le estaba tomando toda su fuerza de voluntad negarse a ese hombre mientras había comenzado a humedecerse sin ni siquiera un toque..

—Mark, deja de ser imbécil, en serio, estás enojándome, es tarde, vete de aquí...

—Tú y tu tonta sonrisa, tu inteligencia, tu risa... ese par que me estás mostrando ahora y haces que quiera enterrar mi cara allí..

—Vete de aquí, ahora...

La rubia se percató de que la bata estaba algo desatada, hizo el intento de cubrirse, pero se detuvo. No quería cubrirse, necesitaba arroparse con el cuerpo tibio de Mark, era lo único que le daría alivio esa noche.

—No lo haré, no hasta que follemos...

—¿Qué carajos te pasa? ¿estás loco? – Mark ni siquiera podía responder a sus preguntas, sólo se limitó a quitarse la chaqueta y desprender lentamente los botones de la camisa.

—Quiero follar contigo Atkinson, sé que tú también lo deseas, así que, ¿por qué no dejamos la mierda de lado y nos concedemos esto?

Era una buena pregunta, Janet pensó que necesitaba una respuesta igual de efectiva. Fue entonces que tomó el consejo de su amigo, dejando la coherencia escondida en algún lugar remoto de su cerebro. Con toda la determinación que pudo reunir, se acercó a él y se colocó sobre su regazo a horcajadas, dejando a su amante atónito. Los ojos pardos con un matiz verdoso estaban oscurecidos por el deseo.  Tenía que ser suyo esa noche, después de todo, Mark no estaba poniendo ningún tipo de resistencia.

—Vamos a rascarnos esta picazón y continuaremos trabajando sin problemas...

La bata cayó al suelo, dejando toda la maravillosa piel al descubierto, sorprendiéndolo de una forma grata, haciendo que pensar fuera una acción innecesaria, y que su instinto lo gobernara. Recorrió con sus manos cada parte del cuerpo de la rubia, posándose codicioso, grabando todos los cambios que habían ocurrido en su estructura.

—Dios, tu culo está más grande ahora.

—Gracias, eres tan romántico- ironizó la mujer- soy consciente que el tamaño de mis tetas y mi culo nunca me dejarán ser una supermodelo. Lo tengo y ya deja de molestarme, superé la etapa de la negación – el moreno apenas estaba escuchándola..

—Y tu cintura se ve más pequeña, aun así, nunca serás una supermodelo, eres demasiado voluptuosa para ello.

—Noticia de último minuto genio, es lo que a acabo de decir.

—Pero yo te pondría en la portada de playboy sin dudarlo... –la rubia sonrió casi contra su voluntad.

—Estás demasiado caliente como para pensar lo que dices.

—Te lo dije, tú me pones así, es tu maldita culpa..

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