Jane

Jane


Capítulo 9

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Capítulo 9

Traducido por pamii1992

Corregido por Carmen15

 

Pasó una semana sin haber escuchado una palabra acerca del Sr. Rathburn. Ese tiempo fue como si una nube se hubiera posado sobre la propiedad, como si nada interesante pudiera pasar mientras él estuviera ausente.

La segunda noche desde que se fue, me senté sola en la sala de juegos de Maddy para mirarlo intercambiar ocurrencias con David Letterman en la televisión. Pero al tercer día, varias cajas llegaron de entrega especial. Era el nuevo CD del Sr. Rathburn.

Lucía, con un rostro lleno de felicidad, le entregó una copia a todo el personal de la casa.

—Estos estarán en las tiendas mañana a medianoche dijo. ¿Se ve fantástico, no es así?

En la portada aparecía Nico todo de negro, sentado sobre una pared de piedra, mirando melancólicamente a la distancia, con la guitarra acústica en la mano.

 

 

Ese mismo día, mientras Maddy estaba descansando después de haber almorzado, me recosté en la cama con los auriculares puestos escuchando el nuevo CD, tratando de encontrar pistas que me hicieran entender un poco más de la personalidad del que había escrito las letras y la música. La voz del Sr. Rathburn, que una vez me había parecido brusca, ahora sonaba expresiva y llena de carácter, y en ese instante me di cuenta con gran sorpresa que me estaba empezado a gustar su música.

Regresé abajo y tomé prestados sus álbumes anteriores y mientras escuché su música, noté un ingenio y un juego de palabras a los que antes había estado sorda. Unas cuantas canciones después, estaba totalmente enganchada.

Sus canciones sonaban en mi cabeza todo el tiempo, mientras empujaba a Maddy en el columpio, cuando le ponía mantequilla de maní a sus sándwiches y mientras trataba de dormir por la noche. No tenía intención de volverme su fan, pero ahí estaba, ya lo era.

A lo largo del día y especialmente a la hora de dormir, Maddy me preguntó nuevamente cuándo volvería su papá y por supuesto, no tenía una respuesta que darle. Pero cuando habían pasado ocho días desde su partida, Lucía recibió una llamada.

—Estarán aquí en menos de veinticuatro horas se quejó conmigo. Uno pensaría que Nico me avisaría antes para tener todo preparado. Walter va a hacer una escena cuando se entere, ¿Lonnie es vegano aun? Estas personas están tan a la moda. Lo que me recuerda que debo llamar a su asistente personal esta tarde.

Quería preguntar todo tipo de cosas para darme una idea de las personas que llegarían pronto a Thornfield Park, pero Lucía no tenía tiempo, ya que se encontraba preparando la casa de huéspedes para los invitados. Primero hizo una larga lista de cosas por hacer.

—¿Estoy olvidando algo? seguía preguntándose—. Jane, ¿podrías ayudarme? Necesito que hagas unas cuantas llamadas.

Ese día lo pasé seleccionando al personal encargado para la cena del día siguiente y puliendo los cubiertos de plata. Recogí los girasoles más bonitos del jardín y los puse en un enorme jarrón en la entrada, luego conduje hasta la ciudad para recoger la ropa del Sr. Rathburn de la tintorería.

La actitud nerviosa de Lucía probó ser contagiosa. Incapaz de dormir esa noche, me la pasé revisando todo el contenido de mi armario. Lucía me había dicho que me tenía que poner lo mejor que tuviera, pero ¿qué significaba eso para una niñera en servicio?, además de mis jeans y blusas oxford, solo tenía un vestido de color durazno que usé para una boda un par de veranos atrás, pero seguramente era demasiado para usarlo mientras correteaba detrás de Maddy de un lado para otro y me sentaba con ella en el suelo. Y al fondo del armario, medio olvidadas, colgaban las ropas que usé en el funeral de mis padres, una simple falda negra y una camisa blanca de cuello redondo. Una profunda tristeza se apoderó de mí ser cuando las saqué a la luz, pero me dije a mí misma que era solo ropa.  A diferencia del resto de mi guardarropa, lucían casi nuevos. Con mis aretes de perlas y unas bailarina flats de color negro, tendría que bastar.

Más temprano, había escogido un traje de diseñador para Maddy, una falda negra plisada y una blusa roja a cuadros, uno de los pocos trajes que no eran rosas de todo su costoso guardarropa. Esperaba que no se quejara del color.

Justo antes de apagar la luz, me miré una vez más en el espejo para enfrentar mis defectos. Aun a pesar de mis esfuerzos de mantener reales mis expectativas, estaba feliz de ver al Sr. Rathburn al día siguiente, sin importar las circunstancias.

 

 

A la mañana siguiente, Thornfield Park se volvió un caos. Había pensado que toda la casa estaba impecable y bien organizada, pero al parecer estaba equivocada. Amber y Linda corrían de habitación en habitación, limpiando, puliendo candelabros de plata, arreglando las sabanas limpias y los bouquets de gladiolas del jardín. A media mañana, el cocinero llegó a la cocina con una gran cantidad de bolsas y le ayudé a ordenar las compras. Después de eso, tranquilicé a Lucía escuchándola mientras enumeraba todas las tareas que tenían que completar antes de la cena.

A lo largo del día, noté que había solo una empleada que no estaba envuelta en el torbellino de esfuerzo como los demás: Brenda. La vi cuando bajó a la cocina para preparar un sándwich de jamón, que llevó rápidamente al piso de arriba. A parte de eso, todo ese tiempo se mantuvo tranquila y nadie más pareció notarlo o importarle.

Esa tarde, Maddy estaba demasiado emocionada como para querer tomar una siesta y me preocupaba que estuviera demasiado cansada y malhumorada para cuando su padre llegara. La miré practicar su rutina de la clase de baile una y otra vez; deseaba hacer un show para los amigos de su papá. Y yo esperaba que él le diera la oportunidad de presentarlo, aun cuando preferiría quedarme en la sala de juegos, fuera de la vista de los invitados hasta que se fueran.

Cuando Maddy se cansó de bailar, jugamos serpientes y escaleras una y otra vez. Aun podía escuchar el ruido que hacía el personal de la limpieza alrededor de nosotras. Estaba tratando de enseñarle las Damas, un juego para el que pensé que podría ser demasiado pequeña para que pudiera comprender sus reglas, pero lo comprendió de inmediato; cuando escuché a Amber y a Linda desde el vestíbulo. Como de costumbre, estaban chismeando y se encontraban demasiado emocionadas como para importarles quien pudiera oírlas.

—Lo digo en serio, están comprometidos escuché decir a Amber estridentemente. Lo vi en Tattletale.

 

—¡Tattletale! La voz de Lisa sonó desdeñosa. No puedo creer que puedas leer siquiera esa revistucha. ¿No seriamos nosotras las primeras en enterarnos si se hubiera comprometido? Además, apenas la conoció hace unas pocas semanas.

 

—Eso no significa nada. La gente se apresura a casarse todo el tiempo.

 

—Y se arrepienten después. Espero que estés equivocada. Es todo lo que puedo decir por ahora.

 

—Eso es porque sientes algo por él dijo Amber, no me digas que no. Y además, al menos son pareja. Tú viste la foto en Celeb World.

 

—Puede que sí dijo Linda.

 

Por el volumen de su voz, me di cuenta de que ambas estaban paradas justo afuera de la puerta de la sala de juegos. Hubiera deseado poder cubrir las orejas de Maddy o distraerla con un juguete, pero ya era demasiado tarde. La pude observar escuchando atentamente todo lo que se decía al otro lado de la puerta. Linda continuó hablando.

 

Una foto no prueba nada.

 

—Oh, vamos dijo Amber ¿Los dos en un restaurante, dándose de comer el uno al otro? parecían demasiado íntimos para mí. 

 

—Supongo la voz de Linda sonó más débil, pronto ambas darían la vuelta en el corredor y estarían demasiado lejos para ser escuchadas, no es como si nunca hubiera salido con alguien antes. Ya perdí la cuenta de todas las mujeres con las que ha salido.

 

—Hay algo diferente en ella.

 

—¿Tú crees? Linda sonó incrédula.

 

—Solo una cosa, no es una cabeza hueca como las otras. Es muy inteligente respondió Amber, el artículo de la revista decía que habla tres idiomas y que tiene una maestría en arte.

 

—Espero que se consiga un buen contrato prenupcial lloriqueó Linda—, y con esa últimas palabras, se fueron. Maddy me miró con sus grandes ojos llenos de preguntas.

 

—¿Qué es un contrato prenupcial? Y después de un rato, cuando no le contesté me volvió a preguntar. ¿Estaban hablando de mi papi?

 

—Tal vez, pero yo no me preocuparía por eso. Creo que están dejando que su imaginación se salga de control. Esas revistas dicen todo tipo de cosas locas que no son verdad.

 

—¿Por qué nadie castiga a las revistas por mentir? Me preguntó. Lo que me pareció una pregunta muy inocente.

 

—Tal vez alguien lo haga. Por el bien de Maddy y el mío, esperaba que las revistas de chismes estuvieran equivocadas. Ven, ayúdame a acomodar las cajas de los juguetes y después iremos por tus crayolas nuevas, las de la caja grande.

 

Para la hora de la cena, llegaron tres meseros. El personal del mantenimiento de la casa se había cambiado sus usuales jeans y playeras por unos pantalones de vestir negros y blusas blancas.  Aunque su trabajo del día ya estaba casi hecho, Lucía quería que estuvieran listos en caso de que alguno de los invitados necesitara toallas extras o algo más.

 

Lucía se había cambiado a una blusa de seda blanca y aretes del mismo color y Maddy y yo usábamos los trajes que había elegido una noche antes para la ocasión. Una corriente de ansiedad y emoción crepitaba en el aire y se hizo más fuerte a las 7 p.m., la hora estimada de llegada, pero así como vino, se fue.

El móvil de Lucía sonó a las 8:15 p.m. Acaban de pasar la puerta de la entrada anunció a todo el personal. Prepárense.

La hora de dormir de Maddy era a las 9 p.m., pero no había forma de que se fuera a dormir sin antes saludar a su papá. Hasta que la llamaran, ella y yo permanecimos en la sala de juegos. Desde la ventana, vimos tres camionetas SUV avanzar por el camino y detenerse cerca de la entrada para que los pasajeros se bajaran. Miré a los huéspedes salir de las primeras dos camionetas y reconocí a los compañeros de la banda del Sr. Rathburn por las fotografías de los CDs. La tercera y última camioneta llevaba al hombre que más quería ver… el Sr. Rathburn.

Él salió primero, con una camisa de un tono azul brillante que nunca le había visto usar antes. Le quedaba muy bien. Dio la vuelta hacia el otro lado del auto y le tendió una mano a Bianca Ingram. Sus piernas salieron primero, después toda ella. A pesar de que estaba casualmente vestida con sus botas de tacón alto, jeans y una ajustada blusa blanca, irradiaba opulencia y estilo, como si estuviera posando para las fotos de la alfombra roja. Me alejé de la ventana y dejé que la cortina cayera otra vez en su lugar.

—Los verás muy pronto le dije a Maddy.

 

En el recibidor se escuchaban las voces de los invitados, eran un grupo muy ruidoso, los hombres bromeaban entre sí y las mujeres reían. Desde la sala de juegos podía escuchar sus voces apagadas. Y después, ahí estaba la familiar y profunda voz del Sr. Rathburn.

 

—¿Por qué no sacamos tus figuritas? le pregunté a Maddy, intentando calmarme.

 

—¿Tenemos que jugar ahora? Normalmente no hay nada en el mundo que a Maddy le guste más que jugar con su preciosa colección, pero ella también estaba nerviosa. Pensé en llevarla abajo a hacer tostadas de canela, pero eso habría requerido que fuéramos vistas por los recién llegados, sin mencionar el riesgo de un posible accidente en la cocina. Sin más ideas para calmar nuestro estado de nerviosismo, coloque La Bella Durmiente en el DVD y el video la entretuvo por un rato.

 

 

La cena llegó y pasó sin que fuéramos llamadas. Podía escuchar el tintineo de los cubiertos de plata contra los platos y las voces de los invitados desde el comedor. No me sorprendí cuando no fuimos invitadas a unirnos a la cena y de todos modos no nos importaba ya que Maddy y yo habíamos compartido una de las cacerolas de macarrones con queso que Walter había preparado un poco más temprano. Aun así, quería llevarla a la cama y estaba un poco decepcionada porque el Sr. Rathburn no la hubiera mandado a buscar después de haber estado ausente tanto tiempo, especialmente cuando todos estaban reunidos en la sala luego de la cena. Estaba a punto de renunciar a la esperanza cuando escuché un golpe en la puerta.

—¿Lista para bajar? Lucía se inclinó un poco y se dirigió a Maddy Los invitados quieren conocerte ahora.

Ante mi sorpresa, Maddy lucía tímida. Y tomando mi mano dijo:

—¿Puede venir la Srta. Jane? Preguntó.

 

—Estarás bien le dije, la Srta. Lucía te llevará.

Lucía se cruzó de brazos y me dio una mirada severa.

—Nico específicamente pidió que te unieras a Maddy empecé a explicarle por qué no era una buena idea que yo bajara, pero no me dejó terminar.

—No tiene caso protestar se colocó detrás de mí y me dio un suave empujoncito en la espalda. Es la hora del show.

Maddy tomó mi mano. Y juntas entramos a la sala, donde un colectivo «Ahh» salió de las mujeres cuando vieron a Maddy. Aunque noté que Bianca Ingram, que estaba sentada junto al Sr. Rathburn cerca de la chimenea, permaneció en silencio. Me deslicé en una silla en el rincón más oscuro, esperando ser vista y a la vez no. Hasta ahora, todo iba bien, nadie parecía notar mi presencia en la sala.

Las ocho personas presentes estaban distribuidas por toda la habitación, sentados como si planearan estar ahí por horas. Varias botellas abiertas de Merlot y whisky estaban en la mesa del centro. Dos de los hombres estaban inmersos en una conversación, algo acerca de la reverberación. De mis días estudiando los CDs del Sr. Rathburn, los reconocí como Mike Krikorian, el tecladista y Tom Rhodes, el bajista.

Tom era el más joven del grupo, con sus facciones aniñadas y su pelo rubio muy corto. Mike tenía el cabello negro y rizado y la piel curtida característica de alguien que ha tenido una vida difícil. Ninguno de los dos parecía haber notado a Maddy, pero los demás en la fiesta volcaron inmediatamente su atención en ella.

—¡Munchkin! Un hombre tan grande como un jugador de futbol americano se agachó para levantar a Maddy en sus brazos; ella gritó de alegría. La última vez que te vi, eras un bebé. Ni siquiera podías decir mi nombre. Me llamabas Deh-Deh. ¿Te acuerdas?

Ese debía ser Dennis Everson, el guitarrista rítmico de la banda, cuya pálida cara y lentes de armazón grueso de color negro lo hacían parecer diferente, era irónico cómo se veía comparado a como luce generalmente un guitarrista de rock-n-roll.

Maddy sacudió su cabeza con vehemencia y se colgó de su cuello hasta que la bajó. Después corrió hasta al Sr. Rathburn y se lanzó hacia sus rodillas. Él se agachó a ayudarla a subir a su regazo y le besó el cabello.

—¿Dónde está mi regalo? Preguntó—. Y todos rieron.

 

—La niña tiene sus prioridades bien claras bromeó Bianca Ingram. El Sr. Rathburn rio tanto como si hubiera dicho algo realmente gracioso.

 

A pesar de que Maddy había practicado su rutina de baile durante horas, no se veía con deseos de dejar el regazo del Sr. Rathburn.

 

—Se parece mucho a Celine dijo un hombre con acento británico—. Era Lonnie Branch, el baterista, un hombre guapo de piel morena con la cabeza afeitada. La mujer pelirroja que estaba sentada en el brazo de su silla se acercó más a él para susurrarle algo al oído y después ambos rieron. Miré al Sr. Rathburn y él estaba frunciendo el ceño.

 

—¡Qué bonita niña! Dijo una mujer con pómulos sobresalientes y un cabello extremadamente corto de color platino—. Se acercó más al Sr. Rathburn y se agachó para observar mejor a Maddy, que enterró su cabeza en el pecho de su padre.

 

—No seas tímida, cariño. ¿No quieres salir y decir hola? Maddy se aferró más fuerte a la camisa de su padre. Está bien, está bien Apenas y pude escucharlo susurrándole. Te tengo, pastelito.

 

Desde mi asiento en la esquina, podía verlo tanto como quisiera. Ver su rostro y sus facciones fuertes, sus cejas oscuras y sus ojos color tormenta; era rendirse a las emociones que había estado tratando fuertemente de ignorar. ¿Y qué decir de sus amigos, las atractivas y exitosas personas que lo rodeaban, que bebían vino y se reían ante las bromas de los demás? Las mujeres eran hermosas y los hombres tenían ese brillo saludable que me daba cuenta, debía pertenecer a las personas muy ricas, que podían viajar a los climas soleados todo el año, que solo comían la mejor comida y que se ejercitaban diariamente con entrenadores personales. Todos ellos lucían completamente seguros de sí mismos, siendo conscientes que donde fuera que estuvieran serían  el centro del universo.

—Nico, ¿quién es esa chica que está allá? Preguntó una voz que me sobresalto y que provocó que saliera de mis reflexiones. No era otro que Dennis, señalando en mi dirección. Sus palabras tuvieron el indeseado efecto de causar que todos en el cuarto voltearan y miraran hacia donde yo me encontraba. ¿Es la nueva niñera de la que nos estuviste hablando?

En ese momento Maddy pareció encontrar su voz. Ella es la Srta. Jane.

—Jane, déjame presentarte dijo el Sr. Rathburn.

No tuve más opción que ponerme de pie y salir del rincón oscuro en el que me encontraba.

—Hola dije asintiendo hacia el grupo. ¿Qué más se suponía que hiciera?

—Jane Moore, mi niñera dijo el Sr. Rathburn.

Bianca se rió, pero no fue una risa agradable.

—Querrás decir, la niñera de Maddy dijo dándole un juguetón empujoncito al Sr. Rathburn.

A menos que papi se esté metiendo donde no debe dijo Maddy—, y a pesar de que se podría haber esperado que los demás se rieran de su comentario, solo el Sr. Rathburn lo hizo. Di un paso atrás y regresé a mi asiento.

 

—¡No! ¡No! No te escondas me llamo Lonnie, No mordemos.

 

—Ven y siéntate junto a mí, cariño dijo Dennis un poco ebrio según mi opinión, mientras palmeaba un lugar vacío del sillón junto a él. Cuidaré muy bien de ti.

 

—He visto como cuidas de chicas de su edad lo reprendió el Sr. Rathburn. Jane, será mejor que te mantengas alejada de él. ¿Por qué no vas a acostar a Maddy y regresas con nosotros?

Maddy empezó a protestar.

—Ya pasó casi una hora desde tu hora de dormir le dijo el Sr. Rathburn—, ve con la Srta. Jane y por la mañana te daré algo muy especial.

A regañadientes, Maddy me dejó llevarla hasta su cuarto, ponerle su pijama y dejar que la arropara.

—Desearía que todas esas personas se fueran me dijo.

Sabía que no había nada mejor que estar de acuerdo con ella.

—Verás a tu papi mañana le di un beso en la mejilla, esperando haber dicho la verdad. Luego me senté junto a su cama durante un rato, esperando a que el sueño la venciera, lo cual no tardó mucho en suceder. Me quedé mucho más tiempo en la habitación después de que se quedara dormida.

 

—¿Jane? El sonido de la estática del interfono me sobresalto. Era Lucía. Nico quiere saber si has olvidado que fuiste invitada a reunirte con ellos en la sala.

 

¿Invitada? Parecía más como una orden para mí, que una petición.

 

—Voy para allá le respondí por el interfono. Luego volví a revisar a Maddy una vez más para asegurarme de que seguía dormida, arreglé mi cabello en el espejo del baño y caminé tan lentamente como pude de regreso a la sala. Cuando llegué traté de deslizarme a la misma silla en la que me encontraba, entre las sombras.

 

—Oh, no. No lo harás dijo el Sr. Rathburn. Ven y siéntate con los adultos por una vez. —¿Por qué yo? no pude evitar preguntarme mortificada. Lucía no había sido forzada a unirse al grupo y ella era mi superior.

 

—Al menos toma un poco de vino me dijo Dennis, agitando sus manos. ¿Tienes más de veintiún años, verdad? Dijo moviendo sus cejas al estilo Groucho Marx—. Si eres menor de dieciocho años, no me lo digas. Quiero mantener… ¿Cómo lo llaman?

 

—¿Negación plausible? Intervino Mike.

 

—No parece tener más de 17 años agregó Tom.

 

—Ya, dejadla en paz dijo la mujer rubia sonando molesta. ¿No te das cuenta que no quiere nada contigo? Cruzó el cuarto un poco tambaleante para darle a Tom un manotazo juguetón.

 

—Aguafiestas dijo Lonnie, a todos nos gusta ver a Dennis en acción.

Después la pelirroja se acercó a mí.

—Soy Yvonne, cariño tomó mi mano y me jaló para levantarme de la silla donde me encontraba. No puedes solo sentarte ahí. No es sano y no está bien con las manos en la cintura, se dirigió a los demás, las niñeras también son personas, bola de perdedores después empezó a reírse. Escúchame, soy una defensora de los derechos de las niñeras. Liberación para las niñeras. Poder para el pueblo dijo ondeando un puño en el aire.

 

—Estoy tan solito me dijo Dennis Ven, ten compasión del pobre y solitario guitarrista. Los demás lo abuchearon.

 

—Jane, ¿te das cuenta de que estos payasos no te van a dejar en paz hasta que salgas de ese rincón? Dijo el Sr. Rathburn. Será mejor que te nos unas.

 

Yvonne me llevó hasta el sillón y empujó mis hombros hasta que me tuvo sentada, en contra de mi voluntad, junto a Dennis. A decir verdad, me asustaba un poco. No había pensado cuán seriamente debería tomar de su rutina del lobo grande y malo.

 

—Eso es Yvonne señaló hacia mí con una reverencia. Liberación completada. Me dio unas palmaditas en la cabeza y colapsó en una silla frente a mí.

 

—Mike, sírvele una copa de vino. Si está bien con el hombre de la casa.

El Sr. Rathburn frunció el ceño y lo alejó de mí—. Es menor de edad. Y en cuanto a ti se giró hacia Dennis, quítale las manos de encima. No puedo permitir que corrompas a mi niñera.

Dennis levantó ambas manos en el aire.

—Está bien, jefe dijo. Después se inclinó más cerca de mí y me susurró. Es una rutina, cariño. No te espantes, nunca contradigo a Nico.

 

¿Me veía asustada? Había estado tratando de no dejar que mi rostro mostrara ninguna emoción. No sabía qué decir, por lo que le di las gracias y él me sonrió amablemente. Después empezó a tratar de hacerme hablar y decidí que me agradaba después de todo. Me preguntó varias cosas: ¿De dónde era? ¿Cuánto tiempo hacia que era niñera? Y yo respondía tan bien como podía. Nunca he sido muy buena para ese tipo de charla. Además, no podía darle toda mi atención.

 

Unos centímetros más allá, el Sr. Rathburn estaba conversando quedamente con Bianca Ingram. Fragmentos de su conversación me llegaban. En una de esas la escuché diciendo algo acerca de un internado, cuán beneficioso podría ser para Maddy ir tan pronto como fuera lo suficientemente mayor. También la oí decir que haber sido enviada lejos de casa fue la mejor cosa que le pudo haber pasado. Algo acerca de la confianza e independencia que se conseguía. Luego dijo algo acerca de la pubertad y experimentación sexual.

 

—Por supuesto que la mayoría de nosotros lo superó admitió, y el Sr. Rathburn se rió.

 

—Me alegra oír eso respondió.

 

—Pero, en serio dijo, inclinándose tan cerca de él que no pude oír lo siguiente que dijo. La escuché decir la palabra niñera una y otra vez. Después la oí decir con una voz más fuerte. ¿Cómo puedes soportar tener al personal viviendo aquí? Sé que es cosa de estatus, pero ¿Cómo es? ¡Nunca se van! ¿No te sientes… ya sabes… observado?

Pude sentir como mis mejillas comenzaban a sonrojarse.

—Estás sonrojada dijo Dennis, debe de hacer mucho calor aquí.

 

—Sí, eso debe ser le respondí.

Yvonne y la mujer rubia con el pelo corto y puntiagudo se acercaron a nosotros. 

—Dennis, niño malo. Deja a la pobre criatura en paz dijo la rubia ¿No ves que es demasiado lista como para caer en tu basura de chico sensible? ¿Quieres que te despidan? Dijo haciéndome señas, venimos a tu rescate, cariño. Ven con nosotras. Necesitas una intervención. Miré hacia el Sr. Rathburn para ver si debía de ir con ellas o no, pero él estaba enfrascado en su conversación con Bianca. Las brillantes y bien cuidadas uñas de su delgada mano descansaban íntimamente sobre el antebrazo de él.

 

—Oh, a él no le importará dijo Yvonne, vamos, estamos aburridas hasta las lágrimas. Mike, Lonnie y Tom hablarán de negocios durante horas y ni siquiera notarán que nos fuimos. Vamos le dijo a Dennis. Ponte a hablar de guitarras. Sabes que quieres.

Dennis se levantó con una sonrisita para mí. Luego me levanté y seguí a las dos mujeres.

—¿Dónde está tu cuarto? me preguntó Yvonne.

 

—El baño es mejor afirmó la rubia. Soy Kitty me tendió su mano para que la estrechara. La esposa de Mike. ¿Qué querrán las dos conmigo?, me pregunté. Yvonne cerró la puerta del baño detrás de nosotras. Era un cuarto grande, con un enorme espejo y un largo banco blanco.

 

—Esto bastará dijo.

Kitty comenzó a rebuscar en su bolso amarillo de cocodrilo.

—Oh, dios, traje mi Nars conmigo sacó una cajita negra con escritura plateada sobre ella. Para una morena, y tú eres de piel clara observó. Mis sombras deberían quedarte bien exhalé un suspiro de alivio.

 

—¿Qué pensabas? ¿Qué te trajimos aquí para hacer una raya? Se rió Yvonne. Nico jamás permitiría algo así en su casa. No desde la llegada de Maddy.

 

—No es como si se tuviera que enterar dijo Kitty volviendo a rebuscar en su bolsa y sacando otra caja redonda y un labial. Cariño, ¿no usas maquillaje? podrías usar un poco de color se plantó frente a mí y empezó a aplicarme una base por todo mi rostro con un agradable olor dulce. ¿Cómo esperas conseguir marido y salir del negocio de niñera? Yvonne se volvió a reír.

 

—No todos están interesados en casarse.

 

—Pues todos deberían dijo Kitty como un hecho. ¿Cuándo va a hacer Lonnie una mujer honesta de ti?

Yvonne se encogió de hombros. —Después de su cuarta esposa, es un poco tímido.

Kitty siguió frotando la base en mi rostro. —Rayos. Olvidé mi rubor dijo ella. ¿Traes alguno, Vonnie? Yvonne buscó en su bolso y le pasó otra cajita.

—Lonnie y Vonnie sentados en un árbol cantó Kitty mientras me hacía cosquillas en las mejillas con una brocha salpicada con polvo rosa. Imagina cuán fabuloso se vería «Lonnie y Vonnie»” en toallas monocromáticas.

 

—Ella es una invierno dijo Yvonne y luego se dirigió hacia mí. Eso significa que deberías usar colores profundos e intensos.

 

—Todo ese asunto de las temporadas es algo demasiado anticuado dijo Kitty—. Estaba pintándome los labios, por lo que no pude responder. Además, ¿Qué podía decir? ¿Que nunca me había interesado por el maquillaje? Eso era algo obvio.

 

Comencé a recordar a mi madre en cuclillas frente a mí justo como lo hacía Kitty ahora, la primera y única vez que trató de maquillarme. La dulce y ligeramente floral fragancia de la base y el labial hicieron que reviviera esa tarde vívidamente.

 

Había disfrutado ese momento teniendo a mi madre tan cerca de mí y me gustaba la atención que recibía. Un sentimiento de esperanza se abrió paso en mí: tal vez con su maquillaje me transformaría, haciéndome bonita. Y si era bonita, tal vez me querría más de lo que quería a Jenna. Pero cuando terminó, dio un paso hacia atrás para observar el trabajo que había hecho y vi la decepción en sus ojos.

 

Heredaste el rostro de tu padre me dijo—, y claramente no era un cumplido. Todo hasta sus pestañas. Es un crimen… después cerró su caja de maquillaje. La vida es más difícil para una… su voz se apagó, para una chica como tú. Es bueno que no te preocupes por estas cosas, concluyó ella.

 

Estaba en una edad sensible en ese entonces. ¿Habría tenido trece? ¿Catorce? Ella pensaba que sabía mucho acerca de mí, pero no sabía nada en absoluto. Sentí el escozor de las lágrimas queriendo salir de mis ojos, pero no quería su lastima. Así que en vez de llorar, dejé que una pequeña burbuja de ira estallara en mi pecho.

 

¡Deja de tratar de convertirme en Jenna! le grité—. Hasta ese día, no creo que le hubiera levantado tanto la voz… o a mi padre, en toda mi vida. En vez de eso, trataba de complacerlos con buenas calificaciones y obediencia. Y me habían felicitado por esas cosas, pero nunca con la calidez y el entusiasmo que Jenna recibía por su brillante cabello castaño, su hermosa y blanca sonrisa, su excelente postura y su gracia de bailarina. Nunca seré como tú quieres que sea mi voz se elevó; escuché la ira y el desafío creciente en las palabras que decía. Nunca seré tu pequeña muñeca Barbie. ¿Por qué no puedes quererme de la forma que soy?

La cara de mi madre palideció.

¿Cómo te atreves a hablarme así? dijo ella en voz baja y tan firme que me espantó más que si me hubiera gritado. Nadie me habla así me miró un momento como bufando. Después recogió su kit de maquillaje y se fue.

A partir de ese momento, le prodigó más atención a Jenna, su cara, su cabello y su ropa; reservando su aprobación para los pequeños triunfos de actuación de Jenna y los triunfos atléticos de Mark. Cada cierto tiempo, me miraba y se quejaba.

Si solo cuidaras un poco más tu apariencia...

Pero después se mordía el labio y se giraba. No puedo recordarla mostrando un poco de interés en mis calificaciones o mi arte después de ese día.

Poco después, dejé de tocar el violín, pues solo lo había estado haciendo por ella. Pero continúe trabajando duro en la escuela. Disfrutaba de estar en la escuela, el estudiar y escribir los trabajos que me pedían era fácil para mí. Cuando mis pinturas ganaban el primer lugar en una competencia de la preparatoria, mi padre iba al concurso y después deslizaba un billete de cincuenta dólares en mi mano, esa era su manera de decir que lo aprobaba. Mi madre se habría excusado, diciendo que tenía que llevar a Jenna a una audición, que supongo, era verdadera. ¿La habría escuchado decirle a él…?

¿Es toda tuya?

Cuando me gradué de la preparatoria con honores, mis padres estuvieron presentes durante la ceremonia, pero la única felicitación que recuerdo fue el gentil beso de mi papá en la mejilla y esta vez, un billete de cien dólares, y cuando entré a Sarah Lawrence, mis padres no me llevaron a celebrar de la forma en que lo hicieron cuando Mark obtuvo una beca de lacrosse para Ohio y Jenna entró a NYU. Si papá no hubiera estado lejos por un viaje de trabajo, entonces supongo que me habría llevado él.

Hasta el día del accidente, habían pagado mi colegiatura, pero nunca me preguntaron cómo me iba o decían mucho, por muchos reportes de las clases que enviara a casa desde el primer semestre.

—No estés triste, corazón dijo Yvonne, dándome un suave apretón en mi hombro.

 

La miré a sus preocupados ojos y sentí una oleada de un amor irracional y gratitud por esta mujer que apenas conocía. Te verás hermosa cuando Kitty termine contigo.

 

—No parpadees dijo Kitty mientras aplicaba dos capas de rímel en cada uno de mis ojos. Hice mi mayor esfuerzo para no parpadear, dejando que las lágrimas que pugnaban por salir, desaparecieran. Un momento después, estaba completamente repuesta.

 

Ahí está. ¿Soy un genio o qué? —preguntó alegre Kitty

 

—Eres un genio. Ven aquí, Jane.

Me uní a Yvonne en frente del espejo. Quien libero mi cabello de la coleta en la que estaba y lo revolvió para colocarlo a ambos lados de mi rostro—. Mira cuán bonita eres dijo suavemente.

Me observé detenidamente. Mi cara estaba toda maquillada y parecía un alien. No es que estuviera mal. Mejor de lo usual se podría decir. Pero aun así, parecía un alien. Sabía que nunca podría caminar por el mundo de esta manera.

—Tus ojos tienen un bonito verde me dijo Kitty. ¿Ves como el delineador los hace resaltar?

 

—Danos una sonrisa me dijo Yvonne, y lo hice. Mi gratitud fue genuina. ¿Cómo no podría serlo después de toda su amabilidad?

 

¡Tienes hoyuelos! exclamó. Qué suertuda.

 

—Deberías sonreír más a menudo me dijo Kitty—. Luego un brillo travieso atravesó su rostro Vamos a mostrársela a Nico.

 

—Por supuesto.

 

—No. Comencé a sentirme invadida por el pánico. No, no puedo.

 

—¿Por qué no? preguntó Kitty, mientras se volvía a retocar con el lápiz labial.

 

—Cariño, él es solo tu jefe me dijo Yvonne, no tu papá ¿Qué te va a hacer? ¿Ordenarte que regreses a tu habitación y te quites todo ese maquillaje, pequeña zorra? No, espera un minuto hizo un puchero adorable. Ese era mi papi.

 

Pensé un momento en el Sr. Rathburn. ¿Qué pensaría al verme de esta manera? ¿Pensaría que quiero ser más atractiva por él? ¿Podría pensar él que realmente soy atractiva?, comencé a dudar.

—¿Cuál es el problema? preguntó Kitty. Vamos a golpearlo y traerlo de regreso.

No pude responder en ese momento. Pero de pronto recordé ¿Cómo pude haberlo olvidado? Bianca Ingram, sentada junto al Sr. Rathburn, su mano posada íntimamente sobre su brazo. Su brillante y lisa cabellera, sus profundos ojos negros, sus labios carnosos, sus ropas costosas, largas piernas y sus curvas. No. Jamás podría competir contra eso. Sería una tonta si lo intentara.

—Muchas gracias por todo lo que han hecho por mí les dije a las dos mujeres que estaban enfrente de mí. Realmente aprecio su amabilidad… más de lo que puedo decir. Pero tengo un increíble dolor de cabeza dije las palabras y de pronto fueron verdad, comience a sentir unas punzadas detrás de mis ojos. Será mejor que me vaya a la cama Yvonne comenzó a buscar en su bolso otra vez.

 

—Tengo un poco de ibuprofeno colocó dos pastillas sobre mi mano y cerró mis dedos alrededor de la medicina, luego me besó en la mejilla. Demasiada diversión por un día le dijo a Kitty.

 

—De vuelta a la maldita charla de guitarras dijo Kitty con un suspiro. Un momento después, ambas se habían marchado.

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