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Sublimación

El concepto de sublimación

En la sección del fracaso y el éxito artístico nos acercamos al problema de la calidad del arte analizando el producto final. Reconocimos el poder evocador, la consistencia interior, y la economía de los medios artísticos como signos distintivos del buen arte. Vimos que la armonía del arte se logra a través de la integración y equilibrio de tensiones, nunca por la simple eliminación de la disonancia. Ésto refleja un complejo equilibrio de fuerzas internas. En términos psicoanalíticos esta armonía se identifica con el proceso de sublimación.

Para entender el concepto debemos considerar el dilema básico del hombre. Nunca puede obedecer incondicionalmente sus pulsiones ⁽¹⁾ o ser guiado por sus afectos primitivos. La evolución de la inteligencia y la atrofia concomitante de la conducta regulada instintivamente han alcanzado un punto en el cual los mecanismos inhibitorios instintivos que resguardan gran parte del comportamiento impulsivo incluso en los animales superiores ha dejado de funcionar eficazmente. Así, la supervivencia del hombre depende de la continua evaluación y ajuste a la realidad. Los impulsos, sin embargo, siguen siendo su principal fuente de energía y su fuente básica de placer es la gratificación de las necesidades instintivas. Empero, puesto que ya no están controlados por mecanismos instintivos que determinen cuándo pueden ser satisfechos y cuándo no, las pulsiones son, en su forma primitiva, fuente de peligro mortal para el hombre.

El dilema es ineludible. De acuerdo a la teoría Freudiana, ha ocurrido un clivaje ⁽²⁾ fundamental en la organización psíquica humana, que se ha dividido en un sistema primitivo original, denominado ello, y un yo más recientemente evolucionado, fuerza organizadora que se constituye el más relevante nuevo órgano de supervivencia. A él se le atribuyen todas las funciones mentales superiores, tales como la capacidad de percibir y manipular la realidad, de posponer la gratificación y mantener la unidad interna de la personalidad. En última instancia el yo sirve a los instintos que, a través de los esfuerzos del yo, consiguen la satisfacción que jamás lograrían por medio de su descarga impulsiva, que es de lo único que el ello sigue siendo capaz de en esta etapa de evolución.

A medida que el individuo madura, se desarrolla el súperyo, internalizando las demandas e inhibiciones sociales. La capacidad del súperyo para forzar o inhibir nunca alcanza la fiabilidad ni la intensidad de los mecanismos inhibitorios instintivos propios del comportamiento social de otras especies pero replica algunas funciones, permitiendo un comportamiento individual más predecible y protegiendo la continuidad de la organización social.

El yo no podía cumplir sus múltiples y contradictorias tareas de control de impulsos, evitación de peligros y de ansiedad y obtención de placer sin la ayuda de la represión así como de otros mecanismos más complejos. Entre estos últimos, la sublimación se constituye en uno de los medios más eficientes para hacer frente a los peligros que sobrevienen desde las pulsiones y también para hacer un uso constructivo de su potencialidad destructiva.

Es un proceso en el que la energía pulsional es desviada de su objetivo original y desplazada hacia un logro altamente valorada por el yo y que es, por lo general, socialmente productivo. La obsesiva determinación y estrechez que caracteriza a la pulsión en su forma original se modifica a través de la sublimación para que las energía se libere para la acción más allá del conflicto infantil y de las necesidades primitivas. Debido a que el poder y la autonomía del yo crecen en el proceso, puede conjeturarse que se desplaza energía desde el ello al yo ocurre y que la energía agresiva y la libidinal son neutralizadas. Esencial a la sublimación es la gran cantidad de placer genuino originado desde la actividad sustitutiva.

Ni el desarrollo del yo como un todo ni el proceso de la sublimación son comprendidos del todo. Sería una simplificación describir la sublimación como una mera gratificación alternativa. ⁽³⁾ Aún cuando la capacidad para que se desarrolle la sublimación sólo se da cuando el ambiente humano lo fomenta y aunque su forma depende en parte del medio ambiente, la tendencia hacia la sublimación es tanto una herencia dentro del linaje humano como una necesidad del desarrollo del propio yo.

El placer de la gratificación directa difiere en tipo del proveniente de la sublimación. Abandonarse a los placeres impulsivos es muy gratificante pero siempre están presentes los peligros del exceso y la decepción. Cuando la excitación alcanza cierto umbral surge ansiedad pues la pérdida del control del ego pone en peligro tanto la seguridad física como los vínculos de los cuales depende la sobrevivencia emocional.

Los placeres de sublimar son más duraderos y con frecuencia más exquisitos pero pueden no ser tan intensos. La sublimación depende de algún grado de renuncia pues el instinto que se gasta a través de la gratificación plena estárá disponible como fuente de energía para cualquier actividad modificada.

Por otro lado, ningún instinto puede ser modificado y socializado con éxito a menos que haya habido un cumplimiento directo suficiente en el momento de su primera aparición y que al menos una cierta medida de gratificación directa permanezca disponible en adelante. En ausencia de tal gratificación, la necesidad instintiva sigue siendo demasiado abrumadora y obsesiva. Si la falta de gratificación obedece a causas externas, el instinto encontrará una gratificación sustituta, por extraño que sea. Si las sanciones contra la gratificación instintiva han sido internalizadas, el esfuerzo en mantener la represión agotará la energía del individuo.

En la práctica, pocos logros sociales se se consiguen sólo por medio de la sublimación. El cumplimiento de las demandas sociales también se hace cumplir por temor a perder el amor o por temor a la castración y tales temores son aptos para levantar defensas neuróticas más que sublimación. Dado que la socialización es necesaria si hay crecimiento, no podemos esperar eliminar por completo mecanismos más severos: Es razonable esperar razonablemente esperar que, en el curso del crecimiento, la sublimación supere a otros mecanismos más debilitantes para resolver el conflicto latente entre las necesidades instintivas y las sociales.

La sublimación aumenta el poder del yo mientras que las defensas neuróticas conducen a reducción de la energía disponible. Cada persona tiene áreas donde la sublimación se consigue fácilmente y otras donde le es más difícil. La capacidad de yo varía: algunos niños subliman con un mínimo de aliento; otros en cambio parecen casi incapaces de sublimación aún bajo las condiciones más favorables.


Notas

¹ El autor habla de instinctive drives y podría traducirse como impulsos instintitivos. El término psicoanalítico más exacto, sin embargo, es pulsión.

² La palabra más correcta para spaltung en castellano es clivaje y, en ocasiones, escisión.

³ El autor utiliza el término ersatz, es decir, sucedáneo en lugar de alternativo.

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