Iona

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EPÍLOGO

 

-Amada, por fin solos. El enlace ha sido magnífico, pero tenía tantas ganas de llegar a la casita y amarnos…

Me cogió en brazos y pasamos por el umbral de la puerta.

Desesperados, nos despojamos de nuestras ropas y nos tumbamos en la cama, amándonos con una pasión ardiente. Con nuestros cuerpos nos comunicamos todo lo que sentíamos.

Todavía no podía hablar y las marcas de los dedos del asesino seguían en mi cuello.

Me besó con cariño mi dolorida garganta.

-Mi esposa, amada princesa. No hace falta que te esfuerces en hablar, casi te pierdo y no voy a separarme jamás de tu lado.

Me dedicaré a la investigación privada y tú serás mi compañera. Juntos resolveremos los casos y publicaremos tus relatos.

Le acaricié sus labios con lágrimas en los ojos y le susurré muy despacio : -Te amo…

Nos fundimos en un único ser y sonrientes y muy felices nos dormimos entrelazados.

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