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Notas

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[2436] Arnold Hauser, The Social History of Art, Vintage/Knopf, Nueva York, s. d., vol. 3, p. 52. [Hay traducción castellana: Historia social de la literatura y el arte, Debate, Barcelona, 1998]. <<

[2437] Q. D. Leavis, Fiction and the Reading Public, Bellew, Londres, 1932/1965, p. 83. <<

[2438] Ibid., pp. 83-84. y William Chappell, Popular Music of the Olden Time, 2 vols., Cramer, Beale & Chappell, Londres, 1855-1859. <<

[2439] Leavis, Fiction and the Reading Public, p. 106; y sobre el amplio abanico de lectores que leyeron El progreso del peregrino y Robinson Crusoe, véase: el capítulo 2 de la segunda parte. <<

[2440] Hauser, Social History of Art, p. 53. <<

[2441] Ibid. <<

[2442] Leavis, Fiction and the Reading Public, pp. 123 y 300. <<

[2443] Ibid., p. 130. Como parte de esta misma tendencia surgieron otras publicaciones periódicas: el Gentleman’s Magazine empezó a publicarse en 1731, y luego nacieron el London Magazine, la Monthly Review en 1749 y la Critical Review en 1756. <<

[2444] Leavis, Fiction and the Reading Public, p. 132. <<

[2445] Ibid., p. 145. <<

[2446] Sólo Lucrecio, con su temprana idea de evolución, parece haber tenido una noción de progreso. <<

[2447] Barnes, An Intellectual and Cultural History, p. 714. <<

[2448] Hampson, Enlightenment, pp. 80-82. <<

[2449] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 162. <<

[2450] Ibid., pp. 158-159. <<

[2451] Ibid., p. 162 y referencias. <<

[2452] Alfred Cobban, In Search of Humanity: The Role of the Enlightenment in Modern History, Cape, Londres, 1960, p. 69. <<

[2453] Boorstin, Seekers, p. 184. <<

[2454] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 175. <<

[2455] Ibid., p. 192. <<

[2456] Ibid., p. 196. <<

[2457] Ibid., p. 197. Sobre la renuencia de Leibniz a aceptar algunas de las ideas de Newton, véase: Cobban, In Search of Humanity, p. 38. <<

[2458] Israel, Radical Enlightenment, en especial pp. 552 y ss. <<

[2459] Ibid., pp. 436-437. <<

[2460] Cobban, In Search of Humanity, p. 210. <<

[2461] Ibid., p. 208. <<

[2462] Ibid., p. 211. La fisiognomía se puso de moda a finales del siglo XVIII, pero un legado más duradero del acercamiento de Kant fue la fundación de dos revistas en 1783 —la Zeitschrift für empirische Psychologie (Revista de psicología empírica) y el Magazin für Erfahrungseelenkunde (Magacín para el conocimiento empírico del alma)— que al establecer fuertes vínculos entre psicología y medicina constituyeron una nueva etapa en el camino hacia la fundación de la psicología moderna. <<

[2463] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 216. <<

[2464] Cobban, In Search of Humanity, p. 133. <<

[2465] L. G. Crocker, Nature and Culture: Ethical Thought in the French Enlightenment, John Hopkins University Press, Baltimore, 1963, pp. 479 y ss. <<

[2466] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 221. <<

[2467] J. O. de La Mettrie, Man a Machine, Open Court, La Salle, 1961, p. 117, traducción de G. C. Bussey. [Hay traducción castellana del original francés: El hombre máquina, Alhambra, Madrid, 1987]. <<

[2468] Dror Wahrman, The Making of the Modern Self: Identity and Culture in Eighteenth Century England, Yale University Press, New Haven, 2004, pp. 182-184. <<

[2469] Ibid., pp. 275-286. <<

[2470] James Buchan, Capital of the Mind, John Murray, Londres, 2003, p. 5. <<

[2471] Ibid., pp. 1-2. <<

[2472] Ibid., pp. 174-179. Y también contribuyó al desarrollo de las leyes. Cobban, In Search of Humanity, p. 99. <<

[2473] R. A. Houston, Social Change in the Age of Enlightenment: Edinburgh 1600-1760, Clarendon Press of Oxford University Press, Oxford, 1994, p. 80. <<

[2474] Ibid., pp. 8-9. <<

[2475] Buchan, Capital of the Mind, p. 243. <<

[2476] En el siglo XIX se lo leyó poco. Como afirma James Buchan, «fue en el oscuro siglo XX … que Hume fue coronado como rey de los filósofos británicos». Por otro lado, fue despedido de su primer empleo por corregir el inglés de su jefe. Buchan, Capital of the Mind, p. 76. <<

[2477] Ibid., p. 247 y referencias. <<

[2478] Buckle, Hume’s Enlightenment Tract, pp. 149-168. <<

[2479] Buchan, Capital of the Mind, p. 81. <<

[2480] Hawthorn, Enlightenment and Despair, pp. 32-33. <<

[2481] Buchan, Capital of the Mind, p. 247 y referencias. <<

[2482] Sobre los ecos de Hume en la obra de William James, véase: Hawthorn, Enlightenment and Despair, p. 32. <<

[2483] Buchan, Capital of the Mind, p. 81. <<

[2484] Buckle, Hume’s Enlightenment Tract, pp. 14-15. <<

[2485] Buchan, Capital of the Mind, p. 221. <<

[2486] Aunque Cobban, In Search of Humanity, p. 172, menciona a otros autores franceses y suizos que se adelantaron a Ferguson. <<

[2487] Buchan, Capital of the Mind, p. 222. <<

[2488] Véase: Frania Oz-Salzberger, Translating the Enlightenment: Scottish Civic Discourse in Eighteenth-Century Germany, Clarendon Press of Oxford University Press, Oxford, 1995, en especial el capítulo 4: «Ferguson’s Scottish contexts: life, ideas and interlocutors». <<

[2489] Buchan, Capital of the Mind, p. 224. <<

[2490] Ibid., p. 305. <<

[2491] Muchas miradas se concentraron en las Provincias Unidas holandesas porque era un país pequeño (que incluso tenía que crear su propio territorio) y pese a ello había conseguido posicionarse en un lugar destacado entre las distintas naciones gracias a la excelencia de su arte y comercio. <<

[2492] «Vital statistics» (estadísticas demográficas) es un término victoriano. Buchan, Capital of the Mind, p. 309. <<

[2493] Ibid., p. 316. <<

[2494] Ian Simpson Ross, The Life of Adam Smith, Clarendon Press of Oxford University Press, Oxford, 1995, p. 17. <<

[2495] Ibid., p. 133. <<

[2496] Ibid., cap. 1, pp. 157 y ss., «The making of the theory of moral sentiments». <<

[2497] Ibid., p. 121. <<

[2498] Paul Langford, A Polite and Commercial People, Oxford University Press, Oxford, 1989, p. 447. <<

[2499] Ibid., p. 3. <<

[2500] Ibid., p. 391. <<

[2501] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 317. <<

[2502] Langford, A Polite and Commercial People, p. 70. <<

[2503] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 319. <<

[2504] Ibid. <<

[2505] Hawthorn, Enlightenment and Despair, p. 56. <<

[2506] Bernal, Science in History, vol. 4, p. 1052, afirma que para Adam Smith el laissez faire era el orden natural. <<

[2507] H. T. Buckle, A History of Civilization in England, 3 vols., Longman’s Green, Londres, 1871, vol. 1, p. 194. <<

[2508] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 333. <<

[2509] Ésta ha continuado siendo una forma de pesimismo bastante influyente, y la encontramos muy viva en el movimiento ecologista del siglo XX. Y también contribuye a explicar la célebre descripción de la economía como «ciencia lúgubre» de Thomas Carlyle. Véase: Kenneth Smith, The Malthusian Controversy, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1951. <<

[2510] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 335; véase también: Hawthorn, Enlightenment and Despair, p. 80. <<

[2511] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 251. <<

[2512] La principal diferencia entre entonces y hoy en la forma de entender lo que, por comodidad, podemos denominar sociología es que en el siglo XVIII esta disciplina estaba menos vinculada con la biología y la psicología y más con la moral (las virtudes) y la política. <<

[2513] Cobban, In Search of Humanity, p. 147. Boorstin, Seekers, p. 198, considera que era un masoquista, siempre a la búsqueda de una maman. <<

[2514] Jean-Jacques Rousseau, The First and Second Discourses, edición de R. D. Masters, St Martin’s Press, Nueva York, 1964, p. 92 y ss. [Hay traducción castellana del original francés: Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres y otros escritos, Tecnos, Madrid, 1987]. Sobre la «epifanía intelectual» de Rousseau, véase: Cobban, In Search of Humanity, p. 149. <<

[2515] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 278. <<

[2516] Boorstin, Seekers, p. 199. La propuesta de que los sentimientos deberían enseñar al hombre cómo vivir permite considerar a Rousseau uno de los orígenes del movimiento romántico. Esta idea, por otro lado, también lo condujo a su teoría de la educación: Rousseau creía en la inocencia de la infancia, en oposición a la concepción, entonces imperante, de que los niños eran por naturaleza malvados y había que golpearlos. <<

[2517] Hawthorn, Enlightenment and Despair, pp. 14-15. <<

[2518] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 293. <<

[2519] Bronowski y Mazlish, Western Intellectual Tradition, p. 258. <<

[2520] Barnes, An Intellectual and Cultural History, p. 826. <<

[2521] Sobre la incapacidad de Bacon para reconocer los avances realizados por napier, Vesalio y Harvey, véase: Boorstin, Seekers, p. 161. <<

[2522] Cobban, In Search of Humanity, p. 51. <<

[2523] F. J. Teggar, The Idea of Progress, University of California Press, Berkeley, 1925, pp. 110 y ss. <<

[2524] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 259. <<

[2525] Ibid. Para las discusiones sobre el uso de la palabra y el concepto de civilización, véase: Boorstin, Seekers, pp. 193 y ss. <<

[2526] Teggar, Idea of Progress, p. 142; Boorstin, Seekers, p. 219. <<

[2527] Barnes, An Intellectual and Cultural History, p. 824; y James Bonar, Philosophy and Political Economy, Macmillan, Londres, 1893, pp. 204-205. <<

[2528] Según H. S. Salt, «durante un tiempo consideró que Tom Paine era Tom Tonto». Deborah Manley, Henry Salt: Artist, Traveller, Diplomat, Egyptologist, Libri, Londres, 2001. Véase también: H. S. Salt, Godwin’s Inquiry Concerning Political Justice, impreso por G. G. y J. Robinson, Paternoster Row, Londres, 1796, pp. 1-2. <<

[2529] Como un observador comentó: «esto es la apoteosis del individualismo y, en cierto sentido, del protestantismo». Barnes, An Intellectual and Cultural History, p. 836. <<

[2530] Barnes, An Intellectual and Cultural History, p. 839; y Boorstin, Seekers, p. 208. <<

[2531] Barnes, An Intellectual and Cultural History, p. 840; y Louis, duque de Saint-Simon, Mémories de Saint-Simon, edición de A. de Boislisle, 41 vols., Hachette et Cie, París, 1923-1928; Boorstin, Seekers, pp. 207-212; y Hawthorn, Enlightenment and Despair, pp. 72-79, que describe a Saint-Simon como «un oportunista». <<

[2532] Charles Dickens, Hard Times, Penguin, Londres, 2003, con introducción de Kate Flint, pp. 27-28. Hard Times se público originalmente en 1854. [Hay traducción castellana: Tiempos difíciles, Altaya, Barcelona, 1995]. <<

[2533] Ibid., p. XI. <<

[2534] Bronowski y Mazlish, Western Intellectual Tradition, p. 307. Dependiendo del estudioso al que usted lea, hubo muchas otras «revoluciones» en el siglo XVIII: por ejemplo, la revolución demográfica, la química y la agrícola, entre otras. <<

[2535] David Landes, The Wealth and Poverty of Nations, Norton/Abacus, Nueva York, 1998/1999, p. 42. [Hay traducción castellana: La riqueza y la pobreza de las naciones, Crítica, Barcelona, 1995]. <<

[2536] Bernal, Science in History, p. 520. <<

[2537] Ibid. <<

[2538] Peter Hall, Cities in Civilization, p. 310. <<

[2539] Ibid., p. 312. <<

[2540] Phyllis Deane, The First Industrial Revolution, Cambridge University Press, Cambridge (Inglaterra), 1979, p. 90. [Hay traducción castellana: La primera revolución industrial, Península, Barcelona, 1998]. <<

[2541] Hall, Cities in Civilization, p. 313. <<

[2542] David S. Landes, The Unbound Prometheus: Technological Change and Industrial Development in Western Europe from 1750 to the Present Day, Cambridge University Press, Cambridge (Inglaterra), 1969, pp. 302-303. [Hay traducción castellana: Progreso tecnológico y revolución industrial, Tecnos, Barcelona, 1979]. <<

[2543] Éste fue uno de los pasos hacia el descubrimiento de la presión atmosférica. <<

[2544] Peter Lane, The Industrial Revolution, Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1978, p. 231. Sobre el traslado de Watt a Birmingham, véase: Samuel Smiles, The Lives of Boulton and Watt, John Murray, Londres, 1865, pp. 182-198. <<

[2545] Hall, Cities in Civilization, p. 315. <<

[2546] Lane, Industrial Revolution, pp. 68-69. <<

[2547] Hall, Cities in Civilization, p. 316. <<

[2548] Ibid., p. 319. <<

[2549] Ibid., p. 308. <<

[2550] Landes, Wealth and Poverty of Nations, p. 41. <<

[2551] Ibid. <<

[2552] Ibid. <<

[2553] Hall, Cities in Civilization, pp. 311-312. <<

[2554] Deane, First Industrial Revolution, p. 22. <<

[2555] Ibid. <<

[2556] Landes, Wealth and Poverty of Nations, pp. 64-65. <<

[2557] Ibid., p. 5. <<

[2558] Ibid., p. 7. <<

[2559] Eric Hobsbawm, The Age of Revolution, Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1962, p. 63. [Hay traducción castellana: La era de la revolución, 1789-1848, Crítica, Barcelona, 1997]. <<

[2560] Landes, Wealth and Poverty of Nations, p. 7. <<

[2561] Hall, Cities in Civilization, p. 308. <<

[2562] Landes, Wealth and Poverty of Nations, p. 262. <<

[2563] Ibid., p. 282. <<

[2564] Bernal, Science in History, p. 600. <<

[2565] Ibid., pp. 286-287. <<

[2566] Son muchas las historias que ignoran a Kleist. Véase: Michael Brian Schiffer, Draw the Lightning Down: Benjamin Franklin and Electrical Technology in the Age of Enlightenment, University of California Press, Berkeley, 2003, p. 46. <<

[2567] En su momento, se aprendería mucho más sobre los campos magnéticos producidos por las corrientes y sobre la forma en que éstas se desplazaban a través de los conductores gracias a las investigaciones de André-Marie Ampère (1775-1836), Karl Friedrich Gauss (1777-1855) y Georg Ohm (1787-1854). El estudio de la corriente eléctrica se convirtió entonces en una ciencia cuantitativa. Landes, Unbound Prometheus, p. 285. <<

[2568] Bernal, Science in History, p. 620. <<

[2569] Ibid., p. 621. <<

[2570] Jean-Pierre Poirier, Lavoisier: Chemist, Biologist, Economist, University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 1996, pp. 72 y ss., «The Oxygen Dispute». Nick Lane, Oxygen: The Molecule that Made the World, Oxford University Press, Oxford, 2003. <<

[2571] Poirier, Lavoisier, pp. 72 y ss. <<

[2572] Ibid., pp. 102 y ss., sobre la nueva química; pp. 105 y ss., sobre la formación de los ácidos; p. 107, sobre la combustión; pp. 61 y ss., sobre la calcinación de los metales; y p. 150, sobre el análisis del agua. <<

[2573] John Dalton, A New System of Chemical Philosophy, R. Bickerstaff, Londres, 1808-1827 (reimpreso en 1953), vol. II, sec. 13, pp. 1 y ss., y vol. I, pp. 231 y ss. Y véase: el diagrama en frente de la p. 218. <<

[2574] Barnes, An Intellectual and Cultural History, p. 681. <<

[2575] Bernal, Science in History, p. 625. <<

[2576] Bronowski y Mazlish, Western Intellectual Tradition, p. 323. <<

[2577] Ibid., p. 324. <<

[2578] Robin Reilly, Josiah Wedgwood, 1730-1795, Macmillan, Londres, 1992, p. 183 <<

[2579] Bronowski y Mazlish, Western Intellectual Tradition, p. 325. <<

[2580] Reilly, Josiah Wedgwood, p. 314. <<

[2581] Ibid., p. 327. Samuel Galton, el abuelo de Francis, el fundador de la eugenesia, fue otro que se trasladó de la Academia de Warrington a la Sociedad Lunar, y reunió una de las primeras colecciones de instrumentos científicos. Thomas Day fue más famoso por sus cuentos para niños; su estilo era, según un autor, «pomposo e insípido», pero prestaba dinero a otros miembros para apoyar sus actividades. Robert E. Schofield, The Lunar Society of Birmingham: A Social History on Provincial Science and Industry in Eighteenth Century England, Clarendon Press, Oxford, 1963, p. 53. James Keir, un antiguo soldado profesional, intentó extraer álcali a partir de kelp (un tipo de alga marina), su método funcionó pero el producto era demasiado poco; luego tradujo el Diccionario de química de Macquer (había combatido en Francia y tenía un buen conocimiento del idioma), una obra muy destacada y, sobre todo, práctica que contribuyó a establecer el prestigio de la Sociedad Lunar. <<

[2582] John Graham Gillam, The Crucible: The Story of Joseph Priestley LLD, FRS, Robert Hale, Londres, 1959, p. 138. <<

[2583] Bronowski y Mazlish, Western Intellectual Tradition, p. 329. <<

[2584] Ibid., p. 330. <<

[2585] Ibid., p. 329. <<

[2586] Véase: Jenny Uglow, The Lunar Men: The Friends Who Made the Future, Faber & Faber, Londres, 2002, en especial pp. 210-221, 237, 370 y 501. <<

[2587] Schofield, Lunar Society, p. 440. <<

[2588] En la década de 1760, cuando el estado de Massachusetts realizó su famosa protesta de que el gobierno británico no tenía derecho a cobrar impuestos a la colonia porque Massachusetts no tenía representante en el Parlamento, parte de la respuesta del gobierno británico fue que Manchester tampoco lo tenía. Henry Steel Commager, The Empire of Reason: How Europe Imagined and America Realisez the Enlightenment, Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1978/2000; sobre el ambiente de Birmingham, véase también: Gillam, Crucible, p. 182. <<

[2589] Landes, Unbound Prometheus, p. 23. <<

[2590] Ibid., pp. 25-26. <<

[2591] Ibid., pp. 22-23, para una buena exposición sobre la controversia. <<

[2592] E. P. Thompson, The Making of the English Working Class, Gollancz, Londres, 1963, pp. 807 y ss. [Hay traducción castellana: La formación de la clase obrera en Inglaterra, 2 vols., Barcelona, Crítica, 1989]. <<

[2593] Ibid., cap. 16, pp. 781 y ss. <<

[2594] Bronowski y Mazlish, Western Intellectual Tradition, p. 339. <<

[2595] Athol Fitzgibbons, Adam Smith’s System of Liberty, Wealth and Virtue: The Moral and Political Foundation of the Wealth of Nations, The Clarendon Press of Oxford University Press, Oxford, 1995, pp. 5 y ss. <<

[2596] Landes, Unbound Prometheus, p. 246. <<

[2597] Sobre su ruptura con la religión, véase: David Weatherall, David Ricardo, Martinus Nijhoff, La Haya, 1976, p. 27. <<

[2598] Ibid., p. 147. <<

[2599] J. K. Galbraith, A History of Economics, Hamish Hamilton/Penguin Books, Londres, 1987/1991, p. 84. [Hay traducción castellana: Historia de la economía, Ariel, Barcelona, 2003]. <<

[2600] Ibid., p. 118. <<

[2601] R. W. Harris, Romanticism and the Social Order, Blandford, Londres, 1969, p. 78. <<

[2602] Frank Podmore, Robert Owen, Augustus M. Kelley, Nueva York, 1968, p. 188 <<

[2603] A. L. Morton, The Life and Ideas of Robert Owen, Lawrence & Wishart, Londres, 1963, p. 92 <<

[2604] Ibid., pp. 88 y ss. <<

[2605] Bronowski y Mazlish, Western Intellectual Tradition, pp. 450 y ss. <<

[2606] Harris, Romanticism and the Social Order, p. 80. Podmore, Robert Owen, p. 88, y véase en la p. 80 una fotografía de las fábricas de New Lanark. <<

[2607] También creó un instituto en el que se impartían clases nocturnas para aquellos que querían seguir estudiando después de haber dejado la escuela. Morton, Life and Ideas of Robert Owen, p. 106. <<

[2608] Bronowski y Mazlish, Western Intellectual Tradition, p. 456. <<

[2609] Otra de sus ideas fue la de las llamadas «comunidades owenitas» (en Londres, Birmingham, Norwich y Sheffield) donde reunió a artesanos para que produjeran sus propios artículos sin la participación de empleadores capitalistas. Owen siempre mantuvo su convicción de que el capitalismo era «un sistema inherentemente malvado» y deseaba que otros compartieran su visión del mundo. Ésta es la principal razón por la que se volvió un apasionado defensor del sindicalismo. Fue Owen quien tuvo la idea de intercambios de trabajo, un sistema en el que los artesanos podían cambiar sus propios productos por «billetes de trabajo» que, a su vez, podían cambiarse por bienes (otra de las alternativas al sistema capitalista que propuso). La mayoría de estas ideas fracasaron, al menos en la forma en que Owen las concibió. No obstante, como ha señalado R. W. Harris, Owen fue más un visionario que un organizador, y muchas de sus ideas se convertirían finalmente en aspectos importantes de las políticas laborales de la segunda mitad del siglo XIX y de la mayor parte del XX. Harris, Romanticism and the Social Order, p. 84. <<

[2610] Landes, Unbound Prometheus, pp. 298-299, sobre la importancia de los lubricantes en la revolución industrial. <<

[2611] Eric J. Hobsbawm, Industria e imperio. Una historia económica de Gran Bretaña desde 1750, Ariel, Barcelona, 1977, p. 88. <<

[2612] Ibid., 91. <<

[2613] Ibid. <<

[2614] Ibid., p. 92. Véase también la conversación sobre este tema que mantuvo Engels con un habitante de Manchester: Hobsbawm, Age of Revolution, p. 182. <<

[2615] David McLellan, Karl Marx: His Life and Thought, Macmillan, Londres, 1973, p. 130. <<

[2616] Galbraith, A History of Economics, p. 127. <<

[2617] Ibid., p. 128. Sobre la relación de Marx con Hegel, véase: Hawthorn, Enlightenment and Despair, p. 53. <<

[2618] En Francia los judíos tenían esperanzas de un futuro mejor. Hobsbawm, Age of Revolution, p. 197. <<

[2619] Terrell Carver, ed., The Cambridge Companion to Marx, Cambridge University Press, Cambridge (Inglaterra), 1991, p. 56. <<

[2620] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, p. 435. <<

[2621] Ibid., p. 436. <<

[2622] McLellan, Karl Marx, pp. 299 y ss. <<

[2623] Ibid., p. 334. <<

[2624] Galbraith, A History of Economics, pp. 128-129. <<

[2625] McLellan, Karl Marx, pp. 299-300 y 349-350. <<

[2626] Ibid., pp. 433-442. <<

[2627] R. Smith, Fontana History of the Human Sciences, pp. 433-442. <<

[2628] Karl Marx, Capital, vol. 2, E. Untermann, Chicago, 1907, p. 763. [Hay traducción castellana: El capital: crítica de la economía política, 8 vols., México, Siglo XXI, 1975-1981]. Hawthorn, Enlightenment and Despair, p. 54. <<

[2629] McLellan, Karl Marx, p. 447. La Internacional duró hasta 1972. <<

[2630] Raymond Williams, Culture and Society, 1780-1950, Chatto & Windus, Londres, 1958; Penguin, Londres, 1963. <<

[2631] De hecho, Adam Smith fue uno de los primeros en utilizar la palabra en este nuevo sentido en La riqueza de las naciones. <<

[2632] Williams, Culture and Society, pp. 13-14. <<

[2633] Ibid., p. 14. <<

[2634] Ibid., p. 15. <<

[2635] Ibid., pp. 15-16. <<

[2636] Ibid., p. 16. <<

[2637] Ibid., p. 124. Véase también: Nicholas Murray, A Life of Matthew Arnold, Hodder & Stoughton, Londres, 1996, pp. 243-245. <<

[2638] Williams, Culture and Society, p. 130; y Murray, A Life of Matthew Arnold, p. 245. <<

[2639] Williams, Culture and Society, p. 136; y Matthew Arnold, Culture and Anarchy, John Murray, Londres, 1869, p. 28. <<

[2640] Kenneth Pomeranz, The Great Divergence: China, Europe and the Making of the Modern World Economy, Princeton University Press, Princeton (Nueva Jersey) y Londres, 2000, passim. <<

[2641] Karl Polanyi, The Great Transformation, Beacon Press, Boston, 1944/2001, pp. 3 y ss. [Hay traducción castellana: La gran transformación, Endymion, Madrid, 1989]. <<

[2642] Ibid., pp.

5 y 7. <<

[2643] Ibid., p. 15. Véase también: Niall Ferguson, The Cash Nexus, Allen Lane/Penguin, Londres, 2001/2002, pp. 28-29 y 295-296. Para la tabla sobre el aumento de la democracia, véase: p. 355. [Hay traducción castellana: Dinero y poder en el mundo moderno, Taurus, Madrid, 2001]. Lo que resulta irónico y paradójico es que con frecuencia no se explore el hecho de que éste fue también el período en el que el imperialismo alcanzó su apogeo. <<

[2644] Elliott, El Viejo Mundo y el Nuevo, p. 73. [La traducción del pasaje procede de K. Marx y F. Engels, Manifiesto comunista, El Viejo Topo, Madrid, 1997, p. 25]. <<

[2645] Elliott, El Viejo Mundo y el Nuevo, p. 73. <<

[2646] Ibid., p. 75. <<

[2647] Ibid., p. 76. Véase también: Samuel Eliot Morison, Henry Steel Commager y William E. Leuchtenberg, The Growth of the American Republic, Oxford University Press, Oxford y Nueva York, 1980, vol. 2, pp. 4-5. <<

[2648] Elliott, El Viejo Mundo y el Nuevo, pp. 76-77. <<

[2649] John Elliott se pregunta si el arte barroco, tan dependiente de los adornos de oro y plata, habría sido posible sin los metales preciosos del Nuevo Mundo. <<

[2650] Véase: Greene, Intellectual Construction of America, pp. 21-22, sobre el respeto a la antigüedad en la Europa de la época. <<

[2651] Elliott, El Viejo Mundo y el Nuevo, p. 104. <<

[2652] Ibid., p. 105 <<

[2653] Ibid., p. 107. Véase también: Greene, Intellectual Construction of America, pp. 39-42. <<

[2654] Elliott, El Viejo Mundo y el Nuevo, p. 107; sobre las ideas acerca del Paraíso y la utopía a comienzos de la colonización de América, véase: Greene, Intellectual Construction of America, pp. 28-29. <<

[2655] Elliott, El Viejo Mundo y el Nuevo, p. 109. <<

[2656] Ibid. La fortaleza de este nuevo orden económico fue suficiente como para que incluso los musulmanes se interesaran en él. Enfrentados a una España boyante gracias a sus conquistas en América y con grandes reservas de plata a su disposición, los otomanos empezaron a mostrar cierta curiosidad por el Nuevo Mundo. Hacia 1580 se escribió una Historia de las Indias occidentales que se presentó al sultán Murad III. Basándose principalmente en fuentes italianas y españolas, el autor escribió: «En veinte años los españoles conquistaron todas las islas y capturaron a cuarenta mil hombres y mataron a otros miles. Esperemos de Dios que alguna vez estos valiosos territorios sean conquistados por la familia del islam y sean habitados por musulmanes y lleguen a formar parte de los territorios otomanos». Ibid., p. 112. (Compárese infra la nota 47 del capítulo 29). <<

[2657] Ibid., pp. 119-120. Véase también: Pastor Bodmer, Armature of Conquest, p. 212. <<

[2658] Elliott, El Viejo Mundo y el Nuevo, p. 128. [La traducción del pasaje es de Almudena Montojo: Michel de Montaigne, Ensayos III, Madrid, Cátedra, 2002, p. 148]. <<

[2659] Ibid., p. 120. <<

[2660] Henry Steel Commager, Empire of Reason, p. 83. <<

[2661] Ibid., pp. 83-84. <<

[2662] Ibid., p. 84. <<

[2663] Kushnarev, Bering’s Search for the Strait, p. 169. <<

[2664] Pastor Bodmer, Armature of Conquest, p. 106. <<

[2665] Antonello Gerbi, The Dispute of the New World: The History of a Polemic, 1750–1900, edición revisada y aumentada, traducción de Jeremy Moyle, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1973, p. 61. <<

[2666] Greene, Intellectual Construction of America, p. 128. <<

[2667] Gerbi, Dispute of the New World, p. 7. <<

[2668] Greene, Intellectual Construction of America, p. 129. <<

[2669] Pastor Bodmer, Armature of Conquest, p. 111. <<

[2670] Gerbi, Dispute of the New World, pp. 52 y ss. <<

[2671] Commager, Empire of Reason, p. 16; sobre el encuentro entre Franklin y Voltaire, véase: Gary Wills, Inventing America, Houghton Mifflin, Boston, 1978/2002, pp. 99-100. <<

[2672] Commager, Empire of Reason, p. 17; Boorstin, Seekers, p. 204; Hugh Brogan, The Penguin History of the United States, Penguin, Londres, 1985/1990, p. 97. <<

[2673] Brogan, Penguin History of the United States, p. 93. <<

[2674] Commager, Empire of Reason, p. 20. <<

[2675] Ibid.; y Brogan, Penguin History of the United States, p. 98. <<

[2676] Commager, Empire of Reason, p. 21. <<

[2677] Wills, Inventing America, p. 172. <<

[2678] Commager, Empire of Reason, p. 23. <<

[2679] Ibid., p. 24. <<

[2680] Greene, Intellectual Construction of America, p. 168; y John Ferling, A Leap in the Dark, Oxford University Press, Oxford, 2003, p. 256. <<

[2681] Commager, Empire of Reason, p. 30. <<

[2682] Ibid. <<

[2683] Wills, Inventing America, p. 45. <<

[2684] Commager, Empire of Reason, p. 33. <<

[2685] Ibid., p. 39. <<

[2686] Greene, Intellectual Construction of America, pp. 131-138. <<

[2687] Brogan, Penguin History of the United States, p. 178; Daniel Boorstin, The Americans: The National Experience, Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1966, p. 399. <<

[2688] Commager, Empire of Reason, p. 41. <<

[2689] Ibid., p. 94. <<

[2690] Merrill D. Peterson, Thomas Jefferson and the New Nation, Oxford University Press, Oxford, 1970, pp. 159-160. <<

[2691] Wills, Inventing America, pp. 136-137. <<

[2692] Commager, Empire of Reason, p. 98. <<

[2693] Ibid., p. 106. <<

[2694] Ibid., p. 108. <<

[2695] Wills, Inventing America, p. 129, y también p. 99, sobre los artilugios que había en Monticello. <<

[2696] Commager, Empire of Reason, p. 114. <<

[2697] Peterson, Thomas Jefferson, p. 160. <<

[2698] Commager, Empire of Reason, p. 99. <<

[2699] Ibid., p. 100. <<

[2700] Wills, Inventing America, p. 287. <<

[2701] Commager, Empire of Reason, p. 146. <<

[2702] Ibid. <<

[2703] Ibid., pp. 149-150. <<

[2704] Ibid., p. 151. <<

[2705] Ferling, A Leap in the Dark, p. 315. <<

[2706] Commager, Empire of Reason, p. 153. <<

[2707] Sobre Pendleton, véase: Wills, Inventing America, p. 6; y p. 18, sobre Adams (a quien John F. Kennedy dedica uno de sus Profiles in Courage). <<

[2708] Morison, et al., Growth of the American Republic, p. 67; Brogan, Penguin History of the United States, pp. 94-95. <<

[2709] Commager, Empire of Reason, p. 173, citando a Samuel Williams, Natural and Civil History of Vermont, Walpole, Newhampshire, 1794, pp. 343-344. <<

[2710] Ibid., p. 176. <<

[2711] Sobe la abundancia que había en América y algunos aspectos del matrimonio, véase: Greene, Intellectual Construction of America, p. 99. <<

[2712] W. H. Auden, City Without Walls, Faber, Londres, 1969, p. 58. <<

[2713] Commager, Empire of Reason, p. 181. <<

[2714] Ibid., p. 183. <<

[2715] Brogan, Penguin History of the United States, p. 216. <<

[2716] Commager, Empire of Reason, pp. 187-188. <<

[2717] Ferling, A Leap in the Dark, p. 26. <<

[2718] Commager, Empire of Reason, p. 192. <<

[2719] Ibid., pp. 192-193. <<

[2720] Ferling, A Leap in the Dark, p. 150. <<

[2721] Commager, Empire of Reason, p. 201. <<

[2722] Ibid., p. 208. <<

[2723] Sobre los efectos de esta forma de pensar en Europa, véase: Greene, Intellectual Construction of America, pp. 131 y ss. <<

[2724] Ibid., p. 177, para el contexto. <<

[2725] Ferling, A Leap in the Dark, p. 298. <<

[2726] Commager, Empire of Reason, p. 236. <<

[2727] Ibid., p. 238. <<

[2728] Ferling, A Leap in the Dark, p. 257. <<

[2729] Commager, Empire of Reason, pp. 240-241. <<

[2730] Wills, Inventing America, p. 249; Ferling, A Leap in the Dark, p. 434. <<

[2731] Commager, Empire of Reason, p. 245. <<

[2732] Tocqueville advirtió la diferencia entre los «disolutos» francófonos de Nueva Orleans y los «píos» francófonos canadienses. <<

[2733] André Jardin, Tocqueville, Peter Halban, Londres, 1988, p. 149. <<

[2734] Ibid. <<

[2735] Ibid., p. 117. Véase también: James T. Schleifer, The Making of Tocqueville’s «Democracy in America», University of North Carolina Press, Chapel Hill (Carolina del Norte), 1980, en especial pp. 62 y ss., 191 y ss., y 263 y ss. <<

[2736] Jardin, Tocqueville, p. 126. <<

[2737] Ibid., p. 158; Brogan, Penguin History of the United States, p. 319. <<

[2738] Jardin, Tocqueville, p. 114. Una visión alternativa es que Tocqueville pensaba que el factor más importante de la vida americana era la igualdad, pero la revolución no había contribuido de forma significativa a crear este espíritu. También es famoso el hecho de que predijera que las dos grandes potencias del mundo futuro serían Estados Unidos y Rusia. Véase: Wills, Inventing America, p. 323. <<

[2739] Alexis de Tocqueville, Œuvres Complètes, J. P. Mayer, ed., Gallimard, París, 1951, vol. 1, p. 236. <<

[2740] Jardin, Tocqueville, p. 162. <<

[2741] Brogan, Penguin History of the United States, p. 75. <<

[2742] Jardin, Tocqueville, p. 208. <<

[2743] Ibid., p. 216. <<

[2744] Algunos aspectos de su argumentación y algunas de sus observaciones resultaban paradójicos o contradictorios. Por ejemplo, aunque pensaba que la vida era más privada en América, consideraba al mismo tiempo que la gente sentía más envidia allí. Era posible, temía, que el desarrollo de la industria en Estados Unidos destruyera ese espíritu de comunidad que tanto había admirado en el país, pues este proceso exacerbaría las diferencias entre las personas. Véase: Jardin, Tocqueville, p. 263. <<

[2745] Wills, Inventing America, p. 253. <<

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