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Quinta parte. De Vico a Freud, verdades paralelas: La incoherencia moderna » Capítulo 35. Los enemigos de la cruz y del Corán: El fin del alma

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En el capítulo 29, dedicado al renacimiento oriental, vimos que las relaciones del mundo musulmán con Occidente habían sido por lo menos accidentadas, y habían estado marcadas por cierta arrogancia respecto a lo poco que el islam podía aprender de Europa, moderada más tarde a medida que los logros técnicos europeos superaban la barrera impuesta por la división religiosa. Sin embargo, la brecha entre ambos mundos sólo empezó a reducirse con la retirada del imperio otomano, que culminó en la guerra de Crimea en la década de 1850. Este conflicto fue crucial porque fue la primera vez en la historia que se produjo una verdadera alianza entre fuerzas cristianas e islámicas, cuando Turquía se unió con Francia e Inglaterra en contra de Rusia. El resultado de esta cooperación más estrecha de lo normal, fue que los musulmanes descubrieron que eran muchísimas las cosas que podían aprender de los europeos, no sólo en lo relativo al armamento, las tácticas de combate y la medicina, materias que siempre les habían resultado atractivas, sino también en otras esferas de la vida.

Esta nueva actitud se manifestó por primera vez en Turquía, donde, por ejemplo, surgió un movimiento conocido como Tanzimat, «reforma».[3456] El país creó un Consejo Supremo de Reforma, se reorganizó de acuerdo con el modelo francés y se limitó el ámbito de aplicación de la sharia al derecho familiar. Los recaudadores de impuestos fueron sustituidos por la imposición directa y la gente se convirtió en «súbditos». La figura clave aquí fue Namik Kemal (1840-1888), quien editaba un diario, Libertad, cuyas metas eran la búsqueda del desarrollo tecnológico, la libertad de prensa, la separación de poderes, la igualdad ante la ley y una reinterpretación del Corán coherente con una democracia parlamentaria. El mensaje más importante que Kemal tenía que ofrecer era que no todo estaba predeterminado por Dios. Ishak Efendi fue nombrado bashoca de la Escuela Imperial de Ingeniería Militar y en 1834 publicó su obra en cuatro volúmenes Mecmua-i Ulum-i Riyaziye, basada en fuentes extranjeras y que introdujo las ciencias modernas en el mundo musulmán. Doce años después, Kudsi Efendi escribió su Asrar al-Malakut, en el que intentó reconciliar el sistema copernicano con el islam. En 1839 se seleccionó a treinta y seis estudiantes de las escuelas militares y de ingeniería para que estudiaran en París, Londres y Viena, y en 1845 se creó un Consejo Temporal de Educación para examinar la idea de «educación pública». El primer libro de química moderna publicado en turco apareció en 1848 y el primer título de biología moderna lo hizo en 1865. La construcción de fábricas siguiendo el modelo occidental empezó en serio en la década de 1860. En 1867 se fundó en Estambul una escuela de medicina civil, y dos años después se abrieron las inscripciones para la Darülfünân, «universidad». Los cursos se iniciaron en 1874-1875, cuando se contaba con escuelas de letras, de derecho y, en lugar de ciencias como se había previsto originalmente, de ingeniería civil (basada en la École des Ponts et Chaussées francesa). En 1851 surgió la Encümen-i Danis, una institución similar a la Académie Française; en 1866 se creó un consejo de traducción; en 1869 se adoptó el sistema métrico; y en 1885, cuando Pasteur descubrió la vacuna para la rabia, los turcos enviaron una delegación de médicos a París para conocer la nueva información y entregarle al gran científico una condecoración.[3457]

Contemporáneo de Namik Kemal fue el iraní Malkom Khan (1844-1908), muy influido por Aguste Comte. Khan, que se había educado en París, escribió un Libro de reforma en el que defendía la separación de poderes y el derecho secular, y abogaba por una Declaración de Derechos. Al igual que Kemal, publicó un periódico, Qanun, «Ley», en el que propuso la creación de dos asambleas, una asamblea popular y otra de ulemas. Una figura similar a ambos fue la del tunecino Khayr al-din al-Tunisi (1822-1890), que también estudió en París y quien, como ya hiciera Aristóteles en la Grecia clásica, realizó un estudio comparativo de veintiún estados europeos y sus respectivos sistemas políticos. En su opinión, los musulmanes se equivocaban al rechazar los logros de otras culturas simplemente por el hecho de no ser musulmanas y recomendaba que el mundo islámico se apropiara de lo mejor que Europa tenía que ofrecer.[3458]

En total, en este período surgieron más de cincuenta pensadores de primer orden en el mundo islámico partidarios de la modernización del islam, figuras como Qasim Amin en Egipto, Mahmud Tarzi en Afganistán, Sayyid Khan en la India, Achmad Dachlan en Java y Wang Jingshai en China. No obstante, los tres modernistas islámicos de más influencia fueron: el iraní Sayyid Jamal al-Din al-Afghani (1838-1897), el egipcio Muhammad Abduh (1849-1905), y Muhammad Rashid Rida (1865-1935), quien nació en el Líbano pero pasó la mayor parte de su vida adulta en Egipto; todos ellos merecerían ser mejor conocidos en Occidente.

El principal mensaje de Al-Afghani era que el éxito de Europa se debía básicamente a dos cosas, su ciencia y sus leyes, y sostenía que ambas tenían su origen en la Grecia y la India antiguas. «La ciencia no conoce fin o límite», decía en 1882, «la ciencia gobierna el mundo». «No hubo, hay ni habrá gobernante en el mundo sin ayuda de la ciencia». «Los ingleses han llegado a Afganistán, los franceses se han apoderado de Túnez. Pero en realidad esta usurpación, agresión y conquista no han sido logradas por los franceses o los ingleses, sino que es la ciencia la que en todas partes manifiesta su grandeza y poderío». AlAfghani quería que todo el islam reconsiderara su posición. Creía que «la mente es el motor del cambio histórico», y afirmaba que el islam necesitaba reformarse. Se burlaba de los ulemas de su época que estudiaban los textos antiguos pero desconocían las causas de la electricidad o los principios de la máquina de vapor. ¿Cómo, se preguntaba, pueden esta clase de personas autodenominarse «sabios»? Y los comparaba a una vela con una mecha muy pequeña «incapaz de alumbrar a su alrededor ni de dar luz a otros». Al-Afghani estudió en Francia y Rusia y durante su estancia en París trabó amistad con Ernest Renan. Al-Afghani sostuvo específicamente que la persona religiosa era como el buey sujeto al arado, «sujeto al dogma del que es esclavo», y que en este sentido su destino era caminar siempre en el surco que se le había trazado por adelantado. Culpaba al islam de haber puesto fin a la era dorada de Bagdad, consideraba que las escuelas de teología reprimían el avance de la ciencia, y abogaba por una filosofía no dogmática que promoviera la indagación científica.

Muhammad Abduh también estudió en París, donde publicó un famoso diario llamado El vínculo más fuerte, en el que hacía campaña contra el imperialismo pero también a favor de la reforma religiosa.[3459] Al regresar a Egipto, se convirtió en un destacado juez y participó en el cuerpo directivo del colegio-mezquita de al-Azhar, uno de los centros de estudio más influyentes del mundo árabe. Era partidario de que las niñas recibieran educación y también de las leyes seculares, más allá de la sharia. El derecho y la política le interesaron especialmente. He aquí algunas de las cosas que escribió: «El conocimiento humano es en realidad una colección de reglas para obtener beneficios útiles, a través de las cuales la gente puede organizar métodos de trabajo para obtener esos beneficios… las leyes son la base de las actividades organizadas… para producir beneficios manifiestos… las leyes de cada nación corresponden a su nivel de entendimiento… Por tanto, no es posible aplicar la ley de un grupo de gente a otro grupo que se encuentra por encima del primero en nivel de comprensión… en tal caso el orden del segundo grupo se vería perturbado». Las políticas, insistió en otra ocasión, deben determinarse de acuerdo a las circunstancias, no por razones doctrinales. Abduh continuó defendiendo la necesidad de una reforma jurídica en Egipto y de leyes más claras y simples, que evitaran lo que consideraba las «ambigüedades» del Corán. Pensaba que Egipto debía imitar a Francia, que tras la Revolución había conseguido pasar de una monarquía absoluta, luego a una monarquía restringida y finalmente a una república libre. Su deseo era que el derecho civil, acordado por todos de forma lógica, dirigiera la mayor parte de la vida del país. En su sistema jurídico no se menciona al profeta, el islam, las mezquitas o la religión.

Muhammad Rashid Rida asistió en el Líbano a una escuela que combinaba la educación moderna con la religiosa. Hablaba varias lenguas europeas y tenía amplios estudios de ciencias.[3460] Tuvo una estrecha relación con Abduh, de quien escribió una biografía. También él tuvo su propio diario, al-Manar (La almenara), en el que difundió sus ideas acerca de la reforma hasta su muerte. Rida opinaba que estaba en marcha una renovación social, política, cívica y religiosa muy necesaria, que permitiría a la sociedad «ascender por los caminos de la ciencia y el conocimiento». «En todas las épocas, los humanos han necesitado lo viejo y lo nuevo», afirmaba. Y advirtió que aunque los británicos, franceses y alemanes preferían la mayor parte de las veces sus propias formas de pensar y de hacer las cosas, todos ellos también estaban abiertos a influencias extranjeras. Reconocía que hombres a los que consideraba heréticos le gustaban y le habían sido de gran ayuda. Rida en cierto modo se parece un poco a Erasmo, pero también nos recuerda el argumento de Owen Chadwick, que antes hemos mencionado, de que los europeos que se consideraban a sí mismos cristianos no empezaron a tener relaciones amistosas con quienes no eran creyentes hasta 1860. Más importante todavía fue el hecho de que Rida sostuviera que la sharia tenía muy poco o nada que decir a propósito de la agricultura, la industria y el comercio, que debían dejarse «a la experiencia del pueblo». El estado, sostuvo, consistía precisamente en ello: las ciencias, las artes y las industrias, los sistemas financieros, administrativos y militares. En el islam esto es un deber colectivo y es un pecado desatenderlo. La única regla que había siempre que tener en mente era «la necesidad permite lo no permitido».

El logro colectivo del modernismo en el mundo islámico puede resumirse en cinco aspectos. (1) El renacimiento cultural. Ésta fue una tentativa de revivir la cultura y las artes islámicas, principalmente teniendo como referencia lo ocurrido en la Ilustración europea. He aquí unos cuantos ejemplos: la práctica de la hagiografía cambió para convertirse en algo muy parecido a la biografía moderna; se desarrolló una tradición de relatos de viajes en el mundo árabe, que abiertamente manifestaban su maravilla ante la prosperidad de Europa y Norteamérica: las lámparas de gas, los ferrocarriles, los barcos de vapor. En el Líbano empezaron a presentarse las primeras obras de teatro en 1847, con una adaptación de un drama francés; en India se representó una primera pieza en urdu en 1853; y en 1859 se presentó la primera obra en turco. Con el desarrollo de la prensa rotativa, surgió una nueva prensa periódica en el mundo árabe (como ocurrió también en Europa). Los títulos de estas publicaciones son significativos: Libertad, Advertencia, El intérprete. Argelia incluso tuvo un periódico reformista, El crítico. El ensayista al-Tahtawi escribió un libro sobre Voltaire, Rousseau y Montesquieu, y sobre las leyes occidentales; en Turquía, Namik Kemal tradujo a Bacon, Condillac, Rousseau y Montesquieu. (2) El constitucionalismo. En este contexto constitucionalismo significa un gobierno limitado por la ley, lo que hoy denominaríamos separación de poderes, y compuesto por parlamentarios elegidos en lugar de reyes, jeques o líderes tribales. Los constitucionalistas decidieron específicamente despreocuparse de la idea de paraíso, y sostuvieron que lo que importaba en realidad era la equidad aquí en la tierra, en esta vida. Las propuestas constitucionalistas se produjeron, o aprobaron, en Egipto en 1866, en Túnez en 1861, en el Imperio otomano en 1876 y en 1908, en Irán en 1906 y de nuevo en 1909. En Afganistán se suprimió un movimiento de carácter modernista en 1909.[3461] Y la gente incluso empezó a hablar de «los países constitucionales». (3) La ciencia y la educación. En los países musulmanes las ideas de Darwin despertaban gran preocupación debido a que muchos estudios islámicos, convencidos por el darwinismo social de Herbert Spencer, pensaban que, dado que sus sociedades eran anticuadas, éstas estaban condenadas a desaparecer. Por tanto, consideraban que era urgente apropiarse de los conocimientos de las ciencias occidentales, en particular, que se los enseñara en las nuevas escuelas. De hecho, hubo un movimiento en esta época que promovía una nueva escuela, usul-I jaded, «los nuevos principios», que enseñaba materias religiosas y seculares de forma conjunta, pero cuyo verdadero objetivo era, claramente, reemplazar a los académicos religiosos tradicionales por estudiosos más modernos. Entre los modernistas islámicos la sociología se convirtió en una disciplina muy popular; en especial se seguía a Comte, cuya idea de que las sociedades podían dividirse en tres etapas progresivas era muy apreciada. Afghani opinó que el hombre no era diferente a los demás animales y que, por tanto, podía estudiarse de la misma forma que ellos, y sostuvo que los más aptos serían los que sobrevivirían. Al igual que Marx y Nietzsche, pensaba que, al final, la vida era una cuestión de poder. Abduh visitó a Herbert Spencer, cuya obra tradujo. Más importante aún fue que los modernistas sostuvieron que las leyes eran consecuencia de la naturaleza humana, del estudio de las regularidades de la naturaleza, y que era de esta forma y no a través del Corán como Dios se revelaba al mundo. (4) Al igual que estaba ocurriendo en Occidente con la Biblia, en el siglo XIX los textos del Corán y los hadith se convirtieron en objeto de importantes estudios críticos. Rida fue un crítico implacable de los hadith, un conjunto de textos introducidos por figuras posteriores al profeta, a los que consideraba uno de los principales culpables del atraso del islam. En lo que respecta al Corán mismo, la opinión de Rida era que el texto era sólo una guía, no un mandato. Al-Saykh Tartawi Jawhari (1870-1940) realizó una exégesis del Corán en veintiséis volúmenes, basada en la ciencia moderna. (5) Las mujeres. El siglo XIX fue testigo del surgimiento de la escolaridad femenina en varios países islámicos, aunque no en todos. También vio la aparición de organizaciones de mujeres en Bengala y Rusia, y el fin de la poligamia en la India. El sufragio femenino apareció en Azerbaiyán en 1918 (antes incluso que en Francia, donde las mujeres tendrían que esperar hasta 1947 para poder votar, y en Suiza, donde su aprobación fue todavía más tardía). En 1896, en el Líbano, y en 1920, en Túnez, se realizaron campañas a favor de que las mujeres tuvieran libre acceso a las profesiones.

Quizá el lector se pregunte qué pasó con este movimiento modernista en los países islámicos. Una respuesta breve es que floreció hasta la primera guerra mundial y luego se fragmentó. Dado que este proceso queda fuera del marco temporal de este libro, ofrezco en las notas un breve resumen de lo que ocurrió entre la primera guerra mundial y el presente.[3462]

A finales del siglo XIX, tanto el cristianismo como el islam fueron objeto de una avalancha de ataques constantes. ¿Quién puede decir, en la actualidad, qué fe consiguió resistir con más éxito esas críticas?

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