Ideas

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Conclusión. El electrón, los elementos y el yo escurridizo

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Así las cosas, al final del recorrido que hemos realizado a lo largo de este libro, nos encontramos con una última idea que los científicos tendrán que desarrollar. Dado el triunfo del enfoque aristotélico tanto en el pasado remoto como inmediato, ¿no ha llegado quizá el momento de enfrentar la posibilidad, e incluso la probabilidad, de que la noción platónica de «yo interior» sea equívoca? Esto es, la posibilidad de que no exista yo interior. Al buscar «dentro», no hemos encontrado nada —nada estable en cualquier caso, nada perdurable, nada sobre lo que podamos establecer un consenso, nada concluyente— porque no hay nada que encontrar. Los seres humanos somos parte de la naturaleza y, por tanto, es muy probable que aprendamos más sobre nuestro ser «interior», sobre nosotros mismos, buscando fuera de nosotros, atendiendo al lugar que tenemos en ella como animales. En palabras de John Gray: «Un zoológico es una mejor ventana desde la cual observar el mundo humano que un monasterio».[3568] Esto no pretende ser una paradoja: sin un reajuste de perspectiva semejante, la incoherencia moderna continuará.

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