Ideas

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Notas

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[264] Ibid., pp. 40-41.

<<

[265] Ibid., p. 41. <<

[266] Una explicación para esta rápida difusión del conocimiento tecnológico ha sido propuesta por James Muhly para la invención de la escritura, algo que estudiaremos en el capítulo 4. Véase: Theodore Wertime, et. al., eds., The Coming of the Age of Iron, Yale University Press, New Haven, 1980, p. 26. Pero hay otras posibilidades. Los primeros bronces verdaderos (esto es, bronces con estaño en cualquier proporción) se encontraron en Ur, en Mesopotamia, y fueron hechos a mediados del segundo milenio a. C., aunque se ha sugerido que, dado que los sumerios eran inmigrantes provenientes del oriente y que los mismos progresos metalúrgicos se han descubierto en Mohenjo-Daro, en el valle del Indo, quizá los sumerios conocieran el principio de la fabricación del bronce en su tierra natal, y que el conocimiento se difundiera luego en ambas direcciones, pero necesitaran el descubrimiento de importantes depósitos de estaño antes de poder manifestarse de forma apropiada: Aitchinson, A History of Metals, p. 62. Tal teoría está respaldada, además, por el hecho de que el período de bronce sumerio duró sólo trescientos años y luego se desvaneció tras agotarse los depósitos de estaño: Wertime, et. al., eds., The Coming of the Age of Iron, p. 32. <<

[267] Aitchinson, A History of Metals, p. 78. <<

[268] Ibid., 82. <<

[269] Ibid., 93. Véase: Clark, World Prehistory, pp. 179 y 186, cuyas ilustraciones muestran cómo los puñales se fueron alargando hasta convertirse en espadas. <<

[270] Aitchinson, A History of Metals, p. 98. <<

[271] Wertime, et. al., eds., The Coming of the Age of Iron, pp. 69-70 y 99. <<

[272] Ibid., p. 100. <<

[273] Ibid., p. 101. <<

[274] Ibid., p. 17. <<

[275] Ibid., p. 102. Para una exposición sobre el impacto de la tecnología del hierro y una ilustración de un herrero griego procedente de un jarrón negro, véase: Clark, World Prehistory, pp. 185 y ss. <<

[276] Wertime, et. al., eds., The Coming of the Age of Iron, p. 103. <<

[277] Ibid., p. 82. <<

[278] Ibid., p. 116. Clark, World Prehistory, p. 186, habla de lo ordinario que fue el hierro tardío. <<

[279] Wertime, et. al., eds., The Coming of the Age of Iron, p. 121. <<

[280] Ibid., p. 194. <<

[281] Ibid., p. 105. <<

[282] Ibid., p. 82. <<

[283] Ibid., pp. 197 y 215. Clark, World Prehistory, p. 170, explica la función del oro en el embellecimiento de las armaduras. <<

[284] Wertime, et. al., eds., The Coming of the Age of Iron, p. 198. <<

[285] Jack Weatherford, A History of Money, Three Rivers Press, Nueva York, 1997, p. 21. <<

[286] Ibid., p. 27. <<

[287] Ibid., p. 31. Clark, World Prehistory, p. 194, contiene ilustraciones de las antiguas monedas griegas. <<

[288] Mithen, After the Ice, pp. 67-68. <<

[289] Jack Weatherford, A History of Money, p. 32. <<

[290] Ibid., p. 37. <<

[291] Georg Simmel, The Philosophy of Money, Routledge Kegan Paul, Londres, 1978, p. 152. [Hay traducción castellana del original alemán: Filosofía del dinero, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1976]. <<

[292] H. W. F. Saggs, Before Greece and Rome, B. T. Batsford, Londres, 1989, p. 62. Petr Charvát, Mesopotamia Before History, Routledge, Londres, 2002, p. 100. (Publicado antes con el título Ancient Mesopotamia - Humankind’s Long Journey into Civilization por el Instituto Oriental, Praga, 1993). <<

[293] Renfrew, Before Civilization, p. 212, y Rudgley, Lost Civilizations of the Stone Age, p. 48. <<

[294] Gwendolyn Leick, Mesopotamia, Penguin, Londres, 2002, p. XVIII. [Hay traducción castellana: Mesopotamia. La invención de la ciudad, Paidós, Barcelona, 2002]. Sobre Tell Brak y Tell Hamoukarr, véase: Graham Lawton, «Urban legends», New Scientist (18 de septiembre de 2004), pp. 32-35. <<

[295] Hans J. Nissen, The Early History of the Ancient Near East, University of Chicago Press, Chicago, 1988, pp. 5 y 71. Charvát, Mesopotamia Before History, p. 134. <<

[296] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 56. Científicos de las universidades de Georgia y Maine informaron en Science en 2002 que hace 5000 años había habido un repentino descenso de la temperatura en todo el mundo, y que esto quizá habría propiciado el desarrollo de civilizaciones complejas en ambos hemisferios. Un estudio de antiguas espinas de pescado indicó que el descenso de las temperaturas habría provocado el primer fenómeno de El Niño, el periódico calentamiento del Pacífico que trae consigo inusuales patrones climáticos y se produce entre cada dos y siete años. En Suramérica la población de peces se disparó, lo que habría impulsado a la gente a construir grandes templos (para mantener la bonanza gracias a la oración comunal). Sin embargo, el cambio climático habría secado muchas zonas y forzado a la gente, en particular en el Viejo Mundo, a congregarse en los valles de los ríos. Daily Telegraph, Londres, (2 de noviembre de 2002), p. 10. <<

[297] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 67. <<

[298] Ibid., p. 56. <<

[299] Ibid., p. 69. <<

[300] Leick, Mesopotamia, p. 2. <<

[301] Ibid., p. 3. <<

[302] Charvát, Mesopotamia Before History, p. 93. <<

[303] Mason Hammond, The City in the Ancient World, Harvard University Press, Cambridge (Massachusetts), 1972, p. 72. <<

[304] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 72. <<

[305] Ibid., pp. 130-131. <<

[306] Ibid., pp. 132-133. Charvát, Mesopotamia Before History, p. 134. <<

[307] Hammond, City in the Ancient World, pp. 37-38. Charvát, Mesopotamia Before History, p. 134. <<

[308] Ibid. <<

[309] Hans Nissen nos advierte que conocemos tan poco sobre los «templos» y «palacios» de las ciudades de Mesopotamia que, en realidad, la única denominación que estaría justificada aplicarles sería la de «edificios públicos». Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 98. <<

[310] El uso de esta palabra en particular ha inducido a algunos académicos contemporáneos a pensar que los zigurats eran un intento de los sumerios de reproducir santuarios similares a los que habría en las colinas naturales de su tierra natal. Esto significaría que se habrían desplazado al delta de Mesopotamia desde las tierras altas de Elam al norte y al oriente. Hammond, City in the Ancient World, p. 39. <<

[311] Ibid. <<

[312] Ibid., p. 45. <<

[313] Denise Schmandt-Besserat, Before Writing, vol. 1, From Counting to Cuneiform, University of Texas Press, 1992. <<

[314] Rudgley, Lost Civilizations of the Stone Age, p. 50. <<

[315] Ibid., p. 53. <<

[316] Ibid., p. 54. El estudioso francés que ha puesto en duda esta reconstrucción es Jean-Jacques Glassner, The Invention of the Cuneiform: Writing in Sumer, John Hopkins University Press, Baltimore y Londres, 2003. <<

[317] S. M. M. Winn, Pre-Writing in South Eastern Europe: The Sign System of the Vinca Culture, circa 4000 BC, Western Publishers, Calgary, 1981. <<

[318] Le Figaro, París (3 de junio de 1999), p. 16. <<

[319] Saggs, Before Greece and Rome, p. 6. <<

[320] Ibid., p. 7. <<

[321] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 74. <<

[322] Ibid., p. 76. <<

[323] Ibid., pp. 78-79. <<

[324] Saggs, Before Greece and Rome, p. 83. <<

[325] Rudgley, The Lost Civilizations of the Stone Age, p. 70. <<

[326] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 84. <<

[327] Saggs, Before Greece and Rome, p. 62. <<

[328] Ibid., p. 65. <<

[329] Ibid., pp. 66-68. <<

[330] Ibid., pp. 68-69. <<

[331] G. Contenau, Everyday Life in Babylon and Assyria, Edward Arnold, Londres, 1954, p. 158. <<

[332] Ibid., p. 160. <<

[333] Ibid., pp. 162-163. <<

[334] Leick, Mesopotamia, p. 66. <<

[335] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 138. <<

[336] Leick, Mesopotamia, p. 73. <<

[337] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 139. <<

[338] Leick, Mesopotamia, p. 75. <<

[339] David C. Lindberg, The Beginnings of Western Science, Chicago University Press, Chicago, 1992, p. 12. [Hay traducción castellana: Los inicios de la ciencia occidental, Paidós, Barcelona, 2002]. <<

[340] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 140. Charvát, Mesopotamia Before History, p. 127. <<

[341] Saggs, Before Greece and Rome, pp. 78-84. <<

[342] Ibid. <<

[343] En la escritura en bustrófedon, los renglones siguen la ruta del arado: si la primera línea va de izquierda a derecha, la segunda lo hará de derecha a izquierda y la siguiente irá de nuevo de derecha a izquierda, y así sucesivamente. <<

[344] Ibid., p. 81. <<

[345] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 136. <<

[346] Saggs, Before Greece and Rome, p. 98. <<

[347] Ibid., p. 104. La mayoría de los escribas eran hombres, pero no todos. La hija de Sargón de Agade, quien fue sacerdotisa de la diosa Luna en Ur, se convirtió en una famosa poeta. <<

[348] Saggs, Before Greece and Rome, p. 105. <<

[349] Ibid. <<

[350] Ibid., p. 107. <<

[351] Ibid., p. 110. <<

[352] Ibid., p. 111. <<

[353] Ibid., p. 112. <<

[354] Ibid., p. 103. <<

[355] Leick, Mesopotamia, p. 214. <<

[356] Ibid., p. 82. <<

[357] Contenau, Everyday Life in Babylon and Assyria, p. 196. <<

[358] William B. F. Ryan, et al., «An abrupt drowning of the Black Sea shelf», Marine Geology, vol. 38 (1997), pp. 119-126. En octubre de 2002 Marine Geology dedicó toda una edición a la hipótesis del mar Negro. La mayoría de los colaboradores en ese número se mostraban contrarios a ella. <<

[359] George Roux, Ancient Iraq, Penguin, Londres, 1966, p. 109. <<

[360] Nissen, Early History of the Ancient Near East, p. 95. <<

[361] Ibid. <<

[362] H. y H. A. Frankfort, et al., Before Philosophy, Penguin, Londres, 1949, p. 224. Andrew R. George, The Babylonian Gilgamesh Epic: Introduction, Critical Edition and Cuneiform Text, 2 vols., Oxford University Press, Oxford, 2003. <<

[363] Contenau, Everyday Life in Babylon and Assyria, p. 204. [La traducción castellana es de Agustí Bartra, Epopeya de Gilgamesh, Plaza & Janés Barcelona, 1972]. <<

[364] Frankfort, et al., Before Philosophy, p. 225. <<

[365] Ibid., p. 226. <<

[366] Contenau, Everyday Life in Babylon and Assyria, p. 205. <<

[367] Frankfort, et al., Before Philosophy, p. 226. <<

[368] Lionel Casson, Libraries in the Ancient World, Yale University Press, New Heaven, 2001, p. 4. [Hay traducción castellana: Las bibliotecas del mundo antiguo, Edicions Bellaterra, Barcelona, 2003]. <<

[369] Ibid., p. 7. <<

[370] Ibid., p. 13. <<

[371] Charvát, Mesopotamia Before History, p. 101. <<

[372] Ibid., p. 210. <<

[373] Ibid. <<

[374] Leick, Mesopotamia, p. 90. <<

[375] Stuart Piggott, Wagon, Chariot and Carriage, Thames & Hudson, Londres y Nueva York, p. 16. <<

[376] Ibid., p. 21, mapa. <<

[377] Ibid., p. 41. <<

[378] Ibid. <<

[379] Ibid., p. 44. <<

[380] Yuri Rassamakin, «The Eneolithic of the Black Sea steppe; dynamics of cultural and economic development 4500-2300 BC», en Marsha Levine, et al., Late Prehistoric Exploitation of the Eurasian Steppe, McDonald Institute for Archaeological Research Monographs, Cambridge (Inglaterra), 1999, pp. 136-137. <<

[381] Ibid., pp. 5-58. <<

[382] Ibid., p. 9. <<

[383] Citado en Saggs, Before Greece and Rome, p. 176. <<

[384] Arthur Ferrill, The Origins of War, Thames & Hudson, Londres y Nueva York, 1985, p. 15. <<

[385] Ibid., pp. 18-19. <<

[386] Ibid., p. 21. <<

[387] Ibid., p. 26. En Sumeria, la escritura proporciona pruebas de que los hombres de la época no tenían el más mínimo reparo en asaltar a la gente de las montañas para matarlas, robarlas o esclavizarlas. El ideograma para «esclava» es una combinación de «mujer» y «montaña». Saggs, Before Greece and Rome, p. 176. <<

[388] Ferrill, Origins of War, p. 46. <<

[389] Ibid., pp. 66-67. <<

[390] Ibid., p. 72. El arqueólogo israelí Yigael Yadin ha usado los relieves de las esculturas asirias para estudiar el desarrollo de las técnicas de asedio en los conflictos bélicos. Los sitios se volvieron necesarios después de que el surgimiento de los ejércitos en el segundo y tercer milenio a. C. hubiera provocado la construcción de murallas por todas partes. Los generales asirios desarrollaron diversos equipos especiales para esta tarea. Tenían el ariete y la torre móvil, ambos sobre ruedas. El descubrimiento de la carburación del hierro impulsó el desarrollo de lanzas y picas especiales para hurgar en las partes más débiles de los muros de las ciudades. Los asedios nunca fueron cosa fácil: la mayoría de las ciudades tenían almacenada suficiente comida y agua para vivir durante más de un año, y para entonces era mucho lo que había podido ocurrir (cuando los asirios pusieron sitio a Jerusalén en el 722 a. C., fueron diezmados por una plaga). Por lo general, se prefería intentar el asalto que esperar a que la ciudad se rindiera. Véase: Ferrill, Origins of War, pp. 76-77. <<

[391] Saggs, Before Greece and Rome, p. 156. <<

[392] Roux, Ancient Iraq, p. 185. <<

[393] W. G. De Burgh, The Legacy of the Ancient World, Penguin, Londres, 1953/1961, p. 25. [Hay traducción al castellano: El legado del mundo antiguo, Pegaso, Madrid, 1976]. <<

[394] Saggs, Before Greece and Rome, pp. 156-158. <<

[395] Roux, Ancient Iraq, p. 187. <<

[396] Ibid., p. 171. <<

[397] Ibid., p. 173. <<

[398] Saggs, Before Greece and Rome, p. 160. <<

[399] Ibid., p. 161. <<

[400] Ibid., p. 162. <<

[401] Ibid. <<

[402] Ibid., p. 165. <<

[403] Charvát, Mesopotamia Before History, p. 155. <<

[404] Ibid., p. 230. <<

[405] Ibid., p. 236. <<

[406] Brian Fagan, From Black Land to Fifth Sun: The Science of Sacred Sites, Helix/Perseus Books, Reading (Massachusetts), 1998, pp. 244-245. <<

[407] En el verano de 2002 se informó de un caso de «suttee», el sacrificio de la viuda en la pira funeraria de su marido, en el norte de la India. En las notas recojo el relato de un sacrificio humano entre los khonds de Bengala. <<

[408] Los khonds, una tribu dravídica de Bengala, ofrecían sacrificios a las diosas de la tierra. La víctima, a la que se denominaba meriah, era comprada a sus padres o podía ser hija de anteriores víctimas. Los meriahs vivían felices durante años, y eran considerados seres consagrados; contraían matrimonio con otras «víctimas» y se les entregaba un terreno como dote. Unas dos semanas antes del sacrifico, se cortaba el pelo de la víctima en una ceremonia a la que asistía todo el pueblo. A ello seguía una orgía y el meriah era conducido a una parte del bosque cercano «aún no profanada por el hacha». Se le ungía con mantequilla derretida y otros aceites y flores, y luego se le drogaba con opio. Se le mataba ya fuera golpeándolo, estrangulándolo o asándolo lentamente en una pira. Luego se lo cortaba en pedazos. Los restos se llevaban de vuelta a las aldeas cercanas, donde se los enterraba para garantizar una buena cosecha. Mircea Eliade, Patterns in Comparative Religion, Sheed & Ward, Londres, 1958, pp. 344-345. <<

[409] El que las lágrimas se derramen para rogar a un dios que envíe la lluvia es considerado por antropólogos como J. G. Frazer como religión en sentido estricto. En cambio, si las lágrimas se derraman para imitar la caída de la lluvia, se trata de una combinación de magia simpatética y religión: los seres humanos representan lo que, mágicamente, pretenden inducir a los dioses a hacer. Véase también: Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 345. Miranda Aldhouse Green, Dying for the Gods: Human Sacrifice in Iron Age and Roman Europe, Tempus, Londres, 2001. <<

[410] B. Washburn Hopkins, Origin and Evolution of Religion, Yale University Press, New Haven y Nueva York, 1924, p. 116. Royden Keith Kerkes, Sacrifice in Greek and Roman Religions and Early Judaism, Adam and Charles Black, Londres, 1953, p. 31. <<

[411] Hopkins, Origin and Evolution of Religion, p. 50. <<

[412] Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 86. <<

[413] Ibid., p. 88. <<

[414] Ibid., p. 90. <<

[415] Ibid., p. 91. <<

[416] Ibid., p. 217. Para la historia de los dravídicos, véase: A. C. Bouquet, Comparative Religion, Cassell, Londres, 1961, pp. 116 y ss. <<

[417] Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 219.

Kerkes, Sacrifice in Greek and Roman Religions, p. 92. <<

[418] Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 332. <<

[419] Ibid., p. 334. <<

[420] Sobre las ceremonias de fertilización alegórica en Egipto, véase: Michael Jordan, Gods of Earth, Bantam, Londres, 1992, p. 106. <<

[421] Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 342. <<

[422] Ibid., p. 343. <<

[423] Sobre la historia del maíz en Mesoamérica, véase: Barry Cunliffe, Wendy Davies y Colin Renfrew, eds., Archaeology: The Widening Debate, Oxford University Press, Oxford, 2002. Y sobre la madre-maíz, véase: Frank B. Jevons, An Introduction to the History of Religions, Methuen, Londres, 1896/1904, pp. 257-258. <<

[424] C. Jouco Bleeker y Geo Widengren, eds., Historia Religionum, vol. 1. Religions of the Past, E. J. Brill, Leiden, 1969/1988, p. 116. [Hay traducción castellana: Historia Religionum. Manual de historia de las religiones, vol. 1, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1973]. <<

[425] Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 75. <<

[426] Ibid., p. 102. <<

[427] Ibid., p. 104. <<

[428] La raíz indo-aria más antigua vinculada con los cuerpos celestes es una que significa «luna» (me) y que en sánscrito se transforma en una palabra que significa «yo mido». Palabras con la misma raíz existen en antiguo prusiano, gótico, griego (mene) y latín (mensis). Piénsese en las palabras «conmensurar» y «menstruación». Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 154. <<

[429] Ibid., p. 165. Véase también: Jevons, An Introduction to the History of Religions, pp. 228-229, y Zehren, Crescent and the Bull, pp. 94-95 y 240-241, para información sobre el toro-luna. <<

[430] Hopkins, Origin and Evolution of Religion, p. 109. E. B. Tylor, Primitive Culture: Development of Mythology. Religion, Art, Astronomy, etc., 1871. [Hay traducción castellana: Cultura primitiva. Ayuso, Madrid, 1977]. <<

[431] Ibid., pp. 124-126. <<

[432] Ibid., p. 130. <<

[433] S. G. Brandon, Religion in Ancient History, Allen & Unwin, Londres, 1973, pp. 147 y ss. <<

[434] Ibid., p. 69. <<

[435] Ibid., p. 70. <<

[436] Bleeker y Widengren, eds., Historia Religionum, pp. 96-99. <<

[437] Brandon, Religion in Ancient History, p. 71. <<

[438] Ibid., p. 7. <<

[439] Ibid., p. 72. Véase Zehren, Crescent and the Bull, pp. 283-284, para una exposición de la idea de la media luna como un «barco solar» que navega antes de que amanezca hacia el sol y la otra vida (la aureola del sol). <<

[440] Brandon, Religion in Ancient History, p. 72. <<

[441] Ibid., p. 73. <<

[442] Edwin Bryant, The Quest for the Origins of Vedic Culture, Oxford University Press, Oxford y Nueva York, 2001, pp. 298-299; George Cordana y Dhanesh Jain, eds., The Indo-Aryan Languages, Routledge, Londres, 2003; Asko Parpola, «Thongues that tie a billion souls», Times Higher Education Supplement (8 de octubre de 2004), pp. 26-27. <<

[443] Bryant, Quest for the Origins of Vedic Culture, p. 165. <<

[444] Ibid., p. 166. <<

[445] Ibid. <<

[446] Brandon, Religion in Ancient History, p. 87. <<

[447] Ibid. <<

[448] Ibid., p. 86. <<

[449] Jan N. Bremmer, The Rise and Fall of the Afterlife, Routledge, Londres y Nueva York, 2002, p. 1. <<

[450] Ibid., p. 2. <<

[451] Brandon, Religion in Ancient History, p. 74. <<

[452] Ibid., p. 75. <<

[453] Ibid., pp. 31-32. <<

[454] Ibid., p. 76. <<

[455] Bremmer, Rise and Fall of the Afterlife, p. 4. <<

[456] Ibid., p. 5 y referencias. Sobre el Hades, véase: Jevons, An Introduction to the History of Religions, cap. 21, «The next life». <<

[457] Algunos estudiosos consideran que la necesidad de un guía de camino al Hades es un indicio de la creciente preocupación alrededor del destino que nos aguarda después de la muerte, acaso debido a las recientes guerras. La mención más importante de los Campos Elíseos la encontramos en la Eneida cuando Eneas visita los campos para ver a su padre Anquises. <<

[458] Bremmer, Rise and Fall of the Afterlife, p. 7. <<

[459] Brandon, Religion in Ancient History, p. 79. <<

[460] Nephesh nunca significa el alma de los muertos y nunca se contrasta con el cuerpo. Los israelitas tenían una palabra, ruach, que generalmente se traduce por «espíritu», pero que es muy posible que significara igualmente «carisma», ya que denotaba la energía física y psíquica de personas extraordinarias, como Elías. Bremmer, Rise and Fall of the Afterlife, p. 8. <<

[461] Ibid., pp. 8-9. <<

[462] Karl Jaspers, The Origin and Goal of History, Routledge, Londres, 1953, p. 2. [Hay traducción castellana del original alemán: Origen y meta de la historia, Altaya, Barcelona, 1995]. Una versión más sociológica de esta teoría se expone en el artículo «Religious evolution» de Robert Bellah, reimpreso en su libro Beyond Belief: Essays on Religion in a Post-Traditional Wold, University of California Press, Los Ángeles y Londres, 1970/1991. <<

[463] Grant Allen, The Evolution of the Idea of God, Grant Richards, Londres, 1904, p. 180. <<

[464] Cyrus H. Gordon y Gary A. Rendsburg, The Bible in the Ancient Near East, Norton, Nueva York, 1997, pp. 109-113. <<

[465] Allen, Evolution of the Idea of God, p. 181. <<

[466] Ibid., p. 182. <<

[467] Ibid. <<

[468] Ibid., p. 184. <<

[469] Ibid., pp. 185-186. Para otras antiguas tradiciones hebreas, véase: John Murphy, The Origins and History of Religion, Manchester University Press, Manchester, 1949, pp. 176 y ss. <<

[470] Todavía es posible encontrar menhires y dólmenes, aunque probablemente no tan impresionantes como los de Europa occidental, en los territorios de las antiguas Fenicia y Canaán y en la Galilea y Siria de nuestros días. (Herodoto describe un estela que vio en Siria, decorada con las partes pudendas de la mujer). Allen, Evolution of the Idea of God, pp. 186-187. <<

[471] Ibid., p. 190. <<

[472] Ibid., p. 192. <<

[473] Si Israel obedece a Yahveh, dice Deuteronomio, «Yahveh te hará rebosar de bienes: frutos de tus entrañas, frutos de tu ganado, y frutos de tu suelo», pero si Israel ignora al dios celoso, entonces «maldito el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo, el parto de tus vacas y las crías de tus ovejas». Allen, Evolution of the Idea of God, p. 194. Por último, en este contexto de Yahveh como un dios de la fertilidad, encontramos la exigencia de que el primogénito le sea ofrecido como sacrificio. En el mundo pagano con frecuencia se pensaba que el primogénito era hijo de un dios «que había preñado a la madre en un acto de droit de seigneur». Karen Armstrong, A History of God, Vintage, Londres, 1999, p. 26. [Hay traducción castellana: Una historia de Dios, Paidós, Barcelona, 1995]. <<

[474] Allen, Evolution of the Idea of God, p. 212. <<

[475] Ibid., p. 213. <<

[476] Ibid., p. 215. <<

[477] Ibid., pp. 216-217. <<

[478] Ibid., p. 219. Véase: Bouquet, Comparative Religion, cap. 6, «The golden age of religious creativity», pp. 95-111. Kerkes, Sacrifice in Greek and Roman Religions, p. 32. <<

[479] Sobre la falsificación del Deuteronomio, véase: Allen, Evolution of the Idea of God, p. 22. <<

[480] Bruce Vawter, The Conscience of Israel, Sheed & Ward, Londres, 1961, p. 15. <<

[481] Ibid., p. 18. <<

[482] Paul Johnson, A History of Jews, Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1987, p. 38. Véase también: Norman Podhoretz, The Prophets, The Free Press, Nueva York, 2002, p. 92. <<

[483] El fenómeno surgió en la época de las guerras contra los filisteos, y esto vincula a los profetas con los nazires, que se entregaban a danzas extáticas y a otros movimientos corporales repetidos con tanta frecuencia que al final sucumbían a una especie de sugestión hipnótica, bajo cuya influencia permanecían inconscientes durante horas. Vawter, Conscience of Israel, pp 22-23. Estos ritos extáticos se habían extinguido ya para la época en que hacen su aparición los grandes profetas morales del siglo VIII a. C. Los israelitas habían compartido con tribus vecinas diversas prácticas adivinatorias, como la de leer augurios en los hígados de animales, pero para entonces también éstas habían caído en desuso. Ibid., pp. 24 y 31. <<

[484] Ibid., pp. 39-40. <<

[485] Johnson, A History of Jews, pp. 36-38. A propósito, los profetas se opusieron a la creación de imágenes de Dios porque así impedían que el rey del momento se apropiara de éstas (y de la «divinidad» y poder que las acompañaba) para su propio beneficio, y también porque un dios interior e «invisible» respaldaba su idea de que los hombres y las mujeres debían verse a sí mismos como agentes morales. Ibid., p. 124. <<

[486] Vawter, Conscience of Israel, p. 66. Véase también: Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman, The Bible Unearthed, The Free Press, Nueva York, 2001, pp. 172-173. [Hay traducción castellana: La Biblia desenterrada, Siglo XXI, Madrid, 2003]. <<

[487] Vawter, Conscience of Israel, p. 82. <<

[488] Ibid., p. 95; Podhoretz, Prophets, pp. 119 y ss. <<

[489] Vawter, Conscience of Israel, p. 111. <<

[490] Ibid., p. 72. <<

[491] Miqueas, el siguiente de los profetas, convirtió en su blanco lo que el historiador Bruce Vawter denomina «capitalismo judío», esto es, la formación de grandes latifundios (un hecho confirmado por la arqueología) y la concentración de la riqueza en las manos de unos pocos, lo que relegaba al resto de la población al estado de «dependencia e indefensión», si bien los sacerdotes también fueron criticados por anteponer a cualquier cosa su propio beneficio y porque, en colaboración con los asirios, cambiaron el culto de Yahveh por el de otros dioses. Miqueas estuvo activo entre el 750 y el 686 a. C., lo que significa que aún en esta fecha tan tardía el culto de Yahveh no estaba del todo establecido entre los israelitas. Vawter, Conscience of Israel, p. 154. <<

[492] Podhoretz, Prophets, p. 183; Vawter, Conscience of Israel, pp. 165-166. <<

[493] Thomas L. Thompson, The Bible in History, Cape, Londres, 1999, p. 56; Vawter, Conscience of Israel, p. 170. <<

[494] Vawter, Conscience of Israel, p. 175. <<

[495] Ibid., p. 75. <<

[496] Podhoretz, Prophets, pp. 187 y 191; Gordon y Rendsburg, Bible in the Ancient Near East, p. 253. Vawter, Conscience of Israel, p. 75. <<

[497] Podhoretz, Prophets, pp. 219 y ss. Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed, p. 297. <<

[498] Paul Kriwaczek, In Search of Zarathustra, Weidenfeld & Nicholson, Londres, 2002, p. 206. <<

[499] Ibid., p. 222. <<

[500] Ibid., p. 119. <<

[501] Ibid., p. 120. <<

[502] Ibid., p. 46. Véase también: A Nietzsche Reader, selección, traducción e introducción de R. J. Hollingdale, Penguin, Londres, 1977, en especial pp. 71-124, sobre la moralidad. <<

[503] Brandon, Religion in Ancient History, p. 96. <<

[504] Kriwaczek, In Search of Zarathustra, p. 210. <<

[505] Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 309. <<

[506] Dado que todos los primitivos daevas en un momento u otro habían practicado el engaño, Zaratustra exigía que sus discípulos no los veneraran. Al concebir la idea de un «camino de rectitud», el zoroastrismo prefigura tanto a Platón (y su preocupación por el Bien) como el budismo y el confucianismo. Por otro lado, el hecho de que obligara a sus discípulos a abandonar el culto de los daevas pudo haber contribuido a que los judíos pasaran al henoteísmo (la creencia en que un solo dios, entre muchos, es digno de adoración) y al verdadero monoteísmo (la creencia en que sólo existe un único dios). Kriwaczek, In Search of Zarathustra, p. 183. <<

[507] Ibid., p. 210. <<

[508] Ibid. <<

[509] Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 308. <<

[510] Ibid., p. 312. <<

[511] Kriwaczek, In Search of Zarathustra, p. 195. <<

[512] Eliade, Patterns in Comparative Religion, p. 330. <<

[513] Pat Alexander, ed., The World’s Religions, Lion Publishing, Oxford, 1994, p. 170. <<

[514] Ibid., p. 173. <<

[515] Las disputas académicas al respecto se reseñan en las páginas 164 y 165. <<

[516] Ibid., p. 174. <<

[517] Karen Armstrong, Buddha, Weidenfeld & Nicolson, Londres, 2000, p. 15. [Hay traducción castellana: Buda, Mondadori, Barcelona, 2002]. <<

[518] Ibid., p. 19. <<

[519] Ibid., p. 23. <<

[520] S. G. F. Brandon, ed., The Saviour God, Manchester University Press, Manchester, 1963, p. 218. <<

[521] Ibid., p. 86. <<

[522] Ibid., p. 89. <<

[523] Ibid., p. 90. <<

[524] Armstrong, A History of God, p. 41. <<

[525] Ibid., p. 42. <<

[526] Ibid. <<

[527] R. M. Cook, The Greeks Till Alexander, Thames & Hudson, Londres y Nueva York, 1962, p. 86. Véase también: Armstrong, A History of God, p. 45. <<

[528] Armstrong, A History of God, p. 46. Sobre la forma en que Platón modificó sus teorías, véase: Cook, Greeks Till Alexander, p. 41. <<

[529] Armstrong, A History of God, p. 48. <<

[530] Ibid., p. 49. <<

[531] D. Howard Smith, Confucius, Temple Smith, Londres, 1973. John D. Fairbanks, China, The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge (Massachusetts), 1992, pp. 50-51. <<

[532] Fairbanks, China, p. 25. <<

[533] Ibid., pp. 33-34. <<

[534] Brandon, Religion in Ancient History, p. 98. <<

[535] Armstrong, A History of God, p. 43. <<

[536] Ibid., p. 45. <<

[537] Fairbanks, China, p. 63. <<

[538] Ibid., p. 66. Véase también: Bouquet, Comparative Religion, p. 180. <<

[539] Benjamin I. Schwarz, The World of Thought in Ancient China, The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge (Massachusetts), 1985, p. 193. Brandon, ed., The Saviour God, p. 179. <<

[540] D. C. Lau, Introducción a Lao Tzu, Tao te ching, Penguin, Londres, 1963, pp. XV-XIX. <<

[541] Schwarz, World of Thought in Ancient China, p. 202. Brandon, ed., The Saviour God, p. 180. <<

[542] Allan Bloom, The Closing of the American Mind, Penguin, Londres, 1987, p. 369. [Hay traducción castellana: El cierre de la mente moderna, Plaza y Janés, Barcelona, 1989]. <<

[543] H. D. F. Kitto, The Greeks, Penguin, Londres, 1961. [Hay traducción castellana: Los griegos, Eudeba, Buenos Aires, 1971]. <<

[544] Peter Hall, Cities in Civilization, Weidenfeld & Nicolson, Londres, 1998, p. 24. <<

[545] Daniel J. Boorstin, The Seekers: The Story of Man’s Continuing Quest to Understand His World, Vintage, Nueva York y Londres, 1999, segunda parte. [Hay traducción castellana: Los pensadores, Crítica, Barcelona, 1999]. <<

[546] A. R. Burn, The Penguin History of Greece, Penguin, Londres, 1966, p. 28. <<

[547] Ibid., pp. 64-67. <<

[548] Ibid., p. 68. <<

[549] Robert B. Downs, Books That Changed the World, Mentor, Nueva York, 1983, p. 41. [Hay traducción castellana: Libros que han cambiado el mundo, Aguilar, Madrid, 1961]. Véase también: Burn, Penguin History of Greece, p. 73. <<

[550] John Roberts, A Short Illustrated History of the World, Helicon, Londres, 1993, p. 108. <<

[551] Burn, Penguin History of Greece, p. 119. <<

[552] Ibid., pp. 119-121. El término tirano adquirió sus connotaciones peyorativas más tarde, durante la democracia griega. Véase también: Peter Jones, An Intelligent Person’s Guide to Classics, Gerald Duckworth, Londres, 1999/2002, p. 70. <<

[553] Kitto, Greeks, pp. 75 y 78. Para la población de Atenas, véase: Jones, An Intelligent Person’s Guide to Classics, p. 65. <<

[554] Roberts, A Short Illustrated History of the World, p. 109. <<

[555] Kitto, Greeks, p. 126. <<

[556] Ibid., p. 129. <<

[557] Erwin Schrödinger, Nature and the Greeks and Science and Humanism, Cambridge University Press, Cambridge (Inglaterra), 1954/1996, pp. 55-58. [Hay traducción castellana: La naturaleza y los griegos, Aguilar, Madrid, 1961]. <<

[558] Geoffrey Lloyd y Nathan Sivin, The Way and the World: Science and Medicine in Early China and Greece, Yale University Press, New Haven (Connecticut) y Londres, 2002, pp. 242-248. <<

[559] Geoffrey Lloyd, The Revolution in Wisdom: Studies in the Claims and Practices of Ancient Greek Science, University of California Press, Berkeley y Londres, 1987, p. 85. <<

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