Hunter

Hunter


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LIAM

Liam movía su pierna sin cesar mientras el reverendo hablaba y hablaba. Para bien o para mal, en la riqueza y la pobreza, bla bla bla. Tenían que mofarse de la última. Todas las personas que alguna vez lo amaron solo buscaban su riqueza.

Hunter había amado a Isobel antes de saber que obtendría quinientos millones de dólares del acuerdo, así que a lo mejor con ellos sí era verdad. Liam había intentado hacer que firmara un acuerdo prenupcial, pero ella no quiso. Quinientos millones de dólares eran unos pocos centavos para él, pero había visto a personas perder la cabeza por mucho menos.

—Sí —dijo Isobel, sonriendo a Hunter.

—Es tan hermoso —chilló Reece al lado de Liam, secándose los ojos con un pañuelo.

Jeremiah negó con la cabeza en dirección a su hermano, pero Liam lo vio limpiarse el ojo cuando pensó que nadie lo estaba mirando.

Liam les sonrió de lado. Eran un buen grupo. Bueno, excepto por Mackenzie. Ese tipo era simplemente un imbécil. Pero los demás… Liam miró el resto de fila hacia los gemelos y a Nicholas. Xavier y Mel estaban sentados una fila delante de ellos con sus hijos; los tres. El bebé estaba durmiendo tranquilamente en los brazos de Xavier.

Liam nunca había tenido amigos así. Gente que fuera amable con él, simplemente, bueno, por ser él. Los únicos que sabían quién era o cuánto valía eran los Kent y, de alguna manera, Mack. No tenía idea de cómo se había enterado el imbécil. Estaba seguro de que ni Xavier ni Mel le habían dicho.

Después de que Mack lo confrontara una noche sobre su «identidad oculta», Liam había hecho su propia investigación. Fue entonces cuando descubrió que Mack había pasado un mal rato. Una sentencia de ocho años por tentativa de homicidio culposo.

¿Sabían los Kent exactamente a quién tenían debajo de su techo, pasando el rato con sus hijos? Aparentemente sí. O al menos Xavier lo sabía. Xavier no le prestó atención y le dijo que no se preocupara por eso cuando Liam intentó hablar con él al respecto.

—Ahora los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Todos comenzaron a vitorear cuando Hunter bajó a Isobel y le plantó un beso. Y no fue un besito rápido. Liam tuvo que aflojarse el cuello de la camisa porque maldita sea. Había pasado mucho tiempo desde que había tenido una cálida mujer en sus brazos. Demasiado tiempo.

—Hay una recepción después de esto, ¿no? —Liam golpeó a Jeremiah con sus hombros.

Jeremiah asintió con la cabeza.

—En Bubba’s.

—Qué buen gusto.

Jeremiah le dio un puñetazo en el hombro y ambos se levantaron cuando la multitud se puso de pie. Isobel y Hunter se tomaron de las manos y caminaron por el pasillo. Liam aplaudió junto con todos los demás. Incluso con su corazón frío y sarcástico tenía que aceptar que esos dos chicos se merecían su final feliz.

Liam pensaba que su padre era todo un personaje, pero se parecía al maldito Gandhi en comparación con la zorra sociópata que era la madrastra de Isobel. Al menos estaría encerrada por un buen tiempo. Logró algún tipo de acuerdo para no obtener la sentencia máxima, pero cuando saliera, estaría en la ruina, sola y sin amigos. Mientras tanto, Isobel tenía a Hunter y al resto de ellos. Y, ya sabes, quinientos millones de dólares.

¿Qué más se puede pedir de un feliz para siempre? Puedes apostar que los medios se devoraron esa mierda. Liam había traído a su chico de relaciones públicas desde Dublín para manejar la historia. Era una de las pocas personas en las que Liam realmente confiaba de su país natal. Por otra parte, el tipo trabajaba diciendo mentiras, por lo que era completamente posible que fuera mejor adulando a Liam que los demás.

Ese era el problema con el dinero. Nunca se sabe quién está rogando porque lo compren. En su experiencia, todos tenían un precio.

Todos.

Pero estaba disfrutando bastante de estas pequeñas vacaciones en las profundidades de los Estados Unidos como para fingir por un momento que no era así.

Y hablando de eso…

—Me pido a la rubia ardiente del vestido rosa —dijo Liam mientras se unían al mar de gente que se agolpaba en el pasillo para salir de la iglesia. Solo había querido que Jeremiah, Reece y tal vez Nicholas lo oyeran.

Mack estaba a varias personas delante de él, pero se dio la vuelta y lo fulminó con la mirada.

—Cierra la puta boca. Las mujeres no son un pedazo de carne.

Debido a que más personas se apiñaban desde los bancos laterales, Liam se vio obligado a detenerse a mitad del pasillo.

Así que no pudo hacer nada más que observar cómo Mack se abría paso entre la multitud, pues la gente tenía la costumbre de darle paso a un gigante de un metro ochenta cubierto de tatuajes de gárgolas y monstruos, y se acercó a la mujer con el ceñido vestido rosa.

Liam se quedó boquiabierto y sintió que se le calentaba la sangre. Ese bastardo malhablado…

Mack tomó la mano de la mujer y se la acercó a los labios. Ella se sonrojó y tan pronto como Mack le soltó la mano, comenzó a jugar con su cabello.

—Hijo de puta —susurró Liam.

Mack colocó una mano en la espalda baja de la mujer y la ayudó a salir de la iglesia.

—Oh, te lo has ganado, chiquitín. —Liam se frotó las manos y luego agitó los brazos como si se estuviera preparándose para trotar—. Que empiecen los juegos.

* * *

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Un mujeriego, una chica poco delicada y un exconvicto.

No podrían tener más diferencias.

¿Cuál es el único lugar donde todas esas diferencias desaparecen?

En el dormitorio.

—Entremos —dijo Liam, tomando la llave tarjeta del hotel a la cual Calla se aferraba. Ella lucía confundida hasta que Liam dirigió su mirada a Mack y añadió—: Todos.

Calla abrió sus ojos, sorprendida, y abrió ligeramente su boca. Pero al abrir la puerta, entró y la mantuvo completamente abierta.

Como invitación.

M*ldito. Mack lo sentía en su pecho y en sus testículos: el deseo. Ella no entiende la clase de invitación que está haciendo.

Liam se quedó justo al lado del umbral, pero, aun así, Mack dudaba. Ella se merece a alguien un millón de veces mejor que cualquiera de estos dos tipos c*chondos.

Mack estuvo a punto de dar media vuelta e irse. De verdad que sí.

Pero luego Calla estiró su mano y lo tomó de la suya. Con la otra, tomó a Liam. Cuando comenzó a halarlos a ambos hacia adentro, Mack se dejó llevar.

No sabía si estaba entrando al cielo o al infierno. Pero mientras cerraban la puerta a sus espaldas, Mack sabía que no había otro lugar en el que preferiría estar.

¡La virgen de al lado está a solo un clic de distancia!

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