Hoy
XXXVI
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XXXVI
Se abren rostros feroces cuando el amor conoce los instrumentos de su muerte. Rincones de la palabra se desbaratan en incertidumbres, mares sin playa, pisan la transparencia de un diamante. La razón levanta fierros sin temblor, analfabeta de la dicha que hubo. Un ave come el canto de una acacia y vuela en contenidos fijos sin puerta ni salida. La furia nace sola/recuerdan a dos jóvenes los tilos/sus paseos en noches que volvían suaves/entre balazos de la época. Pasean hoy mismo como sombras y no dicen por qué.