Hoy
LXVIII
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LXVIII
Cómo entrar en la oscuridad de la conciencia, sus piedras a propósito, la delimitación de sus espejos. La belleza se calla junto al enfermo de la época. ¿Quién le clavó cegueras ante las criaturas de la estupidez? Sus rencores caen rápido en órganos de la razón. El futuro está triste en pensamientos impensables y los jilgueros cantan en vuelos que se irán. Las fantasías violentas del adentro son crueles hacia arriba, su utilidad es traición y nadie labra las tierras del espanto. El viento barre la arena del desierto, los fulgores del mal, dígase lo que se diga de autonomías del amor.
A José Ángel Leyva