Hotel

Hotel


Viernes » 11

Página 79 de 88

11

Peter McDermott se sintió obligado a explicar personalmente a Warren Trent lo ocurrido con respecto al duque y la duquesa de Croydon.

Peter encontró al propietario en su oficina del entresuelo principal: los otros que habían estado en la reunión se habían marchado. Aloysius Royce estaba con su jefe, ayudando a reunir sus efectos personales colocándolos en cajas de cartón.

—Pensé que bien podría acabar con esto —señaló Warren Trent a Peter—. Ya no necesitaré esta oficina. Supongo que será la suya. —No había rencor en la voz del viejo, a pesar del altercado de media hora antes.

Aloysius continuó su trabajo con toda tranquilidad mientras los otros dos hablaban.

Warren Trent escuchó con atención la descripción de los sucesos desde la apresurada partida de Peter del cementerio de St. Louis, el día antes por la tarde, concluyendo con las llamadas telefónicas, de un momento antes, a la duquesa de Croydon y a la Policía de Nueva Orleáns.

—Si los Croydon hicieron lo que usted dice —anunció Warren Trent— no me inspiran lástima. Ha manejado el asunto bien —gruñó después de pensarlo—, por lo menos nos libraremos de los malditos perros.

—Temo que Ogilvie esté muy comprometido en esto.

—Esta vez ha ido demasiado lejos. Tendrá que sufrir las consecuencias, cualesquiera que sean, y ha terminado aquí. —Warren Trent guardó silencio. Parecía estar sopesando mentalmente algo. Al fin dijo—: Supongo que usted se preguntará por qué siempre he sido tan indulgente con Ogilvie.

—Sí, me lo he preguntado.

—Era sobrino de mi esposa. No me enorgullece el hecho, y le aseguro que mi esposa y Ogilvie no tenían nada en común. Pero hace muchos años ella me pidió que le diera algún trabajo aquí, y lo hice. Después, cuando en una ocasión estuvo preocupada por él, le prometí conservarlo en el hotel. En realidad nunca quise dejar de cumplir con eso.

¿Cómo podía explicar, se preguntó Warren Trent, que a pesar de que ese vínculo era malo y frágil, era lo único que le quedaba de Hester?

—Lo siento, no lo sabía…

—¿Que era casado? —el viejo sonrió—. Muchos no lo saben.

Mi esposa vino conmigo a este hotel. Ambos éramos jóvenes. Ella murió poco después. Parece que sucedió hace mucho tiempo.

Warren Trent pensó que eso le recordaba la gran soledad que había soportado durante tantos años, y la soledad aún mayor que pronto sobrevendría.

—¿Puedo hacer algo…? —preguntó Peter.

Sin anunciarse, la puerta de la oficina exterior se abrió de golpe. Christine entró. Venía corriendo, y había perdido un zapato. Estaba sin aliento y despeinada. Apenas podía hablar:

—¡Ha habido… un terrible accidente! ¡Uno de los ascensores! ¡Yo estaba en el vestíbulo… es horrible! La gente está atrapada… están gritando.

Ya en la puerta, corriendo, Peter McDermott la hizo a un lado. Aloysius lo siguió de cerca.

Ir a la siguiente página

Report Page