Hope

Hope


Primer acto » Capítulo 14. Se buscan preguntas

Página 17 de 84

C

A

P

Í

T

U

L

O

1

4

S

e

b

u

s

c

a

n

p

r

e

g

u

n

t

a

s

De no haber sido una marioneta, habría intentado responder a todas las preguntas que amenazaban con adueñarse de mis pensamientos en aquellos primeros años junto a Hope.

La gente suele pensar que una pregunta requiere una respuesta, pero yo siempre he creído que una buena pregunta suscita más preguntas. Las mejores preguntas jamás deben responderse, corres el riesgo de perderlas.

Siempre me gustó coleccionar preguntas pero jamás quise ninguna respuesta.

¿Por qué Joseph me entregó a Hope? ¿Fue el destino o una simple casualidad? ¿No es el destino un conjunto de casualidades?

¿Por qué ella? ¿Por qué yo? ¿Por qué nosotros? ¿Por qué alguien que puede oír no puede escuchar? Y lo más importante: ¿por qué nadie le hacía caso a Hope? Lo que me llevaba a un sinfín de preguntas más: ¿era porque no podía escuchar lo que tenían que decir?, ¿acaso la gente solo escucha por el mero hecho de tomar la palabra, solo esperando a que alguien les dé el pie para poder empezar a hablar?

Buscaba preguntas a todas horas. Me enfurecía que una niña como Hope, tan llena de vida, estuviera rodeada de tantas sombras, de tanto olvido, de tanta desesperanza, de tantos monstruos.

En infinitas ocasiones imploré que en algún lugar de su ser supiera con certeza absoluta que la entendía. No pedía que pudiera escucharme, eso era cosa de humanos, yo solo rogaba para que supiera que estaba ahí, con ella. Ahí de verdad.

A lo largo de mi existencia fueron demasiadas las veces en las que me sentí atrapado dentro de mi propio cuerpo, cataléptico. Una muerte aparente, ficticia, que me tenía encerrado sin posibilidad de huida. Siendo consciente de todo y de todos mientras el resto me creía muerto o me olvidaba. Con Hope me sentí más muerto que nunca y, a la vez, tan vivo como no lo había estado jamás.

Supongo que eso solo tiene un nombre: amor. Y yo estaba loca e irremediablemente enamorado de una niña que crecería y me olvidaría o que, en todo caso, terminaría por morir.

La quería a pesar de todo lo que me costaría olvidarla cuando ya se hubiera ido, a pesar de que su recuerdo acabaría por destruirme. Por todos los momentos en los que me miraba con los ojos abiertos de par en par, como si en lugar de una vieja marioneta fuera la luna o alguna estrella. Por su dulzura e inocencia cuando me contaba historias sin esperar nada a cambio o me llamaba por un nombre que nadie se había molestado en regalarme nunca. Pero, sobre todo, por la calidez que sentía, pese a ser incapaz de sentir tal cosa, cuando me abrazaba muy fuerte por las noches, asegurándose de que estuviera cómodo y arropado en aquel armario en el que dormíamos. En esos momentos no podía evitar prometerme a mí mismo que lo daría todo por ella, incluso los diez hilos que me permitían moverme para fingir que, en realidad, no estaba muerto.

Mi amor por Hope era una carrera de fondo contra el tiempo y la muerte; sabía que jamás podría ganar, pero ese hecho no hacía que no me esforzara en correr cada vez más rápido. Por ella. Por sus palabras. Porque ni siquiera su ausencia podría ensombrecerla.

Ir a la siguiente página

Report Page