Honor

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Capítulo 15

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—DIOS, ¿no lo sabes? —Cam tembló con el esfuerzo de contener sus alterados sentidos. Las palabras surgieron de las mandíbulas apretadas por la necesidad y hubo de luchar para no gritar a causa del deseo feroz que recorría su columna vertebral: ¿Tengo que decirte que te quiero?

Blair gimió y se le nubló la vista mientras le bullía la sangre.

—Me mata ver que alguien te toca.

—Tras susurrar aquellas palabras, Cam puso las manos sobre las caderas de Blair y la acercó a ella. Cuando Blair se aplastó contra su cuerpo, se apoderó de su boca con fuerza y la besó. Entre gemidos, le separó los labios con la lengua y buscó los suaves recovecos interiores, abandonándose a un calor abrasador.

A Blair no la sorprendió. ¿Cuántas noches había pasado despierta, tratando de no pensar en lo mucho que quería a aquella esquiva mujer?

¿Cuántas veces había intentado satisfacer la necesidad consigo misma? Pero ni siquiera sus manos familiares y sus infalibles caricias podían calmar el deseo que sentía en lo más profundo de su piel.

Ahora estaba ocurriendo y la realidad superaba a su imaginación, de tal modo que apenas podía asumirlo. Sus entrañas se derretían y, candentes y líquidas, circulaban por sus miembros. Agarró los hombros de Cam en busca de apoyo, sin saber cuánto aguantaría. Cuando Cam metió la lengua a fondo en su boca, Blair la mordió y le arrancó un quejido. Luego la chupó con fruición cuando Cam sacó su blusa de los vaqueros y posó las manos sobre sus costillas.

—Dios, sí —exclamó Blair. Sujetó las muñecas de Cam y puso sus propios pechos en las manos de la otra mujer. Gimió y se arqueó cuando aquellos dedos fuertes pellizcaron sus pezones y tiraron de ellos hasta conseguir que se pusieran erectos. De pronto, el miedo se mezcló con el deseo. Hacía muchos años que nadie la tocaba de aquella forma. Nunca lo había permitido, no había querido que nadie la tocase así. Su autocontrol era su armadura y la aterrorizaba desprenderse de ella. Estaba a punto de perder el control por completo y la pequeña parte de su mente que seguía en funcionamiento se rebeló.

—No —jadeó Blair, apartando la boca.

Cam no quería parar. La cegaba el deseo y la sangre hervía en su cabeza, barriendo el menor asomo de razón. Con la última pizca de voluntad que le quedaba, obligó a sus manos a calmarse. Bajó la cabeza, hundió la cara en el cuello de Blair y apretó la suave piel de la garganta de la joven con los dientes. Tiró de ella, gruñó y metió el muslo entre las piernas de Blair.

—Cam...

—Hace mucho que te quiero — declaró Cam. Sujetó el lóbulo de la oreja de Blair con los dientes y lo mordió con delicadeza, mientras la lengua giraba sobre las crestas sensibles—. Por favor, te deseo tanto que me estoy muriendo.

Blair no podía pensar. Cada segundo que pasaba su cuerpo se acercaba más al límite. Su conciencia registró tenuemente el temblor de sus muslos mientras se frotaba contra los músculos duros del muslo de Cam. Entre sus piernas crecía una presión tremenda, y gimoteó cuando los espasmos estallaron en una oleada.

—Oh, no —jadeó con una voz muy diferente, trémula—. Voy a... correrme.

—No, no es cierto —advirtió Cam mientras la levantaba, obligándola a entrelazar las piernas en torno a su cintura para mantener el equilibrio. Cam sostuvo a la temblorosa mujer en los brazos mientras iban al dormitorio—. Aún no he acabado contigo.

—Estoy a punto —dijo Blair, apretando la frente contra el hombro de Cam.

—Aguanta todo lo que puedas. —A Cam se le había formado un nudo en la garganta y la cabeza le daba vueltas—. Dios. . Quiero saborearte antes.

Blair se debatió para centrarse en la cara de Cam cuando ésta la tendió sobre la cama. Parecía hambrienta, salvaje, feroz. Aquella expresión fue suficiente para lanzar otra descarga de electricidad entre sus muslos.

—Oh, por favor, deprisa...

—Tranquila —susurró Cam. Le quitó el jersey y lo tiró, mientras Blair se arqueaba sobre la cama—. Ahora el resto.

Se desnudaron frenéticamente, y Blair arrastró a Cam, la puso sobre ella y abrió las piernas en tijera en torno a su muslo. Luego, mordió con fuerza la piel y el músculo del hombro de Cam, mientras embestía, desesperada, contra su pierna.

—Espera —murmuró Cam, cuyo aliento caliente rozaba la oreja de Blair. Sus manos acariciaban de nuevo los pechos de la joven.

—No puedo, no puedo —jadeó Blair, clavándole los dedos en la espalda—. Lo deseo tanto... Oh, oh... Necesito...

Cam apoyó los brazos en la cama, se incorporó y, con un movimiento ligero, se deslizó entre las piernas de Blair. No pensaba: estaba demasiado hambrienta para hacerlo. Había pasado mucho tiempo, muchísimo. Colocó las palmas de las manos bajo las caderas de Blair, la levantó y las piernas de Blair rodearon su cuello. Luego la tomó entre los labios, chupó su calor, tragó su deseo y acarició su ansia. Sintió cómo se endurecía el clítoris de Blair y, cuando empezó a lamerla, supo que Blair iba a correrse. No paró, ni siquiera cuando los gritos de Blair se redujeron a suaves sollozos. Mantuvo el movimiento y la acarició con más fuerza y rapidez, hasta que sintió de nuevo que Blair se hinchaba y vibraba. La penetró sin descanso, sin importarle nada más que la propia necesidad salvaje de devorarla. A los pocos momentos, Blair temblaba sin control, con las manos enredadas en los cabellos de Cameron.

—Oh, Dios, es maravilloso —gimió Blair entre convulsiones.

Cam no se movió después de que Blair se tranquilizase. Con los ojos cerrados, apoyó la mejilla sobre la piel suave y lisa del muslo de Blair y se limitó a escuchar su respiración. Luego, su desbocado corazón se calmó y parpadeó rozando el límite del sueño, contenta y completamente satisfecha.

Cuando Cam se despertó, Blair le acariciaba el pelo lentamente. En la habitación reinaba la oscuridad y sólo se veía una débil tonalidad gris en la ventana, que indicaba el amanecer. Las sábanas se le habían enredado en la cintura y la mitad de su cuerpo descansaba sobre el de Blair.

—¿Tienes frío? —murmuró Cam. Tiró de las mantas hacia arriba y deslizó un brazo en torno a los hombros de Blair.

—No —susurró Blair. Se volvió hacia Cam y apoyó la cabeza en su hombro. Hubo un momento de silencio, en el que ambas se aproximaron con incertidumbre.

—Soy incapaz de recordar la última vez que alguien me hizo el amor —confesó Blair al fin.

Cam recordaba claramente la última vez que le había hecho el amor a otra mujer. Había sido algo casual, como si fuera una de tantas veces y quedaran aún muchas más. Aquella mañana temprano, casi un año antes, no sabía que sería la última vez que tocaba a Janet con vida.

—También ha pasado mucho tiempo para mí. —Se limitó a decir Cam. No quería explicar ni revivir el pasado. Había tardado hasta entonces y hasta aquella mujer en particular en despertar el deseo enterrado entre el dolor y la culpa durante meses. De momento, bastaba; era más de lo que ella se hubiera atrevido a esperar.

—Me ha parecido estupendo — murmuró Blair.

—Sí —suspiró Cam, acariciándole el brazo lánguidamente—. Eres muy hermosa.

A Blair le intrigaba el pasado de Cam, pero no hizo preguntas. Tal vez llegase el momento en que no necesitara saber. El interés por ella había comenzado la mañana en que Cam había aparecido por primera vez en su apartamento, autoritaria, segura e implacable. El deseo de Blair renació al pensar en Cam aquel primer día, tan decidida e inusitadamente amable a la vez.

—Tú tampoco estás nada mal, comandante. —Volvió la cabeza para besar la suave piel bajo el pezón derecho de Cam. Luego abrió los labios, lo mordisqueó con cuidado y arrancó un tierno gemido.

Sonrió y esperó un momento; después, metió el pezón de Cam en la boca y jugueteó con él entre la lengua y los dientes. Continuó hasta que Cam se puso rígida y sus caderas se arquearon levemente sobre la cama. Blair descendió, besando y mordiendo las costillas de Cam, hasta la llanura de su vientre e hizo círculos con la lengua en torno a su ombligo. Cam sumergió las manos entre los cabellos de Blair y la impulsó hacia abajo, pero Blair se resistía y se demoraba, pues quería concentrar toda la atención de Cam. Rozó con los dedos el interior de las piernas de Cam y se detuvo a propósito junto al calor que irradiaba su interior.

—Dios —jadeó Cam—. ¿Pretendes que te lo pida de rodillas?

—Ésa era la idea general. —Blair apoyó los pechos entre las piernas de Cam. Sentía el calor resbaladizo contra sus pezones.

Cam giró las caderas y arrastró la excitante dureza de los pezones de Blair sobre su clítoris. Lanzó un profundo y asfixiado gemido.

—Tócame un poco. Por favor, sólo un poco...

Blair apretó el pulgar sobre el aro de músculos situado entre las nalgas de Cam, sin entrar, pero acariciando los lisos tejidos hasta que sintió el estremecimiento de Cam.

Deslizó un dedo sobre los pliegues húmedos e hinchados y susurró:

—Creo recordar a alguien que hablaba de esperar.

—Me estás matando, te lo juro por Dios... —Cam hundió la cabeza en las almohadas con los dientes apretados, deseando que el placer continuase, sin saber si lo soportaría—.

Podría... estallar... sin ti.

—Oh, dudo que lo consigas fácilmente. —Blair sonrió y, luego, pasó la lengua sobre la base del clítoris de Cam, que la recompensó con un ligero sollozo. Con la mayor lentitud, su lengua se movió en círculos en torno a las orillas de los hinchados tejidos, penetrándola al mismo tiempo. Los músculos de Cam se contrajeron violentamente sobre los dedos de Blair y su clítoris se alargó y se endureció aún más.

—Hazlo, por favor, hazlo, hazlo — rogó Cam con desesperación—. Tengo que correrme.

Aunque deseaba saborear cada segundo del deseo de Cam, Blair empezó a perder el control. Había esperado aquello durante mucho tiempo y la realidad superaba con creces lo que había imaginado. Le latía el corazón con fuerza y sus muslos se tensaban y se aflojaban involuntariamente. Cuando tomó a Cam entre los labios, sintió una punzada de respuesta en su propio clítoris. Nunca se corría sin estimulación directa, pero en aquel momento notó que estaba casi a punto, sólo por tocar a Cam. Apretó los ojos e intentó concentrarse en el ritmo de Cam.

De pronto, Cam se retorció en la cama y se movió hasta quedar frente a Blair, con la cabeza junto a su estómago. Le separó las piernas con fuerza y la tomó con la boca. Repitieron las caricias mutuas a la perfección, mientras los labios y las manos reclamaban y respondían de forma instintiva, y sus corazones latían en sincronía. Cam estaba a punto y comenzó a correrse en cuanto los labios de Blair la tocaron. Gimió, sus labios rodearon el clítoris de Blair y chupó con fuerza, reteniendo el aliento en la garganta. Sujetó las caderas de Blair y la arrastró más aún hacia su rostro, procurando mantener el contacto mientras su propio cuerpo daba sacudidas y se levantaba con la explosión que sentía entre las piernas. Oyó gemir a Blair a lo lejos y supo que ella también había coronado la cresta de la pasión que las había fundido a las dos.

Cuando se despertaron, era tarde. —Mac debe de estar preocupado — comentó Cam con pereza, mientras recorría la espalda de Blair con las manos—. Me sorprende que aún no te haya encontrado.

—No es tan bueno como tú —dijo Blair en voz baja.

—Deberías llamarlos.

—¿Por qué? Stark sabe que me fui contigo —observó Blair con voz tensa. «No quiero que esto acabe. Sólo quiero unas cuantas horas más de felicidad.»

—Lo sé. Pero tal vez ignoren que sigues conmigo, y no hay necesidad de provocar el pánico.

—Siempre trabajando, ¿eh, comandante? —Blair suspiró, porque sabía que Cam tenía razón; no podía escabullirse por más tiempo. La besó con dulzura y luego se levantó de la cama y caminó desnuda hasta la otra habitación para hacer la llamada.

Aprovechó para llamar también al servicio de habitaciones y pedir un desayuno tardío para las dos. Cuando acabó, volvió al dormitorio y recogió la camisa de Cam del montón de ropa que había en el suelo. Se la puso, sin abotonarla. Luego se apoyó en la puerta y contempló a Cam, reclinada sobre las almohadas con una sábana sobre la cintura. Había cicatrices nuevas, desvaídos símbolos de honor que daría cualquier cosa por poder borrar. Contuvo el aliento, sorprendida ante lo mucho que la quería.

—¿Cuánto tiempo vas a permanecer aquí? —preguntó, procurando fingir indiferencia.

—¿Oficialmente? —Cam se encogió de hombros, extrañada ante la repentina expresión pensativa de Blair—. Otros cuatro días. Me espera una nueva misión y se supone que debo informar a Washington antes de empezar.

—¿Y luego?

—Florida, al menos hasta que me haga una idea del territorio — respondió Cam.

No le gustaba pensar en dejar a Blair, pero nunca podrían disfrutar mucho de aquello. Había quebrantado un montón de reglas, casi todas propias. Pero, al mirar a Blair, no le importaba. Durante unos días se olvidaría de las reglas para estar con ella. «No pienses más. Dios, hace unos meses pretendía librarse de ti.»

—¿Y extraoficialmente? —Blair procuró ocultar su decepción. «¿Qué esperabas? ¿Que quisiera algo más que esto?»

Cam la observó con cautela, pero no pudo descifrar su expresión.

—Extraoficialmente se supone que me encuentro aquí para vigilarte.

—Pues tus métodos resultan muy poco ortodoxos, sin duda. —Blair se rió, aunque había tensión en su voz. Cruzó los brazos sobre el pecho, pues de pronto se sintió desnuda—. Claro que no me quejo.

—Ven —dijo Cam y extendió la mano—. Les dije que no lo haría.

Incapaz de permanecer alejada de ella, Blair se sentó en el borde de la cama y descansó la mano, con gesto posesivo, sobre el muslo de Cam.

—¿Por qué no?

—Porque Mac es una buena persona y me consta que sabe hacer su trabajo. —Cam se llevó la mano de Blair a los labios y besó los dedos. Luego le dio la vuelta a la mano y apretó los labios contra la palma de Blair—. Y porque te respeto y sé la poca intimidad de que disfrutas.

—Pero anoche fuiste al bar — comentó Blair en voz baja.

—No por trabajo. —Cam la arrastró hacia la cama y la abrazó—. Asunto personal.

Blair cerró los ojos, asustada ante lo mucho que deseaba oír aquellas palabras.

—¿Cuánto de personal?

Cam la abrazó más fuerte, apoyó la mejilla sobre la cabeza de Blair y respondió, con voz ronca:

—Tan personal como esto.

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