Hitler

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Notas

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[628] Compárese el discurso de Hitler ante los redactores jefes de la prensa interior, del 10 de noviembre de 1938, reproducido en VJHfZ 1958/2, págs. 182 y siguientes; Golo Mann ha referido, en ocasiones, que el manifiesto de Hitler para las elecciones de 1930 se hallaba escrito en trece líneas apretadas, en las cuales se relacionaban todos los enemigos y traidores, desde el punto de vista nacionalsocialista, pero no contenía una sola observación antisemita. Véase Deutschland und Juden, Fráncfort/M., 1967, pág. 61. <<

[629] Adolf Hitler in Franken, pág. 186 (discurso del 30 de julio de 1932). <<

[630] Ibíd., pág. 179 (discurso del 7 de marzo de 1932). <<

[631] Harold Nicolson, Tagebücher und Briefe, pág. 105. <<

[632] Según Hitler, el 14 de febrero de 1937 en una reminiscencia de la época anterior a la conquista del poder. En H. von Kotze/H. Krausnick, ob. cit., pág. 85. Respecto a la declaración ante la reunión de agrarios, informa el Dr. H. Gamelin en una carta del 4 de febrero de 1931; véase BAK, NS 26/513; también W. Jochmann, Nationalsozialismus und Revolution, pág. 369, así como J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 75. <<

[633] Así, según la biografía de Napoleón aparecida en 1942, muy rica en referencias y, al parecer, insinuada por el propio Hitler. El autor fue el Reichsleiter Philipp Bouhler, citado en H. A. Jacobsen/W. Jochmann, pág. 48. <<

[634] O. Dietrich, Zwölf Jahre, págs. 21, 29, así como la presentación propia del nacionalsocialismo. Los Tischgespräche demuestran de forma bien clara hasta qué punto y en qué medida Hitler buscaba confianza e información en época de lucha, incluso durante la guerra y en las derrotas de la segunda fase de la misma. <<

[635] A. Krebs, ob. cit., pág. 136; también K. G. W. Luedecke, ob. cit., pág. 479. Compárese con Henriette von Schirach, Der Preis der Herrlichkeit, Wiesbaden, 1956, pág. 226: «En cierta ocasión pude verle después de pronunciar un discurso, pálido y decaído, agotado y completamente silencioso, vestido con su abrigo de uniforme y esperando un nuevo traje y ropa interior limpios». <<

[636] J.

Goebbels, Kaiserhof, pág. 87. No deja de revestir interés la composición de la fracción nacionalsocialista en el Reichstag, después de las elecciones de julio. De los 230 diputados, 55 eran trabajadores y empleados, 50 campesinos, 43 agentes comerciales, artesanos e industriales, 29 funcionarios no estatales, 20 funcionarios estatales, 12 maestros y 9 antiguos oficiales. Véase Reichstags-Handbuch, 6.º período electoral, Berlín, 1932, pág. 270. <<

[637] Ibíd., pág. 60; también K. Heiden, Geburt, pág. 56, que informa de la declaración de Ludendorff. <<

[638] Según K. Heiden, ibid., pág. 57. <<

[639] Ursachen und Folgen, VIII, pág. 459; respecto a las dudas de Hindenburg, véase H. Brüning, ob. cit., págs. 542 y siguientes. Al presidente no solo le preocupaba verse rodeado después de la reelección por gente «equivocada», sino tener que responsabilizarse de la política «equivocada» de la misma gente. <<

[640] J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 84. <<

[641] Th. Eschenburg ha hecho referencia a que el «funcionamiento de la dirección del Reich» se debía, hasta este momento, y en gran medida, a la buena relación humana existente entre Brüning, Groener, Schleicher y Hindenburg. «Los cuatro mantenían unas relaciones estrechas. Hindenburg y Groener eran viudos, y Brüning y Schleicher, solteros. Su soledad reforzaba la ligazón mutua». Solo al contraer nuevas nupcias Groener se rompieron tales vínculos. «Groener y Schleicher se veían mucho menos, perdieron intensidad los intercambios de ideas, y también se disipó la confianza». Otro tanto sucedió respecto a Hindenburg. Con el hijo nacido prematuramente a Groener, los rumores se vieron reforzados. Para Hindenburg y sus amigos la república y la democracia constituían estados de descomposición que no dejaban de afectar de forma directa a las normas morales. Parecía como si Groener hubiese sucumbido ante el espíritu inmoral de la época. Por otra parte, en julio de 1931, también Schleicher contrajo matrimonio y, precisamente, con la exesposa de un general, que había conseguido el divorcio. La culpa de la ruptura se atribuyó a la mujer, y también ello hirió las severas ideas morales de Hindenburg. Véase Th. Eschenburg Die Rolle der Persönlichkeit in der Krise der Weimarer Republik, en VJHfZ 1961/1, págs. 13 y siguientes. <<

[642] Véase en detalle K. D. Bracher, Auflösung, págs. 522 y siguientes; también W. Conze, Zum Sturz Brünings, en VJHfZ 1953/3, págs. 261 y siguientes, así como H. Brüning, ya citado, págs. 597 y siguientes. La importancia de las informaciones sobre el favorable cambio en las negociaciones acerca del desarme ha sido objeto de muchas discusiones. Ciertos aspectos de las mismas parecen indicar que Brüning las supervaloró. Respecto a las presiones en la finca Neudeck, véase Th. Eschenburg, ob. cit., pág. 25. <<

[643] A. François-Poncet, ob. cit., pág. 49, así como H. Graf Kessler, ob. cit., pág. 671. <<

[644] K. D. Bracher, Auflösung, pág. 532. <<

[645] J. Goebbels, Kaiserhof, págs. 111, 107 y siguientes. <<

[646] Friedrich Stampfer, Die vierzehn Jahre, pág. 628. <<

[647] J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 104. Respecto al domingo sangriento de Altona, véase C. Severing, ob. cit., pág. 345.

Las cifras facilitadas sobre muertos y heridos durante las sangrientas semanas posteriores al levantamiento de la prohibición que pesaba sobre las SA, acusan notables diferencias. Véase, p. ej., Wilhelm Hoegner, Die verratene Republik, pág. 312; también F. Stampfer, ob. cit., pág. 629, o A. Bullock, ob. cit., pág. 210, que se basa en las referencias facilitadas por A. Grzesinski. En realidad, hasta la fecha actual falta un balance exacto de las víctimas habidas. La posterior «lista de honor de los asesinatos del movimiento», de H. Volz, cita para los nacionalsocialistas las siguientes cifras: 1929, once muertos; 1930, diecisiete muertos; 1931, cuarenta y tres muertos; 1932, ochenta y siete. <<

[648] K. Heiden, Geburt, pág. 71. Respecto a la conversación durante la mañana del 20 de julio véase el protocolo oficial en Ursachen und Folgen, VIII, pág. 572. K. Heiden, por lo demás, ha observado exactamente que el 20 de julio de 1932 condujo al fin definitivo al socialismo policíaco de los socialdemócratas: «Para la lucha por un poder sin sentido alguno, que no servía para nada, el gobierno estuvo afilando durante años enteros el sable de la Policía, y cuando, al final, debía utilizarlo, no se atrevió a estropear aquel instrumento tan bellamente pulimentado». <<

[649] Así, según el diputado del Partido del Centro Jakob Diel, Das Ermächtigungsgesetz, en Die Freiheit, 1, n.º 5 (octubre, 1946), pág. 28. De una insinuación similar efectuada a Severing informaba el ministro prusiano de Hacienda Klepper; véase H. Graf Kessler, ob. cit., pág. 690. <<

[650] También Papen vio la acción del 20 de julio bajo el mismo aspecto. Sin que le obligaran a ello, hizo que se indicara a Brüning que él no planeaba, bajo ningún concepto, el conducir a Hitler al poder; solo pretendía engañarle. Véase H. Brüning, ob. cit., pág. 619. <<

[651] Las versiones sobre el transcurso de la conversación difieren bastante entre sí. Está ampliamente extendida la idea de que Hindenburg recibió a Hitler de pie, de muy mal talante, y que después de un corto intercambio de palabras le despidió con la amenaza de que él ordenaría disparar en caso de que Hitler pensase en utilizar la fuerza. Muy distinta, p. ej., es la versión de Papen en sus Memorias, pág. 224, subrayando las circunstancias de este encuentro y citando solo como «glacial» la despedida, mientras que Meissner, en un protocolo recordatorio del mismo día, indicaba que si bien Hindenburg había amenazado con medidas severísimas para el caso de que las SA provocasen desórdenes, finalizó amistosamente: «Nosotros dos somos viejos compañeros (!) y queremos seguirlo siendo, por cuanto el camino puede conducirnos nuevamente a nuestra unión. Por este motivo, quiero ahora estrecharle a usted la mano con camaradería». Citado en W. Hubatsch, ob. cit. 339 (Dok. 88). También la anécdota en H. Graf Kessler, ob. cit., pág. 692. <<

[652] Adolf Hitler in Franken, pág. 194. <<

[653] R. Rauschning, Gespräche, págs. 18 y siguientes. En el diario de Goebbels se encuentra, bajo la fecha 25 de agosto, la observación que probablemente conteste la pregunta formulada por Hitler a Rauschning: «Circulan rumores de que el Führer debe ser detenido para su propia protección; pero todo eso son niñerías». Ob. cit., pág. 149. <<

[654] Völkischer Beobachter del 21 /22 de agosto de 1932. La anteriormente citada insinuación irónica de Hitler relativa a la edad de Hindenburg, procede del discurso del 4 de septiembre de 1932 y dice: «Si pretenden enfrentarme al presidente como si fuese su enemigo, no podré por menos de reírme. Soy capaz de sostener la lucha, mucho más tiempo que el señor presidente del Reich». Citado en Adolf Hitler in Franken, pág. 189. <<

[655] J. Goebbels, Der Führer als Staatsmann, en Adolf Hitler. Bilder aus dem Leben des Führers (Cigaretten-Bilderdienst), pág. 52. <<

[656] J. Goebbels, Kaiserhof, págs. 162, 165 y 180. <<

[657] K. G. W. Luedecke, ob. cit., págs. 451 y siguientes. <<

[658] J. Goebbels, Kaiserhof, págs. 176, 181; véase también pág. 167. <<

[659] Véase H.-A. Jacobsen/W. Jochmann, ob. cit., de fecha 27 de octubre de 1932. El hecho de que los partidos burgueses aceptasen el desafío queda demostrado en las mencionadas instrucciones propagandísticas con un tono de indignación y en los ejemplos citados, procedentes de los escritos de propaganda de los alemanes nacionales, en los cuales el NSDAP se cita como un satélite del marxismo o a Goebbels como una «Rosa Luxemburg masculina». <<

[660] Este pasaje, en su totalidad, dice: «El encumbramiento del nacionalsocialismo constituye la protesta del pueblo contra un Estado que rechaza el derecho al trabajo y a la reinstauración de un nivel de vida natural. Si el aparato distribuidor del sistema económico actual no sabe o no entiende de cómo repartir las riquezas de la naturaleza, este sistema es falso y debe ser modificado en beneficio del pueblo… Lo importante en este desarrollo es la gran nostalgia anticapitalista que embarga a todo nuestro pueblo, y que alcanza quizás ya a un 95% del mismo, consciente o inconscientemente. Esta nostalgia anticapitalista… constituye un testimonio de que nos hallamos ante un gran cambio de nuestra época: la superación del liberalismo y el resurgir de un nuevo pensamiento económico, así como una nueva postura frente al Estado». Véase G. Strasser, Kampf um Deutschland, pág. 347. Debe atribuirse a la efectividad de esta fórmula el hecho de que la influencia política de Strasser dentro del mismo NSDAP haya sido supervalorada hasta nuestros días. <<

[661] J. Goebbels, Kaiserhof págs. 195, 191. <<

[662] Véase el material estadístico en K. D. Bracher, Auflösung, págs. 645 y siguientes; además, especialmente, el que se refiere a la situación social (obreros en paro) en H. Bennecke, Wirtschaftliche Depression, págs. 158 y siguientes, que saca a la luz del día el dato, realmente notable, de que entre el paro obrero y la opción por el NSDAP no existía una relación directa ni inmediata. Mucho más importante era la parte de votos para el Partido de Hitler precisamente en las zonas rurales, que no tenían que sufrir de forma parecida las consecuencias de la crisis como sucedía, p. ej., con el territorio del Ruhr o con Berlín, donde la participación de votos no alcanzaba siquiera el 25%, o sea, ni la mitad de los votos obtenidos en Schleswig-Holstein. <<

[663] Así, en todo caso, según John W. Wheeler-Bennett, Die Nemesis der Macht, pág. 277. Respecto al contenido de la prevista reforma constitucional, véase K. D. Bracher, Auflösung, págs. 537 y siguientes, y 658. <<

[664] Citado en C. Horkenbach, pág. 342. <<

[665] Según una declaración de H. Foertsch, véase K. D. Bracher, Auflösung, pág. 661. <<

[666] Citado en Bernhard Schwertfeger, Rätsel um Deutschland, pág. 173. La carta de Hitler citada a continuación, descrita por Goebbels como una «obra maestra» y que realmente constituye un documento de la táctica, rabulismo y psicología de Hitler, se reproduce en M. Domarus, ob. cit., págs. 154 y siguientes. Según H. Brün, ob. cit., pág. 634, fue formulado por H. Schacht en el hotel Kaiserhof. <<

[667] Franz von Papen, Der Wahrheit eine Gasse, pág. 250. También allí, pág. 249, detalles del estudio bélico desarrollado por el antiguo teniente coronel Ott. <<

[668] K. D. Bracher, Auflösung, pág. 676. <<

[669] Ver W. Görlitz/H. A. Quint, ob. cit., pág. 352. <<

[670] J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 217. Respecto al informe mencionado, véase K. Heiden, Geburt, pág. 99. <<

[671] K. Heiden el 10 de diciembre de 1932, en el Vossischen Zeitung. <<

[672] O. Strasser, Mein Kampf, pág. 80, cita un séquito de 63 partidarios de la fracción. En K. G. W. Luedecke, ob. cit., pág. 450, Gregor Strasser nombra a cien partidarios. Considerando que tanto Hitler como Goebbels dominaban al aparato de la prensa, las intenciones de los seguidores de Strasser no pudieron encontrar una expresión publicitaria. Como representante del ala radical, Goebbels fue siempre el portavoz del «o todo o nada». <<

[673] Según O. Strasser, Mein Kampf, pág. 78. Las primeras medidas económico-políticas de Schleicher, con las que intentaba corregir la herencia legada por Papen, no dejan de ser certeras. <<

[674] El conocimiento de los motivos ocultos se basan, primordialmente, en una corta insinuación de O. Dietrich, en una descripción de Goebbels y en una declaración jurada de Eugen Ott del 12-1-1949 (en el IfZ/Múnich), así como también, en este caso, en las descripciones muy reveladoras, aunque divergentes en los detalles, de K. Heiden. Véase también la declaración de Göring en Nuremberg en IMT IX, pág. 279. <<

[675] K. Heiden, Geburt, pág. 101. <<

[676] J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 219. <<

[677] H. Rauschning, Gespräche, pág. 254. La observación siguiente de Hitler se halla en Tischgespräche, pág. 364. Respecto a la postura resignada de sus contrincantes, véase también Th. Eschenburg, Die Rolle der Persönlichkeit in der Krime der Weimarer Republik, en: VJHfZ 1961/1, págs. 28 y siguientes. <<

[678] Citado según E. Eyck, ob. cit., II, pág. 541. <<

[679] A. Bullock, ob. cit., pág. 241. <<

[680] Declaración de Schroeder del 3 de noviembre de 1945, citada en Nazi Conspiracy and Aggression, II, págs. 922 y siguientes. <<

[681] K. D. Bracher, Auflösung, pág. 691. También Hitler reconoció en el encuentro de Colonia el carácter de un cambio crucial; según se manifestó, él «había obtenido entonces la impresión de que su asunto iba muy bien»; véase Tischgespräche, pág. 365.

La versión aquí expuesta de este encuentro no ha dejado de ser objeto de discusiones. Especialmente, Papen se enfrentó con energía a la misma (véase su escrito Das Parlament 3, n.º 14, del 8 de abril de 1953). Sin embargo, en su libro de memorias y de justificación pone al lector de buena fe ante unas exigencias muy notables. Entre otras, intenta conceder al encuentro el carácter de algo casual y marginal; repetidamente destaca los motivos informativos. Pero ello se contradice con la aseveración jurada de Von Schroeder. Hitler había rechazado pocas semanas antes el negociar con Papen. Si realmente es cierto lo que Papen aseguró posteriormente, es decir, que no fue sometida ninguna propuesta, sigue siendo decisivo el que Hitler se sintiese mencionado por Hindenburg a través de Papen. La propuesta, por lo menos, se hallaba en la persona de Papen. Como diplomático él lo hubiese tenido que saber y, posiblemente, lo sabía. Después, Papen quiere hacer creer que él había sostenido esta conversación en interés y como apoyo de Schleicher. Por otra parte, el plan de un duunvirato no se había basado en él y Hitler, sino en él y Schleicher. Y el secreto con que fue rodeado este encuentro demuestra claramente el carácter absurdo de tal interpretación. <<

[682] J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 235. El diario es interpretado erróneamente, p. ej., por W. L. Shirer, ob. cit., pág. 175. Véase H. A. Turner, ob. cit., págs. 25 y siguientes. <<

[683] Véase O. Meissner, Staatssekretär, págs. 254 y siguientes; F. von Papen, ob. cit., pág. 261, así como la declaración de Meissner en el denominado proceso de la Wilhelmstrasse, protocolo del 4 de mayo de 1948, pág. 4607. <<

[684] Carta de Heinrich von Sybel del 2 de febrero de 1951, citada en K. D. Bracher, Auflösung, pág. 697. Véase asimismo el material acerca de la ayuda del Este, en W. Treue, ob. cit., págs. 390 y siguientes. <<

[685] Véase K. D. Bracher, ob. cit., pág. 700, así como las anotaciones escritas por Julius Leber en junio de 1933, mientras se hallaba detenido preventivamente, respecto al fracaso de su Partido, en especial en el siguiente pasaje: «El único resultado político que obtuvo en estos meses la presidencia de la fracción fueron los votos de desconfianza con los que saludaba a todo nuevo gobierno». El Partido no captó «el silbido de la tempestad». Ursachen und Folgen, VIII, págs. 769 y siguientes. <<

[686] K. D. Bracher, Auflösung, pág. 701. También O. Dietrich, Mit Hitler an die Macht, pág. 174, así como J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 237. <<

[687] La finca rural adquirida con dinero de la industria no se ofreció formalmente a Hindenburg, sino a su hijo, con el fin de evitar los derechos reales. También respecto al 20 de julio de 1932 se preocupó muchísimo Hindenburg. Brüning ha informado: «Erwin Planck, que me visitó en el hospital durante una noche, cuatro días antes de la retirada de Schleicher como canciller del Reich, me explicó las dificultades que se le ponían al gobierno debido al temor de Hindenburg de una acusación, y se me ha asegurado que este fue precisamente el motivo que acabó por inducir a Hindenburg para designar a Hitler como canciller del Reich». Véase H. Brüning, Ein Brief, en Deutsche Rundschau, 1947, pág. 15. H. Kessler obtuvo de Brüning durante el verano de 1935 la declaración complementaria de que Oskar von Hindenburg «se había dejado arrastrar por todo tipo de maniobras de bolsa, muy oscuras, de forma que se hallaba en una situación en la cual debía temer constantemente verse en descubierto». Ob. cit., pág. 739. <<

[688] Véase la citada declaración de Meissner en el proceso contra la Wilhelmstrasse. También en Goebbels, Kaiserhof, pág. 247. En esta ocasión, ambos bandos obtuvieron la unanimidad respecto a un gabinete de Hitler. <<

[689] O. Meissner, ob. cit., pág. 263. <<

[690] Th. Duesterberg, ob. cit., pág. 38. <<

[691] «Concretamente, el 26 de enero de 1933, a las 11,30 horas de la mañana, de un testigo», añadió Von Hammerstein. Véase K. von Hammerstein, Spähtrupp, pág. 40. El testigo a que se hace referencia era el general Von der Bussche-Ippenburg, el cual había informado aquella misma mañana al presidente respecto a asuntos de personal de la Reichswehr. <<

[692] Según el testimonio de Von der Bussche, Schleicher confirmó repetidamente esta promesa de Hindenburg, «tanto en 1932 como después de haber cesado. Él dijo: mi misión hubiese perdido todo su sentido sin esta promesa. Cuando le pregunté si la tenía por escrito, respondió: a mí me ha dado su palabra el anciano caballero, o algo parecido. En todo caso, él creía firmemente en tal promesa». K. von Hammerstein, Spähtrupp, pág. 38. <<

[693] Ibíd., pág. 44. La réplica de Schleicher se debe a J. W. Wheeler-Bennett, ob. cit., pág. 301. Según H. Brüning, ob. cit., pág. 645, basándose en una declaración de Schleicher, Hindenburg debió decir lo siguiente: «Le agradezco, mi general, todo lo que usted ha hecho por la patria. Ahora, con la ayuda de Dios, vamos a ver cómo sigue corriendo el conejo». <<

[694] Según Hitler, Tischgespräche, pág. 368, donde relata cómo encargó de esta misión al comandante de Policía Wecke. Respecto a la observación de la señora Von Hindenburg, véase Karl von Hammerstein, Spähtrupp, pág. 59. <<

[695] Th. Duesterberg, ob. cit., pág. 40. <<

[696] Ibíd., pág. 4 1; véase también F. von Papen, ob. cit., pág. 276. <<

[697] Véase Lutz Graf Schwerin von Krosigk, Es geschah in Deutschland, pág. 147. <<

[698] Comunicación de O. Meissner; véase H. O. Meissner/H. Wilde, ob. cit., pág. 191. <<

[699] O. Meissner, ob. cit., pág. 179; Erich Kordt, Wahn und Wirklichkeit, pág. 27, así como el mismo Hitler (Tischgespräche), pág. 369. La aprobación de Hindenburg, sin embargo, se debió a la intervención de Meissner. <<

[700] H. Graf Kessler, ob. cit., pág. 704. <<

[701] Th. Mann, Bruder Hitler, GW 12, págs. 774; respecto a la observación que se cita de Hitler, véase Walter Frank, Zur Geschichte des Nationalsozialismus, en Wille und Macht, 1934/17, págs. 1 y siguientes. <<

[702] K. Heiden, Geburt, pág. 60. <<

[703] Informe del secretario de la Policía criminal Feil, HStA Múnich, Allg. Sonderausgabe I, n.º 1475. <<

[704] Así, Hitler a Schleicher a principios de febrero de 1933; véase H. Brüning, ob. cit., pág. 648. <<

[705] H. Frank, ob. cit., pág. 121, el cual no cita, sin embargo, en su libro el pasaje escatológico aquí mencionado; W.

Görlitz/H. A. Quint, ob. cit., pág. 367. <<

[706] Hitler en la lucha electoral en Lippe; M. Domarus, ob. cit., pág. 176. <<

[707] Así, Hugenberg en aquellos días. H. O. Meissner/H. Wilde, ob. cit., pág. 294. <<

[708] G. Benn, Doppelleben, GW IV, pág. 89. <<

[709] G. A. Borgese, Der Marsch des Faschismus, Ámsterdam, 1938, pág. 338. <<

[710] Así Friedrich Franz von Unruh en una serie de artículos, Nationalsozialismus, aparecidos entre el 22 de febrero y el 3 de marzo en el Frankfurter Zeitung. <<

[711] E. Vermeil, The Origin, Nature and Developement of German Nationalist Ideology in the 19th and 20th Centuries, en The Third Reich, pág. 6. Véase también Roban DO. Butler, The Roots of National Socialism, Nueva York, 1942; W. M. Govern, From Luther to Hitler, Londres, 1946; W. Steed, From Frederick the Great to Hitler. The Consistency of German Aims, en International Affaires, 1938/17. <<

[712] F. Meinecke, ob. cit. A pesar de muchas observaciones individuales y exactas, en todos los intentos para localizar a Hitler en el punto de unión de una historia de muchos siglos, siempre se tropieza con el peligro de acercarse a la interpretación nacionalsocialista, porque esta no opinaba de otra forma cuando usurpaba la Hansa, la mística, lo prusiano y el romanticismo, celebrando el Tercer Reich como la realización consciente de la historia alemana. Y no menos problemático resulta el intento contrario de considerar tanto el nacionalsocialismo como el totalitarismo como un fenómeno de crisis de la época democrática, con su rebeldía contra la tradición y el autoritarismo, sus antagonismos sociales y sus recaídas económicas, no viendo en ello una consecuencia del carácter alemán, sino del modernismo reinante. Era la realización de la utopía negativa del Estado totalitario, tal y como había sido conjurado en numerosas profecías pesimistas del siglo XIX. Porque el nacionalsocialismo se comprendía a sí mismo como la corrección histórica mundial de aquella crisis, convirtiéndose, por tanto, en su propia expresión. En las representaciones del mismo por parte alemana, en este intento de interpretación, Hitler aparece como un fenómeno de enajenación, como «un enfrentamiento con la tradición, especialmente de la germanoprusiana y de la de Bismarck», como ha manifestado Gerhard Ritter en su aportación a la obra conjunta The Third Reich. Con ello desmiente las declaraciones de E. Vermeil (págs. 381 y siguientes). También las acusaciones formuladas contra los alemanes sobre su comportamiento falaz debían ser consideradas como una característica de la época considerada en su conjunto: «Es sorprendente cuántas manifestaciones de ambición nacionalista, ideas militaristas, orgullo racial y crítica antidemocrática pueden encontrarse en la literatura histórica, intelectual y política de todos los países europeos». Todos estos intentos de interpretación, agudizados al máximo, no son capaces de captar el verdadero carácter de esta aparición; en ninguno surge de forma más clara que en el modelo de interpretación marxista. Impedidos constantemente por los axiomas propios, así como por la piedad a los más débiles y viejos compañeros, sus portavoces no han conseguido jamás librarse, en el fondo, de la definición oficial y conocida, la cual ve en el nacionalsocialismo una forma de presentación de la «declarada dictadura terrorista de los elementos reaccionarios, chauvinistas e imperialistas del capital y de las finanzas». Consecuentemente, siguiendo el razonamiento hasta su fin, no sabe ni puede ver en Hitler, Goebbels y Streicher a los personajes centrales del nacionalsocialismo, sino en Hugenberg, Krupp y Thyssen; así, p. ej., en E. Czichon, ya citado, y muchos otros. Compárese con la visión realmente instructiva de K. D. Bracher, Diktatur, págs. 6 y siguientes. <<

[713] El jefe fascista rumano Codreanu se quejaba, en los comienzos de la década de los años veinte, a raíz de una visita realizada a Alemania, de que no existía en este país un antisemitismo elemental y consecuente. Véase E. Nolte, Krise, pág. 263. <<

[714] H. Rauschning, Gespräche, pág. 212. <<

[715] Así, según Rudolf Höss, comandante durante cierto tiempo en Auschwitz. Véase Gustave Mark Gilbert, The Psychology of Dictatorship, Nueva York, 1950, pág. 250. <<

[716] «El que entorpezca esta misión —declaró Hitler en un discurso pronunciado el 20 de febrero de 1938— es un enemigo del pueblo, con independencia de que intente estorbar como bolchevique, como demócrata, como terrorista revolucionario o como soñador reaccionario». Véase M. Domarus, ob. cit., pág. 793. Este pensamiento de un apostolado especial, fundamentado en una exigencia metafísica, surge, entre otros, en Hans Frank, el cual, el 10 de febrero de 1937, anotaba en su diario: «Yo confieso mi creencia en Alemania. El servicio a Alemania es un servicio divino. Ninguna confesión religiosa, ningún credo cristiano puede ser tan fuerte como este nuestro credo de que si Cristo volviese hoy a la tierra sería alemán. Nosotros somos, realmente, el instrumento de Dios para exterminar todo lo malo. En nombre de Dios luchamos contra los judíos y su bolchevismo. ¡Dios nos proteja!». Cita de Christoph Klessmann, Der Generalgouverneur Hans Frank, en VJHfZ 1971/3, pág. 259. <<

[717] H. Rauschning, Gespräche, pág. 211. <<

[718] H. J. Laski, Die Lektion des Faschismus, citado en E. Nolte, Theorien, pág. 379. <<

[719] Th. Mann, Denken und Leben, GW 11, pág. 246. <<

[720] Paul de Lagarde, Ausgewählte Schriften, editado por Paul Fischer, Múnich, 1934, pág. 34. <<

[721] Die Herrschaft der Minderwertigen era el título de una severa crítica de la democracia de Edgar J. Jung, el cual fue víctima, posteriormente, como colaborador de Papen, de los asesinatos del 30 de junio de 1934. <<

[722] Th. Mann, Betrachtungen eines Unpolitischen, pág. 113. La carta de Wagner dirigida a F. Liszt se halla reflejada en R. Nitsche, Der hässliche Bürger, Gütersloh, 1969, pág. 158. <<

[723] Th. Mann, ob. cit., pág. 115; también R. Wagner, especialmente en Kunst und Revolution, obras completas, III, pág. 194; véase, asimismo, R. Gutmann, ob. cit., págs. 148 y siguientes y 209; F. Stern, ob. cit., págs. 154, 166 y 172. <<

[724] Ibíd., págs. 181 y siguientes, también Klemens von Klemperer, ya citado, págs. 167 y siguientes. <<

[725] Tal es el sentido de la crítica de la democracia en Ignazio Silone, Die Kunst der Diktatur, pág. 171. <<

[726] Pierre Viénot, Ungewisses Deutschland, Fráncfort, 1931, pág. 93. <<

[727] M. Domarus, ob. cit., pág. 226. <<

[728] Véanse observaciones II/171. <<

[729] Así, según Carl Goerdeler, anotación taquigráfica de Richard Breiting, en E. Calic, ob. cit., pág. 171; también H. Hoffmann, ob. cit., pág. 188. <<

[730] «Illustrierter Beobachter», 1926, n.º 2, pág. 6. <<

[731] A. Speer, ob. cit., pág. 134. <<

[732] A. Speer en una nota al autor; respecto al rechazo de Hess o de Himmler como sucesores, véase A. Speer, ob. cit., pág. 152. <<

[733] H. S. Ziegler, ob. cit., pág. 75; también A. Speer, ob. cit., pág. 249. La liberación de los científicos y técnicos se produjo solo en 1942, de acuerdo con una iniciativa de Speer. El problema de la liberación de los artistas lo solucionó el propio Hitler, según una declaración personal de Speer, solicitando de los diversos gobiernos militares las oportunas documentaciones y ordenando fuesen destruidas. <<

[734] H. Frank, Friedrich Nietzsche, citado por Ch. Klepmann, pág. 256; también Tischgespräche, pág. 167, y A. Speer, pág. 38. <<

[735] Según una comunicación de Schleicher, véase W. Conze, Zum Sturz Brünings, en VJHfZ, 1953/2, pág. 261; también Tischgespräche, pág. 167; asimismo A. Speer, ob. cit., pág. 38. <<

[736] A. Hillgruber, Strategie, pág. 216. <<

[737] James Joll, Three Intellectuals in Politics, págs. 135, 174. <<

[738] Gerhard Ritter informa en Carl Goerdeler, pág. 109, que a la masa de la burguesía alemana le «había parecido casi grotesca» la idea de haber caído en manos de unos aventureros sin conciencia. La postura adoptada por Rudolf Breitscheid es objeto de informe por Fabian von Schlabrendorff, Offiziere gegen Hitler, pág. 12; Julius Leben, en una nota de su diario, echaba de menos el fundamento espiritual. Ein Mann geht seinen Weg, Berlín, 1952, pág. 123. Muchísimos socialdemócratas esperaban secretamente que Hitler se enfrentara muy pronto con Hindenburg y Papen, de forma que pudiesen ellos mismos, posteriormente, salir a escena como el tercero en discordia que se frota las manos de satisfacción. «Pero entonces se exigirán cuentas; no sucederá como en 1918», amenazó el antiguo secretario prusiano de Estado Abegg, durante una conversación con Graf Kessler, según informan sus Tagebücher, pág. 708. <<

[739] H. Graf Kessler, ob. cit., pág. 684. <<

[740] «Déjese correr», opinaba Von Neurath, ministro del gabinete; H. Rauschning, Gespräche, pág. 141. <<

[741] J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 256. <<

[742] H. Schacht, Abrechnung mit Hitler, pág. 31; el llamamiento se halla reflejado en M. Domarus, ob. cit., págs. 191 y siguientes. <<

[743] Véase Paul Kluke, Nationalsozialistische Europaideologie, en VJHfZ 1955/3, página 244, que afirma que la postura adoptada por Hitler solo podía ser explicada por «el sentimiento del triunfo que siguió a su conquista del poder como propiedad». Véase asimismo Hans Bernd Gisevius, Adolf Hitler, página 175. No ha llegado hasta nuestros días el texto completo y exacto del discurso, pero existen varios informes que se complementan de varios participantes. Véanse, p. ej., las anotaciones del antiguo segundo ayudante de Von Hammerstein, Horst von Mellenthin, en Zeugenschrifttum des IfZ Múnich, n.º 105, págs. 1 y siguientes, del cual procede asimismo el relato del siguiente párrafo. Además, las anotaciones escritas durante el propio discurso por el general Liebmann, en la documentación de Thilo Vogelsang, VJHfZ 1954/2, pág. 434, y las declaraciones de Raeder en Nuremberg, IMT XIV, pág. 28, el cual asegura, sin embargo, «que en ningún caso se había hablado de intenciones bélicas o de guerra». Los otros informes, sin embargo, contradicen estas manifestaciones. También han sido discutidas en varios lugares las afirmaciones de Raeder en el sentido de que las manifestaciones de Hitler «hubiesen causado una opinión satisfactoria entre todos los oyentes», según el general Von der Bussche, entre otros. Véase, asimismo, K. von Hammerstein, Spähtrupp, pág. 64. El mismo Hitler parece haber manifestado a Blomberg que su discurso «fue uno de los más difíciles, por cuanto parecía hablar todo el tiempo como contra una páred». Véase Hermann Foertsch, Schuld und Verhängnis, pág. 33. <<

[744] Según K. D. Bracher, Diktatur, pág. 210. <<

[745] Véase la última discusión protocolada sobre la situación militar, del 27 de abril de 1945, citada en Der Spiegel del 20 de enero de 1966. Goebbels añadió, característicamente, que también en 1938, cuando la anexión de Austria, «que hubiese sido mejor que Viena hubiese ofrecido resistencia, de forma que pudiésemos destrozarlo todo». También Tischgespräche, páginas 364, 366. <<

[746] M. Domarus, ob. cit., págs. 200 y 202. <<

[747] F. von Papen, ob. cit., pág. 294. <<

[748] Erich Gritzbach, Hermann Göring. Werk und Mensch, pág. 31;

véase también C. Horkenbach, ob. cit., pág. 66. La amplitud de estas medidas queda demostrada por el hecho de que se despidió a 22 coroneles de la Policía de un total de 32. «Centenares de oficiales y miles de brigadas siguieron idéntico destino en el transcurso de los meses siguientes. Fueron incorporadas nuevas fuerzas, que en todas partes se obtuvieron de las grandes reservas de que disponían las SA y las SS», escribe el propio Göring en Aufbau einer Nation, pág. 84. <<

[749] K. D. Bracher, Machtergreifung, pág. 73; también E. Grankshaw, Die Gestapo, págs. 35 y siguientes, donde se facilita un exhaustivo relato de este encumbramiento. Respecto a la observación de Göring, véase Aufbau einer Nation, pág. 86. <<

[750] Discurso durante una manifestación celebrada por la NSDAP en Fráncfort del Main el 3 de marzo de 1933; también H. Göring, Reden und Aufsätze, Múnich, 1933, pág. 27. <<

[751] M. Domarus, ob. cit., pág. 208. <<

[752] J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 256. <<

[753] La trascendencia de esta celebración solo fue descubierta durante el proceso de Nuremberg; véase, para más detalles, IMT XXXV, pág. 42 y siguientes; también IMT V, pág. 177 y siguientes; XII, pág. 497 y siguientes; XXXVI, pág. 520 y siguientes. <<

[754] Véase M. Domarus, ob. cit., págs. 214, 207, 209, 211; también N. H. Baynes, ob. cit., I, págs. 252, 238. <<

[755] J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 254. <<

[756] Ibíd., pág. 86. Respecto al juicio de Hitler sobre el desgaste revolucionario del marxismo, véase el discurso pronunciado durante la conferencia del círculo de jefes de Turingia, a principios de 1927, citado por H. A. Jacobsen/W. Jochmann, ob. cit., bajo el lema Anfang 1927, pág. 2. Ante el fondo que representan estas y otras observaciones similares, se ha pretendido ver el argumento propagado intensamente por Hitler y Goebbels de que Alemania se había visto abocada a la alternativa entre comunismo o nacionalsocialismo. Respecto a la siguiente indicación sobre los rumores de un atentado, véase J. Goebbels, Kaiserhof, pág. 272. <<

[757] Véase, en este contexto, E. Nolte, Kapitalismus-Marxismus-Faschismus, en Merkur. 1973/2, pág. 111 y siguientes. <<

[758] Fritz Tobias, Der Reichstagsbrand. En contrapartida, Edouard Calle y el comité europeo para el estudio científico de las causas y consecuencias de la segunda guerra mundial, del que era director, se pronunciaron contra esta tesis en numerosos comunicados, pero cuando el original fue remitido al editor, el sumario propiamente dicho estaba aún en suspenso. Véase también, p. ej., H. Mommsen, Der Reichstagsbrand und seine politischen Folgen en V11 11/ 1964/4, así como en Die Zeit del 26 de febrero de 1971, pág. 11. En realidad, sigue siendo dudoso si verdaderamente pudo Van der Lubbe en muy pocos minutos instalar tantos y tan efectivos focos de fuego, o bien cómo pueden relacionarse, por su osadía e intrepidez, los otros tres incendios supuestamente intencionados de Van der Lubbe, por cuanto todos ellos demostraban una impericia considerable. <<

[759] Véase IMT IX, pág. 481, y PS-3593. Góring negó categóricamente hasta el último instante toda participación en el incendio, haciendo constar —lo que, hasta cierto punto, puede ser creído— que él no precisaba de motivos extraordinarios para proceder contra los comunistas. «Su cuenta de culpas era tan grande, su delito tan enorme, que yo, sin otras razones, estaba dispuesto y decidido, con todos los medios a mi alcance, a iniciar una guerra de exterminio sin contemplaciones contra semejante peste. Por el contrario, como ya he declarado durante el proceso del incendio del Reichstag, dicho atentado, que me obligó a actuar de forma tan rápida, me resultó sumamente desagradable, porque me obligó a entrar en acción de forma muy precipitada y a actuar sin haber podido llevar a cabo de forma conveniente mis preparativos». Así en Aufbau einer Nation, pág. 93. <<

[760] Rudolf Diels, Lucifer ante portas, pág. 194. <<

[761] J. Goebbels, Kaiserhof pág. 271. Respecto a las detenciones, véase C. Horkenbach, ob. cit., pág. 72. <<

[762] Amtliche Meldung des Preussischen Pressedienstes, en C. Horkenbach, ob. cit., pág. 72. <<

[763] H. Brüning, ob. cit., pág. 652. <<

[764] A. Brecht, Vorspiel zum Schweigen, pág. 125. Los decretos de emergencia del 28 de febrero de 1933 decían: «los artículos 114, 115, 117, 118, 123, 124 y 153 de la constitución del Reich quedan derogados hasta nuevo aviso. Por lo tanto, quedan autorizadas las limitaciones a la libertad personal, a la libre expresión, incluyendo la libertad de prensa, al derecho de reunión y manifestación, a la inviolabilidad de la correspondencia y de los telegramas, a la escucha de los teléfonos, a los registros domiciliarios, al embargo y a las limitaciones de la propiedad». <<

[765] K. D. Bracher, Machtergreifung, págs. 82 y siguientes. Bracher ha destacado, con razón, que la precipitada fundamentación de la NVO «a causa de los actos de terror comunistas peligrosos para el Estado», solo podía haberse hecho una vez dictada sentencia por el tribunal del Reich. La realidad de que, a pesar de todo, la NVO mantuviera su validez, impide «considerar el Estado nacionalsocialista de manera formal como un Estado de derecho»; Ibíd., pág. 85. <<

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