Hitler

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Notas

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Staatsmänner, I, págs. 588 y siguientes. El hecho de que la guerra contra la Unión Soviética fuera «la guerra propiamente dicha» de Hitler también se demuestra con su observación de julio de 1941, en el sentido de que debía ir a la guerra contra el Este tan pronto finalizase la campaña de Occidente, por cuanto «considerando el ambiente y sentimientos que reinarían después de una victoria sobre Inglaterra, difícilmente podría él obligar al pueblo para una guerra inmediata contra Rusia». Véase B. von Lossberg, ob. cit., pág. 105. <<

[1342] KTB/OKW 1, pág. 258; compárese con A. Hillgruber,

Strategie, pág. 391. <<

[1343] Al ministro finlandés del Exterior, Witting, le manifestó, p. ej., el 27 de noviembre de 1941: «Para Alemania existe una ley. Esta dice que debe evitarse, bajo todos los conceptos, tener que luchar al mismo tiempo en dos lugares distintos». Véase A. Hillgruber,

Staatsmänner, I, pág. 639. <<

[1344] Comunicación del ayudante jefe de la Wehrmacht, coronel Schmundt al teniente general Halder. Véase F. Halder, KTB II, pág. 203; también A. Hillgruber,

Staatsmänner, I, pág. 385. <<

[1345] Citado por A. Hillgruber,

Strategie, pág. 373. Hans Fritzsche manifestó poco tiempo después de haberse iniciado la campaña contra Rusia, ante la unión berlinesa de la prensa extranjera, la idea que los alemanes tenían sobre el Este: «En un punto cualquiera, nuestros ejércitos se detendrán en el Este, y entonces nosotros mismos trazaremos una frontera, la cual… protegerá la gran Europa contra el Este. Es muy posible que tanto las tensiones militares como los enfrentamientos bélicos prosigan todavía ocho o diez años más, pero a escala reducida. Esta situación, sin embargo, no altera para nada la voluntad del gobierno alemán de seguir construyendo al continente europeo, ordenándolo de acuerdo con sus propias leyes, dictadas desde Berlín. Es cierto que se trata de una “Europa detrás de alambradas”, pero esta Europa será plenamente autárquica en los aspectos económico, industrial y agrario, y militarmente resultará inatacable». Citado por Willi A. Boelcke,

Wollt ihr den totalen Krieg?, pág. 189. <<

[1346] Se trataba, sobre todo, de Raeder, Rommel, Von Weizsäcker, el embajador alemán en Moscú, Von der Schulenburg, y del agregado militar, general Kóstring. Respecto a la idea sobre una ofensiva en el Próximo Oriente, véase A. Bullock, ob. cit., pág. 644. Es probable que apenas una cuarta parte de las fuerzas previstas para el ataque a la Unión Soviética hubiese bastado, como opina A. Bullock, para asestar un golpe decisivo y funesto al dominio británico en el Cercano Oriente. <<

[1347] A Mussolini el 20 de enero de 1941, citado en KTB/OKW I, pág. 275. <<

[1348] Véase A. Hillgruber,

Staatsmänner, I, págs. 586, 384 y 352; también páginas 366, 385, 421, 495 y 516 entre otras. Respecto a la observación sobre el «coloso de barro», véase KTB/OKW I, pág. 258. <<

[1349] El informe procede, es cierto, del 1.º de agosto de 1941, es decir, después de iniciada la campaña contra Rusia, pero este ambiente ya era palpable mucho antes. El informe, recogido por M. G. Steinert, ob. cit., pág. 207, contiene de forma complementaria los siguientes pasajes, muy significativos: «Debido al avance en Rusia, el asunto, de difícil resolución, de pacificar los territorios de la antigua Polonia, se ha extendido ahora, según la opinión del pueblo, a unos territorios mucho más amplios… con la población correspondiente que los habita. En el fondo, en la conciencia general se hallaba hondamente enraizada la idea de un gran Reich alemán integrado por varías nacionalidades (entre las cuales Bohemia y Moravia constituyen un cuerpo extraño), dentro del marco fundamental de unas naciones europeas alineadas». También

Diario de Von Bock, citado por A. Hillgruber,

Strategie, pág. 370. <<

[1350] A. Hillgruber,

Staatsmänner I, pág. 517. <<

[1351] Citado en A. Hillgruber,

Strategie, pág. 440. <<

[1352]

Tagebuch Engel, citado en Hillgruber, pág. 369. <<

[1353] G. Gano, ob. cit., pág. 340. <<

[1354] ADAP XII, 2, pág. 892. <<

[1355] H. B. Gisevius,

Adolf Hitler, pág. 471. Respecto a los ánimos deprimidos de Hitler durante los días anteriores a la campaña, y que se hallaban en acusado contraste con el optimismo reinante entre el mando militar, véase, p. ej., W. Schellenberg, ob. cit., pág. 179. <<

[1356] Así, frente al embajador británico, citado por H.-A. Jacobsen,

Nationalsozialistische Aussenpolitik, pág. 377. <<

[1357] KTB/OKW I, pág. 341. <<

[1358] F. Halder, KTB II, pág. 335 y siguientes. <<

[1359] Ver H. Krausnick,

Judenverfolgung, en

Anatomie des SS-Staates, II, págs. 363 y siguientes, con más indicaciones de fuentes informativas y material. Respecto a la misión para Himmler, la cual, por otra parte, está personalmente corregida y dictada por Hitler en la instrucción para el OKW del 13 de marzo de 1941, véase KTB/OKW I, págs. 340 y siguientes; también W. Warlimont,

Im Hauptquartier der Wehrmacht, págs. 167 y siguientes. <<

[1360] Ténganse en cuenta los documentos de Nuremberg NOKW-1962, recogidos en H. A. Jacobsen,

Kommissarbefehl und Massenexekutionen sowjetischer Kriegsgefangener en

Anatomie des SS-Staates, II, pág. 223;

ibid., págs. 225 y siguientes, así como la denominada orden de los comisarios. Véanse, además, las declaraciones en Nuremberg de los generales,

IMT XX, págs. 635 y 663; también

IMT XXVI, págs. 406 y siguientes, y XXXIV, págs. 252 y siguientes, 191 y siguientes. <<

[1361]

IMT XXXVIII, págs. 86 y siguientes (221-L). Rosenberg declaró, en este mismo sentido, el 20 de junio de 1941, ante los «más directos responsables de los asuntos del Este»: «A partir de hoy, no llevamos a cabo una “cruzada” contra el bolchevismo, con el único fin de salvar a los pobres rusos para siempre de ese bolchevismo, sino que la realizamos para hacer política mundial y consolidar el Reich alemán». Véase

IMT XXVI, pág. 614 (1085-PS). <<

[1362] Otto Ohlendorf,

Eidesstattliche Aussage, Documentos de Nuremberg IV, págs. 312 y siguientes. Otras indicaciones en H. Krausnick, ob. cit., página 367. <<

[1363] Citado en A. Hillgruber,

Die Endlösung und das deutsche Ostimperium, en

VJHfZ 1972/2, pág. 142. <<

[1364] En la exposición de sus ideas acerca de la campaña de Rusia, Hitler declaró el 5 de diciembre de 1940: «Cuando se lleve a cabo un ataque contra el Ejército ruso, debe evitarse el peligro de irle empujando. Tal y como hemos comenzado, el Ejército ruso debe ser dividido y vencido fragmentariamente. De esta forma se creará una situación que nos permita llevar a cabo grandes operaciones de cerco». Véase F. Halder, KTB II, pág. 214. Respecto a la pregunta de hasta qué punto se debían los éxitos alemanes iniciales a la sorpresa y a la deficiente preparación de la parte contraria, estúdiense las instructivas indicaciones de A. Hillgruber,

Strategie, págs. 430 y siguientes. <<

[1365] Así manifestado al embajador japonés Oshima el 15 de julio de 1941, citado en A. Hillgruber.

Staatsmänner, I, págs. 600 y siguientes. Respecto a la observación anterior de F. Halder, consúltese su diario de guerra III, página 38. <<

[1366] Véase Alexander Dallin,

Deutsche Herrschaft in Russland, pág. 74; respecto al cambio producido en el armamento y planificación durante la retirada alemana de la Unión Soviética, véase la instrucción 32 b del 14 de julio de 1941, reproducida en W. Hubatsch.

Hitlers Weisungen, págs. 136 y siguientes, así como KTB/OKW I, págs. 1022 y siguientes. <<

[1367] Véase A. Hillgruber,

Staatsmänner, 1, págs. 622 y siguientes. <<

[1368]

Hitler s Table Talk, pág. 44. Respecto al destino de Leningrado y de Moscú, véase F. Halder, KTB III, pág. 53;

Tischgespräche, pág. 251; A. Hillgruber,

Staatsmänner, I, pág. 643; KTB/OKW I, págs. 1021, 1070. A. Zoller, ob. cit., pág. 143. También en su discurso del 8 de noviembre de 1941, Hitler declaró que Leningrado no sería conquistado, sino condenado al hambre. Véase M. Domarus, ob. cit., pág. 1775. Una instrucción del jefe de estado mayor de la Marina de Guerra, almirante Kurt Fricke, del 29 de septiembre de 1941, indica que debía procederse al exterminio de esta ciudad: «Está previsto cercar estrechamente a la ciudad, arrasándola totalmente mediante el fuego de la artillería de todos los calibres. Se efectuarán constantes ataques a cargo del arma aérea. Deben ser rechazadas todas las solicitudes de capitulación o entrega que provengan de la ciudad, por cuanto el problema de la permanencia y alimentación del pueblo no puede ser resuelto por nosotros ni debe serlo. Por nuestra parte, no existe el menor interés en conservar, aunque solo sea en parte, esa población durante esta guerra por la existencia…». Citado en

Ursachen und Folgen, XVII, págs. 380 y siguientes. <<

[1369] F. Halder, KTB 111, pág. 193. Hitler recopiló sus argumentos en un «memorándum» del 22 de agosto de 1941. Véase A. Hillgruber,

Strategie, págs. 547 y siguientes. Respecto a la acusación de que el generalato no entendía nada de guerra económica, véase Reina Guderian, ob. cit., pág. 182. <<

[1370] M. Domarus, ob. cit., págs. 1758 y siguientes. Una semana después, Otto Dietrich, secretario de Estado en el Ministerio de Propaganda, siguiendo instrucciones de Hitler, dio a conocer a la prensa que ya había sido decidido el final de la campaña del Este; véase

Zwölf Jahre, págs. 101 y siguientes. También Werner Stephan,

Joseph Goebbels, pág. 226. <<

[1371] Friedrich Paulus,

Ich stehe hier auf Befehl, pág. 49. <<

[1372] Véanse, p. ej., las referencias a las distintas conversaciones en A. Hillgruber,

Staatsmänner, I, págs. 64, 594, 619 y 628. Según Halder, las memorias del mariscal Coulaincourt sobre la campaña de 1812 fueron retiradas del comercio durante el invierno de 1941/1942; véase A. Dallin, ob. cit., página 93. <<

[1373] Considérese el ponderado juicio de Rudolf Hoffmann en Die Schlacht von Moskau 1941, en H.-A. Jacobsen/J. Rohwer,

Entscheidungsschlachten des Zweiten Weltkriegs, págs. 181 y siguientes; también el juicio crítico de Von Manstein en

Verlorene Siege, págs. 310 y siguientes. Respecto a la orden de aferrarse al suelo, KTB/OKW I, pág. 1084. Sobre la disputa entre Guderian y Hitler,

Erinnerungen eines Soldaten, págs. 240 y siguientes. <<

[1374] F. Halder, KTB III, pág. 295; también A. Hillgruber,

Strategie, pág. 551. Durante la primavera siguiente, Hitler declaró una vez más que «a él le hubiese agradado hacer esta guerra contra el bolchevismo con la Marina y la Aviación inglesas como colaboradoras y aliadas»; véase

Tischgespräche, pág. 244. <<

[1375] KTB/OKW IV, 2, pág. 1503. <<

[1376] Así, en las conversaciones con el ministro sueco del Exterior, Scavenius, y con el ministro croata del Exterior, Lorkovic, citados en A. Hillgruber,

Staatsmänner, I, págs. 657 y 661. <<

[1377]

Ibíd., pág. 683. <<

[1378] Citado por Lothar Gruchmann,

Der Zweite Weltkrieg, pág. 141. <<

[1379] Respecto a la producción americana de armamentos, véase el material estadístico aportado por H.-A. Jacobsen en 1939-1945, págs. 561 y siguientes. <<

[1380] E. Dollmann, ob. cit., pág. 27. <<

[1381]

Tischgespräche, págs. 50, 71. <<

[1382] Lagebesprechungen,

pág. 786. <<

[1383] F. Halder, KTB III, pág. 332. <<

[1384] P. Bor, ob. cit., pág. 214. <<

[1385] Así manifestado al embajador Oshima el 15 de julio de 1941. Citado en A. Hillgruber,

Staatsmänner, I, pág. 605. Respecto al juicio sobre Von Brauchitsch, véase J. Goebbels,

Tagebücher aus den Jahren 1942/43, pág. 132. La sentencia de muerte contra Von Sponeck fue realmente conmutada por Hitler por la de prisión militar en un castillo, pero dos años y medio más tarde, después del atentado del 20 de julio de 1944, apareció la Gestapo en la fortaleza Germersheim y fusiló al general sin demasiadas formalidades. <<

[1386] La cifra exacta asciende a 1 005 636 e incluye heridos, muertos y desaparecidos, pero no enfermos. Compárese con la estadística de F. Halder, KTB III, pág. 409. Las pérdidas por congelación alcanzaron un total de 112 627 hombres, según W. L. Shirer, ob. cit., pág. 793. <<

[1387] J. Goebbels,

Tagebücher 1942-43, pág. 186;

ibid., págs. 131, 133 y 177. Respecto a las manifestaciones de Hitler, véase

Hitler’s Table Talk, págs. 221 y 339.

También Tischgespräche, págs. 263, 300 y 363. Hitler declara, haciendo referencia a los chinos, que es «algo sentido de forma elemental cuando se considera el color blanco como de luto. Él solo se alegra de verdad en los Alpes cuando han desaparecido las masas de nieve, “los sudarios”». <<

[1388] H. Guderian, ob. cit., pág. 231. <<

[1389] F. Halder, KTB, 111, pág. 489. <<

[1390] J. Goebbels,

Tagebüchen 1942/43, pág. 133. <<

[1391] F. Halder,

Hitler als Feldherr, Múnich, 1949, págs. 50 y 52. Como informa A. Speer, ob. cit., pág. 253, uno de los puntos del máximo desagrado en Hitler lo constituyó la escalada del Elbrús, que «le enfureció durante horas». Afirmaba en una característica generalización que «todo su plan de campaña habíase visto arruinado por aquella empresa». <<

[1392] W. Warlimont, ob. cit., pág. 271. <<

[1393]

Tagebuch G. Engel, citado en A. Hillgruber en la introducción a KTB/OKW II, 1, pág. 67. Respecto a la siguiente observación de Hitler, véase Heinz Schröter,

Stalingrad… bis zur letzten Patrone, edición del autor, Osnabrück, pág. 13. <<

[1394] A. Speer, ob. cit., pág. 300. En una comunicación personal, Speer ha manifestado al autor: «Una paralización transversal planteaba ciertos problemas de orden técnico, como he sabido ahora a través de un miembro del estado mayor de la RAF. Uno de tales problemas consistía en la imposibilidad de localizar de noche y a largas distancias los objetivos mediante ayuda electrónica y, lógicamente, el insuficiente radio de acción del acompañamiento de aviones de caza para los bombarderos americanos durante el día. Estos intentaron bombardear de día Schweinfurt, sin apoyo de los cazas, y sufrieron unas pérdidas muy elevadas. Todo ello se modificó a partir de 1944». Por lo demás, el mando alemán dependía en una tercera parte de la producción de la bencina sintética, y la Luftwaffe basaba todo su consumo en ella. Véase A. Hillgruber,

Strategie, pág. 420. <<

[1395] Citado según H.-A. Jacobsen,

Der Zweite Weltkrieg, pág. 270. <<

[1396] Orden del Führer al mariscal de campo Rommel, del 3 de noviembre de 1942, citada en H.-A. Jacobsen, pág. 352. <<

[1397] M. Domarus, ob. cit., págs. 1935, 1937 y 1941. <<

[1398]

Ibíd., pág. 1937. <<

[1399] A. Speer, ob. cit., pág. 259; también W. Warlimont, ob. cit., pág. 284. <<

[1400] El VI Ejército exigió al principio un suministro diario de 700 toneladas, pero lo redujo posteriormente a 500. En realidad, el suministro diario alcanzó un promedio de 104,7 toneladas. Véase el estudio, rico en material informativo, de Walter Görlitz,

Die Schlacht um Stalingrad 1942-1943, en H. A. Jacobsen / J. Rohwer,

Entscheidungsschlachten, pág. 303. W. Warlimont, ob. cit., pág. 295 y siguientes, afirma que la divergencia de opiniones sobre Stalingrado en el cuartel general del Führer no fue jamás tan animada como posteriormente se ha pretendido hacer creer, y que Hitler, con su táctica de las divagaciones, había alcanzado buenos resultados. <<

[1401]

Informe de Zeitzler en The fatal decisions,

en Joachim Wieder, Stalingrad und die Verantwortung des Soldaten,

pág. 307. <<

[1402] W. Warlimont, ob. cit., pág. 296. <<

[1403] H. Schröter, ob. cit., pág. 13; una versión ligeramente distinta en la declaración de Paulus,

IMT VII, pág. 320. <<

[1404]

Lagebesprechungen, pág. 126 y siguientes. <<

[1405] H. Boberach, ob. cit., pág. 346; también W. A. Boelke, ob. cit., pág. 329, y como M. G. Steinert, ob. cit., págs. 326 y siguientes, con otras indicaciones. <<

[1406] G. Ciano, ob. cit., pág. 500; también J. Goebbels,

Tagebücher 1942/43, pág. 126, así como A. Speer, ob. cit., pág. 315. <<

[1407] H. Frank, ob. cit., pág. 413. <<

[1408] J. Goebbels,

Tagebücher 1942/43, pág. 241; respecto a la observación que antecede, véase A. Speer, ob. cit., pág. 263. <<

[1409] Lagebesprechungen,

pág. 615. <<

[1410] H. Guderian, ob. cit., pág. 401. Respecto a los intentos de crear una «atmósfera agradable», véase A. Speer, ob. cit., pág. 309. <<

[1411] Tal y como se mencionan en esta serie, se hallan las observaciones en los

Tischgespräche, págs. 210, 212, 303, 348, 171 y 181. <<

[1412] G. Ciano, ob. cit., pág. 501. <<

[1413] Véase

Tischgespräche, págs. 355, 351, 361, 468 y 258, así como A. Zoller, ob. cit., pág. 174. Respecto al juicio sobre Von Manstein, véase

Der Spiegel, 1968/21, pág. 31. <<

[1414]

Tischgespräche, pág. 465. El paralelismo con la época de la lucha por el poder aparece por vez primera, y al mismo tiempo repetidamente, en el ya mencionado discurso del 8 de noviembre de 1942; véase M. Domarus, ob. cit., págs. 1935, 1937, 1941 y 1943. También en el mismo, pág. 2085, así como

Tischgespräche, pág. 364. <<

[1415] Véase, p. ej.,

Tischgespräche, pág. 338. <<

[1416] A. Speer, ob. cit., págs. 372 y siguientes. <<

[1417] H. Picker, en

Tischgespräche, págs. 130 y 132; respecto a la siguiente observación de Hitler, veáse pág. 337. <<

[1418] Véase A. Speer, ob. cit., pág. 318; Guderian, ob. cit., pág. 402; también P. E. Schramm, prólogo de

Tischgespräche, ob. cit., pág. 106. <<

[1419]

Lagebesprechungen, pág. 779. Véase H. Picker en

Tischgespräche, págs. 128 y 130. También A. Speer, ob. cit., pág. 355. <<

[1420] Así Ribbentrop al psiquiatra forense de Nuremberg, Douglas M. Kelley, citado según Hans-Dietrich Röhr,

Hitler. Die Zerstörung einer Persönlichkeit, pág. 53. <<

[1421] Véanse las extensas notas en W. Maser,

Hitler, pág. 332. <<

[1422] A. Speer, ob. cit., pág. 119. Véanse además el gran número de testimonios que contiene el informe, según K. W. Krause, ob. cit., págs. 56 y siguientes. <<

[1423] Morell-Protokoll, citado en W. Maser, pág. 339; se trataba de «Prostacrinum», un extracto de glándulas prostáticas y vesículas espermáticas. Respecto a Morell y los métodos terapéuticos utilizados, véase H. R. TrevorRoper,

Hitlers letzte Tage, pág. 86 y siguientes. <<

[1424] Informe del médico Dr. Erwin Giesing del 12 de junio de 1945, citado según W. Maser, pág. 429. <<

[1425] Así, a un antiguo colaborador del ministro Speer, Hans Kehrl, citado en H. Picker,

Tischgespräche, pág. 108. Lo mismo opinaba Göring cuando, en 1943, decía que Hitler parecía haber envejecido quince años desde el comienzo de la guerra; véase A. Bullock, ya citado, pág. 720. <<

[1426] Completamente equivocado, según H. D. Röhrs, ob. cit., pág. 121. Respecto a si Hitler había sufrido la enfermedad de Parkinson o solo de un síndrome de Parkinson, véase

ibid., especialmente págs. 43 y siguientes, y 101. También el estudio de Johann Recktenwald,

Woran hat Adolf Hitler gelitten?, que supone un síndrome de Parkinson basado en motivos encefalíticos. W. Maser, ob. cit., págs. 326 y siguientes, y A. Bullock, ob. cit., pág. 720. La pregunta sobre la naturaleza exacta de la enfermedad de Hitler permanecerá probablemente insoluble, por cuanto jamás se procedió a un reconocimiento a base de preguntas específicas. Como resultado de la muy incompleta documentación, ninguno de los varios diagnósticos se ve lo suficientemente fundamentado o bien debe ser rechazado. El síndrome básico de la enfermedad de Parkinson, la parálisis agitante de los brazos o de las piernas, puede deberse a otras muchas causas. <<

[1427] Llamamiento ante 30 000 hombres de las SA en el Berliner Lustgarten, 30 enero 1936, citado en M. Domarus, pág. 570. Indicaciones similares sobre una especie de intercambio de energías,

Ibíd., págs. 609, 612 y 643. <<

[1428] Véase

Lagebesprechungen, pág. 608, así como el ya referido discurso del 8 de noviembre de 1942. M. Domarus, pág. 1944. <<

[1429] A. Speer, ob. cit., pág. 271. <<

[1430] El motivo y trasfondo de este discurso se interpreta de forma diversa. En parte ha sido considerado por su relación con la exigencia expresada tres semanas antes en Casablanca: «Unconditional Surrender» (véase, p. ej., Werner Stephan,

Joseph Goebbels, pág. 256). En parte, fue un intento del ministro de Propaganda por revalorizar su posición como segundo hombre. En efecto, su importancia había ido creciendo como consecuencia del desgaste de personalidades realizado por Hitler, y de la pérdida de prestigio de Góring. Véase Rudolf Semler,

Goebbels, the man next to Hitler, pág. 68. También Roger Manvell/Heinrich Fraenkel,

Goebbels, págs. 275 y siguientes; H. Heiber.

Joseph Goebbels, págs. 328 y siguientes, y el documentado resumen de Günter Moltmann,

Goebbels Rede zum totalen Krieg, en

VJHfZ 1964/1, págs. 13 y siguientes. Respecto a la ofensiva Goebbels-Speer-Ley-Funk, véase también A. Speer, ob. cit., págs. 266 y siguientes. <<

[1431] Así, p. ej., en Inglaterra disminuyó la cifra del servicio doméstico en las casas particulares en una tercera parte, mientras que en Alemania incluso se incrementó. Véase A. Speer, ob. cit., págs. 234 y 548. La cifra de mujeres que trabajaban en la industria solo se incrementó muy ligeramente en Alemania durante la guerra, de 2 620 000 el 31 de julio de 1939 a 2 808 000 el 31 de julio de 1943. Un año después había vuelto a disminuir, alcanzando la cifra de 2 678 000. Véase USSBS,

The EJfects of Strategic Bombingon the Germán Economy. Asimismo el informe confidencial de la conferencia económica del 26 de febrero de 1943, BAK 115/1942. También BAKNS 19/1963. Respecto a la observación anterior de Hitler, véase H. Rauschning,

Gespräche, pág. 22. <<

[1432] A. Zoller, ob. cit., pág. 43. <<

[1433] Véase A. Speer, ob. cit., pág. 311. <<

[1434]

Ibíd., ob. cit., pág. 311. <<

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