Hitchcock

Hitchcock


Periodo norteamericano » 1940. Enviado especial

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(FOREIGN CORRESPONDENT - 1940)

Producción United Artists, Walter Wanger, Estados Unidos.

Dirección: Alfred Hitchcock.

Guión: Charles Bennett y Joan Harrison.

Diálogos: James Bennett y Joan Harrison.

Fotografía (en blanco y negro): Rudolph Mate.

Música: Alfred Newman.

Efectos especiales: William Cameron Menzies.

Intérpretes: Joel McCrea (Huntley Haverstock/Johnny Jones), Laraine Day (Carol Fisher), Herbert Marshall (Stephen Fisher), George Sanders (Folliot), Albert Basserman (Van Meer), Robert Benchley (Stebbins), Edmund Gwenn (Rowley), Harry Davenport (señor Powers), Eduardo Cianelli (Krug), Eddie Conrad, Frances Carson, Martin Kosleck, Gertrude W. Hoffman, Emory Parnell, Ian Wolfe, Eily Maylon, E. E. Clive.

Duración: 119 minutos. // Rodada en los estudios United Artists en Hollywood. Estrenada en 1940.

SINOPSIS: En el año 1939, poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, Johnny Jones es enviado a Europa a cubrir el puesto de Stebbins, otro reportero, para analizar la situación política y social. Johnny es un reportero policiaco sin mucho juicio, pero con carácter de sobra. Para cumplir su misión adopta una falsa identidad y cambia su nombre por el de Huntley Haverstock. Johnny conoce a Carol Fisher, hija de Stephen Fisher, supuesto líder pacifista, y al anciano Van Meer, viejo diplomático holandés que ha memorizado una misteriosa cláusula del tratado de paz entre Alemania y su país. Jones viaja con ellos a Holanda. Los nazis secuestran al diplomático y matan a un doble suyo para fingir un asesinato. Jones descubre la verdad e inicia la búsqueda ayudado por Carol, que al principio desconfiaba de él. Stephen Fisher resulta ser agente en jefe de los nazis. Vuelven a Londres, donde Fisher le asigna un guardaespaldas a Jones. El guardaespaldas intenta matar a Jones, pero termina por caer él mismo desde una torre. Van Meer, a pesar de ser torturado, se niega a revelar cualquier información a los nazis. Estalla la guerra, Carol, su padre y Jones abordan un avión para viajar a Estados Unidos. En el mismo avión viaja Folliot, inglés que sospecha de Fisher. El avión es derribado por una nave nazi que lo ha creído un bombardero. Fisher se sacrifica para que el resto de los pasajeros pueda sobrevivir; Carol y Johnny se casan y él termina en una estación de radio mandando melcochosos mensajes de esperanza a Estados Unidos.

Según comenta Russell Taylor, Hitchcock «buscaba cómo hacerse sentir útil, desde América, a la causa bélica británica». Esto después de un virulento ataque por parte de su ex productor Michael Balcon, que lo llamó, prácticamente, un desertor. Hitchcock, invadido por un profundo sentimiento de culpa, similar al que, según Spoto, experimentaría antes de realizar

Náufragos (

Lifeboat, 1944), aceptó inmediatamente la oferta de un filme abiertamente antinazi en unos Estados Unidos que aún tenían reservas con respecto a su posición en la Segunda Guerra Mundial. Donald Spoto afirma que «justo antes de la entrada de América a la Segunda Guerra Mundial, en 1941 (los filmes hollywoodienses antinazis empezaron a adquirir una nueva dimensión» y destaca que «en 1940 cuatro filmes anticiparon la gradual participación de la nación […]

Enviado especial, de Hitchcock, es la que ha resistido mejor el paso de los años». Rohmer y Chabrol recuerdan que «el doctor Goebbels consideraba a

Enviado especial un destacado y muy peligroso filme».

Este maravilloso

thriller político se inició con el libro

Personal History de Victor Sheean, que Hitchcock, Charles Bennett y cerca de 14 escritores más sin crédito, encontraron «inadaptable a la pantalla». Hitchcock empezó entonces a utilizar un famoso sistema para elaborar historias, según el cual, siempre que se planteaba alguna locación para la anécdota, lo primero que hacía era preguntarse: «¿Qué tienen ahí?, ¿cómo puedo usarlo dramáticamente?». A partir de estas preguntas elaboraba secuencias completas utilizando el elemento típico del lugar. En

Enviado especial hizo un estupendo uso de los molinos holandeses, de los sombreros hongo y los paraguas, típicos artilugios ingleses, resultando de este proceso dos de las tres mejores secuencias de la cinta. Noël Simsolo hace resaltar en ella el estupendo uso de «el movimiento interno de las imágenes, la manera en que Hitchcock llena y vacía la pantalla», y destaca la «escena de paraguas cuyos movimientos divergentes forman arabescos desordenados, y en el seno de ellos un hombre está en peligro de muerte». Quizá de la dificultad inicial para adaptar a Sheean se deriva la impresión de Spoto, que resiente la fusión de «dos o tres películas distintas» en un solo filme, concebido para servir no solo a sus fines de propaganda política, sino a los fines estrictamente visuales de su director. De lo formal, Simsolo apunta: «Desembarazado de un guión molesto, el cineasta puede continuar sus búsquedas de ritmo comenzadas en

Rebeca. Por encima del furioso compromiso, este

B serie cautivador coloca en un maravilloso carrusel los elementos del cosmos y las dimensiones del cine en relación con los hombres».

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casting, siempre de vital importancia en los filmes de

Hitch, resultó adecuado, y Joel McCrea desempeña con simpatía el papel que originalmente se planteó para Gary Cooper, quien lamentaría años después haberlo rechazado. Sobresale el famoso actor del teatro alemán Albert Basserman (en el papel de Van Meer), que se refugió junto con su esposa en Estados Unidos, y con quien Hitchcock trabajó estupendamente. El acierto de esa elección fue alabado unánimemente; Spoto encuentra que:

Su presencia […] no solo agrega verdadera profundidad a la historia sino que también […] nos muestra la compasión y sentimientos humanos de Hitchcock hacia el refugiado alemán. Mientras otros recibían a estos refugiados con escarnio y sospecha, unos pocos hombres, como Alfred Hitchcock, no solo les daban trabajo sino que, con una visión comprensiva y profunda, los usaban en papeles antinazis.

La cinta tiene evidentes paralelos con

El agente secreto (

Secret Agent, 1936), en ambas, el héroe ha de cambiar su identidad para —dice Spoto— sugerir «un profundo descubrimiento de sí mismo y el abandono de la seguridad». También inicia (metafórica y anecdóticamente) un viaje de búsqueda en que el héroe habría de redefinir su propia posición política y que culmina con un catastrófico accidente, después del cual el héroe y su pareja se disponen a comenzar una nueva vida. Spoto establece un paralelo entre esta cinta y

39 escalones (

The 39 Steps, 1935) por el «tema del héroe en quien confían y la chica a quien habrá de convencer» (esa variante del tema de la confianza se repetirá muy pronto en

Sabotaje (

Saboteur, 1942), y encuentra una similitud en el uso de «dos muertes falsas en el filme. Van Meer no muere en Áms-terdam, y Averstock no muere en la torre, [así como en]

39 escalones (Richard Hannay) se salva de un disparo del profesor Jordan gracias a [que el proyectil lo recibe] un libro de oraciones en su bolsillo». Más sólidas son las observaciones de Rohmer y Chabrol, quienes encuentran que la cinta está compuesta por 94 variados contratiempos, cómicos o crueles, llenos de acción; este tono les recuerda también a

39 escalones, pero marcan una vital diferencia entre ambas obras al aclarar que:

Aunque el espíritu y la composición (en

sketches) son similares a los de

39 escalones, la dirección es más rica, más brillante. La experiencia técnica de Hollywood fue un precioso bono para Hitchcock. En Inglaterra nunca podía haber filmado de manera tan brillante la escena del asesinato en que vemos al asesino abrirse camino a través de un mar de sombreros hongo y paraguas.

Hitchcock había contado con la asesoría de uno de los mejores directores artísticos: William Cameron Menzies, responsable antes de

El ladrón de Bagdad (

The Thief of Bagdad, 1940),

Las aventuras de Tom Sawyer (

The Adventures of Tom Saivyer, 1938),

Por quién doblan las campanas (

For Whom the Bell Tolls, 1943),

La fierecilla domada (1955),

Abraham Lincoln (

Abraham Lincoln, 1930),

Lo que el viento se llevó, curiosamente, está también entre sus créditos la cinta

Bulldog Drummond (1929), que inició la serie de aventuras del personaje en que Hitchcock basaría su cinta

El hombre que sabía demasiado (

The Man Who Knew Too Much, 1934 y 1956), entre muchas otras, y que más tarde dirigiría las inolvidables y sofisticadas cintas de ciencia-ficción

La vida futura (

Things to come, 1936) e

Invasores de Marte (

Invaders from Mars, 1953) y la interesante

The Maze (1953) en tercera dimensión con un monstruo «medio» lovecraftiano. En sus cintas como director, igual que en

Enviado especial, podemos admirar algunos de los más hermosos y elaborados escenarios de que tenga memoria Hollywood. Hitchcock había pedido para la cinta —en construcción de escenarios— lo que equivaldría a una «cartita al niño Dios», ya que se reconstruyeron amplias secciones de Amsterdam (incluida su plaza pública), calles de Londres (incluida la estación Waterloo), hoteles (interior y exterior), un impresionante molino de viento (de tres pisos de altura), parte del campo holandés, un aeroplano gigantesco (interior y exterior), un par de inmensos tanques de agua para las secuencias del accidente y un sistema especial de drenaje para las secuencias de lluvia.

El aspecto final de la película justifica de sobra todo este trabajo y el costo de 1,5 millones de dólares (medio millón más que

Rebeca y, por mucho, el mayor presupuesto manejado por Hitchcock hasta entonces). La historia de la producción resultó accidentada y larga. Una segunda unidad de rodaje se dio a la filmación de miles de metros en exteriores en Londres y Holanda, pero, según relata Russell Taylor, hubo que repetir todo eso, porque «la primera vez, la nave en que el camarógrafo viajaba fue torpedeada y todo el material y el equipo desaparecieron». El resultado satisfizo plenamente a Hitchcock, que logró salvar con la cinta la pobre reputación que por aquel entonces tenía el

thriller como género, y que consiguió su primera

Hitchcock movie en Norteamérica. No tan feliz se sintió Walter Wanger, quien había dado a Hitchcock una libertad que rayaba en el descuido a ojos de la United Artists. Según Leff, la UA «acusó a Wanger de haber controlado de manera inadecuada la operación y rompió relaciones con él». Vale la pena hacer notar que el desinterés de Truffaut por la cinta no incita al director a detallar más lo que él llama «un montón de ideas», y la defiende suavemente cuando su entrevistador (igual que Simsolo) llama al trabajo una película clase B[3]. Esa opinión no podría haber sido más injusta o engañosa, porque, a pesar de lo despareja que es,

Enviado especial sigue siendo una cinta con deslumbrantes valores de producción que la colocan totalmente en la categoría A y una de las mejores muestras de la cuidadosa artesanía hitchcockiana.

APARICIÓN DE HITCHCOCK: Camina leyendo un periódico y se cruza con Joel McCrea.

Cameo de Hitchcock en la película

Enviado especial (1940), protagonizada por Joel McCrea (a la derecha de la imagen)

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