Hitchcock

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Periodo norteamericano » 1964. Marnie, la ladrona

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(MARNIE - 1964)

Producción Universal, Alfred Hitchcock; Estados Unidos, 1963-1964.

Dirección: Alfred Hitchcock.

Guión: Jay Presson Allen, basado en la novela de Winston Graham.

Fotografía (en color): Robert Burks.

Música: Bernard Herrmann.

Edición: George Tomasini.

Diseño gráfico: Albert Whitlock.

Vestuario: Edith Head.

Asistente personal de Hitchcock: Peggy Robertson.

Intérpretes: Tippi Hedren (Margaret o Marnie Edgar), Sean Connery (Mark Rutland), Diane Baker (Lil Mainwaring), Louise Latham (Bernice Edgar), Martin Gabel (Sidney Strutt), Bob Sweeney (primo Bob), Alan Napier (señor Rutland) Mariette Hartley (Susan Clabon), Edith Evanson (Rita), S. John Launer (Sam Ward), Meg Wyllie (señora Turpin), Bruce Dern (marinero).

Duración: 130 minutos. // Estrenada en 1964.

SINOPSIS: Marnie, ladrona profesional, sigue siempre el mismo

modus operandi: se emplea como secretaria de su víctima y, una vez que está en condiciones de apoderarse del dinero, lo hace. Aunque después de cada robo cambia su apariencia por completo, Mark Rutland la recuerda de su anterior empleo (y robo). La encuentra atractiva y, ahora que trabaja para él, la observa con atención y le deja libertad total para actuar, permitiendo así que ella le robe una fuerte cantidad de dinero. Después, Mark la obliga a casarse con él a cambio de no denunciarla. No se detiene ante la frigidez de su esposa y la fuerza. Esto lleva al borde del suicidio a Marnie, que padece un miedo irracional a las tormentas y al color rojo. Esta última fobia le provoca un grave accidente mientras monta en una cacería a Forio, su caballo favorito, que, malherido, tiene que morir a manos de la misma Marnie. Lil Mainwaring, quien la rechaza por celos, trata de hacerla arrestar invitando a una recepción a Strutt, su anterior víctima. Mark chantajea a Strutt y evita que el encuentro se produzca. Mark descubre la raíz de los problemas de Marnie en un incidente de infancia: su madre Bernice era prostituta y llevaba a sus clientes a la casa. Una noche, tratando de defender a su madre de un marinero ebrio, Marnie lo mató con un atizador. La camisa blanca del hombre, manchada por el color rojo, es la ima gen que se ha fijado en la mente de Marnie. Su madre, que antes la despreciaba, parece abrirse a una reconciliación. Marnie y Mark albergan algo de esperanza.

Hitchcock le dijo a Bogdanovich hablando de

Marnie, la ladrona cuando aún era un proyecto: «En términos estilísticos será como

Encadenados». Al ver uno las lucecitas de colores y el horrendo aspecto de la película, desea saber qué hizo a Hitchcock cambiar de opinión.

Evan Hunter trabajaba en el primer tratamiento de

Marnie, la ladrona basado en la novela de Winston Graham, mientras Hitchcock buscaba a la actriz ideal para interpretar el papel principal (Grace Kelly ya le había anunciado su decisión de no seguir con el proyecto). Hitchcock «descubrió» a la actriz Claire Griswold (esposa de Sidney Pollack) y dedicó un enorme despliegue económico y artístico para tratar de hacerla una estrella, pero la actriz no se sintió cómoda con Hitchcock y decidió regresar a la vida privada tan silenciosamente como había salido de ella. Hitchcock volvió entonces sus ojos a Tippi, a quien decidió dar el papel principal.

Hedren seguía siendo el blanco de una creciente cantidad de regalos y ardientes notas enviadas por el director a su hogar. Hitchcock le había mandado diseñar y construir un hermoso remolque privado e insistía en pasar el mayor tiempo posible a su lado inventando cualquier pretexto profesional para obligarla a acudir a citas frecuentes.

Después de realizar dos cintas exitosas, y siendo ya conocido en toda América por su programa de televisión,

Hitch se sentía lleno de energía y menos dispuesto a aceptar una resistencia a sus deseos. Evidencia de este estado fue el despido de Evan Hunter por su oposición a escribir la escena en que Mark viola a Marnie. Hunter no entendía por qué Hitchcock estaba tan obstinado en esa secuencia, y se lo dijo. Según testimonio de Spoto, «el 2 de abril Evan Hunter envió a Hitchcock un borrador revisado de

Marnie, la ladrona con dos versiones de la escena crucial que habían estado discutiendo, y pedía a Hitchcock que abandonara la escena por una más razonable, consistente y menos ofensiva». Hitchcock le propuso «tomarse unas vacaciones», ya que sentía que sus puntos de vista se encontraban viciados en relación con el proyecto en general. Enrique Alberich comenta ingenuamente que, después de despedir a Hunter, Hitchcock recurrió a «la escritora Jay Presson Allen […] para reflejar en el guión el punto de vista de un personaje femenino». Si Alberich acepta que el punto de vista de la escena de la violación de

Marnie, la ladrona es femenino, bien podríamos tener a joyas como

Garganta profunda (

Deep Throat, 1972) por verdaderos monumentos a la emancipación de la mujer. De todos modos, Hitchcock «consumó» la violación de su «oscuro objeto del deseo» a través de su álter ego en Mark Rutland. En la vida real no tendría tanta suerte.

Durante el rodaje, Hitchcock confiaba a Tippi Hedren sus fantasías nocturnas y ella trataba de mantenerse lo más alejada posible. Todo el equipo de trabajo se sentía tenso e incómodo y el set pasó a ser la excepción de los relajados sets hitchcockianos, para estallar definitivamente a finales de febrero. Spoto nos dice que, por esas fechas:

Hitchcock perdió finalmente todo lo que de dignidad y discreción le quedaba. A solas en el remolque de Hedren le hizo una franca proposición sexual que ella no pudo ignorar ni responder casualmente como había hecho hasta entonces […] [Hitchcock] se mostró amenazador […]: la arruinaría, la volvería una parodia de sí misma, igual que la había transformado en estrella.

Hedren, sin embargo, se negó a la propuesta de Hitchcock. Después de eso su contacto durante el rodaje se llevó a cabo por medio de asistentes e intermediarios. Hitchcock perdió todo interés en la cinta y se consoló pensando que Hedren debía ser en verdad frígida, como Marnie, para rechazar sus propuestas.[20]

Marnie, la ladrona fue posproducida con la misma apatía que Hitchcock mostró en su producción, y el público y la crítica prolongaron esa tónica. A quienes les había molestado el esquemático uso de la psicología en

Recuerda, Marnie, la ladrona les provocó una verdadera indigestión. El filme se hundió casi inmediatamente y con él la carrera de Tippi Hedren.

Cuando un ídolo tropieza, la mayoría de sus defensores alegan que baila, y del mismo modo hacen de sus excrementos una reliquia sagrada. Hitchcock, como todo ser humano, tuvo estruendosos fracasos en su carrera, y como fracasar no es exclusivo del principiante, el maestro tuvo tres serios tropezones, uno tras otro, antes de dar al mundo una de sus más indiscutibles obras maestras. Digamos que

Marnie, la ladrona fue la primera piedra.

En 1976, en su libro

El arte de Alfred Hitchcock (

The Art of Alfred Hitchcock), Donald Spoto inicia el capítulo dedicado a

Marnie, la ladrona con las siguientes palabras:

Los admiradores de Hitchcock y los fanáticos del cine en general están divididos en dos grupos: aquellos que conciben

Marnie, la ladrona como un fracaso flácido y falto de emoción, despectivo con respecto a la ingenuidad de su público, exponiendo su pereza a través de sets pintados y horrible retroproyección, y, lo peor de todo, con un

casting nada inspirado. Este grupo se avergüenza en general de todo el trabajo que el director realizó en los sesenta. El segundo grupo consiste en un pequeño, pero, por lo que parece, creciente número de quienes conciben a

Marnie, la ladrona como un brillante trabajo de arte fílmico, obviamente influido por el expresionismo, al que Hitchcock hubo de exponerse durante sus primeros trabajos en Alemania. Ellos consideran al filme completamente defendible en todo nivel e insisten en proponer una de las actuaciones más sutiles, sensibles y complejas de la década: el papel de Tippi Hedren…

El desplante proselitista de Spoto sirvió de poco, ya que seis años después, en 1983, él mismo habla de

Marnie, la ladrona en su estupendo libro

El lado oscuro del genio (

The Dark Side of Genius: The Life of Alfred Hitchcock) de un modo bastante diferente:

Durante años un cuadro de admiradores de Hitchcock [entre los cuales podía contarse a este autor como el más defensivo de todos] elucubró tortuosos argumentos, más admirables por su ingenuidad que por su coherencia con los hechos, para explicar la burda técnica del filme. Fueron aducidas racionalizaciones que demostraban que estas aberraciones eran deliberadas por parte de Hitchcock, un regreso consciente al estilo expresionista que se valía de trucajes para representar una mente extraviada. Pero la auténtica razón era más triste y simple, y aquellos críticos que se ensañaron con la cinta, habrá que admitirlo, estaban en lo cierto: esos momentos en

Marnie, la ladrona no son emocionantes e inquietantes […] [ni] señalan un deliberado uso de medios no convencionales. Son solamente desagradables ejemplos de la falta de interés de su director por el producto final.

Aquí podríamos empezar de nuevo diciendo simplemente que existe un tercer grupo de admiradores de Hitchcock que aun encontrando en

Marnie, la ladrona una idea interesante del fetichismo, en lo conceptual, reconocen que la película apesta. Este grupo, cuyo número varía de cuando en cuando, soporta un tropezón de sus héroes por el puro placer de verlos bailar…

APARICIÓN DE HITCHCOCK: Entra en el vestíbulo del hotel.

Marnie, la ladrona (1964), cuyos protagonistas fueron Tippi Hedren y Sean Connery, fue un estruendoso fracaso

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