Himmler

Himmler


Cartas 1939-1945

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Cuartel general del Führer, 2 de agosto de 1941

¡Mi querida mami!

Muchísimas gracias por tu querida carta del 29 de julio. Me alegro mucho de que Fahrenkamp y Gebhard te hayan examinado y de que no tengas nada malo. Gebhard me llamó hoy por teléfono. Va a organizar lo de la fisioterapeuta en Berlín. Creo que te viene muy bien que hagas algo en condiciones para que mejore.

Incluyo una carta muy buena de la condesa Wedel[131] y una fotografía muy bonita de Mops. ¡Vuelve a enviarme las dos cosas! Ya le he escrito. Qué pena lo de este chico y tantos otros.

Tienes razón, está bien que nuestra Muñequita no comprenda del todo la guerra, pero tienes que hablarle de ello todo el tiempo.

Mañana domingo estoy a mediodía y por la noche con el Führer. El viaje al Báltico fue tremendamente interesante. Las tareas son inmensas y esto es solo el principio.

Muchos abrazos y besos,

Tu Papi

El 16 de julio había tenido lugar en el cuartel general de Hitler la más importante reunión sobre la futura política de ocupación en la Unión Soviética a la que asistieron Göring, Lammers, Rosenberg, Bormann y Keitel, no así Himmler. El Führer aclaró a los presentes que se trataba de «dividir a mano la enorme tarta para que primero la dominemos, segundo la gestionemos y tercero la explotemos.

[…] De los territorios orientales recientemente ganados tenemos que hacer el Edén, son para nosotros vitales».

El motivo de la ausencia de Himmler se desconoce, pero podría estar relacionado con la captura del hijo de Stalin ese mismo día. Si bien durante la reunión Hitler dispuso que, tras la victoria, la gestión de los territorios ocupados debía pasar a departamentos civiles, aún le quedó al Reichsführer-SS suficiente libertad de movimientos para la ampliación de su ámbito de poder por medio de la «protección policial de los territorios orientales». Si en 1939 Hitler le había encargado a Himmler como comisario del Reich únicamente la soberanía planificadora para el «cambio forzoso de la composición étnica de la población» de Polonia, este ahora interpretó que esto de igual modo servía para los soviéticos. Dos días después del ataque a la Unión Soviética encargó al agrónomo Konrad Meyer (1901-1973) la construcción del plan Generalplans Ost. La primera versión, que este presentó el 15 de julio de 1941, aunaba metas económicas con metas de ideología racial: reestructuración étnica, colonización «germana» permanente y explotación económica de los territorios orientales ocupados. A fin de posibilitar el desplazamiento de la «frontera del carácter nacional alemán» hacia el este, que debería abarcar desde el Báltico hasta Crimea y que se aseguraba mediante una «selección de sangre germana», primero habría que reubicar a la fuerza a unos treinta millones de rusos, polacos, checos y ucranianos en Siberia, para establecer allí un campesinado armado alemán. Himmler consideraba que, a fin de garantizar una colonización alemana y un dominio duradero de los territorios orientales «vaciados» de antemano, era primordial lograr extraer todos los pueblos germanos: noruegos, daneses, belgas y holandeses deberían ampliar la población del «gran Reich germano» en unos treinta millones de personas. Con todo, estimaba que a lo sumo un veinte por ciento de polacos, un treinta y cinco por ciento de ucranianos y un veinticinco por ciento de bielorrusos eran «germanizables». El objetivo a largo plazo consistía en que en treinta años las tierras del este se hubieran germanizado en su mayor parte gracias al «retorno de la sangre alemana». En consecuencia, las SS robaron y deportaron al menos cincuenta mil niños polacos de «buena sangre».

Si bien con su inmenso plan de traslado de la población en Polonia Himmler no había logrado en absoluto las cifras previstas, decidió emprender la «limpieza nacional» en el este de inmediato y no tras la guerra, tal y como se había planeado. El modo más rápido le pareció aumentar en el verano de 1941 de forma sistemática los asesinatos masivos de judíos soviéticos, quienes a ojos de la dirección nacionalsocialista sustentaban el Estado bolchevique. Himmler interpretaba la lucha propagada por Hitler entre dos ideologías —el nacionalsocialismo contra el bolchevismo y el judaísmo— también como la batalla definitiva de una Cruzada librada desde hacía siglos entre Europa y Asia. Sus campesinos-soldados deberían no solo poblar el territorio conquistado y concebir allí niños, sino también buscar «mediante ataques bélicos en el resto de Asia aún sin conquistar no solo un botín sino también el fortalecimiento y la selección racial». En cuatrocientos o quinientos años, según la idea de Himmler, deberían vivir en el este de quinientos a seiscientos millones de germanos.

Gmund a. Teg. 2 de agosto de 1941

(C. G. del F. 05/08/1941, 20 h, escr. 09/08/1941, 20 h)

¡Querido mío!

Ayer preguntaste qué hacemos todo el día. Hay mucho trabajo si queremos que todo esté en orden y limpio, y si queremos que crezca algo en el jardín[132].

¡Demasiado temprano! Nos levantamos sobre las 7:30 h y 8:30 h. Antes se lee. Muñequita también. Luego hay mucho que hacer en la cocina, confitar, y Anna no puede hacerlo todo ella sola. Recoger. Ir al jardín, discutir sobre el trabajo. Labores. Las tardes suelen ser tranquilas, salvo que llegue fruta o verdura o el doctor Fahrenkamp. Apenas viene alguien a visitarnos y nos gusta mucho la tranquilidad. A partir del 8 de agosto[133] viajo a Berlín sin ganas, pero ha de ser así.

Otto dijo ayer que su padre se había asentado y que estaba enfermo, por eso debía regresar a casa. También dijo que no se podía hacer enseguida. Ahora estamos esperando a ver cómo se desarrolla todo con Otto y entonces tendremos, mejor dicho, el señor Baumert tendrá que buscarnos a alguien nuevo. Ya que el señor Tannberger continúa «enfermo» y la señora T. no hace nada, aunque el señor Hammerl se lo ha ordenado algunas veces.

Muñequita está encantadora, por eso estoy tan triste por tener que irme. Todavía está de vacaciones. Ayuda durante horas a hacer las conservas.

En las cuentas entran ya los regalos de Navidad. El hombre listo es previsor. No puedo comprender por qué la fruta está tan cara. Lo demás no lo encuentro tan mal. Incluyo el cheque.

La señora Bäumel quería visitarnos dos días, y la señora Stang también. Frida y Röschen se han ido. F. estaba muy deprimida.

Estaría muy bien que escribieras a la señora Von der Ahé. Quizá Horst haya mejorado y nos suceda lo mismo con Gerhard[134]. Cuando le escriba, ¿debo seguir firmando como madre? Le voy a escribir, y a decirle que tiene que escribir a su madre.

En la exposición me gustó mucho el cuadro de Heydrich.

El profesor Gebhard te habrá informado acerca de mi herida. La tengo desde hace bastante tiempo, pero tengo la sensación de que cada vez está mejor. Además, una se acostumbra al dolor.

Muchos abrazos y besos, tu M.

Entre los dos se repartían los regalos de Navidad: mientras que las secretarias de Himmler se ocupaban de los obsequios para los dirigentes de las SS, trabajadores y parientes, Marga se encargaba de los empleados privados y sus familias, los compañeros de la Cruz Roja, sus propios parientes y amigos; todos ellos sumaban cada año de sesenta a ochenta personas. Regalaban sobre todo jabón, medias, papel de cartas, libros y porcelana de Allach de fabricación propia de las SS. En el transcurso de la guerra esto supuso un esfuerzo logístico cada vez mayor, de modo que la mayoría de las veces empezaban a reunir los regalos a comienzos de año. No obstante, el matrimonio Himmler todavía tenía acceso a numerosos bienes de consumo con los que la mayoría de la población no podía ni soñar.

Cuartel general del Führer, 9 de agosto de 1941

¡Mi querida mami!

Desde este mediodía estoy hasta la noche en Hegewaldheim, un restaurante que nos hemos apropiado junto a un lago; Arnold, el cocinero del castillo de Wewelsburg, cocina aquí. Hoy ha salido a ratos el sol. He ido a pasear un poco, el resto del tiempo he trabajado en un comedor. Estoy otra vez muy bien; pero esta historia con los intestinos es bastante asquerosa y deja a uno muy agotado. La gente del frente lo está sufriendo por docenas. Las victorias son maravillosas, en el sur la cosa avanza ahora muy bien. Ayer por la noche comí con Ribbentrop, fue muy agradable y en perfecta armonía[135].

Muchas gracias de nuevo (por escrito) por tu carta del 2 de agosto y el cheque de 150 marcos. Con Otto habrá que esperar. A la señora Von der Ahé le voy a escribir ahora. La próxima vez te mando la copia. No firmaría más como «madre» a Gerhard; si realmente mejora, se podrá pensar en esto de nuevo más adelante.

¡Qué bien que ya te hayas ocupado de las Navidades! Estoy tan contento de que ahora estés mejor del estómago y que evacúes bien. Las heridas también mejorarán seguro. Habrás tenido que aguantar muchos dolores, mi pobrecita. Qué bien que nuestra Muñequita sea tan agradable, nuestra picarona.

Ahora un poco sobre el día a día. A las 9 h arriba. Luego viene el «gordo» una hora. A las 10 vestirse y desayunar. Luego afeitarse, el Dr. Brandt[136] me lee el correo. Después trabajar y «gobernar» a través del teléfono, radio y teletipo. Cada dos días a las 13 h ir a ver al Führer, a las 14 allí. Comida. Entre las 16 y 17 h regreso. De nuevo trabajo en el tren, en los pocos días bonitos al lago en Hegewald. A las 20 h cena, trabajar y leer hasta las 23 h o 24 h. A las 13 h del mediodía y a las 20 h de la tarde viene el correo siempre con montañas de cartas. En medio, viajes de tres y más días. Mientras sea posible, te enviaré el correo, después pinta mal. Cada dos días como con Lammers[137].

Te deseo a ti y a Muñequita un bonito domingo, y a ti, un buen viaje a Berlín.

Muchos abrazos y besos para ti y Muñequita,

Vuestro papi

Desde el ataque a Rusia, Himmler residió principalmente en el tren Heinrich, estacionado la mayor parte del tiempo en las cercanías del cuartel general de Hitler, la Guarida del Lobo en Angerburg, en Prusia Oriental. Las cartas dirigidas a Marga confirman las entradas en su agenda de trabajo de esta época, que cada dos días almorzaba con Hitler y que se quedaba hasta la tarde o la noche con él.

La casa Hegewaldheim, a una hora aproximada del cuartel de Hitler, se convirtió en el cuartel general de Himmler, siempre que no se hallara de viaje de varios días para visitar las unidades de las SS en distintos sectores del frente, para transmitirles órdenes, mejor dicho, controlar su cumplimiento. El «gordo» era el masajista y terapeuta de Himmler, Felix Kersten (1898-1960), nacido estonio y ciudadano finlandés, quien durante años le trató de sus dolores estomacales crónicos. En 1953 publicó sus memorias, en las que se presentaba a sí mismo como alguien que se hubiera beneficiado de su cercanía al poder para salvar vidas humanas, al haber convencido al Reichsführer-SS para que liberara presos judíos poco antes del final de la guerra.

Gmund a. Teg., 9 de agosto de 1941

(Entrada C. G. F., 11/08/1941, 22 h, escrita 13/08/1941, 19:15)

¡Querido mío!

Han llegado Lobita y Nuecita[138], y me han traído un regalo de su padre, dale las gracias al señor Wolff. El jueves viajo a Berlín. Me ha llamado el señor Pohl. Él mismo no va a asistir.

Ayer Muñequita estuvo muy cariñosa. Nuestra querida pillina. Le hicieron mucha ilusión las cosas. Sobre todo tu portaplumas. Hemos encendido el candelabro de Yule.

Acaba de llamar el Dr. Fahrenk.[amp], él viene, pero sus hijos no vienen a lo de Muñequita, ya que Inge está enferma y su mujer también está en cama ahora. Gripe intestinal. ¿Y cómo estás tú? ¿Mejor? No nos has dicho que estuvieras muy mal, pero te lo noté en el habla, que no era la de siempre. Pensé que estuvieras acatarrado, lo que no sería de extrañar con este tiempo.

Te incluyo la carta de la condesa Wedel.

El señor Schnitzler quiere asegurarse de que recibimos un sustituto para Otto, que se va. Parece que el padre no se ha establecido del todo. Debe trabajar como campesino en un finca en Pom[erania] y ha recibido unos diez mil metros cuadrados. ¿Esto puede ser posible?

El profesor Gebhard me ha escrito una carta larga muy tranquilizadora. Yo también estoy mucho mejor. Todo vuelve despacio a la normalidad.

Muchos abrazos y besos, tu M.

Gmund a. Teg., 13 de agosto de 1941

(Entrada C. G. F., 16/08/1941; 14 h, escrita, 27/08/1941, 20 h)

¡Querido mío!

Hoy llegó tu querida carta, muchas, muchas gracias. Mañana salgo para Berlín. Si todos los días hay ataques aéreos, no me quedaré mucho tiempo. Podrías preguntarle al profesor Gebhard si puedo llevarme conmigo a la fisioterapeuta, la señora Seeger.

Incluyo dos cartas. Me ha escrito también el Dr. Rühmer[139], me he alegrado. Con las personas que le recomendé al señor Pohl no he tenido suerte. De la otra carta no sé qué decir, no me gusta Steinmeyer, pero sí la enfermera que estaba entonces con él, por eso fui. Yo prefería al viejo Setzkorn[140], espero que esté bien.

Llama pronto. Esta tarde viene la señora Stang con su marido. La señora Bäumel estuvo aquí, fue muy agradable, es una mujer inteligente.

Mi herida se ha enrojecido un poco, tendré que ponerme más compresas, porque el frío me vino muy bien.

Muñequita no hace más que hablar todo el día de que me voy. Dice que tú no lo aprobarías, díselo, por favor, por teléfono[141].

Otto se va, es una pena, lo ha hecho muy bien, nuestros cerdos son la prueba de ello. En el jardín hemos recogido más o menos ochenta y siete kilos de grosellas, les hemos dado algunas a los funcionarios, también al señor Laur, que vuelve a estar mejor.

Preguntaste qué hacíamos todo el día. Estoy casi toda la mañana en la cocina. Hemos hecho muchas conservas, me encantaría enseñártelo y nuestro jardín está en muy buen estado. De Kalkreuth no tenemos noticias. Llueve todas las noches desde hace casi tres semanas.

Hay forasteros, indescriptible. Lo compran todo. Y se quedan delante de nuestras puertas. Casi no se puede salir al jardín.

Muchos abrazos y besos,

Tu Marga

Berlín, 15 de agosto de 1941

(Entrada C. G. F., 16/08/1941, 14 h, escrita 27/08/1941, 20 h)[142]

¡Querido mío!

Gertchen está conmigo y me entretiene. Lo encontré todo muy bien porque Liesl había venido antes. El viaje fue fantástico, nuestra hermosa patria alemana. Debería llover algo menos. Hoy me he quedado aquí para ordenar, telefonear e instalarme. Mañana viene la señora Hermann, por la tarde la enfermera Fridl. Pude consolar a Muñequita en el último momento porque vino Inge Jarl. Ya no se lleva tan bien con Lydia. Te mando galletas.

Muchos abrazos y besos,

Tu Marga

Himmler se encontró con las dos cartas a su regreso de la ciudad bielorrusa de Minsk. Allí, entre otros, le acompañaron Hans-Adolf Prützmann y Karl Wolff, además del fotógrafo de Hitler, Walter Frentz, quien documentó el viaje del 14 al 16 de agosto con fotografías en color. En Minsk se asesinó el 13 de julio a más de mil judíos; el 19 de julio se levantó un gueto, del que todos los días sacaban a más judíos para ser fusilados. El 15 de agosto Himmler presenció en las cercanías de Minsk la ejecución de partisanos y judíos.

Berlín, 28 de agosto de 1941

¡Querido mío! Espero que estés bien y que no finjas al teléfono.

Hoy ha habido algo de tensión. Kalkreuth está en el hospital militar de reservistas 106[143]. Precisamente al 106 iré mañana. Le alcanzó un casco de granada en el pie.

Te incluyo una carta que llegó ayer. Ojalá no sea cierto todo lo que se dice en ella, los pobres niños. El sábado voy a Gmund, adonde mi Muñequita. Hammerl está en cama, parece que está muy enfermo.

También el señor Karl[144]; por lo visto, tiene neumonía. Aquí sigue todo tranquilo y bonito como siempre. Hay mucha fruta. Sobre todo ciruelas y peras. El jardín está precioso con tanta fruta.

Cuando estemos en Rímini y tengamos hotel, le envío un telegrama al señor Baumert, es lo que hemos acordado.

Me repito una y otra vez que no podríamos ayudarte si algo pasara. No podemos salir hasta el 4 porque los otros no han recibido un pase para coche cama[145]. Te llevaré un pijama. ¿Algo más?

Muchos abrazos y besos,

Tu M.

29 de agosto de 1941 (entrada C. G. F. 30/08/1941, escrita 31/08/1941, 20 h)

¡Querido mío! Pensé que los cinco kilómetros de Gmund a Tegernsee podrían haberlos hecho los niños a pie. Pero pedí coches enseguida el martes. También para la acompañante que debe estar con ellos. La señora Johst y su hija también. Al parecer Hanns Johst está en Berlín.

Muchas gracias por tu carta, la recibí anoche. Mañana temprano me voy y ya tengo ganas de ver a nuestra pillina.

Hoy, cuando estuve en el hospital militar 106 para visitar a Kalkreuth, se alegró todo el mundo mucho y me ha hecho mucha ilusión. La herida de Kalkreuth es para cuatro semanas como mucho.

Muchos abrazos y besos,

Tu M.

Cuartel general del Führer, 31 de agosto de 1941

¡Mi querida mami!

Estuve al mediodía y hasta la tarde con el Führer y salimos a dar un paseo. Vuelve a estar muy bien. En media hora cenamos, te estoy escribiendo desde el cuartel general del Führer. Todo va muy bien. Considerando que mañana, 1 de septiembre, llevamos dos años de guerra y ¡todo lo que hemos logrado!

Muchas gracias por tus queridas cartas del 28 y el 29 de agosto. Yo estoy realmente mejor. Puedo decirlo tranquilo, de verdad que muy bien. Estas cosas son aburridas y largas, y en el este tenemos que contar con esto. Me alegro de que tu visita a tu antiguo hospital fuera tan agradable y de que a Kalkreuth le vaya tan bien.

He recibido la carta que incluiste, lo voy a comprobar ahora mismo y si falta algo, ayudaré. Les deseo una pronta recuperación a Hammerl y Karl.

Me alegro tanto por vosotras, que podáis recuperaros un poquito en Rímini. Yo no daría vueltas por ahí, pero Rávena sí que tenéis que visitarlo. Tienes que contárselo todo a Muñequita. Allí está el sepulcro del rey ostrogodo Teodorico el Grande, que según la leyenda se llamaba Dietrich von Bern. Bern es el nombre alemán para Verona, igual que Rávena se llamaba Raben. El sepulcro es una de las construcciones germanas más antiguas; hace dos años le pedí a la Ahnenerbe que lo volviera a inspeccionar. Teodorico ya no está en el sepulcro, no se sabe dónde está enterrado. Disfrutad del mar y del sol y recuperaos. Enviadme un telegrama desde el hotel.

Mis mejores deseos y muchos abrazos y besos,

Tu papi

¡Saludos para los Höfl!

Gmund, 3 de septiembre de 1941 (entrada C. G. F., 06/09/1941)

¡Querido mío! Muchísimas gracias por la bonita alfombra, me ha gustado mucho. Muñequita me había llenado de curiosidad. Salimos mañana y ojalá tengamos buen tiempo. Cuando estemos de vuelta, veremos si vienes, si no, voy yo a Berlín. Queremos quedarnos unos diez o doce días. Muñequita empieza de nuevo el colegio el lunes 22. El señor Fahrenkamp lo dijo en su carta. Muñequita desgraciadamente no engorda sino adelgaza.

A tu madre no la encontré con mal aspecto. Pero se siente muy cansada. El buen tiempo, como el de hoy y esperemos que se mantenga, seguro que la ayudará.

Vino el señor Schnitzler y me trajo el dinero para el viaje. No sabía cuánto dinero se recibía para el viaje. Si Muñequita vuelve a viajar, necesitará un pasaporte propio. El señor Schnitzler dijo que sería lo único a lo que se pondría reparos. María se va de vacaciones, la madre ha escrito que ya no volverá porque ella la necesita también. María, sin embargo, dijo que regresaría. Tannberger sigue enfermo. El sucesor de Otto no para de lloriquear y no se quiere quedar, siempre solo y tan poco dinero. Nosotros, bueno, el señor Schnitzler buscará uno nuevo. Tenemos una fruta magnífica y la verdura también. Hay que conservarlo todo. Incluyo el libro de Hanns Johst. Te deseo lo mejor y que estés sano. Te manda muchos abrazos y besos, tu M.

Gudrun cuenta en su diario que el 4 de septiembre viajó en tren a Rímini donde las aguardaba Eugen Dollmann, SS-Oberführer (coronel mayor) y oficial de enlace de Himmler con Mussolini, quien las «llevó al mejor hotel que permanecía abierto». «El jefe de Policía de Rímini también estaba. […] Allí nadie sabe una palabra de alemán salvo el portero, Friedl habla italiano, gracias a Dios». Pasaban las mañanas en la playa; por las tardes visitaron, entre otros lugares, la casa natal de Mussolini, la tumba de Dante y, siguiendo la recomendación de su padre, el mausoleo de Teodorico.

En 1926 Himmler había anotado en su lista de lecturas: «Este Dietr. von Bern tiene que haber vivido, de lo contrario no se habría arraigado tanto en el corazón del pueblo». Desde hacía siglos se equiparaba al legendario Dietrich von Bern con el rey godo Teodorico, si bien tal equiparación resulta dudosa desde el punto de vista histórico. En julio de 1938 Himmler le había pedido al ministro italiano para la Educación nacional, Giuseppe Bottai, permiso —que fue concedido— para volver a inspeccionar el sepulcro de Teodorico en Rávena con un arqueólogo y un arquitecto del departamento de Herencia Ancestral de las SS, ya que para «Alemania [era] uno de los monumentos de la historia antigua más venerados». Los investigadores creyeron poder demostrar «el carácter germano» de la construcción y la clasificaron como «la obra más antigua de la arquitectura alemana».

Marga y Gudrun tuvieron que interrumpir las vacaciones en Italia antes de tiempo ya que la madre de Himmler, Anna, falleció el 10 de septiembre. Gudrun escribió con pena que no la dejaron ir al entierro y que ya no le quedaba ningún abuelo.

Berlín, 17 de septiembre [de 1941]

¡Querido mío!

Ayer hablamos y me alegré tanto por ello. Entonces los rusos se han marchado. Esto cambiará mucho las cosas. Como ya te dije, tenemos aquí cincuenta (muy malheridos), esto es, no están tan graves. Muñequita está preciosa y juega mucho con sus casitas. Las fotografías las tomamos en Gmund. La señora Foedisch[146] vive y ha escrito que Werner por suerte estaba en la Hilfspolizei 7 de las SS y que le han dado de baja para que pueda administrar su finca. Han abierto el testamento. Tras el fallecimiento de Grete[147], Lydia ha heredado treinta mil marcos, es decir, los intereses. La señorita y Anni son muy ordenadas, pero el estilo es imposible. Peso 60 kilos, así que no estoy tan gorda como parece en las fotografías. Ayer el tiempo fue terrible; hoy está bien. No sabes cuánto me gusta ir a mi hospital militar. En los tiempos que corren todos quieren ayudar. La señora Foedisch me ha invitado.

Pero no me voy enseguida. Te esperamos con añoranza, querido mío.

Muchos abrazos y besos desde el fondo del corazón,

Tu M.

Berlín, 21 de septiembre de 1941

(C. G. del F. 23/09/1941, 19:20, escrita 28/09/1941)

¡Querido mío! Ayer por la noche cuando llegué, llegó al mismo tiempo el señor Baumert con tus hermosas rosas y el café, muchísimas gracias. También el señor Wolff. Hoy hemos tenido un tiempo maravilloso, ojalá que «ellos» [los pilotos ingleses] no vuelvan a visitarnos. Muñequita se puso muy triste cuando me marché. «No me olvides», dijo. Después de tantas vacaciones le ha costado la escuela. También es una pena que no encuentre una verdadera amiga en la escuela. El señor Burgstaller quiere una fotografía tuya firmada. Los dos causaron una buena impresión[148]. Tenemos todavía mucho caviar, ¿no debería darlo? No tengo ninguna bota tuya para dar a la recogida de botas. ¿No podemos enviarte algo?

Mil abrazos y saludos desde el fondo del corazón, tu M.

Berlín, 24 de septiembre de 1941

(entrada Friedrichsruh 26/09/1941, escrita 28/09/1941)

¡Querido mío! Como ves, las nueces son de la señora Hermann. Ojalá estés mejor. Realmente espero que vivas en una casa y no en el tren. A finales de semana queríamos hornear algún pastel. Hoy llamo a Muñequita. Por la noche voy a casa de la señora Von Ribb.[entrop]. Solo estuvo tres días en Hohenl.[ychen]. En la Cruz Roja va todo según el programa. Un caluroso abrazo y beso, tu M.

Berlín, 27 de septiembre de 1941

(entrada Friedr.[ichsruh] 27/09/1941, 24 h, escr. 28/09/1941, 12 h)

Querido mío. Incluyo una carta de Muñequita, por favor, devuélvela. Como hay pocas probabilidades de que estés aquí por tu cumpleaños, iré tres días (en tren) a Gmund. Creo que no hay que dejarla sola. Además, incluyo una carta de un tal comandante Nolte para mí. Dirige las estaciones de tren y es muy respetable (ocho hijos también). Quizá pudieras hacerle el favor. Seguro que él nos hará alguno aquí también. Te meto también la lista de deseos de Navidades de Muñequita, podrías tachar lo que le compres y envía la lista de vuelta. También le tengo una chaqueta de lana y guantes. O me escribes diciéndome de qué cosas de la lista necesito encargarme aún. He pedido también las figuras del niño y la niña de las Juventudes Hitlerianas de Allach[149]. Puedo regalarlas también. La señora Foedisch ha escrito diciendo que la Wehrmacht ha llamado a filas a Werner el 1 de diciembre. Él prefería entrar en las SS. ¿Es posible? Podría quedarse cerca. ¿En el Servicio de Seguridad o algo parecido? Han transformado su finca en un centro de formación. El tiempo aquí es precioso. En Gmund también, así que espero que mis ciruelas maduren.

Tras consultar con la oficina del señor Pohl vamos a pedir regalos para los hombres de las SS para Navidades y para mí cosas que tengo que pagar. Diez mil tabletas de chocolate para las SS. Kalkreuth me dijo que en el hospital recibían todos los días una. Estoy contenta de que haya algunas también para las SS y también he pedido medias. No tenemos libros. Es difícil conseguir alguno.

A mí me trajo un quintal de café y algo de té. Le pagué en persona. Gran parte del té se lo regalaré a las SS y el café lo tomo como regalo de Navidades. Quién sabe si habrá gansos. ¿Debería regalarles algo también a los ancianos del 106? ¿A las señoras de la limpieza, por ejemplo? A mí no me dan ninguna golosina ni pan de especias. ¿Se te ocurre una salida? Dümig en Haar[150] ya no tiene gente para el horno. Tengo que regalarle a unas sesenta personas y ningún pan de especias[151]. Muchos abrazos y besos, tu M.

El viernes enterraron al padre de la señora Von Schade.

Cuartel general del Führer, 28 de septiembre de 1941

Friedrichsruh

¡Mi querida mami!

Antes de nada, muchas gracias por tus queridas postales y cartas del 21, 24 y 27 de septiembre.

A la señora Hermann le das las gracias de mi parte, así no es necesario que yo la escriba también. [Las galletas] están muy ricas.

La carta de nuestra Muñequita es muy dulce. Me ha escrito cosas muy bonitas. Anteayer le envié unos bomboncitos.

En cuanto a los regalos, yo me encargo del álbum de coleccionista y del marco de fotografías. He aprobado la solicitud de la tía del comandante Nolte.

El informe de Födisch [sic] te lo vuelvo a enviar. Por Werner no haré nada. Debe seguir su transcurso normal.

A propósito, el hermano de Paula (la mujer de Ernst), Walter Melters[152], ha caído en las SS.

Adjunto el dinero del mes. El ramo no es para ponerlo en florero. Es una especie de hierba, la he cogido en Letonia y al parecer evita la polilla. Hay que ponerlo entre la ropa de lana.

Bien que encargues regalos de Navidad para los hombres de las SS. Por supuesto que les regalaría algo a los ancianos del 106.

¿Te serviría recibir azúcar para dulces?

Salgo ahora a ver al Führer. Espero que tengáis pocos aviadores esta semana.

Mil abrazos y besos,

Tu papi

El Reich alemán, cuyos ataques aéreos asolaron ciudades como Varsovia, Belgrado y Coventry, se convirtió ahora en objetivo de la ofensiva emprendida por los aliados en el aire. En mayo de 1940 aviones británicos bombardearon Dortmund, Mönchengladbach y otras localidades de la cuenca del Ruhr y la comarca del Rin. En agosto cayeron las primeras bombas sobre Berlín. Si bien las pérdidas, en comparación con lo que vendría después, resultaron insignificantes, se demostró que la capital carecía de la protección necesaria. Las medidas, al principio apenas improvisadas, comenzaron a tomarse demasiado tarde. En las cartas entre los esposos los ataques aéreos son un tema constante, descritos como «animales» que vienen de «visita» por las noches y «sacan de casa» a Marga. En tales noches esta solía refugiarse en un búnker, que también era el motivo de por qué Himmler había prohibido a su hija visitar a su madre en Berlín durante la guerra.

Dahlem, 2 de octubre de 1941

(Friedrichsruh 05/10/1941, 23 h, escr. 17/10/1941, 23 h)

Querido mío, mis mejores deseos de felicidad por tu cumpleaños. Que tengas siempre mucha salud para poder hacer frente a tus muchas responsabilidades. Muñequita no podía entender que no pudieras celebrar tu cumpleaños. Podemos estar contentos de que nos quiera tanto. Salgo el sábado por la mañana temprano, tengo muchas ganas de verla.

He encargado un par de cosillas para ti que creo que necesitas. Aquí va todo como siempre.

Tenemos visita por las noches más a menudo, ya las estoy esperando.

El martes por la tarde llamarás a Gmund, ¿no?

Si no te gustan los pastelitos, dilo y te haremos otros.

Ojalá regreses sano y salvo de Kiev, no hago más que pensar en eso. […]

Mucha suerte, mi papi.

Te abrazo y te beso, tu M.

Lydia también escribió a su cuñado el 2 de octubre desde Gmund: «¡Querido Heini! ¡Muchas felicidades por tu cumpleaños! Ante todo, que tengas salud para poder resistir todas las tormentas».

Himmler viajó del 1 al 5 de octubre a Ucrania pasando por Eslovaquia. En Kiev se reunió el 2 de octubre con Friedrich Jeckeln, jefe supremo de las SS y la Policía, quien unos pocos días antes había organizado la masacre de los judíos de la ciudad en el desfiladero de Babi Yar (véase el comentario a la carta del 7 de mayo de 1941). El 4 de octubre Himmler ordenó que el comando especial Lange, que en Polonia ya había reunido cierta experiencia con el asesinato de enfermos en vagones de gas, debía dirigirse a Nóvgorod de inmediato para fusilar allí a los presos de tres «manicomios», ya que las instalaciones eran necesarias para las tropas. Ese mismo día, en una arenga en Nikolaiev a miembros del Einsatzgruppe D, aclaró que la guerra contra la Unión Soviética servía tanto al exterminio del bolchevismo como a la obtención de espacio de asentamiento. Las ejecuciones en masa de judíos y rivales políticos eran una difícil tarea pero que había de cumplirse a fin de conquistar el objetivo establecido. A su regreso el 5 de octubre informó a Hitler por la noche acerca del viaje y aclaró que los habitantes de Kiev causaban una pésima impresión, de modo que «fácilmente se podía prescindir de un 80 o 90 por ciento».

Dahlem, 14 de octubre de 1941 (escr. 17/10/2041, 23 h)

¡Querido mío!

Adjunto unas cartas que me han llegado. Acabo de enterarme de que ha caído el segundo hijo de Ilse Göring. Era su ojito derecho. Yo estoy bien. Hace tiempo que no nos visitan por la noche. Ettel[153] con su señora y hermana querían venir aquí en los próximos días. En la Cruz Roja vuelven a ocurrir cosas extrañas. Te lo tengo que contar de palabra. Esperamos que vengas para Navidades (Kalkreuth está de vacaciones allí). Muñequita estaría muy triste. A ver cómo puedo consolarla. Por ahora no diré nada. Me han dado un reloj. ¿Sabes qué quiero de ti por Navidades?

Muchos abrazos y besos, tu M.

El 26 de octubre de 1941 Marga anotó en su diario: «H. llama a menudo. Está sano. La guerra avanza de maravilla. Todo se lo debemos al Führer».

La guerra en modo alguno «avanzaba de maravilla». El ataque a Moscú, que había iniciado el Grupo de Ejércitos Centro a comienzos de octubre, se quedó atascado en el lodo y en el temprano frío invernal. Las tropas alemanas llegaron a los límites de la ciudad, pero el 5 de diciembre los soviéticos realizaron con éxito una contraofensiva. La retirada del Ejército alemán rendido se asemejó a una huida y solo con esfuerzo se pudo estabilizar el frente a cien kilómetros al oeste de Moscú. Hitler asumió él mismo el mando del Ejército el 19 de diciembre. El ataque japonés a Pearl Harbor, el 7 de diciembre, se tradujo en que Estados Unidos —la potencia económica más poderosa del mundo— se incorporaba también a la guerra contra Alemania. Ahora, con el descalabro a las puertas de Moscú, quedaba claro que la victoria era harto difícil.

Dahlem, 31 de octubre de 1941 (entrada Friedrichsruh 01/11/1941, 19 h;

agradecimiento de palabra, Gmund, 09/11/1941)

¡Querido mío! Por fin puedo volver a escribir, sobre todo para agradecerte todas las cosas que me das para mis heridos y también para el personal. Hoy quería venir la señora Foedisch. Por la tarde viene la condesa [Wedel]. Tiene mal aspecto. En este mes también ha muerto su marido. Al mediodía estaré en casa. El hogar me necesita. Hemos cocinado ya jalea de membrillo y te enviaremos algo. ¿No necesitas nada de nosotros? Nos encantaría enviarte algo. No he sabido nada de la Cruz Roja y el doctor Brekenfeld[154] lleva aquí ya un mes. El capitán Abt me pidió ayer que le arreglara una entrevista con el señor Pohl. Estoy tan contenta de que podamos ayudar a esta persona tan buena. Te doy las gracias por ello. Muchos saludos y besos, tu M.

El 7 de noviembre de 1941 Himmler se dirigió en el tren Heinrich desde Rastenburg, en Prusia Oriental, a Múnich para participar en el acto conmemorativo anual del aniversario del golpe de Estado de Hitler. La tarde del 8 de noviembre estuvo en Löwenbräukeller en un mitin y después cenó con jefes de compañía de las SS. Al día siguiente se celebró una fiesta en la que se ascendió a varios dirigentes de las SS y, por último, una breve reunión de los Gauleiter y Reichsleiter.

En estos días pernoctó en dos ocasiones en Gmund y dedicó su tiempo libre a su esposa e hija. Al respecto Gudrun escribió el 10 de noviembre de 1941 en su diario: «Por las noches hemos jugado al rummy y también al dominó y hemos hecho puzles. Esta mañana temprano se ha vuelto a marchar. Qué pena».

Berlín, 23 de noviembre de 1941

¡Querido mío!

Muchas gracias por tu querida carta. Ayer por la noche estuve con la condesa [Wedel] en casa de Anneliese R.[ibbentrop], no tiene buen aspecto. Me sigue gustando mucho colaborar con la señora Hofmeister. Mañana sale un correo para Gmund, envío un montón de cosas para las Navidades. ¿Nos dirás cuándo puedes venir? Muñequita estaba tan orgullosa de saber escribir a máquina. Solo lo hace en la cama.

Las maquetas en las fotos de Speer no dicen qué representan. Tengo que ir a la cocina, estamos cocinando muchos dulces.

Muchos abrazos y besos,

Tu M.

¿Qué dices de las cartas adjuntas? Vuelve a enviarme las mías, por favor.

2 de diciembre de 1941

(Entrada Friedrichsr.[uh] 04/12/1941)

¡Querido mío!

Mañana habría sido el cumpleaños de mamá.

Muñequita está bien. Ya habrás hablado por teléfono con ella.

Adjunto dos cartas. Me interesa de verdad lo de Kalkreuth.

La señora Hofmeister se acaba de ir.

La señora Von Schwöder [¿?] me ha llamado, le ha encantado tu idea.

Muchas gracias por el chocolate. En mi departamento solo hay ocho o diez grados, horrible. Ayer hizo mucho frío fuera. Voy bien con mis preparativos para las Navidades.

Muchos abrazos y besos,

Tu M.

En el avión, 21 de diciembre de 1941

¡Querida mami!

Olvidé una cosa. La cajita es para ti. Es de nuestra familia (Heyder).

Para ti y para la pillina mis mejores deseos otra vez,

Vuestro papi

Himmler celebró con su familia la fiesta de Yule el 20 de diciembre por primera vez en lugar de las Navidades, el 24 de diciembre[155]; al día siguiente voló de vuelta al frente del Este. Acerca de estos días Gudrun escribe en el diario: «Mami vino de Berlín el 13 de diciembre. Gerhard vino desde su nueva pensión en Gotha el 19. Papi llegó el 20 al mediodía, después de visitar la tumba de los abuelos, a casa. A las 5 celebramos la Navidad. […] ¿Seguiremos en guerra la próxima Navidad? Dios, cuida de nosotros, de papi».

La tía Lydia nos ofrece una detallada descripción de las fiestas navideñas en casa de los Himmler: «Fue especialmente bonito y alegre en un sitio tan grande como el pabellón. Para los niños los días previos estuvieron llenos de misterio y emoción, sobre todo porque no podían entrar en el pabellón. […] Un gran abeto blanco cubría casi toda la segunda ventana. Bolas de colores, rojas, amarillas, azules, se mezclaban con la variada decoración del árbol de Navidad. Parecían símbolos de los colores de las estrellas en el firmamento. Se hornearon diversas figuras germanas, el pez, el jabalí de Yule, las tres Nornas, el niño de pecho y Odín. De las ramas colgaban tiras de color plata y tampoco faltaron las bengalas. Los últimos años también se colgaron los regalitos de las donaciones. Los niños ayudaron a desbrozar el abeto. Entre todas las muchas velas lucía también la azul, encendida para recordar a los alemanes en el extranjero. […] Para todos los empleados se montó [¿?]. Cuando sonó el reloj, se reunió todo el mundo en el pabellón y a la luz de las velas se entonaron los primeros villancicos, luego todos recibieron un regalo. Los niños leyeron los cuentos que habían escrito en unas bonitas hojas. Cada uno de ellos tenía un regalo para los padres. Gerhard hizo trabajos de marquetería y Muñequita bordó un mantel. […] Cenamos juntos todos los habitantes de la casa. Una verdadera Navidad alemana»[156].

En 1936, en un discurso ante los generales de división de las SS, Himmler ya había aclarado el significado que tenían las antiguas «fiestas germanas», en especial, la fiesta de Yule: «El solsticio de invierno no solo constituye el final del año, o Yule, al que siguen las doce noches sagradas previas a la epifanía y en el que comienza el nuevo año, sino también y sobre todo la fiesta en la que se venera a los antepasados y el pasado, en la que el individuo comprende que sin sus antepasados y sin el respeto hacia ellos no es nada, una partícula minúscula que puede desaparecer en cualquier momento, mientras que lo es todo como eslabón de la cadena infinita de sus antepasados». A fin de introducir un nuevo rito de unificación para todas las unidades de las SS, Himmler estableció doce lemas de Yule, cada uno de los cuales debería acompañarse con una vela encendida. Ordenó que estos proverbios debían «emplearse siempre para celebrar la fiesta de Yule». Los más importantes, la «lucha por la libertad», la «veneración de los ancestros», la camaradería y el deber. El último era un juramento por el Führer: «Creemos en él, porque él es Alemania, porque él es Germania». En 1944 pidió revisar los proverbios. La nueva versión, escrita en un momento en el que la derrota de Alemania era inminente, hacía gala de un marcado acento religioso. Así, el primero y el último proverbio están dirigidos al «sentido y al eterno y único Dios del mundo», «objetivo sagrado» de la «reorganización de nuestra vida germana dentro del sentido de la Tierra y con ello en la voluntad del Dios todopoderoso».

Gmund, 25 de diciembre de 1941[157]

(Friedrichsruh 31/12/1941, 17:15, escr. 01/01/1942, 13 h)

¡Querido mío!

Muchas gracias por las hermosas lilas que llegaron ayer. Por la noche con calma volvimos a ver nuestras cosas y encendimos el árbol. Luego jugamos con los niños. Qué bonitas fueron siempre las otras fiestas.

Han llegado muchas flores, incluyo las tarjetas. También cerveza para ti.

Le he mandado al señor Burgstaller dos botellas. ¿Quieres alguna tú? ¿Quién la va a beber si no? De parte de los Oswald llegó un ganso. Lo tenemos aquí, con este tiempo tonto no me atrevo a enviarlo. Toda la noche hemos tenido una terrible tormenta. En el dormitorio se movían las gardenias a pesar de que la puerta y las ventanas estaban cerradas. Gerhard ha tenido mucha fiebre, ahora está bien. Seidel ha ido a visitar a su padrastro moribundo. Ojalá que vuelva. Te incluyo la carta del señor Hofmeister. Creo que te interesará. Por favor, devuélvela. Cigarros de los buenos ya no me quedan. ¿Tienes tú, quizá? Él [¿?] recibe siempre los paquetes porque salen por mensajero.

Mañana recogeremos la habitación de las Navidades porque hace mucho frío y no podemos seguir calentándola. El árbol se mantiene fresco así más tiempo. Lo encenderemos otra vez en Nochevieja.

Deseamos que vuelvas a llamarnos pronto.

Te abraza y te besa del corazón, tu M.

Friedrichsruh, 1 de enero de 1942

¡Mi querida mami!

Antes de nada, mis mejores deseos para ti y para nuestra querida pequeñaja. Acabo de hablar por teléfono contigo.

Muchas gracias por tu querida carta. La cerveza ya ha llegado. Ya te he dicho casi todo al teléfono. La dirección de Kiß es: Hauptmann u. Abteil.[ungs] Kommandeur Kiß Fp. No. 20 088. Pregúntale por algún soldado para Muñequita[158]. Para Hofmeister incluyo un par de líneas.

Disfruta con calma de estos días en nuestro bonito y tranquilo Gmund. La próxima carta será para la pequeñaja.

Muchos abrazos y besitos para las dos,

Vuestro papi

Quedaos con el árbol un par de días más, es tan bonito. La carta es muy corta porque me tengo que ir.

Himmler, después de redactar esta carta, marchó al cuartel general del Führer, donde pasó el resto del día. Allí mantuvo a última hora de la noche una reunión con Hitler en la que le informó, entre otras cosas, acerca de su viaje de inspección a las divisiones de las SS-Leibstandarte Adolf Hitler y Wiking a finales de diciembre; anuló una visita del 3 al 6 de enero al Grupo del Ejército Norte y a las divisiones de las SS asociadas a él.

3 de enero de 1942

¡Querida mami!

Muy rápido unas líneas para Hofmeister y la carta y certificado de Gotha. Muchos abrazos y besitos para ti y Muñequita.

Vuestro papi

Friedrichsruh, 19 de enero de 1942

¡Mi querida mami!

Muy rápido, un par de líneas antes de que se vaya el correo con la bonita caja de ámbar del Gauleiter Koch y señora (regalo de Navidad tardío). Me alegro de que vuelvas a estar mejor. Cuídate y no salgas muy temprano.

Te incluyo los 125 marcos, un informe muy interesante en el que tiene un papel nuestro Gerhard. Seguro que no tiene la culpa, pero su predisposición a mentir es habitual. Devuélveme el informe cuando tengas la oportunidad. El cuaderno es del castillo Catschina[159], ya no está tan bonito. Es un cuartel curioso y muy pobre a las afueras de Leningrado. He vivido allí.

También una carta de Italia y una tarjeta postal de Leissinen, donde estuvimos en un bonito periodo de paz[160].

Muchos abrazos y besos y mejórate,

Tu papi

El 20 de enero de 1942 tuvo lugar en Gross Wannsee, en Berlín, en la antigua villa del industrial Ernst Marlier, a la sazón casa de huéspedes del jefe de la Policía de Seguridad y del Servicio de Seguridad, un encuentro que ha pasado a la Historia como la Conferencia de Wannsee. Además de Reinhard Heydrich, Heinrich Müller, jefe de la Gestapo, y Adolf Eichmann, de la Oficina Central para la Seguridad del Reich, asistieron el Dr. Wilhelm Stuckart, secretario de Estado del Ministerio del Interior del Reich; Martin Luther, director del Ministerio de Asuntos Exteriores; el Dr. Roland Freiser, secretario de Estado del Ministerio de Justicia; Erich Neumann y otros altos representantes del aparato del partido y del Estado.

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