Himmler

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La posguerra

En la noche del 19 de abril de 1945 Erich Schnitzler condujo a Marga y Gudrun Himmler, a Lydia Boden y a una tía de las dos hermanas al Tirol del Sur. El 2 de mayo tropas estadounidenses alcanzaron los alrededores de Gmund y confiscaron los documentos privados en la casa Lindenfycht. El 13 de mayo soldados estadounidenses apresaron a Marga y Gudrun en Wolkenstein, en las proximidades de la villa de Karl Wolff en Bolzano, y las llevaron a un campo de internamiento en Roma, donde oficiales británicos interrogaron a Marga.

El 13 de julio de 1945 la periodista Ann Stringer la visitó para entrevistarla para el Giornale del Mattino en una lujosa villa en las afueras de Roma y le informó del fallecimiento de su esposo: «La señora Himmler no mostró emoción alguna. Fue la demostración más fría de control absoluto sobre los sentimientos humanos». Marga, una «mujer corpulenta con moño y muchos dientes de oro», hablaba inglés relativamente bien según ella. Confirmó haber sabido cuáles eran las tareas de su marido como jefe de la Gestapo. Que hubiera personas que le odiaran no le causó estupor: «Era policía, y a nadie le gustan los policías». A la pregunta de si había visitado Dachau, respondió que casi todos los días había estado en las cercanías de esta triste aérea para adquirir verduras y fruta, que cultivaban las SS en Dachau. La culpabilidad de la guerra la veía en los ingleses. A preguntas concretas respondió, sin embargo, con evasivas: «Solo soy una mujer, entiendo poco de política».

Después Marga y Gudrun fueron internadas en diferentes campos en Italia y Francia. En septiembre de 1945, durante el proceso de Núremberg contra los principales criminales de guerra, se sentaron durante unas semanas en el banquillo de testigos en Núremberg, donde el 26 de septiembre un oficial estadounidense interrogó a Marga. Aseguró que su esposo siempre había actuado de acuerdo con las órdenes del Führer, que debido a sus múltiples tareas estaba constantemente agobiado de trabajo y que tenía una salud delicada. «Tenía una cantidad terrible de cosas que hacer». Puso en tela de juicio que él hubiera visitado los campos de concentración, aunque admitió haber sabido que era el responsable de los campos y que ella, por su parte, había visitado el campo de concentración para mujeres en Ravensbrück.

A finales de 1946 Marga y su hija salieron del campo para mujeres Ludwigsburg 77 y quedaron recluidas en la institución Bethel, del pastor Von Bodelschwingh, en Bielefeld, donde las dos trabajaron tejiendo e hilando y Gudrun aprendió el oficio de modista. Su convivencia con el resto de habitantes de Bethel transcurrió no sin tirantez ya que, como recordaba en 1962 Bodelschwingh, Marga se comportaba «cada vez peor y era muy complicada», y que, como siempre, se describía como «mujer creyente en Dios» y que se distanció de la comunidad cristiana en Bethel.

En 1948, ante la comisión de desnazificación de Bielefeld, Marga fue calificada en un primer momento como «poco culpable»; en 1951, a raíz de una revisión, como «simpatizante». En el otoño de 1952 se inició un nuevo proceso de desnazificación contra ella acerca de la cuestión de la propiedad de la casa Lindenfycht. En la sentencia de enero de 1953 fue declarada «culpable» con pérdida del patrimonio y el derecho al voto. En el otoño de 1955 se mudó junto a su hermana Lydia a una vivienda en Bielefeld-Heepen. La despedida de Bethel no fue precisamente amistosa, ya que según Von Bodelschwingh «la señora Himmler se comportó siempre con absoluta terquedad, hasta el punto de que nos dejó sin dar las gracias y se alejó junto a los que se habían identificado como sus compinches pardos».

Marga Himmler pasó los últimos años de su vida junto a su hija y el marido de esta en Múnich. Falleció en agosto de 1967. Se desconoce cuándo y dónde murió su hermana Lydia.

Gudrun, que se había trasladado a Múnich en 1952, lo tuvo difícil en la capital bávara para encontrar colocación como modista con su apellido. Lo llevó en los años antes de casarse con orgullo, así que hubo de cambiar una y otra vez de empleo, como contó en 1960 en su única entrevista al periodista Norbert Lebert. Trabajó como cortadora, destajista, ayudante de oficina y, por último, como secretaria. Planeó una rehabilitación de su padre en forma de libro; el proyecto no obstante nunca se materializó. A Josef Ackermann, biógrafo de Himmler, le confió a finales de los años sesenta su opinión de que Hitler solo habría podido confiar «la recogida de la basura del Reich» al «más fiel», es decir, su padre.

Tras el fallecimiento de Marga, Gudrun Burwitz, como se llamó después de contraer matrimonio, fue madre de dos niños y durante años activa en la Ayuda Silenciosa a Prisioneros de Guerra e Internos, asociación que apoyó a los criminales de guerra detenidos y a sus familias. Además, fue huésped habitual en los encuentros de veteranos de las Waffen-SS y miembro de las Juventudes Vikingas, una organización sucesora de las Juventudes Hitlerianas, prohibida en 1994. Continúa viviendo en Múnich.

Gerhard von der Ahé, quien en el otoño de 1944 se había presentado, con dieciséis años, voluntario para ingresar en las SS y formarse como granadero en la división Panzer en Brünn, acabó al final de la guerra en cautiverio ruso. Tan solo había estado dos días en el frente. En diciembre de 1949 se le sentenció a veinticinco años de trabajos forzosos; pasó los siguientes años en diferentes campos, donde trabajó como minero y yesero.

En octubre de 1955 regresó a Alemania; con veintisiete años era el repatriado tardío más joven. En su certificación del 10 de octubre de 1955 se describía como «creyente en Dios». Marga, con la que intercambió correspondencia en los últimos tres años de cautiverio, le recogió en el campo de Friedland. Vivió primero un breve tiempo con ella y Lydia en Bielefeld, durante el cual la tía escribió para él los recuerdos sobre el tiempo en que habían convivido en Gmund. Sobre el final de guerra dice así: «Se cumplió nuestro destino. Perdimos la guerra. Fuimos prisioneros. Nos quedamos sin derechos, nos quitaron todos los bienes».

En la primavera de 1956 Gerhard se mudó a Lübeck, se casó pronto y tuvo un hijo con su esposa. Se ganó la vida como conductor. Mantuvo el contacto con Marga y Gudrun hasta el fallecimiento de la primera. En 2001 concedió una entrevista al Lübecker Nachrichten en tres partes, en la que habló de su niñez y del «plácido idilio» junto a su madre de acogida y la tía en Gmund, que de vez en cuando se veía perturbado por la presencia del autoritario y temido padre. Cuando Gerhard murió en el hospital de Lübeck en diciembre de 2010, su hijo encontró dos retratos en una cartera en su mesilla de noche: en una se ve a un joven Gerhard, en la otra, a su padre adoptivo, Heinrich Himmler, ambos con el uniforme de las SS.

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