Hija

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Diario 8

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Diario 8

Cito a Erri de Luca, escritor italiano:

Me molestan mientras se alargan las páginas no acordarme del nombre de la chica. Cincuenta años de hiato no lo justifican. De ella se me vienen a la cabeza las frases mientras avanzo, se añaden detalles precisos y nada de nombres. Podría encasquetarle uno apropiado, un nombre de la mitología griega, pero me convertiría en uno del oficio, uno que inventa.

Como lector olvido enseguida los nombres de una historia. No añaden consistencia y son una convención. Dejo, pues, vacía la casilla del nombre y sigo llamándola la chica porque como niña no la conocí.

El libro se llama Los peces no cierran los ojos. Erri de Luca justifica con elegancia mis dificultades. Si el mismo de Luca, como lector, olvida enseguida los nombres de una historia, ¿para qué hacer el esfuerzo de inventarlos?

Claro que De Luca está relatando sus memorias (o jugando a relatarlas). En este caso, yo soy una del oficio, una que inventa. Tengo derecho a darles el nombre y el apellido que se me dé la gana. Y a dejarlos sin nombre o sin apellido si no me interesa mencionarlo. En su infinita búsqueda del tiempo perdido, sólo una vez menciona Proust el nombre de su personaje principal.

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