Hija

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Diario 15

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Diario 15

Esta familia sigue sin tener apellido. No es una cuestión menor. El apellido delata el origen, define ciertas costumbres, cierto tipo de relación entre los personajes, ciertos recuerdos de familia. Esmé parece judía, es inevitable. Guido podría ser de familia mediterránea, aunque prefiero no recurrir a una familia argentina promedio de españoles o italianos o su muy frecuente cruce. También podrían ser croatas o griegos…

Me informa la web que veintiún países forman parte de la cuenca del mar Mediterráneo: once europeos, cinco asiáticos y cinco africanos. Tengo para elegir. Incluyendo a los africanos: después de todo, mi propia abuela paterna era de origen marroquí.

Y sigo con la duda.

Un comentario sobre la trama (o falta de trama) de esta quizá novela. No soy capaz de dominar una trama cerrada y tampoco me interesa. Nunca me fascinaron las novelas policiales y, en términos más generales, me irritan las novelas en las que, en los últimos capítulos, se revela un secreto que da sentido o modifica el significado de lo anterior. Con los años, con las lecturas, las tramas cerradas me gustan cada vez menos, se me vuelven cada vez más previsibles. Incluso en novelas notables, como El mar o Antigua Luz, de John Banville, me fastidia el escamoteo deliberado de ciertos datos para sorprender a un lector que, a fuerza de experiencia, ya no se sorprende de nada. En cambio admiro esas novelas deshilachadas, de trama abierta, aparentemente sin suspenso (pero lo tienen) y sobre todo sin intriga y sin resolución, como las de Kawabata (Lo bello y lo triste, La casa de las bellas durmientes).

Por alguna razón, no siento la necesidad de mencionar en este diario mis lecturas de formación, sino las que estoy leyendo mientras escribo. Tal vez, precisamente, porque es un diario.

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