Henry

Henry


Emily

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Emily

No me puedo creer que se vaya. Cuando Day me da la noticia, tengo que encerrarme en el baño para que nadie me vea llorar. Siento un dolor en el pecho que no me deja respirar.

¿Qué estás haciendo, Em? Lo estás dejando marchar.

Pero no hago nada. ¿De qué iba a servir? Él tiene razón, si no hay confianza, no hay relación que valga.

Cómo te odio, Helena. Cómo te odio, Abril. Os odio a las dos.

El día de su despedida del Meaning, no voy a trabajar. Llamo y digo que estoy enferma en la cama. Y estoy enferma de verdad, pero esto no tiene cura. Mi única cura tiene nombre y apellidos, pero esa no la venden en las farmacias. Me paso el día en la cama llorando.

Al día siguiente el nuevo jefe me recibe en su despacho. Yo intento que no se me noten las pocas ganas que tengo de estar aquí. Las horas se pasan despacio, los segundos parece que duran más de la cuenta. Y el día se me hace interminable. Ni siquiera saliendo a comer con Miranda me distraigo del dolor.

—Deberías haber venido ayer, Em.

—No veo por qué.

—Me preguntó por ti.

—Qué bien.

—Emily, no me vengas con sarcasmos.

—No es sarcasmo. Me parece bien que preguntara por mí. Hasta ayer era mi jefe y yo estaba enferma.

—A mi no hace falta que me mientas.

—No quiero hablar del tema.

—Ya, tú nunca hablas de lo que te hace daño. Y esa no es la solución.

Me mira esperando a que la responda, pero como no digo nada más, me hace caso y cambia de conversación. Aunque apenas me entero de lo que me dice cuando habla. Mi mente está en otro sitio. Con otra persona.

Pasan los días y me voy acostumbrando a la rutina. Ya no me queda otra.

Todas las tardes, cuando vuelvo de trabajar, me siento delante del ordenador y me quedo pensando. Se me pasa el tiempo volando delante de la pantalla. Y todas las tardes me levanto de la silla sin haber hecho más que eso. Sentarme y pensar.

Pero un día escribo un mail y lo dejo en la carpeta de borradores. Y desde ese día, cada vez que me siento, pongo el dedo en el ratón y lo dejo ahí quieto, esperando a armarme de valor para apretar el botón.

Y ese día llega cuando se cumple un mes desde que Henry se marchó a Jersey.

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