Henry

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Henry

Llegamos a Jersey y aunque el aire es fresco, nos recibe un sol espléndido al salir del aeropuerto. Buen comienzo.

La casa que he comprado está cerca de la playa, y también de la casa donde viví con mis padres, en Saint Clement. Quizá estar cerca de mis recuerdos me traiga buena suerte.

Lily y Max me han acompañado para ayudarme con las cosas. A estos dos de momento les va de maravilla. Y me alegro mucho por ellos. No me equivoqué con Max, es un buen tío.

Lily corre alrededor de la casa entusiasmada.

—¡Es preciosaaaaaaaaaaaaaaa, Hank!

A mí también me gusta mucho mi nueva casa, es incluso mejor que en las fotos que me enseñó el de la agencia. La fachada es blanca y el tejado es de madera y teja. Tiene un gran ventanal en el salón desde el que se puede ver el mar. Y una de las habitaciones, que ya he decidido que va a ser la mía, se abre a una terraza desde la que también puede verse la playa. Es perfecta.

El de la mudanza llega una hora después. Descargamos todas las cajas y las dejamos en el garaje para irlas colocando después.

Bajamos hasta la playa para comer en el Green Island, el restaurante favorito de mis padres. Lily, en su línea, come como si no hubiera mañana, ante la mirada sorprendida de Max.

—¿No la habías visto comer?

—Sí, claro. Pero no así.

No mira con el ceño fruncido y la boca llena. Dice algo pero no la entendemos y nos echamos a reír. Coge la copa de vino y se la bebe de un trago.

—Deberíais pensar montar un circo entre los dos, ya que os creéis tan graciosos.

—Lily, no te enfades. Solo me ha sorprendido verte comer de esa manera.

—¿De qué manera, si puede saberse?

Alza la ceja.

—No sé, como si no fueras a comer en cinco días.

—Pues ya te puedes ir acostumbrando, guapo. Cuando la comida está tan deliciosa como esta, la devoro, ¿y qué? Al que no le guste, que no mire. Y si me quieres, pues tendrás que quererme así también.

—No, no, si me parece bien. Y claro que te quiero.

Le sonríe con cariño.

—Pues espérate a que le traigan el postre...

Lily me alza el dedo corazón mientras frunce los labios y Max se echa a reír.

Después de comer paseamos por el pueblo. Pasamos por algunos de los sitios en los que solíamos jugar y Lily se lo va explicando todo a Max, como una guía turística. Tremenda memoria la suya. Yo no recuerdo ni la mitad de las cosas que cuenta. La librería donde mi padre y yo solíamos ir ya no está, en su lugar hay una tienda de regalos. Pero algunas de las tiendas de aquel entonces, siguen existiendo. Me pregunto si los dueños se acordarían de nosotros.

Al dar la vuelta a la esquina de una de las calles, nos topamos con una floristería. Yo no recuerdo si estaba cuando vivíamos aquí. Lily nos dice que esperemos y entra a comprar unas flores.

—Pasaremos por el cementerio a la vuelta.

—Lil, no sé si es buena idea.

—Hank, nunca has visitado su tumba. Hazlo por mí.

Me lo pienso un minuto. Asiento.

—Vale.

La tumba de mis padres es sencilla. Unas flores frescas reposan en la lápida. Miro a Lily extrañado. Ella se encoge de hombros.

—Mucha gente los quería aquí en el pueblo, Hank.

Sonrío al recordar a mis padres mientras las lágrimas se me van acumulando en los párpados.

Mi padre tenía una pequeña consulta de pediatría en el pueblo, y las madres no confiaban a sus niños a otro médico que no fuera el doctor Colin Shelton. Por aquella época el jardín de mi casa siempre estaba rodeado de niños con los que Lily y yo jugábamos mientras sus madres pedían consejo a mi padre.

Lily deja sus flores al lado de las otras y acaricia el mármol blanco. Max se pone a su lado y le echa el brazo por encima, estrechándola contra él. Cómo los envidio, lo que daría en estos momentos porque Emily estuviera aquí. La echo demasiado de menos.

Me acerco a la lápida y me arrodillo en la hierba. Lily le hace un gesto a Max y se alejan caminando. Me quedo solo.

—Madre, padre, siento no haber venido antes. Pero no podía, yo... No podía.

Me echo a llorar.

—Estaba asustado. Era solo un niño. Espero que donde quiera que estéis, sepáis perdonarme. Ya habréis visto que mi vida tampoco es un camino de rosas, yo intento hacerlo lo mejor que puedo, pero en el amor no tengo suerte. ¿Qué es lo que hago mal? Madre, quisiera que estuvieras aquí para darme consejo, para que me ayudaras a entender un poco a las mujeres.

Sonrío.

—Creo que tú no eras tan complicada. Pero eso solo padre lo sabía, supongo. Ahora que vivo aquí vendré más a menudo, lo prometo. Padre, voy a alquilar un local en el pueblo para abrir una librería, otra vez. Ojalá estuvierais aquí para verlo. Aunque dentro de mí siento que siempre estáis conmigo.

Me levanto y recorro sus nombres con los dedos. Me seco las lágrimas y me voy.

Lily y Max me esperan en la puerta.

—¿Estás bien?

—Sí, Lil. No te preocupes.

Sonrío y le acaricio la cara.

—Un montón de cajas nos esperan, así que vamos allá.

Recibo un correo de Emily un mes después de llegar a Jersey.

Para: Henry Shelton

De: Emily Smith

Asunto: Premonición

Señor Shelton,

En vista de que ya no vamos a volver a vernos nunca más, le diré qué es lo que la mujer española le dijo aquella tarde en España.

Sé que ahora no tiene sentido, seguramente borrará este correo sin leerlo si quiera, y yo me arrepentiré de habérselo mandado al segundo de haberlo hecho. Pero como también hago lo que me da la gana y ahora lo que quiero es mandárselo, no busque más razones que esa.

Ella dijo que para superar su pasado tenía que aprender a vivir el presente, así que igual le sirve de algo ese consejo. También dijo que veía una casa cerca del mar y a una mujer. Y nada más. Nada de ascensos. Le mentí en eso. Lo demás fue todo real.

Espero sinceramente que todo le vaya bien de ahora en adelante,

Emily.

Cierro los ojos y pienso en aquella tarde. En la mujer recorriendo las líneas de mi mano, y de repente me acuerdo de un detalle. Dijo algo y la miró a ella. A Emily. Y fue cuando se cabreó y me dijo que nos fuéramos. Una casa cerca del mar y una mujer... Una mujer... Era ella. Emily.

Miro la pantalla del ordenador durante minutos y minutos, pensando si responderle al mensaje. Al final lo apago y salgo a dar un paseo por la playa.

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