Henry

Henry


Henry

Página 34 de 49

Henry

Vuelvo en taxi al apartamento. Qué vacío está sin ella. Me doy una ducha y hago la cena. A las nueve me llama para decirme que ha llegado y que va a pasar la noche en el hospital para que su padre descanse. Me cuesta colgar el teléfono, y maldita la hora en que lo hago, porque vuelve a sonar.

—¿Sí?

—¿Henry?

—¿Quién eres?

—Abril Torres.

—¿Ha pasado algo, Abril?

—No, no. Solo llamaba para invitarte a salir mañana. Como este fin de semana no tienes que hacer de niñera con tu secretaria, podrías salir conmigo y unos amigos.

No me gusta ese comentario.

—Yo no soy la niñera de Emily, Abril.

—Lo sé, era una broma. Pero sé que no le caigo bien, y no era plan de invitarte a ti y a ella no. Vendrá más gente de la oficina, además.

—Te lo agradezco pero creo que voy a quedarme en casa.

—¡Oh, venga! No nos quedaremos hasta muy tarde. Solo una cena, unas copas y nos iremos pronto.

—Es que no tengo ganas, de verdad. Prefiero quedarme aquí.

—¿Prefieres quedarte solo y aburrido en un piso vacío? ¡Venga, Henry!

Me lo pienso un poco. La verdad es que tiene razón. Pasar todo el día solo en casa se me va a hacer eterno. Y por salir un rato tampoco hago mal a nadie.

—Vale, pero no me quedaré hasta muy tarde.

—¡Genial! Te paso a buscar a las nueve. Que luego no hay Dios que aparque por el centro.

—Vale. Hasta mañana, Abril.

—¡Chao, Henry!

No me parece muy buena idea decírselo a Emily, y más con la manía que le tiene a Abril. Así que como no quiero mentirle, directamente no le digo nada cuando me llama al día siguiente. Pero me siento mal, no me gusta andar ocultándole cosas ahora que nos empieza a ir bien. Me pienso una y mil veces si anular la dichosa invitación. Al final decido que iré a la cena, pero no me quedaré a tomar nada.

***

A las nueve, una puntual Abril llama a la puerta del apartamento. Cojo la cazadora y abro la puerta. Me planta dos besos en las mejillas.

—Vamos, lo tengo aparcado en doble fila y siempre da la casualidad que llega el dueño del que estorbo. Esta calle es imposible.

Me agarra del brazo y tira de mí hacia las escaleras. No sé cómo lo hace para no caerse rodando con esos tacones que lleva.

De camino al restaurante recogemos a dos personas más. Una pareja de novios que por suerte dominan el inglés, y son bastante agradables. Sandra es risueña y habladora, me recuerda mucho a Lily. Carlos también es hablador, y rápido nos enfrascamos en una conversación sobre películas de James Bond. Al parecer somos los dos unos freaks de 007.

En el restaurante me siento a su lado, a pesar de que hay un montón de gente de la oficina. Pero por la caras con las que me reciben, creo que no les ha hecho mucha gracia que haya venido el jefazo inglés, como dice Emily que me llaman por el Meaning. ¡Mierda, Emily! Se me olvidó llamarla antes de salir. Me excuso un momento y salgo con el teléfono a la calle.

—¡Hank!

—Hola, preciosa. ¿Qué tal está tu madre?

—Uuuufff... El lunes le dan el alta, no te digo más. Está sacando de quicio a todo el personal del hospital.

—De tal palo...

—¡Oye!

Me echo a reír y ella también.

—Me alegro que no haya sido nada, Em.

—Ya, yo también. Pero ahora mi padre está en plan paranoico y no quiere que vuelva a coger el coche, se pasan el día discutiendo sobre ello. Me tienen la cabeza loca.

—Pues mi cabeza te está echando de menos. Se aburre sin tus contestaciones.

Se ríe.

—¿Dónde estás? Se oye ruido de coches.

Cierro los ojos.

—Eh... En la calle. He bajado a comprar unas cosas.

—¿A las diez de la noche?

—Sí, busqué un 24 horas.

—¿Se te acabó el detergente?

—No, bajé a por una botella de tequila para ahogar mis penas en alcohol.

—Pues me han dicho que las resacas de tequila son muy malas.

—Bueno, tengo todo el día de mañana para quitármela de encima.

Me río.

—Deja un poco para cuando vuelva, ¿ok?

—Claro, un poco menos de la mitad.

—Ya saqué el billete de vuelta, el lunes a las siete estoy allí. Iré directa al Meaning.

—No, iré a buscarte al aeropuerto e iremos juntos.

—Como quieras. Tengo que dejarte, creo que han entrado a ponerle una inyección a mi madre y oigo alboroto.

—Anda, ve.

—¡Te quiero, Hank!

Cuelga. Yo me quedo clavado en el sitio. Miro la pantalla del teléfono, como si pudiera ver ese te quiero escrito en ella. Me lo guardo en el bolsillo y vuelvo a entrar.

Después de cenar me convencen para ir a tomar una copa. Pero solo una. Y al final no es solo una, son unas cuantas.

Y no sé cómo, acabo entrando por la puerta del piso de Abril. ¿Qué coño estoy haciendo?

—Abril, creo que deberías haberme llevado a casa.

—¿Por qué? Vamos a tomarnos la última aquí.

Se acerca a mí con una botella de ron en la mano.

—No me gusta el ron.

Y tampoco el rumbo que está tomando esto.

—Tengo ginebra, vodka...

—No, creo que no beberé más, y tú tampoco deberías.

—Entonces nada de bebidas. Ven.

Me coge de la mano y me lleva hasta su dormitorio. Cuando acerca sus dedos a los botones de mi camisa, le agarro de las muñecas.

—Creo que esto no es muy buena idea.

—Pues yo creo que sí.

Se pone de puntillas y me da un beso en los labios. Me da vueltas la cabeza. Se suelta de mi agarre y me desabrocha los pantalones.

—No, Abril...

—Sssshhh...

Intento despejarme de ella pero es inútil. Me empuja hacia la cama y con las copas que llevo de más, pierdo el equilibrio y me caigo de espaldas. Ella se sube encima de mí. Me desabrocha la camisa y recorre con su lengua el camino hasta mi ombligo. Y yo me pongo cachondo. Maldito seas, Shelton. Cierro los ojos e intento no pensar en nada, ni siquiera en ella. No quiero pensar en ella mientras otra va a follarme. Mientras me hace una mamada, espera paciente a que yo le dé placer. Pues lo lleva claro. Apostaría mi vida a que todo esto ya lo tenía planeado, así que dejo que me haga lo que quiera, pero no voy a tocarla. Emily tenía razón, maldita sea. No pienses en ella, no lo hagas.

Cuando se cansa de que la ignore, se sube encima de mí. Pero yo me incorporo y cambio las posiciones.

—Ponte de espaldas.

—No me gusta hacerlo a cuatro patas como los animales.

—Pues a mí sí. Ponte de espaldas, Abril.

Me mira con reproche pero se da la vuelta. No quiero verle la cara. La embisto con fuerza y gime, pero no se queja. Me muevo rápido para que todo esto termine pronto y me pueda ir a mi casa a romper las paredes a puñetazos.

Pero al final no me voy a casa a pegar puñetazos a la pared, me quedo dormido dándole la espalda a Abril, y a la culpa que me consume por dentro.

Por la mañana me despierto y estoy solo en la cama. Me pongo la ropa interior y voy al baño. Abril está metida en la bañera y me recibe con una sonrisa. Creo que no ha debido de entender las indirectas de ayer.

—Ven a darte un baño conmigo.

No, no las ha entendido. Joder, si la traté como una zorra. Me siento el cabrón más grande de la Tierra, porque la culpa es mía, no de ella. Ni siquiera sabe que estoy con Emily, pero yo sí. Y aún así me he acostado con ella. Me apoyo en el lavabo y cierro los ojos.

—¿Pasa algo?

La miro y me paso la mano por el pelo.

—Sí, sí pasa algo. Pasa que lo de anoche no tenía que haber pasado.

—Si te vas a disculpar por haber sido un bestia, no hace falta. Me gustó.

Sonríe otra vez.

—No, no es contigo con quien tengo que disculparme.

Me mira arrugando la frente, pero no pregunta.

—Ven aquí, Henry.

Hago lo que me dice, me meto en la bañera pero encojo las piernas para no rozarla siquiera. Quiero quitarme de la piel sus caricias, arrancarme los besos de mis labios. Ella alarga una mano hacia mí.

—No me toques, Abril.

—¿Pero qué es lo que pasa?

—Anoche no debí acostarme contigo. Estoy con una persona. Y ahora voy a joderlo todo.

Me mira sorprendida.

—No tiene por qué saberlo. Si está en Londres no se enterará.

—Pero presiento que va a enterarse. Así que, en lo que a nosotros respecta, esto no ha pasado jamás. No quiero una sola indirecta en el trabajo, quiero que nos comportemos como hasta ahora, ¿entendido?

—¿Pero qué más da? Si aquí no te conoce nadie, solo tu secretaria. ¿Acaso es amiga de tu novia?

—No, no son amigas. Abril, si tu comportamiento me pone en un aprieto con esa persona, haré todo lo que esté en mi mano para que te echen de Meaning Holdings.

Me estoy tirando un farol, claro. Jamás haría algo así, y menos cuando he sido yo el único culpable. Pero quiero que sepa que voy muy en serio.

—No te preocupes, ahora tengo mis vacaciones de invierno. Con un poco de suerte, cuando vuelva, a ver si os habéis ido ya. Eres un hijo de puta, inglés.

—Lo sé. Pero ya me he cansado de serlo.

Se levanta de la bañera cabreada.

—Cuando termines con el baño, lárgate.

Ir a la siguiente página

Report Page